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Dragones, Dioses y Dígitos

Capítulo 4 - Ceniza de Dragón

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01/02/2021, 22:44
Narrador

Capítulo 4. Ceniza de Dragón

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01/02/2021, 22:44
Oros

Galand sintió una fuerte brisa acariciándole la piel. Acto seguido, el sonido de un temporal encima suyo. El cabello, ondulando al viento. El aire con sabor a mar. Y finalmente, un ligero frío. Una amplia mano, ligeramente familiar, le zarandeaba suavemente de un hombro.

Al abrir los ojos, el Sylvain se encontraba en un suelo de piedra gris, tallada. A su alrededor, escarpadas formaciones de roca cubrían ligeramente aquella orilla, dando paso a un pequeño puerto con tres navíos que se perdía a sus espaldas. Frente a él, sin embargo, el camino de roca avanzaba hacia una gran estatua tallada en la pared de la monteña. La cabeza de un dragón, con las fauces abiertas. Dientes de obsidiana asomando entre la roca, y un resplandor rojizo en la garganta. Luz.

La figura se extendía, con una cola que parecía rodear la montaña, al menos parcialmente. Sin lugar a duda, el hogar de los Turak. A su lado, Tavo dejó de tocarle, poniendo cierta distancia. Junto a él, su yerno, y Eldar, que poco a poco despertaba ante el toque del mismo. Sin lugar a duda, la constitución de los Jayanes era superior a la suya, al menos en lo que a despertar de un somnífero respectaba.

Tras enfocar la vista, Galand observó cómo, a lo largo del camino, varias figuras reptilianas hacían guardia de forma casi ritual. La gran mayoría gozaban de escamas, cuyos colores variaban entre los individuos. Verde, rojo, azul, negro, dorado, gris... alguna plateada, y alguna que incluso parecía tener la consistencia del metal. Algunos tenían membranas entre los dedos de las manos y los pies. Unos, tenían una alargada cola, también recubierta de escamas. Otros, unos pocos, alas. Y algunos, eran significativamente más grande, como Jayanes.

Todos iban armados, de un modo un otro, con un variopinto arsenal. Las armaduras, también variaban. Aquella tribu, claramente, era homogénea en su raza... pero la misma tenía múltiples ramas, o mutaciones, o quizá formas de manifestarse. Sus habilidades, también parecían poco consistentes, aunque todos formados en el combate físico.

Frente a Galand, se alzaba un dracónido con una túnica roja. Era alto, de aspecto corpulento y fuerte, con escamas desgastadas, de un tono dorado apagado. Amplias alas rojizas y doradas, reposaban a su espalda, imponentes pero con un semblante cansado. Descalzo, sus pies gozaban de uñas amarillentas y afiladas, pero recortadas con cierta gracia. Entre sus brazos, un amplio bastón que Galand reconoció en seguida como un artefacto mágico, que amplificaría las cualidades de un hechicero.

Galand, en seguida prestó atención a una ligera carga de Zeon en el ambiente. No lo bastante para amplificar sus poderes, pero sí para indicarle que, cerca de aquel lugar, debería haber algún Nexo de Zeón. En el cielo, una tormenta con nubes de tonalidad gris oscura empañaban el cielo, y agitaban las aguas que rompían contra la roca. Aquello era una pesadilla para cualquier navío, pero Galand sospechaba de cierta influencia sobrenatural en aquel ambiente.

Era difícil de pensar que en aquella isla no habría, al menos, un Sanctorum, una zona diseñada para potenciar las capacidades de un hechicero. Como Paris también tendría, probablemente, en su fortaleza voladora.

El rostro de aquel reptiliano, sin embargo, era diferente a los del resto. No por tener un aspecto algo más draconiano, algo que compartían algunos otros de los Turak en aquella recibida militar. Sino por un semblante de cierta sabiduría y conocimiento, de astucia, del que otros Turak tendían a carecer.

Mirando a su alrededor, Galand descubrió algo más perturbador. Allí había una mujer, con un tercer ojo en la frente, de semblante pálido. Bella y de aspecto culto, pero frágil y menuda. Había algo en ella que resultaba embaucador, atractivo, pero Galand seguía aturdido. Debió suponer que se trataba de una hechicera Devah. Pero junto a ella... un hombre con una túnica negra, guantes a juego, y una máscara blanca, de semblante neutro y casi sin facciones, se alzaba con una estatura media. Probablemente, un D'Anjaini. Y finalmente... el hombre que le atacó en Arkángel yacía de pie. Con su armadura plateada de cuerpo completo, su lanza de electricidad, y su semblante atlético, aquel era el trapecista que había enarbolado sombras e ilusiones contra él en la ciudad, intentando matarle. El mismo que se disculpó, por voca de los D'Anjaini, antes de la partida de Galand hacia aquella isla.

- Galand Ul del Verdantis- dijo aquel dracónido, cuyo semblante chamánico no menospreciaba su imponente tamaño-. He escuchado leyendas sobre su nombre. Un honor ponerles rostro, y conocer a su primogénito- añadió mirando brevemente a Eldar-. Mi nombre es Oros, Oráculo y Chamán de los Hijos del Dragón.

El dracónido inclinó una rodilla, elevando ligeramente las alas, agachando la cabeza hacia el Artesano. Los demás reptilianos hicieron lo propio, haciendo sonar las armas, y se alzaron de nuevo en un par de segundos. El dracónido les siguió, irguiéndose después para recuperar la compostura erguida.

- Desearía que nuestro compañero, el emisario Tuan'Dalyr, estuviera entre nosotros- añadió con empaque, mirando en un ligero abanico y proyectando su voz al aire-. Su tragedia no es sino una muestra más del porqué de nuestra guerra- continuó abiertamente-. Mientras nuestros hermanos luchan por liberarle, es nuestro deber no fallarle ahora y seguir adelante. Los aquí presentes- añadió señalando a los visitantes con la mano libre- serán juzgados por los dragones, y se alzarán o caerán según su valía para enarbolar nuestra propia esencia.

Con gravedad, el hombre golpeó en el suelo. Un rayo se escuchó en el cielo, en una coincidencia poco probable.

- Nuestra raza se entrena desde el día en que nace, y sus miembros viven o mueren según su fuerza, ocupando de forma natural el lugar que les corresponde entre los Hijos del Dragón. Nuestros líderes, no lo son por nacimiento, sino por mérito. Y nuestros ancestros, los propios dragones... son nuestro origen, nuestro destrino, Y MIENTRAS LAS TIERRAS DEL MUNDO ESTÉN INFESTADAS POR LOS HUMANOS, NUESTRA RESPONSABILIDAD- bramó con claro odio en cada palabra hacia la raza predominante-. Gaia, siente el cambio que se avecina. El tiempo de guerra, la marea de almas por marchar. Y los dragones, como respuesta, están despertando. En este bastión encontraréis aquello que buscáis, y que os ayudará a restaurar el orden natural a las tierras de Gaia. Sin embargo... el poder de un dragón es tal, que intentar enarbolar el poder de uno mataría a cualquiera indigno de soportarlo- señaló, de nuevo, a todos los presentes-. Por ello, cualquiera dispesto a poder fundir su alma con él y sobrevivir, debe ser capaz de derrotarnos en un enfrentamiento real, arriesgando la vida- se señaló a si mismo con la punta del bastón-. Los líderes de los Hijos del Dragón, y los custoduios de aquellos miembros de la Estirpe que aún sobreviven.

