Partida Rol por web

Te soltaste del borde y rápidamente la corriente os empujó hacia las sombras. Flotábais como un corcho arrastrado por la corriente en medio de la negrura mientras topábais contra las paredes del cauce de vez en cuando. No eran golpes fuertes ni dolorosos, era como chocarse contra alguien con prisa en medio de la calle pero aun así resultaba un tanto desconcertante no saber ni  contra qué os ibais a dar, ni cuando, ni dónde.

Los chorros de agua helada se te colaban por el cuello de la túnica provocándote unos latigazos de frío de lo más desagradables. A Lynn se le había agarrotado el brazo y entre intentar mantenerse aferrada a ti y no bajar demasiado el farolillo para evitar el contacto con el agua no debería estar resultándole una travesía fácil.

Durante los primeros minutos sólo escuchabas el murmullo del agua mientras el túnel se dibujaba rápidamente delante de vosotras iluminado por vuestra peculiar fuente de luz. Luego te pareció empezar a oír algo...

Un murmullo creciente de agua. Una caída de agua.

—¡Coge aire! —fue lo único que dijo Gabby antes de hacer lo propio.

—¿Qué?—parpadeó Lynn que parecía no haber oído lo mismo que tú. No obstante, no le hizo falta oírlo, tres segundos después lo vió a apenas varios metros—. ¡OH, HACEDOR!

Efectivamente, había un salto de agua justo delante de vosotras y caísteis como dos piedras por él. Atinaste a ver que, por suerte, no era muy alto y terminaba en lo que parecía un pequeño lago subterráneo para seguir seguramente más adelante en forma de manantial.

Sin mucho tiempo más para mirar, os zambullisteis con un sonoro chapoteo en las lóbregas aguas y por un desagradable instante tuviste la sensación de que se te iba a parar el corazón cuando las mil agujas de frío se clavaron por todo tu cuerpo mientras flotabas en medio de una nube de burbujas. La fuente de luz desapareció, no tenías muy claro por qué, pero conservabas el sentido de la orientación y en cuanto sentiste que la fuerza de la cascada se hacía más débil, te impulsaste hacia la superficie, la cual rompiste con una ávida bocanada en busca de aire.

Habíais ido a parar a una caverna mucho más grande que estaba salpicada por parches de musgo luminiscente aquí y allí, era lo único que te daba un trazo más o menos visible de lo que te rodeaba. Quizá por eso te llamó la atención una zona alejada en la que atisbábas el vago resplandor del fuego que llegaba a través de un túnel, acompañado del lejano eco de golpes metálicos y algo que parecían los gruñidos de un oso o algún bicho similar.

Gabby tosió para echar el agua que había tragado sin querer.

—Escucho algo por ahí —dijo, braceando—. Ven, salgamos del agua, vuelve a encender el farolillo y preparémonos.

—¡He cogido aire y agua en una proporción del cincuenta por ciento cada una!—jadeó Lynn con voz estrangulada—. ¡Espero que te valga igual!

La escuchaste chapotear a tus espaldas y sufrir un ataque de tos, escupiendo el medio litro de agua que parecía haberse tragado. Cuando consiguió recuperar el ritmo respiratorio, te contestó:

—Aor Andraste... no lo he soltado de milagro—suspiró—. Lo siento, Gabby pero el agua y el aceite no se llevan bien. Creo que no vas a poder volver a encenderlo.

Como "mostrando" el cuerpo del delito, sacó del agua la mano con la que sujetaba el farolillo. En efecto, estaba apagado pero cuando salió de ésta, se volvió a encender. Lynn soltó un grito de sorpresa.

—¡AAH!—lo soltó sin querer y, al volver a caer al agua, el farolillo volvió a apagarse—. ¿Pero q... qué?

Rápidamente se apresuró a agarrarlo antes de que se hundiera. Parpadeó y volvió a sacarlo lentamente del agua. Volvió a encenderse. Lo volvió a meter bajo el agua. Se apagó.

