Partida Rol por web

Sonreí satisfecho y un poco travieso. Su ruego es justo lo que había pretendido. No era correcto hacer esperar demasiado a una dama así que tras unas de las veces que bordeaba su parte más íntima, me introduje en ella.

Su calidez y humedad me envolvieron y no pude evitar soltar un gemido de placer. La besé y moví mis caderas hasta que la unión fue completa, mi miembro palpitaba allí dentro.

Luego comencé a moverme, primero lentamente y poco a poco cada vez más rápido. Empleándome a fondo en ello, mirándola a los ojos mientras lo hacía. No iba yo a alcanzar las cercanías de mi orgasmo hasta que ella lo hubiese alcanzado por segunda vez.

Notas sus dedos ejercer presión en tu espalda cuando te deslizas en su interior. Junta su frente a la tuya y suelta un breve gemido con los ojos cerrados al sentirte. Muerde su labio cuando mueves tus caderas para acoplarte completamente. Justo en ese momento abre los ojos y te besa. Conforme comienzas a moverte, ves que su cuerpo reacciona ante tu tacto y sus caderas comienzan a acompasarse al ritmo que vas marcando. 

Su respiración se acelera, cambiando poco a poco a gemidos con la misma frecuencia. Deposita sobre tus labios besos dulces al principio, que se vuelven más pasionales y lujuriosos conforme la frecuencia de tus movimientos aumenta. Su mano sigue bien agarrada a tu espalda, con fuerza. Una fuerza que poco a poco notas flaquear, a la vez que ella se abandona al placer.

Todo era maravilloso. Las sensaciones, las reacciones de Rose. Respondí a sus besos y a su pasión, pero no iba a alcanzar el clímax. No hasta que ella no lo hubiese alcanzado. Quizá era el momento para un cambio en la táctica.

Con un gesto, le toqué la cadera y me salí de su interior. Mi intención era que se diera la vuelta, para ponerla a “cuatro patas”, si ella quería, claro.

Ella parecía disfrutar aquello tanto como tú, por lo que cuando sales de ella te mira sin comprender bien qué ha pasado. La recolocas de posición y ella parece dejarse hacer, ahora mandabas tú o esa sensación te da. No tardas en tenerla sobre sus rodillas y dispuesta a que sigas. Su respiración sigue agitada tras la pausa por la excitación no satisfecha aún.

Cuando ya la tuve en solución le dí una palmadita pícara en el trasero. Luego hice resbalar mi miemtro por entre sus pliegues, para encenderla una vez más y tras unas cuantas pasadas la penetré de nuevo – Si....

Me incliné sobre ella para agarrar sus pechos y de esa forma fui marcando el ritmo. Embestida tras embestida. Mi pelvis contra su trasero hacían un excitante sonido. Aumenté el ritmo. Me sentía a tope, no iba a durar mucho más – Vamos que ya llego... - El ritmo se volvió demencial, esperaba hacer que se corriera de nuevo, aguanté todo lo que pude y cuando la sentí llegar me salí de su interior para descargar mi esencia sobre su espalda. Me encontraba en el cielo.

Cada golpe de piel contra piel va acompañado de sus respiraciones pesadas que se trasforman en gemidos entre susurros. Aumentas el ritmo y ella se acaricia para tratar de llegar cuando tú, los gritos de placer no tardan en hacerse oír. Se agarra fuertemente a la ropa de la cama, sacándola y deshaciéndola ante la violencia de las embestida. Junta las piernas, estrechándose su interior y cae rendida al colchón cuando llega al orgasmo poco antes que tú. Acabas todo en su espalda y ella se deja caer del todo boca abajo en la cama. Su pecho se eleva por sus respiraciones profundas, tratando de retomar el aliento.

-Me corrijo... Este ha podido ser el mejor orgasmo que he tenido nunca...- alcanza a pronunciar en voz baja, aún faltándole el aire.

No era superman, y aunque estaba en forma, algo así también me cansaba. Pero fue sumamente delicioso. Mi miembro palpitante y muy sensible necesitaba de un merecido descanso.

Me dejé caer en la cama junto a ella. Lucía yo una bonita sonrisa por el placer y por haberle dado placer a Rose. - Uff que tremendo... - Su comentario me hizo soltar una ligera carcajada – Ha sido un placer, literalmente – Bromeé

Luego mis brazos la rodearon y acaricié su espalda. Me sentía en una nube y necesitaba sentir su calor cerca de mi cuerpo.

La abrazas y no tarda en acomodar su cabeza sobre tu hombro, depositando antes un leve beso. Pasea las yemas de sus dedos con suavidad por tu pecho. Estando tan juntos oyes su corazón volver poco a poco a sus latidos normales, más calmados. Ella está más que satisfecha con el resultado.

