Partida Rol por web

-¿Dónde...?.-Pregunto dubitativo.-O mejor dicho, ¿Cuándo estamos? ¿O cómo hemos llegado hasta aquí?

Gabby blandió su bastón y lanzó un proyectil mágico al no-muerto que atacaba a Belgar.

Un proyectil iridiscente salió disparado de la punta de tu bastón e hizo estallar la cabeza del no muerto en una asquerosa explosión de sangre podrida y sesos negruzcos.

—¡Eh!—protestó Belgar dándose la vuelta para mirarte. Luego gruñó algo en su propio idioma y se volvió a girar en redondo para partir por la mitad a la criatura restante con un sonoro hachazo, cosa que provocó una erupción de sangre y vísceras podridas todavía mayor—. ¡No es justo, me arruinas la diversión!

Lynn tuvo que taparse la boca disimuladamente, viste que sufría una arcada antes de desviar la vista.

Amenizo el final del combate ya que sólo queda uno y paralizado.

Gabrielle: 100 PX

Gabby negó con la cabeza en un genuino gesto de "pero qué cosas tienes" antes de colgarse el bastón a la espalda y cruzar la estancia hasta el desconocido.

—¿Está bien, señor? ¿Se encuentra herido?

El hombre emitió un gruñido primero de asco (se había salpicado de la sangre de la criatura) y luego de dolor. Viste que el golpe que le habían dado para tirarlo al suelo le había rasgado el pantalón provocándole un arañazo en uno de los gemelos.

—Comparado a cómo podía haber acabado si no hubiéseis aparecido, creo que no puedo quejarme—masculló—. No sé ni quienes sois ni qué hacéis aquí... pero os debo el pellejo.

Se sacudió los hombros y luego se pellizcó la mandíbula, como si quisiera "ponérsela en su sitio" o algo así tras el tortazo.

—Me llamo Nicolae—añadió—. ¿Cómo tengo que llamar a mis salvadores?

—Ella es Lynn, hermana de la Capilla. Y él es Belgar... —carraspeó—, campeón de la arena de Orzammar. Y yo soy Gabrielle, maga colegiada del Círculo de Ferelden. ¿Necesitas ayuda? Soy sanadora.

Eran preguntas muy razonables, por desgracia era incapaz de contestar a ninguna de ella.

- No tengo ni la menor idea, tampoco estoy muy seguro de querer averiguarlo, pero quizás debas preguntarle a la maga, puede tener una idea más elaborada de cómo diablos un pueblo entero a pocos metros de nuestro lugar de descanso ha pasado desapercibido delante de nuestros cojones. -

-Lo más sencillo sería que hubiéramos pasado nosotros... Es más fácil que cruzar todo un pueblo. ¿Recuerdas a la vieja tabernera? Quizá deberíamos preguntarle también a ella ¿No te parece? 

- No es el tipo de persona que me parezca habladora, de todas formas, no discuto que a las horas de llegada no vieramos ningún lugareño, pero considero muy difícil que no nos hubiéramos percatado de alguna silueta de las casas los tenderetes, alguien tendría que haberlo visto salvo que hubiera una tormenta y niebla de mil demonios que no era el caso.

Pregunta si quieres, ya estoy acostumbrado a que ocurran cosas extrañas. -

-Voy a ver qué averiguo.-Digo volviendo al interior.

Una vez dentro, busco a la posadera con la mirada.

—U... Un placer—masculló Lynn esbozando una sonrisita de circunstancia. Al segundo emitió una especie de "uhg" y se llevó una mano al estómago como si se le revolvieran las tripas.

El perro se acercó a olfatear al hombre pero terminó basqueando y apartándose. Cosas de las salpicaduras de sangre putrefacta.

—Gracias, Gabrielle. La verdad es que no negaré la ayuda—respondió Nicolae doblando la pierna para tratar de observar la herida—. No quiero sonar desagradecido pero sea lo que sea lo que os ha traído aquí... volved. Ese tipo es un monstruo y este lugar está maldito. Sólo encontraréis muerte ahí dentro.

Gabrielle no contestó inmediatamente, y se limitó a curar las heridas de Nicolae.