— ......

La clériga repitió la operación un par de veces más: cada vez que lo sacaba, la luz reaparecía. Cada vez que lo sumergía, la luz se apagaba. Tras la última comprobación del absurdo fenómeno, giró lentamente la cabeza hacia ti.

—Eres terrible—refunfuñó proyectando el labio inferior hacia adelante como quien admite a regañadientes que han logrado tomarle el pelo—. Magia, ¿verdad?

Al parecer había llegado a la conclusión de que la naturaleza de la llama era simplemente un conjuro creado por ti. Y que debía tener aquella peculiaridad de "actuar como si fuese fuego" al tocar el agua.

Todo aquello mientras las carcajadas incontrolables de Astucia resonaban en tu cabeza.

—Te dije que el farolillo se encargaría —dijo Gabby con una sonrisa enigmática—. Venga, vamos.

Janus os miró unos instantes, luego pareció determinar que hablábais en serio y que probablemente teníais motivos para hacerlo a juzgar por vuestro aspecto.

—Pues... por lo que he podido ver es bastante profunda. Y oscura... no tiene más salidas aunque sí varios caminos sinuosos—le contestó a Sion—. Y claro que no hay guardas, Hacedor, no es más que una cueva normal y corriente. Lo que ya no sé es si ese tipo ha dejado más cosas sueltas por ahí aparte de esos tres bichos que me perseguían.

Se frotó las manos con nerviosismo.

—El erudito está al fondo del todo, pero me consta que muchos de esos otros caminos serpentean y terminan en puntos muertos—añadió—. Si realmente queréis ponerle fin a esto me... gustaría poder ayudaros de algún modo, guiándoos por donde fuí yo. ¡No soportaría que ahora se cebase más aún con nuestra villa por culpa de que me descubrió fisgando! Me mantendré detrás y no seré una carga, os lo garantizo.

Dejar alguien en retaguardia sin capacidad combativa era un peligro muy grande, no solo había que cuidar de uno sino vigilar constantemente las espaldas, recordaba los problemas escoltando a pueblerinos en la campaña de Ostagar, sin mediar combate siquiera ya había infinidad de problemas, no pensaba vivir lo mismo allí por muy buenas intenciones que tuviera.

- Ya nos ha ayudado, pero ahora debe irse con los suyos, nosotros estamos armados y tenemos experiencia en combate, pero no podemos luchar bien en espacios cerrados con poca luz y menos si tenemos que estar atentos de que ningún engendro nos gané la posición y pueda ir a por usted,

Si aun así tanto desea ayudarnos, quédese en la entrada de la cueva esperando, escondido, espere un tiempo prudencial, sino salimos es que lo peor ha ocurrido y tendrá que preparar a los suyos. -

No me gusta la idea de dejar a nadie a la espalda... pero parece ser cierto que es quien dice ser. Solo espero que no nos apuñale por la espalda.

-Bien, como prefieras, si quieres seguirnos ven con nosotros.-Digo asintiendo.-Una mano sosteniendo una antorcha mas no viene mal.-Añado sonriendo.

-¿Por dónde?-Pregunto finalmente.

Tenía la molesta sensación de estar hablando solo, pero o estaba borracho o le había parecido dejar muy claro que era mejor no tener que ser niñeras de nadie, menos cuando había vidas en juego.

- Yo no doy un paso más. No voy a arriesgar una vida que no sea la mía aquí. Que vuelva con su familia. -
 

-Si asi lo prefieres, que se vaya.-Digo dándome por vencido.-Pero creo que le iria mejor aqui.

«¡Por todos los benditos lúcilos del Velo! ¡Me encanta tu amiga y su forma de reaccionar!» rió el espíritu «Es lo más inocente que he visto nunca. ¡Ja ja ja ja!»

