Partida Rol por web

Tras haber bajado de la sucia y abarrotada caravana de los zinners hace media hora, cuando la espalda ya te estaba regañando por la mala postura en la que llevabas durmiendo varios días, se te iluminan los ojos al divisar a lo lejos una gran posada, cuyas luces alumbran el camino que se ha visto oscurecido por la reciente noche. Haces acopio de tus fuerzas y , tras un leve suspiro de alivio, te apresuras para poder descansar  cuanto antes. Al llegar a la entrada, puedes observar una antigua pero imponente estructura de ladrillo, a pesar de sus años parece mantenerse bastante bien. Muy probablemente sea una de las joyas de la ciudad de Farna, famoso lugar de paso para todos los viajeros. Una gran cantidad de ventanas decoran sus paredes, a través de las cuales se observa el bullicio del interior, está bastante llena. Al alzar la vista, observas unos altos y puntiagudos tejados que coronan el edificio junto a la salida de una ancha chimenea. Un siniestro movimiento de unos cercanos arbustos interrumpen tus pensamientos, tragas saliva y entras de una vez en aquel oportuno lugar.

Al abrir la puerta, te invade un delicioso olor a pollo asado que provoca el rugir de tu estómago. Se puede respirar el polvo del camino en las capas de los viajeros, a sí como el agradable olor a bosque de los alrededores. Te inunda una agradable música de taberna, tocada por un grupo de muchachos con bastante alegría. Multitud de personas se encuentran hoy allí, sentados en grupos, charlando acerca de lo que han visto o van a ver en tierras lejanas, agarrando fuertemente sus jarras de cerveza mientras ríen a carcajadas, algunos no prestan demasiada atención a la música, parece estar más bien de fondo. Tú observas encantado el lugar y nadie parece reparar en ti, pero tú si que reparas en que hay gente bastante diferente allí, como tú, probablemente provengan de países exóticos o no tan exóticos, pero sí diversos. Se te ocurre acercarte a la barra para tener algo que llevarte a la boca o simplemente beber un cerveza bien fría, para después dejar tus cosas y pedir alojamiento. Ves al otro lado a una mujer madura pero bien conservada, de cabello rubio recogido en una coleta y unos pequeños ojos azules. Parece ser bastante amable, te mira con una cálida sonrisa; seguramente sea la dueña de la posada.

Sigue mirándote, como esperando a que te aproximes.

-¿Qué va a ser chico? Mientras va sacando de la parte interior de la barra una jarra no demasiado limpia. Supongo que buscas alojamiento y beber algo. Un rápido pensamiento parece detenerla y  muestra molestia en su cara; te mira mejor y parece plantearse si comprendes el idioma. Queda esperando a que le respondas.

Tras haber bajado de la sucia y abarrotada caravana de los zinners hace media hora, cuando la espalda ya te estaba regañando por la mala postura en la que llevabas durmiendo varios días, se te iluminan los ojos al divisar a lo lejos una gran posada, cuyas luces alumbran el camino que se ha visto oscurecido por la reciente noche. Haces acopio de tus fuerzas y , tras un leve suspiro de alivio, te apresuras para poder descansar cuanto antes. Al llegar a la entrada, puedes observar una antigua pero imponente estructura de ladrillo, a pesar de sus años parece mantenerse bastante bien. Muy probablemente sea una de las joyas de la ciudad de Farna, famoso lugar de paso para todos los viajeros. Una gran cantidad de ventanas decoran sus paredes, a través de las cuales se observa el bullicio del interior, está bastante llena. Al alzar la vista, observas unos altos y puntiagudos tejados que coronan el edificio junto a la salida de una ancha chimenea. El hambre detiene tus pensamientos y te decides a entrar de una vez en aquel oportuno lugar.

Al abrir la puerta, te invade un delicioso olor a pollo asado que provoca el rugir de tu estómago. Se puede respirar el polvo del camino en las capas de los viajeros, a sí como el agradable olor a bosque de los alrededores. Te inunda una agradable música de taberna, tocada por un grupo de muchachos con bastante alegría. Multitud de personas se encuentran hoy allí, sentados en grupos, charlando acerca de lo que han visto o van a ver en tierras lejanas, agarrando fuertemente sus jarras de cerveza mientras ríen a carcajadas, algunos no prestan demasiada atención a la música, parece estar más bien de fondo. Tú observas encantado el lugar y nadie parece reparar en ti, pero tú si que reparas en que hay gente bastante diferente allí, como tú, probablemente provengan de países exóticos o no tan exóticos, pero sí diversos. Se te ocurre acercarte a la barra para tener algo que llevarte a la boca o simplemente beber un cerveza bien fría, para después dejar tus cosas y pedir alojamiento. Ves al otro lado a una mujer madura pero bien conservada, de cabello rubio recogido en una coleta y unos pequeños ojos azules. Parece ser bastante amable, te mira con una cálida sonrisa; seguramente sea la dueña de la posada.