-No vayas a pensar que hago esto a menudo... Acostarme con desconocidos... Pero no me sentía contigo como si no te conociera, ya sabes... Y lo del paseo en góndola me ha parecido muy bonito, aunque haya sido más breve de lo esperado.

Era un momento el “de después” que me encantaba. Las caricias, los pequeños besos.

Enarqué una ceja ante su comentario. Entendía su preocupación y pensé que la mejor respuesta sería decirle – Yo tampoco tengo por costumbre cogerles cariño a millonarias y acostarme con ellas – Le guiñé un ojo mientras mi ronsisa se alargaba de nuevo en mi rostro.

- ¿Quieres que te busque algo de beber? - No era mi habitación, pero seguro que tendría su neverita bien surtida. Mi ofrecimiento simplemente fue porque se me pasó por la cabeza. Aunque la verdad era que estaba la mar de agusto así sintiendo su corazón.

-¿No tomas cariño a millonarias? Qué raro, deberías hacerlo... Más a menudo- bromea, acariciando con su nariz tu cuello y dejando otro beso, que hace que sientas su cálido aliento.

Niega ante el ofrecimiento. -Así estoy bien... Solo un ratito más, luego podemos pedir lo que quieras al servicio de habitaciones- sugiere, pues ella estaba tan encantada con la cercanía y la intimidad como tú lo estabas ahora mismo. -Cuéntame de ti y tú familia...- sus dedos vuelven a pasearse por los músculos de tu pecho, de forma juguetona.

Me reí con sus bromas. Me sentía muy a gusto. Luego me respondió a la pregunta – Está bien, nada de poner un pie fuera de la cama... - Le dije sonriente.

Sus dedos me daban sensaciones muy agradables y no pude evitar tensar un poco más mis pectorales, mi mano fue a su vientre para acariciarla suavelemnte - Pues... Mis padres fallecieron en un accidente siendo yo un adolescente. Luego quedé al cargo de mi abuela, hasta que falleció hace cosa de un año – Suspiré. Mi historia no era la alegría de la huerta, pero a estas alturas tampoco necesitaba que me compadecieran – Y nada, llevo ya unos años en los que convertí mi afición por la fotografía en mi trabajo y en eso ando... - Levanté mis hombros - ¿Y tú? ¿Cuales son tus orígenes y como te convertiste en una magnate? - Le guiñé un ojo

No puede evitarte mirarte con cierta pena cuando dices lo del accidente, pero no trata de compadecerte ni mucho menos. Te besa tras tu pregunta y procede a contestar ella. -Mis abuelos eran de Texas... Mi padre se mudó a Virginia cuando pudo, le parecía un sitio más céntrico para poder viajar a placer de una punta a otra del país... Aunque murieron hace tiempo, ella de cáncer y él de un ataque al corazón, así me convertí en magnate. Como soy hija única, estudié para poder ayudar a mi padre cuando lo necesitara y quizás suplirle algún día...- aparta levemente su mirada, en un deje de tristeza, aunque de forma momentánea, pues no tarda en forzar una sonrisa. -Y no tiene mucho más misterio, me temo, heredé todo...

Respondí a aquel leve beso y atendí a su historia. Me pareció interesante y también albergaba una triste historia – Ya, ambos sin progenitores – Me estremecí de forma involuntaria.

- Bien, seguro que tus padres estarían orgullosos de ti – Me arriesgué a decir, perando no meter demasiado en dedo en la llaga. Luego suspiré y cambié de tema - ¿Sabes? Creo que podría acostumbrarme a esto – Le dije medio en broma medio en serio.

Mi mano subió un poco para abarcar la parte interior de uno de sus pechos, resultaba placentero al tacto.

-No sé si orgullosos... Nunca lo estuvieron mucho, nunca era suficiente- dice dudando y acaba encogiéndose de hombros, quitando importancia al tema. -Realmente no importa, bueno, a mí no me importa... Lo hago lo mejor que puedo y he ampliado la empresa más de lo que mi padre lo hubiera hecho nunca.

Cambias de tema y se ríe un poco. -¿Acostumbrarte al sexo con millonarias a las que has tomado cariño?- bromea de buen humor. Su mirada sigue tu caricia y se muerde ligeramente el labio inferior.

Sonreí tímidamente a Rose, por lo de sus familiares. Me pareció entrever que quedaba algo de dolor ahí. Me acerqué y le di un beso suave en los labios – Bueno, admiro lo que haces, y lo que has conseguido hacer – Le dije sin intención de seguir hurgando en algo que la podía incomodar.