El hombre hizo una pausa, breve pero bastante reveladora. Aquel combate, no iba a ser contra un simple soldado de renombre... sino gente a la altura de los propios emisarios de las distintas razas. Lo mejor de lo mejor entre los Turak.

- Aún así... un Jinete es poseído por su Dragón tanto como el Dragón es poseído por su Jinete- advirtió-. Sus mentes, y sus almas, se volverán una. Y para ello, dicha unión requiere de espacio para la misma, sacrificando un fragmento de sus propias almas- señaló a la entrada de su cueva-. ENTRE NOSOTROS, ALGUNOS HAN SACRIFICADO SU FELICIDAD, SU SUERTE, SU VISTA O SU LINAJE. Tal es el poder, y el honor, de un Dragón.

Señaló al caballero de la armadura plateada, y a Galand, alternativamente, con un rápido movimiento de su bastón.

- Pero no sólo eso será necesario en esta guerra. Nuestras razas, nuestras tribus, nuestros dragones, deben andar el mismo camino. Y por ello, todos deberemos ser capaces de trabajar, unidos. Duk'Zarist y Sylvain, en esta prueba, deberán demostrar que no sólo pueden ganar a nuestros líderes, sino que pueden hacerlo juntos. Su prueba, no será individual, sino en pareja.

Y con ello, otro golpe en el suelo, y otro rayo, dejaron toda la estancia en silencio. La figura de la armadura, con la lanza de rayo, miró a Galand, ladeando ligeramente el rostro. El Artesano, socialmente incómodo, no sabía si le miraba con intriga, curiosidad, sorpresa, o con aire divertido, pero claramente, algo debía estar sintiendo en aquel momento.

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08/02/2021, 22:08
Galand Ul Del Verdantis

Galand observó con curiosidad a la variopinta selección de individuos que se había congregado allí. No sólo los Turak, con todas sus variadas características físicas, si no los dispares representantes de cada raza. De todos menos de los Tuan’Dalyr, una lástima.

Era incuestionable que en aquel lugar se habían concentrado individuos de gran poder. Si todos ellos pretendían vincular un dragón como jinetes, o al menos superar la prueba impuesta por los Turak, debían de ser bastante capaces.

Entre ellos destacó el Duk’Zarist al que Galand se había enfrentado en Arkángel. Al principio no pudo evitar arquear una ceja con desdén. Su último encuentro no había sido agradable. El Duk’Zarist había echado a perder vidas humanas, lanzándolas contra el elfo, condenando a aquellos hombres a un combate que no podían ganar.

Pero… ¿qué eran las vidas humanas para los presentes allí reunidos? Galand también había acabado con numerosas vidas sólo para llegar hasta allí. ¿Se lo podía tener en cuenta al Duk’Zarist? Probablemente no.

Debería poner buena cara y convivir con él durante…

Su prueba, no será individual, sino en pareja.”

- ¿Qué? – preguntó de pronto Galand, pillado por sorpresa por el giro de los acontecimientos .- ¿En pareja?

Lanzó otra mirada al Duk’Zaris, oculto tras su armadura completa. Demonios, ¿en qué estaría pensando ahora?

No tenía sentido discutir aquello. Galand ya había aceptado someterse a las leyes de los Turak. Uno de sus cometidos era precisamente estrechar lazos, demostrar que las diferentes razas podían cooperar.

El elfo respiró hondo.

- Maestro Oros, estos enfrentamientos que mencionáis… - comenzó a decir Galand, dirigiéndose al Turak -. ¿Cuáles son sus condiciones? ¿Combatiremos hasta la rendición? ¿Qué está y qué no está permitido?

Necesitaba pensar en las reglas, en la estrategia. Distraer su mente con algo que pudiese analizar.

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08/02/2021, 23:13
Oros

El Duk'Zarist, que había mirado descaradamente al artesano tras revelarse que combatirían en pareja, se limitó a, con disimulo, encogerse levemente de hombros, alzando las palmas de la mano hacia arriba, ante si. Aunque sin demasiados aspavientos que parecía decir "es lo que hay, que se le va a hacer".

Galand tenía que confiar en que era realmente un Duk'Zarist. Con la armadura completa, era imposible ver nada más que el metal plateado. Y aún así, su figura era estilizada, y su estilo de magia, sombras e ilusión, no sería de extrañar para su raza. Ahora bien... aquel Duk'Zarist, entre su habilidad para la ocultación, el combate por la espalda, el mensaje de disculpa entregado por parte del D'Anjainy, y ahora, aquella actitud, parecía ser de lo más... problemático.

El Artesano le había perdonado la vida, y parecía tener cierto sentido del honor al aceptar su derrota y haberse disculpado. Pero cuando pensó que estaba del lado de Sylvia, no temió en atacarle, a muerte. Era difícil saber si actitud actitud era simple bufonería, una provicación, o la simple expresión de una personalidad descarada.

- En pareja- repitió Oros, el chamán de los Turak-. Galand Ul del Verdantis, entiendo que quizá esté acostumbrado a combatir en solitario. Y es justo que su fuerza interior se mida por separado. Sin embargo- ladeó el rostro, mirando al Duk'Zarist en la armadura-. burdo talento no será suficiente para lo que un Jinete deberá soportar en esta ocasión. Samael me comunicó que Ephiel no fue en buenos términos- señaló al Duk'Zarist, que hizo una ligera reverencia al mencionar su nombre-. Quizá Duk'Zarist y Sylvain sufran tensión en esta guerra. Como quizá Dragones y Gigantes- añadió señalando a Tavo, que permaneció imperturbable-. Pero un Jinete de Dragón, en esta ocasión, no sólo tendrá el honor y la carga de un Dragón. Sino de ser un referente para su pueblo. Es esencial- aseveró con gravedad en la palabra- que, al menos durante esta guerra, el enemigo de tu enemigo sea tu hermano en la batalla.

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08/02/2021, 23:39
Ephiel

Ephiel dio un paso adelante, inclinando la lanza ligeramente hacia atrás, escondiendo así el filo.

- Creo que lo que nuestro anfitrión- comentó, haciendo una breve reverencia hacia Oros- quiere decir, es que seguramente mi intento de asesinato no fuera una buena forma de conocernos- su voz resultaba algo animada, a medio caballo entre la diversión y la formalidad. No era una voz grave, pero sí... fría-. Los... elfos, somos- señaló a Galand, y después a si mismo, pues ambos eran... elfos, auque radicalmente diferentes- criaturas orgullosas. Y quizá yo deba no intentar apuñalarte por la espalda- viró ligeramente la lanza, más hacia atrás, en una señal de paz, aunque algo más rápida de lo que cabría esperar en estos casos-, y tú confiar en que, en lugar de intentarlo, voy a cubrírtela cuando sea necesario.

Y aún así, el Duk'Zarist se tomaba la confianza de tratar a Galand, pese a no tener un trato cercano con él, de "tú". El acróbata se acercó a pasos moderados, hasta que quedó al alcance de Galand alzó su mano, ofreciéndola a Galand para que la estrechara a una distancia similar.

