Partida Rol por web

Ella sonrió ante su iniciativa de pagar y ella negó despacio. Lo habia hecho por una razón.
- Esta vez seré yo. Asi tu honor caballeresco se asegurará de que nos encontremos una segunda vez otro dia para poder hacerlo. - Se ruborizó un poco por dejar tan claro que queria verle a toda costa y para evitar el encuentro de su mirada, caminó despacio, sorteando las mesas de los otros comensales hasta abandonar la zona del negocio. Ahi rodea el brazo de él con el suyo, ya que pasar asi entre las mesas debia ser algo incomodo.

Tardó unos segundos en ubicarse, antes de comenzar a bajar por la calle. Se acercaban a una especie de plaza de piedra con varios niveles y escaleras, aunque aun quedaban varias manzanas. 
- ¿Y la musica? ¿que tipo te gusta?- Lo preguntó con leve duda, ya que ella no se define por algun tipo en concreto, sino todo aquello que le transmitiera ya fuera por la letra o por la musica. Tenia un gusto quizas demasiado variado.

-No necesito que pagues para que nos veamos otro día... Solo tienes que pedírmelo- sonríe, insistiendo en dejar él la cuenta pagada. Te sigue cuando sorteas las mesas y, tras agarrarte de su brazo, posa su mano sobre la tuya. Como si temiera que te soltaras o simplemente deseara sentir el tacto de la misma. Camina a tu lado así, mirándote siempre que puede.

-Música... Me gusta la música clásica y el jazz, me relaja... Supongo que soy de gustos calmados. Tampoco es que me vea dando saltos en un concierto de rock- bromea, tú tampoco te imaginarías alguien tan sobrio en un concierto así.-¿Y tú? ¿Qué escuchabas con tu ipod?

Ella se ruborizó cuando el siguio negando, resignada. Siguio el camino junto a el y al sentir el tacto de su mano se estremeció, rozandole el dorso de la mano con el pulgar muy despacio, en circulos, tanteando la piel. Notaba la fuerza y la proteccion que le transmitia al cogerle la mano, el calor y la suavidad y practicamente esa fue su perdicion, ya estaba totalmente rendida a sus pies. 

- Yo... bueno. Soy un poco rara. Me enseñaron a apreciar toda la musica de todos los generos. Asi que van con mi estado de animo. Me encanta el Jazz... pero tambien escucho Rock. - se rió al encontrar la primera diferencia entre ambos en cuanto a aficiones. - Inclusive hay canciones de salsa que resultan gratificantes, y tambien la musica clasica. Para mi lo mas importante es que me transmita sentimiento.- Se encogió un poco de hombros, con timidez. Le costaba un poco abrir su lado sensible, pero ese sería el hombre de su vida y el futuro padre de sus hijos. Había que hacer un esfuerzo. Caminó junto a el tan distraida por su presencia que casi se pasa la entrada a la plaza, girando casi de improviso con una risa. 

Robert se tomó sus caricias de buen grado, pues sonríe al sentir el tacto de tu pulgar en la palma de su mano.

-Supongo que lo importante es que la música te causa sentimiento, ¿no? A mí el jazz y la música clásica me emocionan y me llenan por dentro, por lo que es un placer escucharlas- sonríe comprensivo.

Comienza a reírse cuando giras de repente.

-¿Estás segura que sabes donde vamos y no me llevas a un callejón a robarme un riñón?

No pudo evitar reirse por su comentario, con ganas, aunque agachó la cabeza para hacerlo, secandose con la mano libre las lagrimitas que le habian salido en los ojos.
- Que bonito. Como te digo que me gusta el rock ahora me ves con pintas de traficante de organos. Deberia darte verguenza.- bromeó, con la sonrisa aun de oreja a oreja en los labios. Finalmente tras subir algunas escaleras se apoyó en una barandilla que rodeaba la plataforma elevada de la plaza en la que estaban, con algunos arbolitos y gente paseando a sus perros o niños. Al otro lado se veian las calles, los edificios y los coches de la activa ciudad, pero el conjunto entre el hormigón y el verde de los arboles, le gustaba. 
- Hablando de riñones. ¿Eres un chico sano? ¿Fumas, bebes...?- lo preguntó con calma, apoyando la cadera en la barandilla para ponerse frente a el y no hacia el paisaje.

