Partida Rol por web

—¡Fritz! —dijo tendiéndole una mano para ayudarle a levantarse—. Balaena me dijo que estabas buscándome.

Miró en derredor.

—Balaena me dijo que me estabas buscando. ¿Qué pasa? ¿Has venido solo?

Al joven guerrero le sorprendió la respuesta de Asthan. El elfo por norma general siempre se mostraba esquivo y poco hablador. Era la primera vez que Alexei veía su vena irónica, así que manteniéndose de momento al margen de la conversación entre Fritz y Gabrielle, le preguntó discretamente:

—¿Le conoces Ashtan?

El elfo pareció desconcertado por la pregunta.

—No.

—¡Gabrielle!—exclamó el muchacho apresurándose a aceptar la ayuda—. ¿Quién es Balaena? Digo... ¡te he encontrado! O... bueno más bien tú me has encontrado a mí.

Miró a los demás.

—Vaya, cuanta gente te acompaña... ¿el qunari también?

Lynn carraspeó diplomáticamente.

—¡Ah, sí! Sí, no estoy sólo. He venido a... t-tengo algo muy importante que decirte. Pero aquí en medio mejor no—se frotó las manos repentinamente nervioso—. La Encantadora Superior Wynne vino conmigo o de lo contrario no me habrían dejado salir del Círculo. He tenido mucha suerte de que seas su aprendiz. Y de q-que ella sea tan buena.

«Hacedor. Espero que eso que tiene que decirle no sea que se le va a declarar o juro que lo tiro por el maldito pozo... »

—¿Y dónde está Wynne? —preguntó Gabrielle con familiaridad—. Llévanos con ella. No se me ocurre lugar más seguro en Nordale que a su lado.

Sólo esperaba no haber transmitido en su tono el ansia que tenía de volver a ver a su mentora. Parecía que habían pasado años desde que había salido del Círculo.

—Perdona Ashtan, por un momento me había parecido...

El joven guerrero dejó la frase a medias al escuchar el nombre de Wynne. De pronto la gran piedra invisible que llevaba atada al cuello se desvaneció. La llegada de la maga sólo podía significar buenas noticias. Incluso quizás con su ayuda podrían encargarse del bastón e incluso buscar a Trasus y a Sarkee.

—¡Wynne!—exclamó quizás con un tono de voz demasiado alto. Quizás consciente de que se había quedado fuera de tono se apresuró a añadir— Bueno, ¿era a quién esperabas no Gabby? Es una gran noticia.

Consciente de lo raro que había sido su reacción Alexei decidió quedarse callado sin decir nada más. 

—Lo de que es una gran noticia es cuestionable... —el muchacho suspiró frotándose las manos—. Wynne fué a la capilla, me dijo que no me moviese de aquí si quería esperarte, que estaba la milicia presente. Aunque fuí a por algo de picar al mercado, me estaba muriendo de hambr... eeeeh... mejor no le digáis eso, ¿vale? ¡Volví corriendo, ya lo habéis visto!

Carraspeó.

—Oh, y, ho-hola, encantado—añadió mirando las caras desconocidas—. Me llamo Fritzen. Aunque mejor llamadme Fritz.

Seguisteis al muchacho por el pueblo hasta llegar a la capilla que estaba cubierta de andamios. Los nordaleños no habían perdido tiempo en ponerse a recuperarla.

Por el camino Ayla parecía cada vez más inquieta, y al llegar, más de un clérigo que pululaba por ahí miró raro a Tal'vashoth al verlo en la entrada del edificio en construcción. El gigante gris os miró con gesto interrogante, ¿mejor esperaba fuera o entraba?

Le sugerísteis que esperase fuera para evitar que alguien pudiera sentirse ofendido o algo así y a él no pareció importarle.

Una vez dentro, el habitual olor a vela había sido sustituido por el del serrin y el habitual silencio por el de martillos y algún ocasional serrucho. Amortiguados ambos por las anchas paredes de piedra. Pero pudisteis ver que la reconstrucción iba por buen camino: ya no había escombros y una de las naves laterales que había perdido el techo ya volvía a estar en pie.

Alguna que otra Hermana de la Capilla iba de acá para allá en el interior. Repoblando estanterías, candelabros, velas y demás objetos comunes. En el fondo del todo, junto a la estatua de Andraste había una mujer de cabello cano, recogido en un moño y que vestida con una túnica roja. En ese momento tenía una mano levantada para, al parecer, hacer flotar un ramo de flores frescas a un jarrón adosado en el fuste de una de las columnas que flanqueaban a la Profetisa.

Kernel, Tali me comentó que Gabby le aconsejaba a Tal'vashoth quedarse fuera y he supuesto en el post que Alexei no tiene inconveniente en eso. Espero no haber metido la gamba pero es que no quería haceros postear una sola linea.

Gabby no lo aguantó más.

—¡Wynne! —intentó chillar en voz bajita.