- No tonta – Le dije con cariño. Aunque sabía que lo había dicho de broma prefería que el tema no quedara en un chiste – A ti. Eres muy agradable, guapa, atractiva... Lo que temo es resultar un juguete para ti. Pero bueno, estoy hablando de más, el tiempo dirá. Hay que disfrutar el momento y lo estoy pasando sensacional.

Noté como se fijaba en mis caricias y le sonreí, masajeaba suavemente la parte baja de su pecho, era relajante para mi, y supuse que también para ella.

-Gracias...- susurra realmente agradecida ante tu comentario y te devuelve el beso que le das, también con suavidad. Pega su cuerpo más al tuyo, buscando tu calor y el contacto de tu piel.

Sonríe. -¿Un juguete? Creo que no quedó claro que no hago esto normalmente... Me gustas, de verdad... Y quisiera saber más de ti, ya sabes. De momento tenemos todo el día por delante para ver si funciona- dice de forma optimista y vuelve a besarte de forma más profunda ante sus caricias, su lengua busca la tuya con tacto y tomándose su tiempo.

Sus palabras me resultaron tranquilizadoras y me relajé un poco. Era maravilloso lo que me estaba sucediendo no daba crédito. Lo dejor de todo con diferencia era como me sentía con esta mujer. Tranquilo, feliz, sentía que me compenetraba totalmente con ella.

Sonreí – Y bueno, tampoco es necesario que nos comprometamos hoy, si ambos lo pasamos bien podemos seguir viendonos más días. Aunque ya te avanzo que me gustas, y cuando alguien me gusta no voy por ahí picoteando de otros platos. Ya sabes a que me refiero... - Le guiñé un ojo.

Pero entonces me vino una cosa a la cabeza - ¿O es que tienes que tomar un vuelo mañana? - Quizá lo comentó por eso. De todos modos me di un cuarto de vuelta y me coloqué encima de ella. Relajado, pero desnudo. Me gustaba sentir el tacto de su piel y... también era más fácil besarla. Respondí a sus besos y mi lengua salió a su encuentro para jugar con ella – Eres una delicia... - Susurré

-No hablaba de comprometernos hoy, sino de quedar más veces... Dependiendo de si hoy va bien- sonríe cuando le guiñas un ojo, pero sobre todo por tus palabras. -Bueno... Yo por norma general ni tengo tiempo para esto. Y también me gustas, pero eso ya lo sabías.

Tan pronto como te colocas sobre ella te rodea tu cintura con sus piernas y tu cuello con sus brazos. Rose tiene tantas ganas de tenerte lo más cerca posible de ella como tú. -Pasado mañana en realidad...- te mira, como temiendo que te lo tomes mal. Te besa y pasea sus manos por tu espalda. -¿Una delicia?- ríe de nuevo antes de brindarte otro beso.

Tras las oportunas aclaraciones, en este momento un día y medio más con Rose me parecía un lujazo. Seguramente cuando tocase la despedida vería las cosas de otra forma, pero ahora mismo estaba en una nube. Una nube de la que no me quería bajar – Ummm me gusta gustarte – Le di un nuevo besín en los labios.

No me lo tomé a mal, lo importante era que le gustaba y aunque se tuviese que ir... Creo que podría esperarla. Cuando me miró con cierto temor me pareció la chica más mona y atractiva del mundo.

Me sonrojé un poco y me rei con ella – Una delicia, un pastelito... Algo muy agradable y que no quieres dejar de comer – Me notaba cada vez más perdido, si esto que me estaba dando no era un flechazo, se trataba de algo muy parecido - ¿Qué quiere hacer mi delicia... descansar, alguna actividad, sexo salvaje y desenfrenado...? - En cambio se lo dije con cara de niño bueno como si tal cosa.

Ríe y devuelve tu beso, con un roce de sus labios con los tuyos. -Me gusta que te guste gustarme...- sigue la broma, divertida. Continúa dejando besos cariñosos por tu mentón y cuello, con calma, con paciencia, como si tuvierais todo el tiempo del mundo para ello, o como si el mismo se hubiera parado.

-Creo que nunca nadie me ha llamado delicia... Pero si es algo que no puedes dejar de comer, seguramente tú seas otra- roza tu cuello con sus dientes tras uno de sus besos. Aparta su cara de tu cuello, con sonrisa pícara. -A tu delicia le gustaría hacer un poco de todo... Quizás pedir algo para comer, o un baño en la enorme bañera de la habitación, o un polvo salvaje antes, durante y después...- añade con el mismo tono neutro para todo, pero con esa pizca de acidez que te hace saber que la situación le agrada, le divierte y que quiere jugar.