Ignorante de todo aquello, Lynn hizo un puchero enfurruñado y nadó detrás de ti hasta salir del agua y posar el farolillo (que, por supuesto, se iluminó otra vez nada más salir) en tierra.

Tuvo que dedicar unos instantes a escurrirse la túnica (aunque el pelo le quedó chorreando porque simplemente no iba a poenrse a deshacer y rehacer la trenza allí) pero enseguida te siguió a la fuente de luz y sonidos. Conforme te acercabas ibas diferenciando algunas cosas: algo que definitivamente era metal, algo que rugía aleatoriamente como un animal enorme y... ¿aquello había sido un ladrido?

Al doblar la esquina llegásteis a una nueva estancia en cuyo interior estaba ocurriendo algo que no sabías si calificar de absurdo o terrorífico: Desperdigadas por el suelo había cuatro de aquellas cosas que ya os habíais topado al entrar, todas destrozadas a cortes. En el fondo, un hombre delgaducho y vestido con las sencillas ropas de un plebeyo se acurrucaba tembloroso en una esquina (no podías verle bien la cara porque se la estaba tapando) y en medio estaba Belgar, haciendo girar su hacha como si fuese un molinillo en aquel momento para cargarse a un quinto no-muerto.

El enano estaba salpicado de la sangre putrefacta y no tenías muy claro si gritaba, o se reía, o si se reía gritando, o si gritaba riéndose... El caso es que se lo estaba pasando en grande. Habría tenido hasta gracia de no ser porque Kando andaba por los alrededores, ladrando y gruñendo a un último adversario que en aquel momento bramaba golpeando el suelo sonoramente con dos puños inmensos.

Un ogro.

—Por el hálito del Hacedor...

Puedes hablar, obviamente. Pero si en algún momento vas a atacar, recuerda tirar ini.

Matar para sobrevivir era una cosa, que otro muriera porque no eras lo bastante rápido para matar o proteger era algo muy distinto, las heridas viejas a veces no sanaban completamente, las cicatrices del alma dolían más que cualquier cuchillada.

- Ojalá una vida nunca tuviera que depender de tus actos, vamos, salga de esta cloaca, el resto ya es cosa nuestra. -

Gabrielle pensó que iba a ganarse una bronca del enano por intervenir en "su" pelea, pero lo último que quería era que el ogro lo lastimase... o lo matase.

Alzó su báculo para conjurar un glifo de parálisis bajo el ogro.

—Gracias. Pero podría haber pasado sin que habláseis de mí como si no estuviera presente... —Janus se cruzó de brazos ofendido—. Sólo pretendía indicaros el camino, o sosteneros la antorcha. Si tan diestros sois no pensé que fuera a resultar un problema. Aunque que os perdáis ahí dentro tampoco ayudaría a acabar con la amenaza. ¿Estáis seguros?

Si tan "diestros" sois. ¿A qué demonios venía eso? Acababan de salvarlo de morir despedazado por dos monstruos, solo se estaba preocupando por su seguridad, era Alexei el que había ignorado por completo su primer comentario. Tenía demasiado fresco en la mente como dos buenas personas habían muerto por no poder ser lo bastante rápido o "diestro" no estaba dispuesto a correr el mismo riesgo, pero tampoco pensaba ser ninguneado.

- Escucha "posadero", la destreza que tengamos o no es nuestro puto problema, de no haber aparecido aquí hace unos minutos ahora mismo estarías despezado por intentar jugar a ser un héroe. He visto demasiada gente como tú morir por intentar ayudar o por un exceso de buenas intenciones, no voy a cargar con otra jodida muerte.

Ahora no te lo voy a pedir de buenas maneras, o te vas por tu propio pie o te sacó con los dientes rotos, l a r g a t e. -

-No soy de la misma opinion, pero por no discutir con mi compañero prefiero que te vayas.-Digo al posadero.-Gracias por tus buenas intenciones.