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08/02/2021, 23:47
Oros

Oros, que inicialmente miró a Ephiel durante su intervención, acabó desviando la mirada del mismo.

- Acepto que estaréis en cierta desventaja. Nosotros- señaló a los Turak a sus espaldas- sabemos combatir codo con codo. Ustedes, aún no. Pero esa será parte de vuestra prueba- tras una breve pausa, miró de nuevo a Galand-. Respondiendo a su pregunta, joven...- se aclaró la garganta-. Los combates serán hasta la rendición. Uno es libre de rendirse en cualquier momento, pero los Turak no nos rendiremos hasta ser incapaces de seguir peleando- declaró con severidad-. Además, los Turak no nos contendremos, combatiendo desde el principio como si el combate fuese a muerte, y nuestras vidas estuvieran en peligro.

Apoyó el bastón en el suelo, al tiempo que se desataba un trueno distante.

- No deseamos perder a nadie en estas pruebas. No es algo frecuente, pero ha pasado con anterioridad- confesó con cierta gravedad-. Aún así, es un riesgo a pagar. Es importante que la prueba sea una auténtica prueba de valía, y compromiso, no una simple demostración de poder- se aclaró la garganta-. No está permitido que nadie ni nada ajeno al combate interfiera en los combatientes, ni en la capacidad de ninguno de ellos- señaló a Eldar-. Por ejemplo, su hijo no podría mantener conjuros sobre usted. Sin embargo, se permiten artefactos o invocaciones que uno posea y sepa emplear de forma habitual, como la armadura y la lanza de Ephiel, o mi bastón- añadió mirando su báculo-. También está prohibido destruir nuestro hogar, daños colaterales y menores aparte, o hacer parte del combate a ningún individuo ajeno a él- Oros parecía saber bien del potencial destructivo de combates entre gente del nivel de Galand, o los trucos sucios que se podían llegar a emplear-. Y aquel que abandone el combate durante más de una hora, será declarado perdedor automáticamente. ¿Alguna pregunta más al respecto, artesano?- preguntó con lo que parecía genuina educación y respeto-. Es posible que tanto tiempo en esta isla, rodeado solo por la cultura de nuestra estirpe, haga que para mí ciertas cosas sean demasiadas obvias, pero no tanto para los demás.

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17/02/2021, 00:44
Galand Ul Del Verdantis

La confirmación de que debía participar en aquella importante y definitoria prueba de su valía junto al Duk’Zarist… se le hacía algo pesado, no lo podía negar.

Pero Galand estaba allí representando a los Sylvain, no a sí mismo.

Respiró hondo cuando el elfo oscuro se le acercó, mostrando una aparente cordialidad y disposición por dejar atrás los hechos del pasado.

En realidad, Galand se sentía algo acorralado. No le gustaba la idea de confiarle su vida a un elfo que, semanas antes, había intentado matarlo. Pero debía aceptar, era su deber.

Le tendió la mano a Ephiel, esbozando una leve pero forzada sonrisa.

- Trabajemos juntos, pues – convino.

Oros procedió a explicar los entresijos de aquel duelo. Galand lo escuchó con especial atención, asintiendo de vez en cuando, reflexionando sobre sus palabras. Las condiciones eran aceptables, el elfo las aceptaba todas.

- Todo lo que planteáis es comprensible y aceptable, estoy de acuerdo con vuestras condiciones. Lucharemos… - miró a Ephiel – sin contenernos, para no deshonrar vuestras costumbres.

Acompañó su declaración con una deferente inclinación de cabeza, reconociendo la autoridad de Oros en aquel lugar.

- Por el momento todo me ha quedado claro. ¿Cuándo darán comienzo las pruebas?

Luego miró a Ephiel.

- Quizá deberíamos hablar un poco, conocernos algo mejor antes de tener que trabajar juntos en un combate – propuso.

Por un lado, no le apetecía trabajar con el elfo oscuro, pero por otro quería hacer un buen trabajo. Quería impresionar a los Turak, ser aceptado por ellos. Conseguir el huevo de dragón. Si debía colaborar con Ephiel… lo haría lo mejor que pudiese, aunque a regañadientes.

- Ya hemos cruzado espadas, por lo que estamos familiarizados con la habilidad del otro, pero creo que estaría bien poder compartir información sin la tensión de un combate a muerte.

Ephiel había visto su Ophiucos en acción, por lo que era consciente del nivel de poder que ostentaba Galand. Y el propio Ephiel debía de tener un poder bastante elevado, pues había obligado a Galand a usar su arte más secreto. El elfo intuía que también debería usarlo allí. Contenerse de cualquier modo significaría deshonrar a sus anfitriones.

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17/02/2021, 19:35
Narrador

El oráculo de los Turak aseveró que las pruebas tendrían lugar al amanecer. Ofreció a los “héroes” de las razas, como decidió llamarlos, un lugar para dormir, y acceso a ciertas zonas de su morada. No a  todas. Galand tendría la oportunidad de comer, descansar, y socializar… quisiera o no.

Galand no había conocido a la hija de Tavo, y había tenido poco trato con su yerno. Sin embargo, Tavo parecía haber adquirido una creciente confianza y respeto por el Sylvain. Desde que lo vio combatir en el muelle, semanas atrás, y su instinto paternal, educando a Eldar incluso durante un viaje arduo casi sin descanso. Seguía siendo un hombre tosco e intimidante, agresivo y de aire despiadado, pero tenía una risa tan profunda como jovial, y modales en desacuerdo con su figura.

Eldar, por su parte, no tardó en comer y descansar. La dieta de los Turak parecía ser mayoritariamente carne. Por lo principal, peces de distintos tipos. Aquel da había un auténtico banquete de honor, incluyendo tiburón, pulpo y cerdo de procedencia desconocida. La mayoría estaba asado, pero había alimentos al vapor y a la brasa.

El refugio de los Turak estaba carvado en la piedra de la cueva. Galand observó como diversas paredes mostraban la forma de garras o escamas engravadas,  y no pudo evitar preguntarse si los Turak las habían engravado a propósito o había sido un dragón de verdad. Ciertamente, la mayoría de estancias a las que tenía espacio eran lo bastante para que un dragón, o al menos uno joven, pasase. Antorchas y estatuas componían la mayoría de la simple decoración del refugio.

Galand no tuvo ocasión alguna de hablar con el emisario de los D’Anjainy, que pareció haberse esfumado de la faz de la tierra tras la recepción. Y por algún motivo, se sintió demasiado tímido para hablar con la enjuta emisaria de los Devah. La joven de tres ojos y cabellos de seda parecía tener un aire angelical, pero el artesano pensaba que también tenía algo de espectral. Sabía que tenía la facultad de ver las ánimas,  los fantasmas, y aun así Galand no podía evitar pensar en su belleza y su porte, inocente pero rodeado por un aura fantasmal.

O al menos, así quería entenderlo Galand. Tavo y aquella mujer provocaban un efecto en los desconocidos, como lo hizo la pequeña Anna en la mansión de Markusias. Sin embargo, Tavo era inquietante y temible. Anna era encantadora y jovial. Esta mujer, en cambio, era alguien a quien Galand consideraba “protegible”, y aun así, deseable.