Es lo que pienso desde el principio... Una chica tan guapa y macarra, la han enviado para que caiga en una trampa y robarme un riñón o un pulmón- bromea, siguiéndote hasta situarse a tu lado, viendo las vistas sobre la ciudad. Aun estando a tu lado, solo te mira a ti.-No fumo y beber, me gusta disfrutar de un buen vino de vez en cuando.

Aparta tu pelo y lo coloca tras la oreja, ya que se mueve por el viento y te despeina.- Azul... Me gusta, es atrevido...

- ¿Pues sabes que te digo como experta? Con lo bonitos que son, tus ojos se venderian mejor.- se rió con la broma, acercandose un poco mas a el cuando acaricia su pelo, algo avergonzada. Realmente no sabe explicarse por qué los colores. 
- Supongo que me aburro de verme siempre igual. Necesito cambiar de tanto en tanto. Sea de forma de vestir, corte de pelo o color.  ¿Quien diria que a un santurron como tu le iba a gustar un pelo azul de macarra?- Le acarició el brazo, posando la mano en su antebrazo, observandole a los ojos.
- Oye. Ahora una pregunta muy seria. ¿Crees en el destino?- Bajó un poco la mirada, entrando en un tema que para ella es casi tan importante como el arte.

-Ahora quieres vender también mis ojos... Menudo mercado negro vas a montar conmigo, vas a aprovecharlo todo- ríe con la broma.

Mira tu gesto de tocar su antebrazo y vuelve a acariciar tu mano, como si tuviera la necesidad de sentir tu tacto.

-¡Eh! ¿Yo un santurrón? ¿Qué idea tienes de mí?- ríe.-Y el azul me gusta, como el mar o el cielo... Muy relajante...- acaricia tu pelo, sonriendo.-Tocarlo también es relajante...- te lo alborota y se ríe.

Cuando agachas la mirada, sujeta tu barbilla con delicadeza con su dedo índice y la levanta. Sus ojos se encuentran con los tuyos.-Deberé empezar a creer en él si en mi único día libre encontré a una chica tan maravillosa, ¿no?

La facilidad con la que surgía la conversación, la rapida confianza, e incluso la libertad para hablar y bromear, asi como la ligereza de su presencia era un regalo, sin duda. Estaba comenzando a enamorarse perdidamente, incluso ya imaginaba de que color tendrian los ojos sus hijos. Y obviamente serian dos. A ser posible un niño y una niña. O gemelos. Le encantaría tener gemelos. 
- Como para no aprovecharlo. Seria un desperdicio.- sonrió cuando el se giró tambien hacia ella, revolteandole el pelo. Se lo volvió a colocar sacudiendo un poco la cabeza, siendo bastante docil. - Bueno, no tienes pinta de ser un alocado. Mas bien eres modosito.- le respondió, siguiendo la broma. Aunque cuando la cosa se relajó entre ambos, y comenzó a fluir esa tension al tomarle de la barbilla para mirarla y decir eso tan bonito, no pudo hacer mas que ruborizarse y bajar la mirada a su pecho, timida.
- Yo estaba pensando lo mismo. Sabia que en algun momento conoceria a alguien como tu. Y no lo dudé al verte.- apenas lo susurró, sonriendo muy levemente por la verguenza.

-Un modosito... Entonces debo tomarte como una chica salvaje y desatada en comparación conmigo, ¿no?- sonríe, mientras sus ojos miran tus gestos tímidos, cómo te ruborizas y aquello en cierto modo le complace. Toma tu barbilla para que le mires y no apartes la mirada. Te halaga de nuevo, de forma sincera sin duda, pues no ves nada molesto en él o segundas intenciones.

