Partida Rol por web

- Ninguno vive conmigo. El menor vive aún en casa de mis padres y de los otros dos, uno está en el campus y el otro prefirió quedarse también en casa. Lo tuve un tiempo conmigo, pero mi madre dice que lo consiento demasiado - me río

Asi que decirle a un hombre que acabas de conocer, que vives sola, es lo más seguro del planeta.

El calor de las manos de Robert, me hace sonrojar... me resulta taaaaaaaaaaan dulce.

- Eso si... siempre tengo hueco para cuando vienen - me encojo de hombros - Esta ciudad es muy atractiva para los postadolescentes con ansias de libertad.

Otro mordisquito a la manzana..." Preguntaselo, por qué no?"

- Y tu vives sólo? - digo del tirón, como si no quisiera preguntárselo o avergonzada para hacerlo

Robert escucha atento lo que le cuentas de tu familia, frunce levemente el ceño como si meditara sobre todo ello y asiente. Sonríe cuando dices que lo malcrías. -Menuda maestra que no puede imponer disciplina sobre su hermano... Creo que tienes razón, debí tener de pequeño a alguien como tú y no esas institutrices con cara de amargadas.

-Esta ciudad es muy atractiva para muchas cosas sí... Incluso para salir a tomar un café y acabar tomando una manzana de caramelo acompañado de una chica encantadora- sigue mordiendo su pieza de fruta, sin soltar tu mano, acariciando con su pulgar la palma de tu mano.

Te mira por tu pregunta y sonríe. -Sí... Más o menos, en la casa que heredé de mis padres en Washington vivo con una decena del personal de la casa... Y en mi piso en Nueva York cuando paro a veces duerme también el chófer... Pero a efectos prácticos, vivo solo.

- Bueno, es mi hermano pequeno... me cuesta decirle que no, si en el fondo es un crío encantador.

Trata de justificarse de una forma que no es muy convincente con cara de muchacha traviesa, mientras mordisquea la manzana y camina relajada.

Escucha con interés lo que le dices sobre la casa, y pone un gesto un poquito... mezcla de arrogante, mezcla de escéptica.

- Sabes que no me impresionas que digas que tienes pisos en Nueva York y Washington y que vives con decenas de servicio doméstico? - divertida con cara de... "ricos a mi"  - Sigues siendo un cowboy de ciudad que come manzanas de caramelo en una regata de la Universidad con una perfecta desconocida que es incapaz de imponer disciplina a su hermano pequeno - ahora suelta una risita y mueve la mano que teneis agarrada, como si fuese el meneo de una barca, con gesto pícaro. 

- Y qué espera de la vida este cowboy de ciudad? - volviendo a ponerse un poco más seria ante algo tan íntimo.

-Entonces tampoco eres tan dura con tus alumnos como dices...- sonríe ante lo de tu hermano, parece enternecerle el gesto de que lo malcríes. Te mira de reojo mientras mordisqueas tu manzana y mira al frente, ampliando su sonrisa.

Frunce el ceño confuso. -Lo siento... No lo decía por impresionar, es solo que queda muy mal decir que vivo solo... Al menos tengo el personal...- ríe con tu conclusión. -No soy un cowboy de ciudad, si montara ahora a caballo, me caería de cabeza por el lado contrario. Y me gusta comer manzanas de la mano de una completa desconocida que malcría a su hermano menor, pero a su vez trata con mano de hierro a los infantes con los que trabaja- da otro mordisco a su manzana, saboreándolo y masticando con lentitud.

-¿De la vida...? Creo que no me queda por esperar mucho... Esperar cosas trae decepciones, lo suyo es pelear por lo que quieres y conseguirlo.

- No soy muy dura. No me gusta serlo con niños de seis añitos que son una preciosidad, que te vienen con dudas tan importante como a que huelen las nubes, porqué hay hombres y mujeres y como se hacen los niños.