Intentando no darle mayor importancia, y manteniéndose lo mayor lejos posible de ella, al  menos antes de la batalla, el artesano comió, hablo con los Turak, y finalmente, al anochecer, entabló discusión con el Duk’Zarist.

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17/02/2021, 19:37
Ephiel

Duk’Zarist. Una raza poderosa, pero a su manera, a los ojos de un Sylvain, despreciable. Alérgicos a metal, de tez oscura, posiblemente por la corrupción, quien sabe. Obsesionados con el poder, su jerarquía, y cómodos organizando su sociedad como una tiranía donde el más fuerte llegaba más alto. No algo diferente a la mayoría de culturas, pero si más desnuda, más cruda. Y por supuesto, los Duk’Zarist se consideraban una raza superior a todas las demás, y no siempre lo ocultaban.

Que Ephiel lo hubiera tratado de tú, y hubiera exhibido tal cercanía durante el encuentro, ajena al protocolo, era una evidencia de que, en el mejor de los casos, intentaba provocar. Fuera a Galand, o a todo el comité. En el peor de los casos, era pura negligencia por falta de conocimiento o voluntad en lo que a etiqueta se refiere.

El hombre descansaba, aun con su armadura completa, que llevaba sin aparente dificultad. Sentado sobre unas rocas, al borde de un pequeño peñasco. Contemplando la tormenta gris en el cielo, el mar azul,  y las rocas negras. Colores con los que probablemente se sentía muy cercano.

Su lanza descansaba sobre su regazo, y el hombre parecía de lo más tranquilo, apacible incluso, mientras contemplaba el terrible paisaje. Hizo una señal con la mano, ofreciendo a Galand sentarse a su lado.

- No lamento intentar matarte- se aventuró a decir, sin desviar la mirada-. Se  me hizo saber que estabas aliado con Sylvia la Sylvain. A partir de ahí, la alta esfera de Samael decidió asumir que, tras dos décadas desaparecido, debíamos asumir tu afiliación como comprometida, y eliminarte de forma preventiva. Mohavo… como se pronuncie, se pronunció en contra, y quería apresarte vivo para cuestionarte. El resto, incluido mi… mentor- añadió  tras dudar- se declararon a favor. Consideraban que capturarte vivo iba a ser demasiado difícil. Si te sirve de consuelo, de haber conseguido capturarte con vida, lo hubiera hecho.

Durante toda la conversación, el Duk’Zarist, invisible bajo su armadura, siguió sin mirar al Sylvain.

- Nada personal. Espero que El  Sin Rostro- nombro en referencia a un D’Anjaini- te hiciera llegar mis disculpas. No dejas de ser un Sylvain- apuntó con lo que debía ser racismo-, pero puedes confiar en mi para pelear a tu lado, y protegerte como haría con cualquier otro de nuestros aliados. Al menos, mientras dure esta guerra. Me alegra que El Principe Sylvain tuviera más sentido que los Daimah, o su hermana.

Ephiel no tenía en estima alguna a Sylvia, al parecer.

- Ya has comprobado mis habilidades con esta lanza, las acrobacias, y con la magia de Oscuridad e Ilusión. Dispongo de alguna Técnica de Ki, pudiendo salvar ciertas distancias cuando las sombras no me sirven como cobertura. Soy rápido, y escurridizo, pero si diez espadas me alcanzan, debo retirarme. Seguramente cubra el campo de batalla en una noche ciega y negra, por lo que deberás usar tu magia como escape, de nuevo. Si me cubres con un escudo, puedo intentar aparecer, interrumpir a uno de los dos, y desaparecer de nuevo cuando empiecen a golpear tu barrera. Intentaré imponerme si alguien, o algo, amenaza con dejarte fuera de combate. Y no tengo intención de revelar todos mis trucos, pero esta lanza me permite golpear con el poder trueno, y con cierto coste, incluso lanzar alguno. Además, puedo manipular las sombras con cierta… habilidad de cosecha propia, usándolas como arma o armadura. Podría apresar a alguien, defenderme, o asediarles sin la lanza, pero como tus espadas, si me han informado bien, mi energía espiritual se debilitaría rápidamente.

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17/02/2021, 19:39
Narrador

Ephiel aseveró poder comandar las sombras, por un precio. Aseveró que era una facultad suya, personal. Galand sabía bien que dicho tipo de habilidades, aquellas que uno no encuentra en los grimorios de magia o en los maestros de Ki, eran raras, pero existían con cierta frecuencia en individuos del nivel de poder de Galand. Cada uno la suya. Su marca personal. Él mismo, con Ophicus, hacía gala de una habilidad increíblemente rara, que sólo había visto, en vida, esgrimir a otro individuo.

Y sin embargo, algo en la mente de Galand le decía que sabía algo al respecto. Su nombre. Su habilidad. Su mentor. Galand sabía algo, pero la verdad no le venía a la mente con facilidad...

- Tiradas (1)
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05/03/2021, 23:07
Galand Ul Del Verdantis

Ahí estaba Ephiel, su inesperado aliado y compañero. Galand todavía tenía sentimientos encontrados sobre aquel peculiar emparejamiento, pero no había nada que pudiera hacer al respecto, así que… se sentó junto al Duk’Zarist.

- Seguías órdenes – admitió Galand tras la justificación del elfo oscuro. No le podía reprochar el haber entablado combate con él.

Pero esos humanos…

Galand se planteó echarle en cara el uso de aquellos pobres hombres que, desde el principio, no habían sabido dónde se metían ni habían tenido ninguna probabilidad de sobrevivir.

Pero… ¿toda aquella alianza no estaba cimentada en el exterminio de los humanos de la faz de Gaia? ¿No sería hipócrita reprocharle el uso de humanos como herramientas cuando su bando se disponía a asesinarlos por miles?

- No se podría decir que encuentro consuelo en la justificación de tus motivos, pero tampoco te guardo especial rencor. Concentrémonos en la tarea que tenemos por delante. Le prometí al Príncipe que mantendría buenas relaciones en nombre de nuestra raza. Es el momento de hacer valer mi promesa – dijo serenamente, indicando que su cordialidad se debía a su deber.

Galand escuchó con atención las explicaciones y la estrategia que planteaba Ephiel. Combinar luz y oscuridad era una tarea compleja. Sus elementos eran contrarios, ¿no?

Pero debían aprovechar las ventajas de su bando. La oscuridad, aunque un truco quizá sucio, era un recurso.

- Tú ya has comprobado mis habilidades. Soy espadachín, aunque mi modo de ataque más efectivo son mis espadas danzantes. En efecto, es un método que consume mucha energía. Pero si el combate no es demasiado largo podría ir con todo desde el principio. También conozco magia de Luz, Fuego y Creación.

> Aunque puedo usar magia defensiva no soy el mejor protegiendo a los demás. Pero puedo sanarte durante la batalla si es necesario.

Cubrir a un tercero con un escudo mágico propio no era la mayor habilidad de Galand. Quizá sería mejor que ambos combinasen velocidad y la oscuridad para incapacitar a sus oponentes antes de que pudiesen reaccionar.