-Crees que haberme encontrado es cosa del destino... Quizás sí...- vuelve a alzar tu barbilla, pero no más para que le mires. Robert se aventura a besarte, tantea acariciando sus labios los tuyos con suavidad.

- Puedes intentarlo, aunque veo dificil que yo sea salvaje. - lo susurro con esa sonrisa imborrable de su rostro. Era increible como de especial podia hacerte sentir alguien con gestos tan pequeños como una mirada o una caricia. Sin duda el era el adecuado, y estaba totalmente segura de que esa sensacion era mutua. Fue cerrando los ojos a medida que el se acercaba, tras enfocarse en los labios que iban a besarla. Fue un roce tierno, suave y cuidadoso, casi timido. Y fue correspondido con suaves movimientos sobre los labios de el. Tambien alzo una mano a su mejilla, deslizando las yemas por su piel delicadamente.

Robert te besa, aunque lo hace de forma elegante y un tanto casta, como conteniéndose dado el lugar público en el que estáis. Como todo un caballero, no se propasa y se guarda las ganas que pueda tener de más. Pasa una mano por tu cintura y sonríe tras despegarse unos centímetros de tus labios.

-Espero no haberte molestado... No soy tan impulsivo, pero tenía que hacerlo- se disculpa, puede que más por formalidad que porque lo sienta, ya que sus ojos arden de deseo y pasión hacia ti.

Si tuviese que comparar la sensacion que recorria su cuerpo con algo, probablemente elegiria esos polvitos de azucar que estallaban en la boca, los picapica. Pero por toodo el cuerpo. Se sentía en las nubes, feliz. Tanta calidez y suavidad la habian transportado al mundo de las novelas que siempre leia, aquel mundo al que siempre quiso llegar, pero del que empezaba a dudar.
Pues ahi estaba, y su hombre era la llave y la puerta. Rara vez en su vida habia sonreido de forma tan sincera como en ese momento, mirandole a los ojos. Estaba ruborizada, si, pero no se avergonzaba. Eso habia sido lo correcto. Toda su respuesta ante la disculpa fue ponerse de puntillas para robarle otro pequeño beso, casi infantil. Apenas una presión de unos segundos contra sus labios, antes de girarse de nuevo hacia las vistas del mirador.
- Me pregunto si en el mercado negro se venderán bien los labios. No deberian ser tan suaves.- bromeó con una sonrisa todavia.

Sonríe cuando le devuelves el beso. Aunque miras hacia la ciudad, sabes que él te está mirando a ti. No parece querer dejar de mirarte, como si fueras lo más interesante de todo el lugar, incluido el paisaje. Ríe ante tu comentario.

-Estás buscando nuevos mercados para no desaprovechar nada de mí, ya veo...

Pasa un brazo por tus hombros, dando otro paso más en vuestra cercanía y huele tu pelo. Acaba dándote otro beso entre tu pelo azul. -Me encanta cómo huele tu pelo... Y tú en general. ¿Quieres que demos un paseo y comamos algo? Te invito, a lo que más te apetezca.

Realmente ella tampoco deseaba mirar nada mas que no fuera el, suspirando levemente cuando se acercó a ella. Por su parte, tambien pegó un poco mas el cuerpo al de el, buscando la calidez de estar entre sus brazos, intentando callar la alegria que revoloteaba en su estomago para poder percibirle mejor a el. 
- Creo que mejor me lo quedaria todo.- lo dijo con un hilo de voz, sonriendo y levantó la cabeza para observarle despues del beso en la cabeza, acariciandole la mano con la suya. Y luego se atrevió a entrelazar los dedos.

Aunque la idea de que la invitase a comer era romantica, tambien era incomoda, nunca se acostumbraba a que los demas pagasen por ella. - Pues... No tengo demasiada hambre, acabamos de desayunar, aunque si quieres, por mi estará bien.- se le escapó una risita quizás un tanto nerviosa, apoyando la cabeza en su hombro.