Te mira morder la manzana divertida, caminando y pasando un mechón de pelo por la oreja.

- Tranquilo, era una broma. Pero sonaste muy divertido con tantas posesiones que disfrutas para ti solo. Pensaría que eres un solitario, pero me pareces un hombre dulce que disfruta con una extraña y le compra una manzana.

Se acerca un fotógrafo y Amanda trata de evitarlo.

- Esto es lo peor, los reporteros del periódico de la Hermandad - murmura - Deberías esperar algo de la vida. No se... ¿cómo te ves de aquí a diez años?

Robert te mira con una amplia sonrisa cuando le hablas de los niños, no parece muy acostumbrado al trato infantil, pero sonríe igualmente ante tus palabras mientras come.

-No es que las disfrute precisamente... Solo las tengo, supongo que no es lo mismo. Trabajar mucho te permite tener muchas cosas que luego no puedes usar porque trabajas mucho...- se encoge de hombros, aunque se le nota apesumbrado con el tema. Te mira cuando dices lo de la extraña. -Al menos sé tu nombre, y en qué trabajas... Tan extraña no puedes ser.

Él mira serio al fotógrafo, aliviado de que lo evitéis.

-En diez años... Estaré más viejo, pero no sé si cambiará algo el resto... Casi que lo dudo- da otro bocado más a su manzana.

- ¿Habías pensado que el día terminase así?

Se sentía tan especial al lado de ese hombre, tan... encantada, como si le hubiera conocido toda la vida. 

- Por que si te apeteciera hacer otra cosa que no sea ver la regata, bueno... me encantan las sorpresas - insinua 

El paso era mas lento y las manos jugueteaban entre si. "¿Que te pasa, Amanda? Tu no eres así, a qué estás jugando" 

- Pues podrías tratar de verte de otra manera. Igual que ahora, pero con más canas, no es muy explícito, ni muy alentador. Por ejemplo, ¿qué cosas que no has hecho ahora, crees que habrás conseguido o realizado para ese entonces? - te mira con cierta carita inocente y dulce.

Ríe divertido.

-No... No pensaba precisamente en acabar dando un paseo de la mano de una desconocida mientras me invitaba a una manzana de caramelo- da un mordisco a la misma.

Mira de reojo tu proposición de ser sorprendida y sonríe para sí, como si estuviera tramando algo.

-Más canas... No es algo que precisamente busque, ya tengo unas cuantas... En unos años no sé qué habré conseguido, materialmente no necesito nada más, ni profesionalmente... El único campo de mi vida en el que aún no he alcanzado el éxito sería el sentimental... Y dudo que ahí llegue a algo- suspira.

- No deberías coartar tus sentimientos, ni ponerte techos. ¿Por qué no vas a alcanzar lo que deseas en lo sentimental? - ella parece como si no es explicara que alguien como ese muchacho no pudiese cumplir sus sueños. Menos si... se sentía tan especial a su lado. 

No, no iba a soñar que por media hora y una manzana de caramelos él era el elegido, por mucho que su corazón saltara cada vez que una chispa atravesase su piel producto de su tacto eléctrico. 

- ¿Y cómo habías pensado que podía terminar el día? - sonó más atrevido de lo que ella quería hacer sonar.

-No me coarto, Amanda... Es la experiencia la que habla. El tipo de mujeres que se acercan a mí solo buscan una cosa, por lo que ahí sentimiento poco... No sé si me explico...- te mira sin saber bien cómo explicarte. Seguramente en su mundo las mujeres solo buscan un buen marido al que atrapar, y Robert parecía el mejor de los partidos, sobre todo económicamente. Las altas esferas sociales solían ser muy superficiales.

Sigue caminando te tu mano, recreándose con el tacto de la misma. Saborea su manzana hasta acabarla con buen apetito. Gira su cabeza ante tu pregunta. -Pues pensaba acabar como siempre... Tomando una copa en algún bar antes de irme a dormir, no aspiraba a mucho más. Mi último pensamiento era encontrarme a una preciosa joven que me invita a manzanas de caramelo...