- Quizá, dado que es un combate de 2 contra 2, deberíamos centrar nuestros esfuerzos en derrotar rápidamente a uno de nuestros oponentes. Si somos lo suficientemente rápidos podríamos dejar en desventaja el oponente restante, posiblemente obligándolo a rendirse. Usa tu noche, Ephiel. Yo estaré listo para ver en la oscuridad con mi magia. Entonces, atacamos juntos. Si coordino bien mis espadas, podríamos destruir rápidamente la defensa de cualquiera que no posea un escudo sobrenatural. Si la oscuridad no funciona, podría intentar cegarlos con mi luz. Cuando lance el conjuro te avisaré, para que apartes la mirada.

Era una estrategia. Galand no tenía realmente más trucos que revelar. Ephiel ya conocía su mejor arma, y no tardaría en mostrarla.

Allí, hablando de sus habilidades para el combate, Galand terminó sintiéndose relajado. No lo suficiente como para compartir nada sobre su vida con el elfo oscuro, pero sí como para permanecer unos minutos sentado en silencio, observando el mar, ofreciendo una discreta compañía antes de marcharse.

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10/03/2021, 21:42
Narrador

Al amanecer, Galand pudo contemplar los combates, antes de tener el suyo propio.

Los Turak los llevaron en enjutos botes a un peñasco cercano a la isla. Era grande, con cientos de metros de tierra y roca gris y negra, el oleaje rompiendo contra la cresta. Pero no había un ápice de vegetación, o vida, y el terreno era bastante abrupto, salvo en el centro, que había sido convenientemente aplanado.

Aquella era una zona de combate, o entrenamiento, donde los Turak debían poder entrenar sin miedo a destruir su propia isla.

Todos los emisarios, salvo el Tuan Dalyr, estaban ahí reunidos. También varios Turak, con diversos cuerpos y rasgos, elegidos como los campeones a superar. Arriesgando sus vidas para asegurarse de que los huevos caían en manos dignas, y solo manos dignas.

El primer combate fue el del yerno de Mohavo, Tasunya. Y no fue nada particularmente espectacular. Un Turak de gran tamaño, con una poderosa cola acabada en pinchos, y unas escamas de un color rojo escarlata, gruesas y amplias como una armadura, se presentó imponente y amenazador frente al Jayan. Sin embargo, dejó su escudo y su armadura en el suelo, y el campeón Jayan hizo lo propio.

El mandoble del Jayán, de un tamaño sobrehumano, pero no tan grande como el arma del propio Mohavo, resonaba con un eco gélido, haciendo retroceder al Turak. Aunque el hijo del dragón en ocasiones se movía más rápido, y hacía retroceder el cuerpo del gigante de tres ojos, no tardó en acumular más heridas y acabar en el suelo, consciente pero sangrando e incapaz de seguir combatiendo. Lo sacaron de la isla, en un bote, con simples vendajes. Fue un combate duro, entre individuos enormes y demoledores, pero lentos, sin gracia ni astucia.

Todo lo contrario al siguiente combate. El D’Anjaini, delgado, de estatura media y portando una máscara blanca para cubrirse el rostro, cargaba una daga en el cinto y blandía dos armas. Un florete y una espada corta y ligera. Armas mucho menos imponentes que un mandoble, o una espada bastarda. Su oponente, un Turak fino pero de aspecto atlético, cargaba una espada larga y una corta. El mismo se movía muy rápido, y cual experto acróbata se movía entre las rocas sin dificultad alguna. Su ki incluso le permitió dar grandes saltos, abarcando grandes distancias como una rana.

Pero el D’Anjaini parecía ser un Tecnicista experto, y su cuerpo se desdobló en copias de si mismo. Docenas de aquel hombre anodino acabaron confundiendo al acróbata, que perdió de vista al original cuando el mismo se esfumó en el aire. Su Ki le permitía teletransportarse a cortas distancias, fundiéndolo con sus clones. Otra técnica mantenida le hacía increíblemente rápido, aunque el acróbata hacia lo mismo, equiparando sus ritmos como una rápida sinfonía que Galand apenas podía seguir con los ojos.

Finalmente, el D’Anaini empleó una tercera técnica, que lo teletransportaba cerca del acróbata Turak, pero rápidamente se desdoblaba en cinco cuerpos, lanzando cinco ataques camuflados. Los ataques eran reales, pero cuatro cuerpos eran falsos. Ello, sumado a sus múltiples copias, que peleaban torpemente y se desvanecían con un golpe, pero seguían asediándolo e intentando golpearlo, hicieron que el Turak acabara sucumbiendo a una infinidad de cortes finos que acabaron por inutilizarle los brazos. No estaba tan malherido como el gran Turak del combate anterior, pero era incapaz de dar guerra sin poder empuñar un arma.

Y sin embargo, el tercer combate fue el más intimidante de todos.

La enjuta pero atractiva Devah aguardó de pie en el campo de batalla, sin armas de ningún tipo. Galand notó, sin embargo, diversos conjuros flotando a su alrededor, mantenidos. Su oponente, un Turak con amplias alas, algo que Galand había visto en muy rara ocasión durante su tiempo en las tierras de la raza.

En cuanto el combate empezó, la mujer se alzó en el aire como una flecha disparada hacia arriba, pero Galand notó que no había Ki ni magia a su alrededor, propulsándola. El Turak dio un gran salto vertical, impulsado con su Ki, y empezó a planear rápidamente en dirección a la joven, arma en mano. Pero entonces se vio asaltado por dos ataques. Por un lado, un doble tajo de aire, afilado y cargado de magia, amenazó con golpearlo por ambos flancos, obligándole a descender. Pero tras esquivarlos, algo lo atenazó en medio del aire, lanzándolo contra el suelo y estampándolo contra la roca como si fuera un insecto.

Antes de que pudiera recuperarse, la mujer conjuró un remolino de aire que lo dejó completamente a su merced, desconcertado y girando en el aire, atrapado por la corriente, y el Turak soltó su arma, llevándose ambas manos a la cabeza mientras profería un grito desgarrador.

Siguió gritando durante unos segundos, como si le estuvieran arrancando los pulmones del pecho, y perdió la consciencia. Giró brevemente en el remolino, como un muñeco de trapo, y el remolino se apagó, haciendo que cayera contra el suelo como una piedra que se desprendía de un acantilado. No se movió, pero Galand observó que aun respiraba.

Los demás Turak lo arrastraron hacia una esquina, pero no se lo llevaron en un bote como los anteriores. No tenía heridas aparentes, salvo quizá alguna contusión por los golpes contra el suelo, pero no parecía recuperar la consciencia todavía.

Galand no pudo ver ni percibir aquello que le había golpeado, pero pudo suponer que era algún tipo de mentalismo. Algo extraño entre los Sylvain, pero no entre los Devah. Una hechicera mentalista de su nivel, con magia de aire, telequinesis y telepatía debía ser… terrible. Y aun así, de veulta en tierra firme, su aspecto y su actitud seguía siendo tan inocente como atractivo.

El Turak ni siquiera pudo tocarla, y el combate duró menos de 10 segundos. Galand pudo ver como Oros, el chamán de los Turak, giraba la cabeza. Avergonzado, decepcionado, o humillado, la verdad es que daba igual.