Sigue mirándote, como esperando a que te aproximes.

-¿Qué va a ser chico? Mientras va sacando de la parte interior de la barra una jarra no demasiado limpia. Supongo que buscas alojamiento y beber algo.Queda con los brazos en jarras, esperando tu respuesta.

Tras haber bajado de la sucia y abarrotada caravana de los zinners hace media hora, cuando la espalda ya te estaba regañando por la mala postura en la que llevabas durmiendo varios días, se te iluminan los ojos al divisar a lo lejos una gran posada, cuyas luces alumbran el camino que se ha visto oscurecido por la reciente noche. Haces acopio de tus fuerzas y , tras un leve suspiro de alivio, te apresuras para poder descansar cuanto antes. Al llegar a la entrada, puedes observar una antigua pero imponente estructura de ladrillo, a pesar de sus años parece mantenerse bastante bien. Muy probablemente sea una de las joyas de la ciudad de Farna, famoso lugar de paso para todos los viajeros. Una gran cantidad de ventanas decoran sus paredes, a través de las cuales se observa el bullicio del interior, está bastante llena. Al alzar la vista, observas unos altos y puntiagudos tejados que coronan el edificio junto a la salida de una ancha chimenea. Las voces de unos guardias en el camino detienen tus pensamientos y te decides a entrar de una vez en aquel oportuno lugar.

Al abrir la puerta, te invade un delicioso olor a pollo asado que provoca el rugir de tu estómago. Se puede respirar el polvo del camino en las capas de los viajeros, a sí como el agradable olor a bosque de los alrededores. Te inunda una agradable música de taberna, tocada por un grupo de muchachos con bastante alegría. Multitud de personas se encuentran hoy allí, sentados en grupos, charlando acerca de lo que han visto o van a ver en tierras lejanas, agarrando fuertemente sus jarras de cerveza mientras ríen a carcajadas, algunos no prestan demasiada atención a la música, parece estar más bien de fondo. Tú observas encantado el lugar y nadie parece reparar en ti, pero tú si que reparas en que hay gente bastante diferente allí, como tú, probablemente provengan de países exóticos o no tan exóticos, pero sí diversos. Se te ocurre acercarte a la barra para tener algo que llevarte a la boca o simplemente beber un cerveza bien fría, para después dejar tus cosas y pedir alojamiento. Ves al otro lado a una mujer madura pero bien conservada, de cabello rubio recogido en una coleta y unos pequeños ojos azules. Parece ser bastante amable, te mira con una cálida sonrisa; seguramente sea la dueña de la posada.

Sigue mirándote, como esperando a que te aproximes.

-¿Qué va a ser chico? Mientras va sacando de la parte interior de la barra una jarra no demasiado limpia. Supongo que buscas alojamiento y beber algo. Un rápido pensamiento parece detenerla y  muestra molestia en su cara; te mira mejor y parece plantearse si comprendes el idioma. Queda esperando a que le respondas.

Tras haber bajado de la sucia y abarrotada caravana de los zinners hace media hora, cuando la espalda ya te estaba regañando por la mala postura en la que llevabas durmiendo varios días, se te iluminan los ojos al divisar a lo lejos una gran posada, cuyas luces alumbran el camino que se ha visto oscurecido por la reciente noche. Haces acopio de tus fuerzas y , tras un leve suspiro de alivio, te apresuras para poder descansar cuanto antes. Al llegar a la entrada, puedes observar una antigua pero imponente estructura de ladrillo, a pesar de sus años parece mantenerse bastante bien. Muy probablemente sea una de las joyas de la ciudad de Farna, famoso lugar de paso para todos los viajeros. Una gran cantidad de ventanas decoran sus paredes, a través de las cuales se observa el bullicio del interior, está bastante llena. Al alzar la vista, observas unos altos y puntiagudos tejados que coronan el edificio junto a la salida de una ancha chimenea. El graznido de tu cuervo sobre tu hombro detiene tus pensamientos y te decides a entrar de una vez en aquel oportuno lugar.

