Partida Rol por web

Al parecer aquella muñeca perdía su arma y quizás de ver tanto movimiento sin sentido se despistó a la hora de atacar, aunque no desperdiciaría el último fogonazo.

Aquella muñeca parecía ahora un trozo de trapo quemado y roto, apenas guardaba algún rasgo de la forma original. Emitió una especie de lloro simulando una niña pequeña, pero era algo mucho mas aterrador y desagradable. La voz parecía entrecortarse como si hubiera interferencias.

Arrastrándose como pudo en una esquina como pudo, visteis como se fundía con una sombra que hacía uno de los muebles de la cocina, como si eso fuera un charco de agua sin fondo.

Desapareció no sin antes proliferar una última amenaza.

— Volveremos a jugar... si.. el día que menos lo esperéis.. volveré... ¡Malditos! — lloriqueaba.

Iba a necesitar una buena reparación.

Enseguida tocasteis aquella sombra en donde se había fundido y desaparecido. Era una simple sombra en el suelo de piedra.

- Vaya con el juguete -exclamó Liros mientras sus ojos recuperaban su habitual color añil- por lo que he entendido no es la primera vez que la veis, ¿verdad?

El elfo no tardó ni un instante en colocarse enfrente del cofre de la encimera. Lo examinó en busca de cosas raras, después de esa puerta que se cerraba sola ya no se fiaba de nada, mirando cómo abrirlo.

Liros examinó detenidamente aquel cofre. Parecía llevar ahí muchísimos años sin que nadie lo hubieses tocado, al moverlo unos centímetros se puede ver la marca de polvo e incluso parte de la madera menos descolorida. No parecía tener nada extraño, lo único es que estaba cerrado.

Al desaparecer la muñeca Kurg se dejó caer en la pared tratando de recuperar el aliento. Aquella casa era lo peor que se había encontrado nunca. - Todo lo que hay en esta casa es absolutamente increible. dijo el semiorco mientras miraba como Lyros examinaba la cajita. - Convendría descansar antes de salir de aquí. les comentó.

Tras echar un vistazo y cerciorarse que no iba a explotar ni nada por el estilo, Liros miró a sus compañeros.

- ¿alguno lleva ganzúas? -detuvo su mirada en los fuertes brazos de Nana y Kurg- o un buen cacharrazo también valdría -dejó el cofre en la encimera y se apartó para dejarles a los demás- ¿el halo verde mágico estaba fuera, Kurg?

Se acercó con cuidado a la puerta, el semiorco les había dicho que un halo verdoso cubría el suelo pero en esta estancia no parecía llegar. Se inclinó sobre la puerta para inspeccionar el borde inferior y las esquinas, en busca de la presencia de esa magia o de alguna posible trampa.

- ¿Un buen porrazo dices? A caso pierdes la fuerza por la boca? - menudo enclenque pensó la muchacha dando un mamporro al candado - más vale que haya algo para compensar mi poción de aliento de dragón, o por lo menos contra el ardor de estómago - eso último lo dijo acariciando su garganta y sujetando su estómago, ese licor se había zampado a base de fuego puro toda su cena.

- ¿Te quedaba alguna baya de esas tuyas Kurg? - no le vendría mal algo para comer.

Con un porrazo abristeis aquel cofre, la cerradura estaba medio oxidada y se rompió con cierta facilidad. Al abrirlo salió una nube de polvo, tras ella pudisteis ver que estaba lleno de monedas de oro. La acuñación era completamente desconocida para vosotros, seguramente perdida en la historia de los reinos, pero las monedas seguían siendo válidas.

Pues si había más que eso no lo veía, solo un puñado de monedas que posiblemente repartirán a partes iguales pese a que lo justo era llevarse ella la mitad y que repartieran el resto entre ellos.

- pf - criticó para si misma, con una cuarta parte de aquello no acababa de pagar su poción, además el gremio pediría comisión, sucios rateros...