* * * *

Entonces llegó el turno de Galand. Su aliado Duk’Zarist estaba a su lado, cargando su lanza y oculto bajo su armadura plateada. En frente suyo, Oros, el chamán de los Turak, con una túnica roja y dorada, apoyado en su bastón con ambas manos. Parecía poca cosa, medio encorvado y con un aspecto frágil, pero Galand sabía perfectamente que su apariencia debía engañar. A su alrededor, Galand percibió una magia ambarina, recorriéndolo a una escasa distancia con un movimiento sutil pero sinuoso.

Y al lado del hechicero Turak, otro imponente Hijo del Dragón se alzaba. El varón tenía una complexión amplia y estatura significativa, como los demás Turaks cuya altura amenazaba con competir con la de un Jayan. Escasos, pero claramente presentes.

Lucía una armadura completa, de color plateado con zafiros incrustados. La calidad era exquisita, y parecía hecha a medida para él. Aquel hombre debía de ser importante, ya no solo como guerrero, sino en la cadena de mando de los Turak. Y Galand sabía bien que la cadena de mando estaba basada en su talento para la guerra. Sin embargo, Galand contempló con cierto temor como aquel hombre también tenía su propia magia rodeándole, no con una danza ambarina, sino un fulgor del color de las llamas.

El combate dio comienzo.

El Duk’Zarist bajo su armadura fue el primero en moverse. Como era de prever, el varón estiró la mano y una humareda negra se materializó de la nada. Galand quedó envuelta por la misma, y todo a su alrededor se volvió completamente negro. Atento, el Duk’Zarist permaneció listo para moverse, pero espero a que Galand diera el primer paso. Era su momento de actuar, adelantándose aún, en aquella fracción de segundo, a sus oponentes.

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18/03/2021, 22:29
Galand Ul Del Verdantis

Algunos combates fueron poco entretenidos. Otros cortos pero emocionantes. Galand se vio obligado a admitir que se encontraba entre personajes de temible poder. En aquel contexto, no podía defraudar la responsabilidad puesta sobre sus hombros por el Príncipe.

Llegó el momento de que su compañero y él mismo se enfrentasen a los Turak. El propio Oros, que parecía ser el anfitrión de todo aquel evento, se personó como su oponente. Acompañado de un temible y corpulento Turak. Ambos poseían magia. No sería un enfrentamiento justo de otro modo…

El combate dio comienzo, y Ephiel usó su magia de oscuridad para cubrir el campo de batalla con una densa y oscura niebla negra.

Galand no tenía tiempo que perder. Extendiendo una mano hacia un lado invocó a Legado de Verdantis, que se materializó en su mano con un melódico tono metálico. Con su magia fluyendo a toda velocidad desde la espada, invocó un conjuro que ya estaba muy acostumbrado a usar.

La magia de creación fluyó por su cuerpo y comenzó a modificarlo. Sus ojos se tornaron completamente blancos, y sus orejas crecieron y se volvieron peludas, como las de un murciélago. De pronto comenzó a captar el entorno como un conjunto de vibraciones, un mapa físico que no requería de vista. Sus rasgos se volvieron más afilados y bestiales, como los de un depredador, y su piel se volvió de una tonalidad aturquesada.

En ese momento, viendo a sus objetivos perdidos en la niebla negra, acometió contra el enemigo que le pareció más peligroso. Oros.

Enarbolando Legado de Verdantis, se lanzó a por él. No podía invocar su Ophiuco, no todavía. Acometió con una poderosa estocada, por sorpresa, sin avisar. Sin reservas.


Declaro dos acciones:

- Gasto 2 Punto de Cansancio para aumentar mi ACT en 30. Lanzo Adquirir Poderes en Grado Base. (100PD -> Adquiero Visión extrasensorial (30PD), Reacción incrementada +30 (30PD), Vuelo Místico 6 (40PD))

- Ataco con Legado de Verdantis a Oros (-25 HA por acción adicional). HA final 418. Daño base 100. -3 TA.

 

- Tiradas (2)
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18/03/2021, 23:07
Narrador

Galand percibió a Ephiel a su lado. Alerta y tenso, con los músculos en tensión, listo para saltar. Conforme Galand se abalanzó contra Oros, el Warlock Duk'Zarist hizo lo propio, avanzando a la par que Galand. Sus ataques impactaron primero sobre Oros, o mejor dicho, sobre su escudo. Aquella magia ambarina se meció alrededor del brujo, protegiéndolo de las tres rápidas estocadas sin que pudiesen atravesar su defensa. La primera y la segunda fueron decentes ataques, para alguien que acababa de cubrir el campo de batalla y lanzado un conjuro, aunque nada remotamente comparable al posterior ataque de Galand. Su tercer ataque, en cambio, fue bastante a la desesperada.

Galand casi pensó que el Duk'Zarist, o bien estaba intentando desgastar el escudo del chamán, o símplemente asustar al equipo para ponerlos a la defensiva, y así salvaguardarse a si mismo de una ofensiva. Acoso y derribo, aunque en aquel ataque no consiguió más que ostigar a Oros y debilitar su escudo.

El ataque que ecandenó Galand, sin embargo, justo tras los del Duk'Zarist, acertó exactamente entre las fisuras de su escudo, dañándolo pero, además, clavándose en pleno abdomen del chamán, que profirió un alarido. Su lengua fíbida asomó por la comisura de los labios, siseando de dolor mientras alzaba levemente la mandíbula y se encorbaba. La sangre, de un rojo oscuro y olor metálico, manó del chamán por su piel, y salpicó el suelo de roca negra con golpes irregulares.

Oros se aferró con fuerza a su bastón, entrecerrando un ojo. Un órgano perforado, los intestinos cortados, o huesos rotos. Era difícil de saber, pero aquel grito no era por el simple dolor de la carne perforada, sino de daño físico interno y real. Medio golpe más como ese, y Oros no estaría luchando por combatir su dolor y su impedimento físico, sino por mantenerse consciente y en el combate. A todas luces, sin embargo, su papel había quedado claramente marchito antes de empezar. Incluso Ephiel giró su rostro levemente, mirando a Galand tras el yelmo.

La respuesta, sin embargo, no se hizo esperar. El gran Turak, enfundado en su armadura, bramó al aire mientras cargaba contra Galand. Descargó su mandoble contra el mismo, y Galand sintió en la tensión del cuello, de las manos, y del cuerpo en general del hombre, que aquel Turak estaba consumiendo una enorme cantidad de su energía física. Algo imposible para un individuo corriente, pero Galand sabía que, cuando dominabas tu cuerpo para hacer uso de la energía necesaria, ya fuera poca o mucha, era posible desgastar tanto tu cuerpo en pocos segundos, concentrando buena parte de tus fuerzas en un ataque brutal.

Pero mientras se defendía, Galand escuchó un bramido en su lateral derecho, más allá de la zona negra que Ephiel había conjurado. Pudo observarlo ligeramente antes de defenderse del ataque del Turak, y observó, con cierto terror, cómo una especie de portal mágico, como un agujero en el espacio desde otro lugar, se abría, dando paso a una cabeza de dragón.

El dragón, un dragón real y no un híbrido humanoide, comenzó a abrirse paso por aquella grieta, que crecía rápidamente. Sus escamas eran azules, grises y plateadas, de un tono oscuro, y por el tamaño de su cabeza, aunque Galand no podía estar del todo seguro parecía adulto y totalmente maduro. Iba a suponer un problema.