Al abrir la puerta, te invade un delicioso olor a pollo asado que provoca el rugir de tu estómago. Se puede respirar el polvo del camino en las capas de los viajeros, a sí como el agradable olor a bosque de los alrededores. Te inunda una agradable música de taberna, tocada por un grupo de muchachos con bastante alegría. Multitud de personas se encuentran hoy allí, sentados en grupos, charlando acerca de lo que han visto o van a ver en tierras lejanas, agarrando fuertemente sus jarras de cerveza mientras ríen a carcajadas, algunos no prestan demasiada atención a la música, parece estar más bien de fondo. Tú observas encantado el lugar y nadie parece reparar en ti, pero tú si que reparas en que hay gente bastante diferente allí, como tú, probablemente provengan de países exóticos o no tan exóticos, pero sí diversos. Se te ocurre acercarte a la barra para tener algo que llevarte a la boca o simplemente beber un cerveza bien fría, para después dejar tus cosas y pedir alojamiento. Ves al otro lado a una mujer madura pero bien conservada, de cabello rubio recogido en una coleta y unos pequeños ojos azules. Parece ser bastante amable, te mira con una cálida sonrisa; seguramente sea la dueña de la posada.

Sigue mirándote, como esperando a que te aproximes.

-¿Qué va a ser chica? Mientras va sacando de la parte interior de la barra una jarra no demasiado limpia. Supongo que buscas alojamiento y beber algo. Queda esperando a que le respondas mientras mira con curiosidad al cuervo blanco que llevas sobre el hombro.

Kazu mantiene el rostro sereno y las manos unidas tras su espalda todo el tiempo, como acostumbra a hacer.

Al ver a la mujer, le sonríe amablemente y le contesta enseguida en un latín muy correcto

-Eso es exactamente lo que necesito, una habitación y una jarra de fría cerveza

Espera unos segundos mientras llena la jarra y vuelve a hablar

-Por cierto, ¿me podría decir cuánto queda de camino para llegar a la universidad?

-que bonita música...- murmuró apenas se abrió la puerta y no pudo evitar seguir leve y discretamente el ritmo. 

La capa beige oscuro, que le cubría casi toda su persona, se movió grácilmente entre la gente, sorteando pasos y movimiento al ritmo de la música, también debelando por cortos momentos la figura de quien estaba debajo; también llevaba una capucha encima, pero al acercarse a hablar con la mujer, se la removió echándola para atrás con una de sus delicadas manos. Inmediatamente se notaron sus cabellos claros decorados con cuencas, sus ojos enormes y una cara muy bella, muy rubicunda, de mejillas chaposas. Pareció mover los tiernos labios rosas para decir algo, pero algún fortuito ruido de la taberna o la música no dejo que su suave voz se dejara escuchar.

Temiendo que la amable señora no le haya escuchado, puso sus manos sobre la barra, la cual no estaba limpia, pues parecía que la taberna nunca descansaba, asomó el torso levemente sobre la barra, otra vez con mucha gracia y ahora sí marcando su figura sobre la tela de la capa: caderas anchas posaderas frondosas para su talla y una cintura estrecha; y le intento hablar al oído como en secreto -perdone usted buena dama, mi nombre es Naif, soy un becado de la escuela de Ilmora...- probablemente a la señora no le importaba o ya se imaginaba que era otro de estos, pero el joven no se daba cuenta. Pero a la vez, esa inocencia y dulzura que emitía era cautivante -... acabo de llegar, pero quisiera algo de comer, que probablemente comparta con alguien más, espero eso no le moleste.-

Había intentado acercarse lo más posible al oído de la señora, quien probablemente le ayudaría en esta tarea (aunque puede que no, desconfiando de que nadie se pueda ver así de inocente y puro), pero si ella se acerca lo suficiente el joven, “esperando que ella no se de cuenta”, intenta respirar su aroma y examinarla, como si fuera una impulso, un instinto que no puede controlar con facilidad.

¡Cada vez estaban más cerca!

Rasul había disfrutado de cada trayecto del largo viaje. Aquellas tierras y aquellas gentes tan distintas le fascinaban, y también a su compañera, que se agitaba inquieta en su pecho deseosa de salir.

"Tranquila, en cuanto consiga un poco de intimidad sales y le echas un vistazo por ti misma"- pensó, comunicándose con el amuleto- "por ahora voy a descansar en la posada para recuperar fuerzas. ¡Deberías sentirte afortunada de estar ahí cómoda y no en esa dura caravana!"- añadió con un ligero tono de broma para meterse con ella.

Nada más entrar en la posada se evaporaron sus ganas de ir a la habitación; ¡aquello estaba demasiado animado! Se dirigió a la barra mientras tarareaba la música que estaba sonando; la posadera le ofreció sus servicios, así que los aceptó.

