Partida Rol por web

El elfo vigilaba el flanco derecho, más silenciosos que sus compañeros. Sus ojos élficos, cortaban el aire frío como los filos de un trineo cuando se desliza por la ladera nevada.

Helga, echándose para atrás con la espalda dolorida, tomó aire frío y exhaló con alivio al divisar por fin Bryn Shander.

En lo alto de aquella colina se alzaba su destino. Satisfecha de haber desempeñado bien su trabajo, inquirió al líder enano. - He cumplido con mi parte, tal y me comprometí hace semanas. Espero que esto sirva para afianzar las relaciones que tenéis con mi clan

En ese momento de conversación empezó notar que algo podía estar saliendo mal. Entonces echó mano su arma y se la preparó bajo una manta que tenía al lado.

Mientras la caravana gira alrededor de una colina percibís movimiento en una cresta cercana. A través de las rachas de nieve, podéis distinguir la forma de un gigantesco gato de dientes de sable que avanza ligero sobre la nieve, preparado para saltar sobre uno de los últimos carros.

Los ojos de Oronel centellearon y, a toda velocidad, el Brujo utilizó una descarga de poder arcano en dirección a una de las lomas nevadas. El rayo se dirigía directo hacia un felino que les acechaba y se preparaba para lanzarse sobre una de las caravanas.

-ALERTA! NOS ATACAN!

Helga salto del carro al ver como se cumplían sus peores presagios. - ¡Seguid adelante! ¡No os paréis! - ordenó al líder enano, sin dejarle tiempo a réplica, mientras dejaba las huellas en la nieve tras de sí.

La braba guerrea corrió en paralelo para alcanzar la cola de la caravana, mientras de reojo veía como el dientes de sable se les echaba encima irremediablemente.

El movimiento repentino la hizo entrar en calor por fin, cosa que en el fondo agradecía.

Levantando nubecillas polvo helado tras cada zancada y con el escudo listo para detener la primera embestida le gritó a la criatura.

- ¡Ven a por mí bestia!

Cuando Helga y Oronel gritaron avisando del peligro pudieron ver como el rayo de poder arcano del brujo impactó contra un risco cercano mientras la caravana tomaba una curva. El impacto dio contra unas rocas haciendo que se levantase una nube de nieve pero el peligro no estaba lejos. Atravesando la capa de nieve saltó hacia uno de los últimos carros de la caravana un enorme Gato de los acantilados, un felino con dientes de sable del tamaño de un tigre. La bestia saltó hacia uno de los guardias derribandolo. Los animales de tiro se pusieron nerviosos y el carro echó a correr hacia delante con la suerte de que volcó antes de despeñarse por el risco. La criatura estaba a punto de rematar al guardia herido cuando Helga avanzó corriendo hasta su posición con las armas desenvainadas atrayendo la atención del animal.

Oronel saltó del carro y cayó sobre la nieve sin apenas hundirse, merced a su gracilidad natural. El semielfo se acercó a la criatura, adelantó el brazo y disparó un nuevo rayo púrpura, que zigzagueó en el aire y, esta vez sí, impactó contra la criatura con un sonoro estallido de poder mágico.

El grito de Oronel le puso alerta y cuando vio pasar a la barbara corriendo a su lado se preocupó bastante. Se giró hacia el lado en el que estaba Oronel y pudo observar como un gato enorme trataba de matar a uno de los guardias de la caravana. Recordó las palabras de Oskar y les dio una vuelta para animar a los luchadores, sonrió y sin darse demasiada prisa comenzó a colocarse mientras animaba a la caravana.

- Ese gato tiene mucha carne, hay que darle la vuelta a la tortilla y podremos tener una buena comida. Desde el punto dónde estaba no necesitaba acercarse más así que puso una rodilla sobre el duro frío y apuntó con precisión hacia el cuello de la bestia. Sabía que disparos como ese eran más dificiles de acertar pero de buena tinta sabía que si acertaba el golpe, el daño sería grave.

Desterrado el miedo que pudiera tener contra aquella bestia boreal, Helga blandió su hacha por encima de la cabeza y gritando a pleno pulmón descargó un golpe cortando el aire.

- ¡Aléjate de aquí! ¡Déjanos en paz! - gritaba mostrando coraje, como si la bestia pudiera entender sus palabras.

Cualquiera que no la conociera creería que estaba loca tratando a esa bestia como a otro ser inteligente.

El grito del semielfo hizo que girase sobre sus talones y corriese detrás de la bárbara que era más rápida que una ventisca. Desde luego las piernas cortas del enanon no eran lo más indicado para correr rápidamente sobre la nieve.

Malditos gatos de las nieves. Son endiabladamente difíciles de ver.

- ¡El calor de la forja de Gond nos proporcionará el desayuno en su punto! – gritó alzando el martillo invocando a su dios. ¡Desde luego que iban a desayunar gato asado!

Helga se había encarado a la bestia y con ello había salvado la vida de uno de los guardias de la caravana que no conocía sin embargo el caos de la caravana parecía ir en aumento. Con la bestia cerca los animales de tiro se ponían nerviosos y parecía que más carros podrían volcar. Beorne, Helga y otros más trataban de mantener el control sobre los animales y que aquello no se volviese un desastre. 