- Podria hacer una broma con eso de "solo buscan una cosa" pero... creo que voy a obviarla. No se con que clase de mujeres te juntas, Robert, pero por lo que se ve, no con las adecuadas. O al menos es lo que te diría mi abuela.

Se sonríe ante la mención de tal dama que parece ser bastante importante en su vida.

- Una copa en un bar....  - hace un gesto pensativo tras ver el circo que hay montado a su alrededor de jóvenes hormonados, postadolescentes aspirantes a cheerleaders y olor de caramelo flotando en el aire. Si la regata estaba a punto de terminar y sólo quedaría un buen rato de atracciones mediocres, música y .... - `mmmmm - pensativa - ... si te llevo a un lado, te dejas sorprender?

-Tu abuela parecía ser una mujer muy sabia...- sonríe levemente, parece que el tema es algo que le afecta en cierto modo. Es normal, nadie quiere estar solo para siempre, por mucho dinero o lujos que les rodeen. 

Se vuelve a mirarte, estudiando tus gestos mientras piensas qué hacer a continuación. Mientras acaricia la mano que te tiene cogida, jugando con tus dedos pero sin llegar a soltarte. -¿Me vas a sorprender? Eso me gustaría verlo, sí...- su mirada es de expectación y de no esperarse qué tienes pensado. Esta vez él retira ese mechón detrás de tu oreja, un gesto cotidiano que hace con tacto y delicadeza. -Vamos donde quieras.

Le mire encantada tirando de él suavemente. 

Dejamos atrás las calles atestadas de gente que acudía a la verbena nos empezamos a desviar hacia la zona del río, tres calles más alla. 

El hecho de que me quite el mechón de pelo me hace estremecerme bastante, bastante mucho. El toque de su piel no se por qué me resulta.... tan dulce. 

- Espero que te guste, aunque tendremos que buscar algún que otro complemento que harán.... falta - sonríe enigmática 

Unos cuantos minutos después llegamos a un local decorado en madera, con cuero y luces ténues, además de música country de un banjo, un contrabajo y un par de jóvenes cantando 

- Creo que te hará falta un par de botas vaqueras y un sombrero de cowboy. 

Sonaba una dulce balada mientras le conducía a la pista y algunos bailaban pegados con camisas de cuadros, vaqueros, cuero y olor a felicidad 

https://vimeo.com/91287095

-Solía venir aquí cuando me sentía sola. Esta música siempre me da muchos ánimos. 

No suelta tu mano, dejándose guiar por las calles abarrotadas de gente. Su cara es de estar completamente perdido cuando dices lo de los complementos, quizás pensando en mil y un cosas que no tendrían nada que ver con la realidad. Lo último que se esperaría sería ir a un concierto.

Abre los ojos sorprendido al entrar al local, no esperándose aquello. De inmediato una amplia sonrisa se dibuja y aprieta tu mano al entrar en el lugar. Sin duda un recuerdo a sus raíces parecía emocionarle y mucho, no debía salir a sitios así tampoco debido a su estatus. Su vida era mucho más severa y recta que un bar de country.

-Gracias por traerme...- dice aún incrédulo, mirándolo todo. No ha parado de apretar tu mano en ningún momento, como si no quisiera perderte.

Ella sujeta su mano con suavidad y le mira tranquila. 

- Y yo que me alegro de haber venido contigo. Me da la sensación que te hacía falta. 

Retiene su mano tranquila, acercándose a él, con cara muy agradable y tímida, como si le costara seguir haciendo lo que desea hacer. 

"¿Qué me pasa? Si me lo pidiera, le besaría aquí mismo. ¡Y le acabo de conocer! ¡Amanda! ¡Comportate!"

- Baila conmigo - y de la forma en que lo pide, parece imposible negarse. 