-Buenas noches, señora- saludó con una sonrisa-, tiene razón en ambas cosas. ¿Le quedan habitaciones individuales para esta noche? también querría una cerveza para poder unirme a esta fantástica fiesta; veo multitud de personas de mi edad que seguro que van a Ilmora, ¿no cree?

Sabía que su vegetal amiga se iba a enfadar con él por entretenerse, pero ardía en deseos de entablar conversación con las personas que allí se reunían, así que en cuanto tuvo respuesta de la posadera se dirigió a juntarse con algún grupo que pareciese interesante.

La mujer parece aliviada al oír tu respuesta, sonríe con seguridad.
-Pues la noche son 3 monedas de plata y la cerveza 2 de cobre, si quieres algo de comer puedes tomar pollo asado recién hecho, son 5 de cobre. Habla mientras llena con habilidad la jarra tras haberla limpiado a conciencia.
-¿Hasta la Universidad? Vaya, ya sabía yo que eras uno de esos.Pues depende, pero unos 5 días aproximadamente chico, unos 4 hasta el Bosque de Zulán y otro hasta Hausser. Con gesto pensativo.

La posadera acerca su cabeza al chico cuando este quiere decirle algo y lo mira con algo de ternura cuando termina de hablar.
-Pues puedes tomar pollo recién hecho, que son 5 monedas de cobre, tranquilo no hace falta que lo compartas con nadie. Dice entre risas. Supongo que también querrás una cama, por 3 monedas de plata puedes quedarte, y ya de paso de invito a una cerveza. Mientras llena con habilidad la jarra tras haberla limpiado a conciencia.
La posadera no parece haber notado nada.

Comenzando a retroceder intenta aclarar algo, pero de nuevo no sabre si se le oirá -oh! muchas gracias, es muy amable; Compartiré, siempre que alguien no tenga...que comer...- . Al terminar de hablar, deja caer con gracia e inocencia sus redondas posaderas en una banca adyacente, como sí todo movimiento fuera una gran expresión corporal.

Recibió la jarra y la examino con algo de cautela, nunca se había atrevido a tomar tanta cerveza, le sonríe a la señora y vuelve a intentar hablarle. -perdone... creo que no escuche su nombre.-

La posadera sonríe con seguridad al ver que la entiendes perfectamente.
-Pues sí chico, la habitación es 3 monedas de plata, la cerveza 2 monedas de cobre y si quieres, por 5 monedas de cobre, puedes tomar pollo asado recién hecho, que está de muerte. Mientras llena la jarra de cerveza con agilidad tras haberla limpiado a conciencia.
-Así es, supongo que tú también eres uno de esos a los que les han dado la beca, si hubiese existido de eso en mi tiempo yo ahora sería rectora de la Universidad, já!. Mientras termina de servirle la cerveza con una amplia sonrisa.

Kazu sonríe a la mujer, le parece un precio aceptable, por lo que no le molesta pagarlo

-Tomaré todo lo que ha mencionado, después de todo no se puede dormir con el estómago vacío

Mete su mano en uno de los pliegues de su extraño kimono y saca una bolsita con algunas monedas, saca lo justo y lo pone en la barra, después la vuelve a guardar en el mismo sitio

Tras esto coge la jarra y pregunta amablemente

-¿Llevaréis la comida a la mesa o espero para llevarla yo?

Sea lo que sea lo que responda, Kazu se sienta en la primera mesa libre que encuentre (con la comida o sin ella)

La posadera sonríe y toma tu dinero.
-Tranquilo, ahora mismo mi hija te servirá la comida. Mientras guarda el dinero en el interior de una bolsa.

Con la cerveza en la mano, te diriges a sentarte en el único lugar libre que hay, por desgracia, es una mesa grande con varios asientos y no hay nadie más allí, tal vez en un rato alguien nuevo se siente a tu lado.

Tras haber recibido los servicios de la posadera, tomas tu cerveza y observas el lugar, solo encuentras sitio libre en una mesa en la que está sentado un joven chico oriental, ataviado con un kimono y con su cerveza sobre la mesa, piensas que probablemente haya tenido una conversación muy parecida a la tuya con la posadera.

La posadera lo mira algo extrañada.
-Aquí todos tienen que comer chico. Mientras termina de servirle la cerveza.
-Mi nombre es Nysa, y soy la dueña de todo esto. Dice con una amplia sonrisa, parece bastante orgullosa.
-Me gustaría seguir hablando chico, pero prefiero que dejes la barra libre y tomes asiento en las mesas, mi hija irá a servirte allí la comida en un rato. Intentado no sonar maleducada.