Partida Rol por web

Regresaste donde habías dejado a Astucia y lo encontraste en el mismo sitio: Sentado en el borde del lago y haciendo algo con el agua.

En aquel momento concretamente estaba haciendo flotar sobre las manos una burbuja que había tomado la forma de un delfín.

—Es bonito —comentó a modo de saludo.

Se acerco mientras permitía que Asthan terminara lo que estuviera haciendo.

—He estado hablando con Allure. Me ha mostrado lo que vio en el templo de Brecilia, y me ha suscitado más preguntas que respuestas. Lo que vio... lo que sintió... se parece mucho a lo que pudo haber sentido Andraste en la pira. Y creo que lo que sentiste tú se parece mucho a lo que pudo haber sentido Shartan al presenciarlo —expuso—. No sabe gran cosa de ti, aparte de insistir que fuiste tú quien le encerró en esa gema y que no sabe por qué te llamo espíritu.

Astucia te observó de reojo al oirte pero esta vez no lo sobresaltaste.

—Me gusta crear cosas—respondió—. Es decir, es lo que hago cuando quiero entretenerme con algo...

En aquel caso supusiste que aquello debía ayudarlo a estar tranquilo o algo así. Sostuvo la figura de agua en las manos pero aguardó a que te acercases para escucharte.

Y cuando dijiste lo de Andraste, el delfín explotó y le dejó la cara chorreando. Aunque la expresión mezcla de pasmo y espanto que se le quedó te resultó absurdamente cómica.

Cuando finalmente logró reaccionar se secó la cara con los antebrazos.

—A ver si lo he entendido... ¿ella también vio algo?—dijo—. ¿Qué fué exactamente?

—Tristeza y compasión, como nunca lo he sentido antes —dijo Gabrielle—. Se vio a si misma incapaz de moverse, probablemente maniatada y con ramas a sus pies. Pero no tenía miedo, no por lo que pudiera pasarle a ella, sino a su pueblo. Y especialmente por lo que pudiera sucederle Maferath, que evitaba mirarle.

Negó con la cabeza.

—Allure siente el dolor de Andraste como el suyo propio tal y como tu sentirste la desesperación de Shartan, o esa es al menos mi teoría. Y está segura de que, de algún modo, tú la atacaste para que ella sintiera ese dolor.

—Pero... eso no tiene sentido —parpadeó Astucia más por desconcierto que porque no creerte—. ¡Los demonios no pueden sentir tristeza o compasión! Y desde luego no tienen nada que ver con Andraste.

Se agarró la cabeza con ambas manos y gruñó.

—¡Maldita sea nada de esto tiene sentido!—protestó. Pero enseguida cogió aire, esforzándose por contener la indignación galopante que aquello debía provocarle—. Está bien, por... por partes.

Lo volvió a soltar.

—Supongo que estás segura de que lo que te ha mostrado es cierto—afirmó más que preguntó. Era evidente que a él le costaba demasiado ser objetivo con respecto a Allure—. Y no estoy dudando de ti, ¡en quien no confío es en ella! Es sólo que cada vez entiendo menos; ahora resulta que ella no hizo nada, que le pasó lo mismo que a mí cuando la toqué pero viendo otra cosa. Y de hecho también creía que era yo quien había hecho algo. Hay... se me está escapando algo  y no logro ver qué es. ¿Tú qué piensas de todo esto?

—No sólo eso. Está dispuesta a trabajar para ganarse la confianza de los demás. La dejé interesándose por lo que hacía Lynn —respondió Gabrielle—. A mi me da la sensación de que estáis conectados, de algún modo, entre vosotros y con Shartan y Andraste. Es como si hubierais estado allí, presenciando lo que pasó y viviendo lo que ellos vivieron. Y tengo la corazonada de que Glandivalis podrá darnos respuestas. Si es que conseguimos los fragmentos antes que Adrath.

Astucia se inclinó a un lado sin levantarse para poder mirar detrás de ti, como si quisiera asegurarse que Lynn seguía al lado del fuego y Allure no se la había comido o algo similar.

—¿Sabes? Creo que si quien me hubiese dicho eso no hubieras sido tú lo habria tirado de un puntapié al lago.

Volvió a recuperar la postura normal. Sin embargo, estaba más que claro para ti ya fuera por el vínculo o por la expresión que todo aquello lo desconcertaba profundamente.

—No se comporta exactamente como un demonio... —terminó admitiendo—. Pero tengo claro que no es un espíritu. No sé si sabes a qué me refiero.

Gabrielle inspiró profundamente por la nariz antes de soltar todo el aire de golpe.