Galand vio el mandoble sobre sí, forzándolo a defenderse o sufrir la cólera de su imponente ataque.


Oros sufre un Golpe Crítico y un penalizador a toda acción de 64, que se recupera a 5 puntos por salto hasta un mínimo de 32.

El Ataque Final del Turak es de 366 con un Mandoble. Aplica un -3 a la TA y el 100% del Daño sería 130. Ha utilizado más de 2 puntos de Cansancio para dicho ataque, y Galand tiene la sospecha de que ha realizado otra acción dicho turno, quizá empezar a invocar al dragón de algún modo.

Tras la defensa de Galand, empieza un nuevo turno. Ephiel te saca la iniciativa, pero aguanta su acción y va Galand primero otra vez.

Espacio - Oros - Espacio

Ephiel - Galand - Campeón

NIEBLA NEGRA - NIEBLA NEGRA*

NIEBLA NEGRA - NIEBLA NEGRA*

NIEBLA NEGRA - NIEBLA NEGRA*

Espacio - Espacio -Espacio

E* - Cabeza Dragón - Espacio

*E = eEspacio

*Niebla Negra = Las 3 filas requieren más de 1 turno con el Tipo de Movimeinto de Galand (Terrestre o Volando)

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24/03/2021, 16:08
Galand Ul Del Verdantis

El ataque de Galand dio en el blanco, a través de Legado de Verdantis sintió como la vida escapaba del anciano Turak, manchando de sangre el filo de su espada.

Retiró rápidamente su arma, justo a tiempo para sentir como el poderoso ataque del otro Turak se cernía sobre él. A pesar de la niebla oscura y de su rápida cometida, el ataque del enorme oponente se proyectaba hacia él como una fuerza imparable y demoledora.

Galand dudó medio instante antes de darse cuenta de que debía hacer lo posible por repeler aquel ataque. Suerte que llevaba consigo a Legado de Verdantis.

Canalizando sus energías místicas, Galand solidificó su escudo mágico entre sí mismo y el ataque. Su conjuro tomó la forma de filos espectrales que aparecieron de la nada, interponiéndose al mandoble.

No fue suficiente para detener el ataque por completo, pero sí para amortiguar gran parte del impacto. El filo del enorme Turak alcanzó a Galand en el hombro, atravesando su armadura como si no estuviese ahí. El corte fue superficial, pero logró poner en tensión al elfo. Un ataque mal encajado de aquel mandoble significaría quedar fuera de combate.

Por si fuera poco, un enorme dragón había aparecido en el campo de batalla. ¿Era aquel enorme Turak un jinete de dragón? Parecía que los Turak habían puesto frente a ellos a lo mejor de lo mejor.

Pero no era hora de dudar.

Respirando hondo, Galand abrió la mano con la que empuñaba a Legado de Verdantis, dejando caer la espada. A su alrededor, con su familiar coro metálico, se materializaron sus 9 espadas restantes.

Era hora de pasar a la ofensiva. Y con el hechicero algo herido, Galand pensó que la mayor amenaza era el Jinete.

Las espadas danzaron en el aire, y se lanzaron contra el enorme Turak del mandoble en una tormenta de acero.


El ataque me golpea con una TA efectiva de 0 y me hace 23 puntos de daño.

Uso Liberación Absoluta, con 6 ataques por 6 de ki. Dirijo los 6 ataques contra el enorme Turak del mandoble. Todos con habilidad plena, sin apuntar ni maniobras. -2 TA Daño base 90.

- Tiradas (8)
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26/03/2021, 00:37
Narrador

Ante el temible despliegue de filos, mientras Galand desataba su mejor arma contra el Turak de la ostentosa armadura, Ephiel dio un amplio salto hacia atrás, desapareciendo entre las sombras a sus espaldas. Sin embargo, Galand sabía perfectamente que seguía ahí, casi en el borde, acechando.

Un movimiento rápido de sus manos conjuró unas largas cadenas de color obsidiana. Estas, entre las piedras negras, sisearon hasta alcanzar a Oros. Las mismas se estamparon contra su escudo mágico, que brilló con un resplandor anaranjado antes de ser atravesado. Las cadenas erraron, en su mayoría, pero una alcanzó una mano del hechicero, apresándola a la altura de la muñeca. El resto siguieron moviéndose, amenazando con reconducir su rumbo e intentar atenazar de nuevo al chamán.

Ahora Ephiel no estaba a la vista, pero Oros no iría a ningún lado. Galand no sabía mucho del estilo de combate de Ephiel, pero por su combate con él, sabía que ahora, cual araña, podía jugar con Oros como si fuera su presa.

Mientras tanto, los múltiples ataques danzantes de Galand fueron acertados y diestros. El escudo sobrenatural de su oponente bailó con las espadas, moldeando la cola de un dragón, sus zarpas, y sus alas, intentando desviar los golpes. Y lo consiguió, en buena parte, pero todos ellos acabaron golpeando la armadura del guerrero. Era una armadura remarcable, no solo por su calidad y joyas incrustadas, sino su consistencia y distribución.

Varias hojas de Galand rebotaron con un tono metálico, mientras el Turak encajaba rápidamente los golpes. Sin embargo, tres filos acertaron a cortarlo, hundiéndose brevemente entre las juntas, y salieron salpicadas de sangre. Aun así, el guerrero, quizás no demasiado rápido, pero sí duro, no parecía particularmente afectado.

Aquellos ataques quizá ya hubieran derrotado a Ephiel o a Oros, pero aquel guerrero parecía entero, salvando por la sangre en los filos de Galand y alguna mancha salpicada en la armadura. Por suerte, los golpes le impidieron contraatacar a Galand, algo afortunado teniendo en cuenta su ataque previo. Y mientras tanto, al otro lado del campo de batalla, más allá de la niebla negra donde se ocultaba Ephiel, el dragón seguía avanzando por el portal. Un rugido desgarrador pobló el campo de batalla mientras se unía y una garra asomaba por el portal.

Ephiel no perdió el tiempo. Aunque no tan diestro con Galand con su arma, por el momento se mostraba más ágil. Su lanza silbó, virando en el aire mientras se abalanzaba contra el hechicero desde las sombras. Las cadenas de oscuridad siguieron danzando alrededor de Oros, luchando contra su barrera sobrenatural. La que ya le había alcanzado se enroscó más sobre su muñeca izquierda, pero otras dos le apresaron el muslo y la muñeca derechos. Como un rayo, el acróbata salió de la masa de oscuridad y su lanza, en una clara estocada, quizás demasiado osada y exponiéndole a un ataque, se hundió en la clavícula del Turak, que gritó de nuevo, aunque con menor intensidad. El pobre Oros aguantaba, y por el momento parecía que lo hacía más por ganarle tiempo a su compañero que por hacer algo en aquel combate.

Era el momento de Galand.