Liros enarcó una ceja cuando Ágnofos forzó el cofre y lo abrió. Para estar en una cocina a la vista de cualquiera, le parecía bastante. ¿Quién en su sano juicio dejaría eso ahí? No les iba a sacar de pobres, pero por lo menos empezaban a verse los frutos de la misión.

No vio nada raro en la puerta, lo cual le hizo torcer el morro, ese halo verde debía estar al otro lado. Se giró y vio que Kurg estaba herido, y 2 transformaciones seguidas debía cansar a cualquiera.

- Descansad si lo necesitáis, vosotros lleváis en esta casa bastante tiempo -se sentó en el suelo y abrió su libro, que comenzó a levitar delante de él.

Con un vaivén de la mano hizo aparecer la pluma mágica y comenzó a escribir en el aire runas negras mientras susurraba palabras en lenguas olvidadas.

Al terminar el ritual de la detección mágica tus ojos empezaron a recibir un espectro nuevo de visión. Miraste todo tu alrededor, suelo, paredes y el propio aire estaba completamente impregnado de una bruma de color verde oscuro. La magia nigromántica estaba por todos lados.

La desaparición de la muñeca dejó a la mediana con el morro fruncido. Después de habérselas hecho pasar canutas la endiablada criatura había tenido la desfachatez de largarse dejándoles con las manos vacías. Bueno, vacías no. Nana sopesaba el cuchillo entre sus manos. No parecía tener nada de particular, pero (nuevamente) en aquella mansión nada era lo que parecía.

- Si no os importa - dijo poniendo sus manitas sobre el cofre y cerrándolo de golpe - Pondré esto en un lugar seguro.

Y ni corta, ni perezosa, embutió el pequeño cofre en su macuto.

La pequeña miró a su alrededor. Kurg parecía bastante desmejorado tras el encuentro con la muñeca y ella misma habia sufrido un feo corte. Recuperar el aliento no estaba de más.

- Tengo hambre. ¿Habrá algo en esta cocina que pueda sernos de utilidad?

La cocina está perfectamente equipada: platos, cubiertos, cuchillos, ollas y sartenes, no falta de nada. Eso sí, se nota el paso de los años en todos aquellos objetos y son inservibles la gran mayoría.

El cuchillo que portaba la muñeca parece algo mas especial que un cuchillo de cocina, tiene forma de unas tijeras partidas por la mitad, pero parece haberse conservado de manera notable durante el paso de los años, incluso está afilado.

Tras unos minutos, Liros dibujó la última runa y alargando el trazo en el aire señaló un punto de la habitación cercano a él. Un pequeño remolino translúcido de color oscuro apareció en el suelo y configuró la figura de algo humanoide. Humanoide era una forma de hablar, ya que lo único que se podía intuir a simple vista era una especie de espectro prácticamente invisible.

Lo miró de arriba a abajo con satisfacción, y dijo mirándolo: - No te muevas todavía. No os asustéis, es inofensivo.

Pasó páginas del libro hasta encontrar lo que quería. - Ahá! Esto servirá -y volvió a escribir runas en el aire susurrando con voz profunda.

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Pasó un rato y terminó el segundo ritual. Cerró el libro y se puso de pie. El grupo podía ver que los ojos de Liros habían cambiado. El iris permanecía azul oscuro, pero lo que rodeaba ya no era blanco sino negro azabache.

- por las barbas de Merlín... todo está rodeado de un aura de nigromancia. Es más de lo que esperaba... -dijo mientras se volvía a acercar a la puerta- buen provecho, por cierto -dijo al ver que llenaban el estómago.

Sin duda la Aasimar no iba a comer nada de lo que allí encontrara, a saber que ponzoñosas trampas alimenticias podían haber en un lugar como aquel. Por suerte quedaban relativamente parapetados y podían tomarse un respiro que se transformaba en 1h menos de vida para el alumno y Arroka en el caso de que aún estuvieran vivos, pero Ágnofos después de ver cómo la casa les atacaba a ellos solo esperaba toparse con un par de cuerpos muertos (más), puesto que todo parecía muerto allí.