—Nos ha traído la esperanza de que podemos cambiar las cosas. La esperanza es la mismísima vida, defendiéndose de la muerte —le contestó la maga, siendo consciente una vez más de lo mucho que se estaba pareciendo a Wynne desde que había emprendido su viaje—. Háblame de este lugar y de ese hombre.

El hombre se te quedó un instante mirando aunque no dijo nada al respecto de vuestros motivos para estar allí, simplemente desvió la vista.

—Soy un erudito, un estudioso al que le fascina lo sobrenatural. Vine desde Nevarra atraído por la cantidad ingente de leyendas y misterios que rodea este bosque pero ahora veo que es la peor idea que he tenido jamás—dijo—. Cuando llegué a Khebel preguntando por todo ello, a los pocos días empezaron a ocurrir cosas raras que no parecían tener explicación, empezó a desaparecer gente y empezaron a echarme las culpas a mí. Los habitantes de Khebel comenzaron a caer presa de la superstición y a señalarme con el dedo, corriendo la voz de que yo había traído una maldición. La única pista que tenía del origen de las desapariciones parecía provenir de esta cueva de modo que para demostrar mi inocencia vine aquí a desvelar el misterio. Y fue donde me di cuenta de que había sido el chivo expiatorio de una inmensa mentira.

Se quedó callado hasta que terminaste de curarlo y entonces se puso en pie con un trabajoso gruñido, sacudiéndose los brazos.

—Resulta que todo era cosa de ese monstruo, ese... Janus. Ha estado esperando hasta ahora bajo una apariencia humana a tener una excusa para comenzar con su macabra carnicería. No sé qué es en realidad ni qué clase de magia maldita utiliza pero puede comandar a los muertos y estoy seguro de que es el causante de las desapariciones. Y claro... ¿quién dudaría de su propio vecino?

»Pero yo no, yo era un extranjero que estudiaba lo sobrenatural y por lo tanto el conejillo de indias perfecto... Aunque cuando  vine aquí por lo visto empecé a suponer una amenaza que podía destapar su cortina de humo de modo que, en un heroico acto de comprensión para con los lugareños que me habían acusado, vino a "salvarme"—hizo un gesto de comillas con ambas manos al pronunciar aquél término—. Es decir, si consideramos tratar de matarme como una salvación. Pero supongo que eso no iba a formar parte de la historia oficial que se habría inventado si lo hubiese conseguido.

Gabby entrecerró los ojos y miró al suelo. Dejó escapar un suspiro consternado y negó con la cabeza.

—¿Janus, el posadero? Pobre Dabona... —es lo único que acertó a decir.

Había reflexionado sobre lo hermoso que era amar a alguien y ser correspondido. Ese sentimiento que viajaba más allá de la vida y la muerte, hasta más allá del todo, había sido traicionado por un monstruo de la más cruel de las maneras. Tenía el corazón partido y sentía redoblada su determinación de acabar con aquella injusticia.

—¿Dónde está él ahora?

Nicolae señaló a las profundidades de la cueva. Profundidades que quedaban ocultas entre las sombras así que debía ser bastante larga.

—Al fondo, haciendo a saber qué—respondió—. No estaréis pensando en ir después de lo que habéis visto, ¿no?

—¿Visto el qué? ¿Estos espantajos?—Belgar le dio un pintapié a la media cabeza de uno de los ghouls y la mandó por ahí rebotando—. Si eso significa que supuestamente debería estar horrorizado, me voy a ofender.

—Mis amigos y yo le haremos frente —dijo con resolución—. ¿Hay algo que puedas decirnos para ayudarnos a detenerlo?

—Supongo que más de una cosa, pero me temo que todas sobre la marcha. Depende de lo que se saque de la manga.

Nicolae parecía incómodo, tal vez por sentirse culpable de que "por su culpa" al haberos contado aquello ahora fueseis a ir a meteros en la boca del lobo.

—Dejad que os ayude, no soportaría cargar con la conciencia de que os hagan algo sin haber movido un dedo—dijo finalmente—. Quizá no sea un Guerrero de la Ceniza pero ya he estado ahí adentro y he visto lo que hay. Entre otras cosas, más de una trampa. No os preocupéis, no seré una carga.

—Me sabría mal volverte a poner en peligro, Nicolae —objetó Gabby antes de dirigirse a sus compañeros:—. ¿Qué pensáis vosotros?