—Sí. Y ella piensa lo mismo de ti. Que no eres un espíritu, del todo.

—¿Qué tontería es esa? ¡Pues claro que soy un espíritu!—Astucia se cruzó de brazos y ladeó la cabeza con la expresión extrañada de alguien a quien acaban de decirle que la hierba es rosa—. Es ella la que no parece ni una cosa ni la otra.

Descruzó una mano para señalar la hoguera con la palma. Al mirar viste que Lynn seguía sentada y por el lenguaje corporal parecía que la presencia de Allure continuaba inquietándola un poco... pese a que la entidad de la gema no se había movido de dónde se había sentado y en aquel momento se señalaba con una mano mientras decía algo.

—Y no me refiero sólo al aspecto físico... aunque supongo que lo que le parece raro es que no voy brillando por ahí. O directamente que esté aquí cuando en teoría no puedo rasgar el Velo—resopló—. Pero hay una explicación a eso y la conoces. Me da igual que Allure no.

Volvió a cruzar el brazo y la expresión le volvió a cambiar a una entre la inquietud y el desaliento.

—Aunque espero que tengas razón con lo de Glandivalis... porque necesito saber qué está pasando aquí.

—¿Y qué me dices de la gema? Allure me dijo que fuiste tú quien la encerraste allí, pero que no puede recordar nada más sobre ti. Es como si algo estuviera bloqueando esos recuerdos. Tú puedes leer recuerdos en los objetos, ¿podrías leer la gema para examinarla, a ver qué encuentras?

—No sé de dónde ha sacado esa idea pero te aseguro que yo no he hecho eso—respondió Astucia como quien habla de algo que le da un repelús tremendo—. Atar a una entidad del Velo a un objeto o a un lugar contra su voluntad es cosa de la Magia de Sangre.

La pregunta sobre los recuerdos sin embargo lo hizo rascarse la barbilla con aire pensativo.

—Pues... sí, en teoría sí. Aunque la verdad es que no sé si quiero tocar esa cosa, es decir, no sé si ella querrá que toque la gema.

—¿Y por qué no se lo preguntamos?

Asthan carraspeó con incomodidad y miró en dirección al fuego, o mejor dicho a Lynn. Allure podía pasear alegremente entre vosotros pero la única que sabía que él era un espíritu eras tú.

—Si consigues convencerla para que venga sin que... bueno, ya sabes.

Alexei frunció el ceño.

—No... no había pensado en eso—al joven guerrero no le apetecía hablar de la vuelta a Refugio pero los posibles inconvenientes que surgieran a la vuelta si tenían que pensar algo. De pronto se le ocurrió una idea—. ¿Y si te disfrazas? No sé si puedes hacer algún hechizo o algo, pero sino siempre se podría probar algo más rudimentario.

—Está bien. Ahora vengo.

Gabrielle se acercó a Allure y carraspeó diplomáticamente.

—Perdón por la interrupción. Allure, ¿podrías venir conmigo un momento y... traer la gema contigo? Por favor.

—Ho... Hola Gabby—te saludó Lynn al verte llegar. Tu amiga estaba un poco intranquila pero al menos no parecía aterrorizada, de hecho se esforzó por sonreir para quitarle hierro a la cosa—. Si que estáis paseando esta noche.

Allure por su parte giró la cabeza hacia ti y emitió un sonido interrogante.

—No—respondió—. Quiero decir, sí... pero lleva tú la gema. ¿A dónde vamos?

—Hola —respondió antes de rascarse la coronilla—. Sí, ya ves... grande o pequeño, la labor de una maga nunca acaba. Jeje.

Gabrielle pidió educadamente a Lynn la gema antes de responderle a Allure:

—Vamos a intentar saber algo más de la gema, y por qué no recuerdas gran cosa acerca de tu cautiverio. Con un poco de suerte tal vez puedas aprender algo de ti misma que no sabías antes —dijo, guiñándole un ojo.

—No, estoy harta de esconderme—repondió Ayla—. No voy a hacer como si nada hubiese pasado.

Se quedó callada durante unos largos instantes, sin hacer otra cosa más que mirar distraídamente la superficie del bastón. Y justo cuando parecía que no iba a decir nada más, lo hizo.

—Sé que no sirve de nada—murmuró con torpeza—. Pero ojalá hubiera podido evitar lo que pasó.

Lynn te dió la gema y pareció bastante aliviada de que te llevases a Allure, la cual se levantó y empezó a seguirte revoloteando a tu alrededor sin parar más de un segundo tras cada pregunta.

—¿En serio? ¿Puedes hacer eso? ¿Cómo? ¿Por qué no lo dijiste antes? ¿Tengo que hacer algo?