Tras pedir a Kurg si le quedaba alguna buena baya, miró el cuchillo que Nana había arrebatado y le preguntó si i a a utilizarlo, la muchacha no tenía una primera intención de utilizarlo pero pese a que no era su estilo,será la segunda vez que se plantaba en primera fila de ataque y quizás le iría bien ir pensando en llevar una segunda arma para ser más eficaz.

Tras revisar las encimeras, estanterías y cajones Nana se dejó caer junto a Kurg y le ofreció un trozo de carne seca. Otro trozo acabó rellenando su boca y mofletes haciéndole parecer más rechoncha de lo que ya era. No comía por hambre, sino por la angustia que le generaban aquellas cuatro paredes a las que llamaban mansión. Quizá en su momento hubiese sido aquel un lugar ostentoso, pero en aquellos momentos hubiera preferido tumbarse en el nido de un oso lechuza.

- Toda tuya, princesa - respondió a la petición de Ágnofos - Procura no apuñalarnos con ella como su última dueña. Por muy mágica que sea nada supera a mi querida Hiendetrolls.

Dicho esto dió un sonoro beso a la hoja de su mellada y astillada hacha.

Tras acercarse a la puerta y no ver nada raro, Liros habló al grupo: - colocaros lejos de la puerta. Mientras descansáis y coméis voy a echar un vistazo al pasillo.

Dio unos pasos hacia atrás para alejarse de la puerta, miró hacia donde estaba el sirviente y mentalmente le dio una orden: ''abre la puerta despacio y sal al pasillo''.

Una fuerza invisible gira la manilla de la puerta y esta se abre emitiendo un ligero crujido y un ruido de sus bisagras desgastadas por el paso del tiempo.

Ahora con la puerta abierta, podéis escuchar unos ruidos apagados que vienen del pasillo del fondo, a vuestra izquierda. Como si hubiera un grupo de seres respirando agitadamente.

Tras un reparador descanso en el que su magia resurgía ligeramente en su interior, Ágnofos comió una baya que aparentó relajar el dolor muscular que aún sentía del combate con la manta, por suerte los intentos de la muñeca por atraparle fueron en vano dados sus cortos brazos, Liros movía un sirviente para inspeccionar el pasillo manteniendo cierta distancia, conocía ese conjuro la Aasimar pero prefirió dedicar su tiempo a aprender otros que le parecieron más útiles.

Ese lugar era raro en bastantes sentidos, todo apestaba a nigromancia, pero siempre había pensado que ese tipo de hechiceros preferían sótanos y frutas poco visibles, sin embargo en esa casa en el sótano una trampa y en los pasillos ocultos solo polvo olvidado.

Palmeó la cabeza de Popo al lado una vez más de Nana, y miró por elasillo - si en algún momento hay que cargar algo, dispongo de disco flotante de Tenser - comunicó con cierto desagrado al elfo, dispusiera o no de él, seguramente le sonaría de otros tantos magos que lo utilizaban de porta equipajes. En fin, le gustara o no tenía que aceptar que estaba en el grupo, aunque seguía pensando que merecía menos botón que ellos, por llegar tarde...

Su duda era si el desaparecido estaba vivo, era MUY poco probable, aquella casa les daba de palos sin descanso, el alumno que buscaban estaría muerto o sería el nigromante y lo mataría ella misma... - avanzamos o nos vamos y decimos lo obvio... Que está muerto.

- Vendrá bien el disco flotante para cargar el cadáver del alumno -respondió a Ágnofos- de hecho, ¿alguno conoce a ese alumno? ¿Podría ser ''una alumna''? Kurg dijiste que había un cadáver de mujer en una bañera...

''Sal al pasillo'' Ordenó mentalmente al sirviente. Liros asomó la cabeza por la puerta mirando a ambos lados del pasillo en busca de esos ruidos.