Espacio - Oros - Espacio

Ephiel - Galand - Campeón

NIEBLA NEGRA - NIEBLA NEGRA*

NIEBLA NEGRA - NIEBLA NEGRA*

NIEBLA NEGRA - NIEBLA NEGRA*

Espacio - Espacio -Espacio

**G.D. - **C.D. - Espacio


**Garra Dragón + Cabeza Dragón

*Niebla Negra = Las 3 filas requieren más de 1 turno con el Tipo de Movimeinto de Galand (Terrestre o Volando)

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02/04/2021, 16:49
Galand Ul Del Verdantis

Galand había sacado su arma secreta desde el primer instante, pero aquel combate estaba lejos de terminar. Con un dragón saliendo de un portal más allá de la nube negra de Ephiel, Galand era consciente de que estaban luchando en una peligrosa cuesta arriba, y a contrarreloj.

Cuanto más se demorasen en derrotar al Turak del mandoble, más podría convertirse aquel combate en un peligrosísimo tres contra dos. Ephiel parecía estar manteniendo a raya al Maestro Oros, por lo que era la responsabilidad de Galand seguir enfrentando al enorme Turak.

En un combate contra otros usuarios de la magia, el mejor recurso con el que contaba Galand era su propia velocidad, pericia y Ophiuco. Romper un escudo sobrenatural era endiabladamente difícil, puesto que el defensor no se veía dificultado en defenderse de la marea de ataques que el elfo era capaz de desencadenar.

No le quedaba más remedio que seguir acometiendo, por el momento. Aunque, si no era ahora el momento de arriesgarse con su propia, ¿cuando lo sería?

- ¡Ephiel! - gritó Galand -. ¡Prepárate, lo haré!

Era su señal. En unos pocos segundos Galand usaría su magia de luz para intentar cegar a Oros y al otro Turak, pero necesitaba que Ephiel se alejase o se tapase los ojos para resistir los efectos.

Mientras tanto, seguiría tratando de romper la defensa del enorme Turak.


Uso de nuevo Liberación Absoluta. De nuevo 6 ataques por 6 de ki. Lanzo mis 6 ataques contra el Turak del mandoble. -2 TA Daño base 90.

- Tiradas (10)
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02/04/2021, 16:59
Narrador

Ephiel asintió a las espaldas de Galand, algo que el Sylvain sólo pudo percibir gracias a la percepción extrasensorial que su magia le prestaba. Mientras tanto, las espadas de Galand cantaron en el aire, girando sobre el guerrero Turak. El escudo del mismo se defendió con alas, garras y colas, interceptando un par de espadas con zarpas de magia, pero cuatro ataques se deslizaron entre el barrido de sus alas y el látigo de su cola.

El primer golpe, de nuevo, pudo escurrirse brevemente entre las juntas de su armadura, y el filo salió teñido de sangre. Sin embargo, los dos siguientes golpes, certeros y precisos cómo sólo un individuo con la relevancia de Galand podía lograr, penetraron con una pequeña estocada en su hombro y su pantorrilla, entrando desde la junta en la rodilla. El Turak gruñó, pero con un elegnte movimiento defensivo se deshizo de las espadas, recuperando su posición, pero la sangre había bañado los filos, salpicado el suelo, y se escurría por la armadura del Turak.

Sin embargo, el varón no parecía dar señales de que el dolor o algún impedimento físico le molestara. Gruñó levemente, ya no por la molestia de los cortes penetrantes, sino por su posición en aquella refriega, y bloqueó el último ataque. El mismo rompió su escudo sobrenatural, que se hizo añicos como un espejo antes de desvanecerse, pero el mandoble del turak se impuso, devolviendo la espada bastarda con violencia. Su escudo se reformó, mostrando brevemente el cuerpo completo de un dragón, alzándose, antes de convertirse de nuevo en una bruma de la que garras, colas y alas se formaban brevemente.

Oros, malherido, luchó contra las cadenas, pero habiendo siendo herido hacía escasos segundos, aún era incapaz de intentar lanzar ningún escudo agresivo.

El siguiente movimiento lo hizo el dragón. Su otra garra había atravesado el portal, y se posó en el suelo con un estruendo. Ahora el portal se ensanchaba, y su torso comenzaba a atravesarlo rápidamente. Sin embargo, con ambas zarpas en el suelo y la cabeza y el cuello completamente en aquella dimensión, la criatura bramó a pleno pulmón, aunque no pareció escupir fuego, hielo, descargas de rayos o alguna esfera de energía. Sin embargo, una brisa cargada de magia surcó el aire a la velocidad del Zeon, envolviendo a Oros con un remolino. El aire se hizo visible con un tono azul pálido, y Oros desapareció en el remolino. La percepción de Galand situó los bordes de su cuerpo, como una figura irrumpiendo en el aire, ante la zarpa derecha del dragón, que se apresuró a alzarse sobre Oros y posar cada una de sus garras a su alrededor, como una jaula abierta.

Ephiel, sin embargo, dio un paso atrás, fundiéndose con las sombras que había conjurado. Y entonces vio como el Zeon se arremolinaba a su alrededor, fusionando su cuerpo con las sombras y trasportándolo por las mismas hasta la garra del dragón. Su cuerpo se reformó, y antes de que el dragón pudiera reaccionar, lanzó una estocada más hacia Oros, impactándolo de pleno en el lateral derecho de los intestinos. El hechicero bramó, postrándose con una mano en el suelo mientras su escudo repelía la lanza, y la sangre comenzó a salpicar el suelo. Seguía consciente, pero aquel ataque había causado, de nuevo, daños considerables más allá del dolor.

El guerrero Turak miró directamente a los ojos a Galand, amenazante, mientras se preparaba para repeler de nuevo sus ataques.

- Tus espadas tienen sus giros contados, Sylvain- amenazó el Turak. Aunque el tono de su voz no parecía el de una amenaza. Quizá tratara de ponerle nervioso, o quizá pretendía hacerle saber que su Ki no duraría para siempre.

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09/04/2021, 21:49
Galand Ul Del Verdantis

Galand chasqueó la lengua. En aquel combate, tanto Ephiel como el propio Galand dependían de su velocidad, y de someter a sus contrincantes antes de que sus recursos ardiesen por completo.

La defensa del guerrero Turak estaba resultando impecable, incluso ante la incesante acometida que era Ophiucos. Galand no podría seguir manteniendo aquella acometida de forma constante, por lo que era hora de tratar de emplear otros trucos.

Acumulando en unos instantes el Zeon que necesitaba, concentró frente a sí mismo una gran cantidad magia de luz. Con un aullido, el Zeon se concentró y estalló en un flash cegador.

Si con eso el guerrero Turak bajaba la guardia, ni que fuera por unos instantes, Galand aprovecharía para golpear con todo lo que tenía.

Justo después del estallido de luz, los filos de Galand acometieron de nuevo contra el guerrero, cantando al unísono. Uno tras otro, en perfecta sincronía.

Galand ni siquiera contestó. No deseaba hablar con el Turak en aquel momento, simplemente terminar con el combate. ¿Aún no habían tenido suficiente los Turak con las heridas que habían causado a Oros? ¿Por qué no se rendía?


Declaro dos acciones.

Con la primera lanzaré un conjuro de Luz: Flash Cegador. Nivel Base (50 Zeon). Debe superar una RF contra 140 o lo ciego tantos asaltos como el número de decenas por el que falle la resistencia.

Con mi segunda acción ataco con otra Liberación Absoluta de Ophiucos. Hago 4 ataques por 4 de ki, con -25 HA por la acción adicional.

- Tiradas (7)
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09/04/2021, 22:30
Narrador
- Tiradas (1)