Se arremangó las faldas de la túnica nevarrana y echó a correr para saltar sobre los brazos de la anciana. Se preguntó qué aspecto debería tener para su maestra con todo aquel polvo del camino y sin la túnica del Colegio. Pero no le importaba. Con Wynne estaba a salvo. Ella sabría qué hacer y le ayudaría a tomar las decisiones correctas.

—Yo soy Alexei, encantado—le respondió al elfo tendiéndole la mano.

Cuando llegaron a la capilla, el joven guerrero no puedo evitar sonreir afablemente al ver como Gabrielle se emocionaba tras encontrase con Wynne, emoción que él también en parte compartía. Sin embargo, pese a las ganas que tenía de conocer a la maga del círculo Alexei decidió mantenerse en un segundo plano y dejar que maestra y alumna se pusieran al día en primer lugar.

La anciana terminó de colocar las flores y se dió la vuelta con las cejas arqueadas. Cuando vió que Gabrielle se acercaba corriendo, sonrió con ternura.

—Bendita Andraste, ¡si que has llegado lejos!—exclamó poniéndose en jarras como si fuera una abuela a la que se le había escapado la nieta. Luego tuvo que estirar los brazos para recibirla—. Me alegro de verte bien, cielo. ¿Cómo os están yendo las cosas? Espero que... ¡Oh!

Al levantar la cabeza y ver a Ayla (que permanecía detrás de Lynn mirando hacia otra parte y con la capucha tan calada que un poco más y le llegaba a la barbilla) parpadeó. Pero Wynne no era estúpida y en lugar de acentuar ese detalle, curiosamente salió con algo distinto: miró a Alexei y a Asthan y sonrió.

—Veo que has hecho amigos nuevos.

—No muy bien, la verdad —admitió Gabrielle—, aunque hemos todo lo que hemos podido. No obstante, ahora que estás aquí, seguro que se empiezan a enderezar las cosas. Necesitamos tu ayuda en un asunto muy importante. 

Se volvió hacia sus amigos e hizo las presentaciones pertinentes.

—Éramos más. Pero hemos perdido a muchos por el camino. 

Inclinó el rostro.

—Frizt me dijo que queríais verme. ¿Ha sucedido algo en el Círculo?

—En realidad estoy aquí por él.

—¡P-Pero si yo no habría podido venir sin usted!

Wynne rió.

—Lo que quiero decir es que eres tú el que quería verla a ella. Yo sólo he hecho que sea posible—dijo—. Si puedo ayudar, mejor. Pero la iniciativa y el mérito son tuyos, jovencito.

Fritz se puso rojo y empezó a raspar con la punta de un pié en el suelo.

—Vamos a un sitio con menos gente—propuso la maga—. La sacristía está vacía ahora mismo, sólo han quitado los escombros así que no creo que a nadie le moleste si nos sentamos por allí un rato. Y yendo con una Hermana de la Capilla damos el pego.

Lynn sonrió y le dió un abrazo a Wynne cuando pasó cerca de ella. Ayla sin embargo no parecía tener intención de moverse y la clériga tuvo que dar marcha atrás para traerla. No había que ser un lince para determinar que la situación tenía a la apóstata bastante nerviosa.

Os sentásteis allá adentro sobre lo único que había (una alfombra) y Wynne cerró la puerta en parte para que nadie entrase por sorpresa en parte para que se oyesen aún menos los sonidos de la reparación.

—El Círculo está bien, no le ocurre nada—dijo Fritz jugueteando con el borde de una de sus mangas—. Pero... bueno, esto quería contártelo sólo a ti. Es un poco difícil de creer. Aunque supongo que ahora no puedo echar simplemente a tus amigos fuera.

Suspiró y, con un carraspeo, trató de ser lo más conciso posible.

—He estado... un tiempo fuera de mi cuerpo. Es decir, en el Velo. Solo que no estaba del todo muerto; alguien me envió allí. Fué mi maestro—dijo—. Me dijo un día que debía ayudarle con un conjuro, pero ese conjuro resultó ser francamente raro. Creo que invocó una entidad del Velo y no sonaba nada bonita.

Lynn se horrorizó.

—¡¿Le ayudaste a invocar un demonio?!

—¡No!—se espantó Fritz—. Q... Quiero decir, no voluntariamente. El coste de la invocación era un alma. En eso era en lo que quería que le "ayudase".

El semielfo se frotó los brazos como si le hubiesen dado escalofríos.

—Debería estar muerto, devorado por esa cosa. Pero el caso es que logré darle esquinazo y quedé perdido en el Velo. No sé ni cómo pasó eso. Mi gran suerte fué que un espíritu me ayudó a volver... No sé qué espíritu era, brillaba tanto que no lograba distinguir nada pero gracias a eso estoy aquí.

»C-Claro que encontrarte con que tu cuerpo está encerrado en un baul es lo de menos, pero bueno, a base de golpes me oyó un templario y me ayudó a salir. Tuve que decirle que me había quedado encerrado allí por error.