Cuando te pegas a él, te estrecha entre sus brazos, con total naturalidad. Te abraza desde atrás, dándote seguridad. Sus dedos se entrelazan con los tuyos como si fuerais una pareja más que sube al mirador a ver las vistas. Sonríe cuando le miras. -¿Te quedarías todo? ¿En trocitos o de una pieza? De ser lo segundo, me tienes a tu entera disposición...

Te propone comer algo, invitarte. Para él el dinero es evidente que no supone ningún problema, tampoco parece ofrecerte la invitación con segundas intenciones, sino porque quiere disfrutar de más tiempo contigo.

-Podemos dar una paseo y me cuentas más cosas sobre ti... Y así hacer hambre- sus brazos te estrechan más contra él, notando tú sus latidos de su corazón y la calidez de su cuerpo.

Estaba feliz, por fin la vida le sonreia y le daba la razon. Aquello en lo que siempre habia creido y lo que siempre habia deseado. Era perfecto. Se sentía comoda, sin mas preocupaciones que estar bien con el. Era mágico. Quizás demasiado bonito para ser real.
- Eso si que es una buena idea. Yo tambien quiero saber cosas de ti. ¿Seguro que no tienes ningun mal vicio? ¿como inflarte a comer chocolate mientras ves peliculas, o algo asi?- lo bromeó, aunque realmente esos detalles si que la importaban. Que solia hacer cuando no debia trabajar y estaba solo en casa, que comida le gustaba, y que manias tenia. Casi que hasta queria saber en que posicion dormia, aunque eso era demasiado apresurado.

Entre sus brazos se sentia bien, lastima que no pudieran pasear asi sin tropezarse el uno con el otro. Alargó todo cuanto pudo el abrazo, y al separarse le cogió de nuevo la mano, para querer caminar con el. Y no le respondio a lo primero... porque su sonrisa lo decia todo. 

-¿Y por qué darme atracones de chocolates viendo películas iba a ser malo?- bromea. -Si pudiera lo haría, pero me temo que por no tener no tengo tiempo ni para mirar la televisión. Aun cuando viajo debo estar revisando papeleo para las reuniones que voy a tener en el país al que voy... Y tú... ¿Tienes algún vicio escondido?- te mira con intriga y cierto brillo pícaro en sus ojos.

Echáis a andar ambos de la mano, como una pareja más que se aleja del mirador tras ver unas vistas estupendas de la ciudad. La sonrisa de Robert es evidente, está tan contento de haberte encontrado como tú a él.

Ella sonrió, pero se dio cuenta realmente del gran estres que debia pasar en su trabajo, y eso en cierta manera, la apenaba un poco. No solo porque si en algun momento eran pareja, no podria verle apenas, sino porque le preocupaba su bienestar.
- Oye... ¿Puedo hacerte una pregunta personal...? - Se tomó una pausa, ya que no queria ser indiscreta.
- ¿Realmente eres feliz asi? Me refiero, sin tener tiempo para preocuparte de ti mismo, o de hacer lo que te apetezca por una vez. Estás soportando una carga muy grande.- le miró con cierta pena, acariciandole el dorso de la mano con el pulgar. Sin duda era un hombre de exito debido a ese esfuerzo y a esos sacrificios, pero ella se preguntaba si de verdad le merecía la pena.
- Propongo algo. Ya que no lo sueles hacer... ¿Que tal si lo hacemos en tu dia libre?- sonrió con los ojos cerrados. Que gran cita, atracarle de chocolate viendo una pelicula. Solo se le ocurriria a ella.

-Claro, pregunta...- asintió Robert y te escuchó atentamente. -Feliz... Es algo complicado. Es mi trabajo, no es que pasar mucho tiempo en él me haga feliz, pero es necesario... Todo depende de mí y eso necesita tiempo, ya sabes... No tengo tiempo para preocuparme por mí mismo como dices, pero intento cogerme algún día libre para mí, como hoy- sonríe de forma amable, sin separarse de ti o soltarte.

Se para, extrañado y te mira. -¿Que hagamos algo que no suelo hacer...? Sorpréndeme.