La sangre salpicó la nieve por primera vez en días cuando Helga dio un tajo con su hacha al felino. La bestia dio un bufido de dolor y saltó ágilmente hacia atrás mientras su pelaje se teñía rojizo. De pronto antes de que el gato de los acantilados pudiese abalanzarse sobre la bárbara para contraatacar una oleada de llamas impactó contra él. Las llamas sagradas del Oskar habían chambuscado una pata del animal, quemándosela casi por completo. 

La criatura saltó sobre Helga golpeando su escudo con rabia inusitada. Estuvo a punto de derribarla pero la joven consiguió afianzar sus piernas en la nieve y que le gato se topase con un muro. Aún así una de sus garras consiguió pasar por encima del escudo y sus garras se clavaron en el hombro que lo sostenía. En ese mismo momento antes de que la bestia lograse clavar sus dientes de sable en su nueva presa un rayo de energía púrpura golpeó su costado con tal fuerza que el gato de los acantilados salió despedido y rodó por la nieve.

Pero la criatura ya no se levantó. Un certero virote disparado por el marinero Daelios atravesó su pecho, ahora chambuscado, y con un lastimero ronroneo el animal murió. 

Oronel se acercó hacia donde uno de los caballos continuaba nervioso e intentó tranquilizarlo. El grupo había acabado con la amenaza rápidamente y, aún así, les había costado una carreta. El artesano podía imaginarse el costo de aquello y decidió minimizar el riesgo de que algo así volviera a pasar.

El brujo se acercó y le habló al animal en élfico, con un tono suave y tranquilizador.

-hadiat , wahidat saghiratan. lm yahn alwaqt lirukub...

Luego, cuando se hubio calmado, se dirigió a los demás, a gritos.

-¿Todo el mundo bien?

La defensa a la caravana fue rápida evitando daños mayores, tanto humanos como materiales. Sonrió al ver que el virote había dado en su blanco y que había conseguido rematar a la criatura tras los ataques del resto de guardias.

- ¡Ya tenemos desayuno! Y además caliente proclamó con una sonrisa mientras se ponía la ballesta al hombro e iba a ayudar a Beorne y a Helga a poner calma entre los animales de la caravana. A pesar de la corta duración del ataque del gran gato, los animales de tiro se habían asustado mucho y tenían que poner un poco de orden, él no era bueno con los animales pero podía apoyar al lider de la caravana para terminar el trabajo más rápido.

Aunque la bestia se ha muerto, el caos que ha ocasionado permanece. El carromato volcado ha sufrido claramente graves daños, y docenas de cajas y contenedores yacen esparcidos por el suelo, unos cuantos de ellos habiéndose roto y habiendo desparramado sus contenidos por encima de la nieve recién caída. Por suerte la mayoría de los carros habían podido ser controlados gracias a que el peligroso animal había sido rápidamente abatido.

El gato no parece levantarse y ya hay compañeros ocupándose de los restos de la bestia y de controlar los animales. Otros comenzarán pronto a recoger las cajas caídas. Oskar tenía clara su función, encargarse de los heridos, comenzando por el compañero que casi sirvió de comida al gato y después de Helga.

Al ver como el enano se acercaba al herido, Helga tuvo la excusa para girar sobre sus talones y regresar a la parte delantera caravana. Pero entonces Oskar hizo un ademán de atenderla.

- No ha sido más que un rasguño. Si va a tomarte poco tiempo... Cuando lleguemos a Bryn Shander ya le echaré un ojo más en detalle. Ahora haz un apaño rápido y sigamos. - respondió admitiendo a regañadientes que tenía que dejar que viera la herida si quería seguir en forma para hacer su trabajo.

- Os avisé de lo que podía pasar. - repitió con cierto tono de reproche.

Oronel se había acercado a Helga y a Oskar y se encogió de hombros ante el comentario de la fémina. Las heridas se habían cerrado y estaba como nueva. No tenía sentiddo preocuparse más. El semielfo se acercó al risco para echar un vistazo al lugar donde se había estrellado el carromato. Quizás su contenido aún fuera recuperable. Aunque la verdad es que Beorne no parecía muy preocupado por ello.

-¿Tú que crees, Beorne? ¿Merece la pena que intentemos bajar?

A pesar de haber sido una carreta la más afectada por que había volcado el resto no había tenido grandes perdidas materiales, mirando el material esparcido en la nieve y el lastimero lloriqueo del comerciante que había perdido gran parte de su fuente de ingresos justo antes de llegar a su destino Daelios se giró hacía Beorne y le preguntó:

- ¿Qué será de este pobre hombre? apenado pues entendía que el riesgo que corrían para llegar hasta el Valle del Viento Helado era alto pero acabar llegando sin nada que comerciar debía de ser demoledor.

Tras la respuesta del enano se acercó a los otros tres guardias que habían intervenido en el combate.

- Vaya, el gatazo te ha llegado a alcanzar. ¿Estás bien? le preguntó a la barbara mientras el enanon le aplicaba unas vendas y ungüentos.

Sabes que los Gatos de los acantilados son bestias solitarias. No suelen formar manadas muy grandes a menos que acaben de tener a las crías y que normalmente se mueven y cazan en solitario o como mucho en parejas. 

También sabes que una bestia así no suele atacar grupos tan numerosos, pero de haber matado el guardia se hubiera marchado con su presa nada más. Es raro pero no imposible.