-Algo así...- contesta cuando le dices que le hacía falta, y quizás sí. No todo los días podría tomárselos "libres". Seguramente tampoco escuchaba mucha música country normalmente. -La canción es preciosa.

Sonríe cuando te acercas a él, mirándote de reojo, pues finge que su atención está centrada en el escenario. Gira del todo su cabeza para mirarte con gesto sorprendido, tu petición parece ser una novedad, pues se ríe. -Pero yo no bailo, Amanda... No sé bailar.

- Nadie sabe bailar y todos sabemos, Robert. El truco es no demostrar que no sabemos ni lucirnos cuando sabemos. 

Se acerca a él, tomando su mano izquierda y dejándoselo en la cintura. Luego toma la derecha y la alza un poco. 

- Es fácil, sólo tienes que dejarte llevar por el movimiento. Sentir. Es lo bueno que tiene el country y lo que más me gusta. Es un buen vehículo para transmitir todo lo que quieres. ¿No te has fijado que a veces es un poco melancólico? El country habla de vida. Y de amor. 

Mientras habla, se ha acercado a ti, quedando su cuerpo a un milímetro del tuyo, sonando la canción dulce "If I needed you" moviéndose de forma rítmica tan imperceptible como lo hace el mundo

https://www.youtube.com/watch?v=kPzSFkLchxM

- ¿No lo notas? La vida fluye en cada nota.

Él duda, aunque intentas infundirle ánimos por ello. Tomas su mano y la llevas a tu cintura, donde la afianza de buena gana, como si hiciera tiempo que quisiera tocar más de ti pero no se atreviera a romper del todo tu espacio vital. Se sitúa frente a ti, mientras tomas su otra mano y la alzas.

-Moverme y sentir, vale, creo que lo tengo todo- bromea con media sonrisa. Se mueve despacio, al son de la música, de un lado a otro, alternando el peso de sus pies. A la vez trata de hacer que giréis poco a poco. Sus ojos no se despegan de ti y sonríe ampliamente, casi de forma enternecida. -Creo que lo noto, sí...- se inclina a besar tus labios con suavidad, apenas un roce sobre ellos y se aparta, no queriendo incomodarte si quizás no quieres acoger su beso.

- Tranquilo, lo estás haciendo muy bien - los movimientos eran relajados y suaves, el ritmo incitaba a estar muy cerca, tanto que casi se podían oler los pensamientos. 

Le sonreí de vuelta, notando la ternura en sus gestos y dándome cuenta que lo mismo hace bastante tiempo que nadie le abraza de forma sincera sin afán de conseguir nada más que su compañía. 

- ¿Ves? Es muy fácil. Luego te sentirás mejor. 

La música seguía in crescendo y noté como se acercaba a mí. Para que negarlo. Estaba deseando que lo hiciera, que se convirtiera en ese caballero alado que te coge en brazos haciéndote pasar el umbral de alguna casa. 

Cerré los ojos para recibir sus labios, suspirando por su cercanía. 

-Mientes muy bien- bromea ante tu cumplido, aunque es cierto que no lo hace mal o al menos no te pisa un pie. El balanceo es suave y sus manos te sujetan de forma firme y sin tratar de propasarse, como ya te ha demostrado es todo un caballero.

Con el fragor del momento, él parece querer besarte y es lo que hará si no lo paras. Tú deseas que lo haga, algo dentro de ti te dice que él es el indicado, que es con quien podrías casarte algún día o incluso tener hijos. Que te dará el pack completo soñado: mansión, niños, perro y una relación de amor para toda la vida.

Sientes sus labios cálidos rozar los tuyos, con suavidad al principio. Abre levemente la boca para explorar poco a poco la tuya con su lengua, para degustarte. Al mismo tiempo te estrecha más contra él, sintiendo su calor, su perfume almizclado y el olor de su piel mezclado con él.