Partida Rol por web

La situación pintaba mal, muy mal.  Desde su posición privilegiada y oculto a los ojos de los demás Kartag vio como Akromm aceptaba el reto de Leviathan y como en unos poco latidos de corazón superaba la distancia que le separaba del gigante humano, propinándole un golpe tan brutal capaz de matar a cualquier otro guerrero. En ese mismo instante el monje de Majere supo que iban a morir en aquel solitario paramo. Saliendo de su escondite recurrió a su magia innata y lanzo a Akromm su poderoso aliento ácido, el mismo era  capaz de fundir cualquier materia en una línea de 60 pies. Pero hoy no parecía ese día. Acto seguido se movió a gran velocidad cargando  y saltando sobre su espalda con la intención de morder el desprotegido cuello del ogro e inocularle su poderoso veneno. Sabía que era un rival duro pero intentaría aferrarse lo mejor que pudiera mordiéndole  una y otra vez hasta que consiguiera inmovilizarlo con su veneno. Solo esperaba que su compañero aguantara lo suficiente para acabar con el monstruo para poder salir vivos  de allí antes de que sus secuaces cayeran sobre ellos. En ese momento deseo que hiciera acto de presencia Desdemona asaetando  gravemente al ogro y rogo a los dioses para que el resto de sus compañeros hubieran dado cuenta de las fuerzas de Akromm en el interior de la Torre. Si conseguían ahuyentar a la bruja y a los últimos goblinoides, quizás y solo quizás tendrían alguna oportunidad...

Agarrándose con fuerza rodeo con sus brazos el cuello del ogro y haciendo lo mismo con sus piernas se aferró a su armadura de piel, viendo de reojo que Leviathan se recomponía alzando su afilada hoja y lanzando un poderoso tajo con Damocles. Justo en ese momento sus miradas se cruzaron aceptando el mortal destino.....

 Baigron siseo, aun dolorido por las heridas que había sufrido durante el combate, estaba preparándose para un nuevo embate, cuando el Orog cambio de estrategia y para eterno horror de Baigron, el jodido monstruo se las apaño para hundir su hacha en el pecho de Tarben.

El universo se pauso un segundo para Baigron.

No.

Tenia que ser una mala broma, era imposible, tras todo lo que habían sufrido, tras aguantar la dichosa torra y vencer a diablos, acabar vencido por un maldito golpe de suerte de un idiota que apenas era capaz de sumar dos y dos y que le diera como resultado aplastar cabezas.

A veces el universo era un autentico cabrón y para Baigron; cuya experiencia vital pasaba por múltiples horas de ardua tortura a manos de seres que hacían del sufrimiento un arte; ver caer a un compañero, a alguien cuya fe jamas había flaqueado, era algo que afectaba profundamente a Baigron.

Dejando caer las armas al suelo, Baigron se arrodillo inmediatamente al lado deTarben, constantemente de los reptilianos labios de Baigron solo salían silbidos que bien podrían ser traducidos como: No, no, no.

Baigron distaba de ser el mejor sanador del mundo, de hecho la mayoría de lo que sabia era por las múltiples heridas que había tratado durante su servicio como esclavo de esos que vivían en la infraoscuridad, sin embargo, Baigron tenia la esperanza de que pudiera serle de ayuda a Tarben.

Segundos después, esa esperanza se apago, al ver que la hacha del orog había destrozado completamente el pecho de Tarben, incluso con la armadura, los órganos internos estaban afectados y la hemorragia era incontenible.

Posando una garra sobre la cabeza de Tarben y otra sobre la herida del pecho, Baigron comenzó a canalizar todo cuando le quedaba de ese pozo sin nombre del que extraía pequeños milagros. La fe de Baigron era poco mas que una broma a estas alturas, pero la fe de Tarben era real y tangible, algo que lo acompañaba como un sudario y que había servido al caballero incluso en los momentos mas oscuros.

Los silbidos de Baigron se llenaron con una plegaria, la primara en años. Una plegaria honesta y verdadera, un ruego sentido y de corazón para que lo fuera que aun lo consideraba digno de ese poder ayudar al caballero.

Chispazos de energía divina manaron de Baigron pero era como tratar de llenar un lago con un dedal, admirable, pero inútil.

La amargura de Baigron era casi como un sudario para el draconiano, que cerro los ojos de Tarben con sus garras y sacudió la cabeza hacia sus compañeros.

Es demasiado tarde, el impacto ha acabado con el al instante, no hay nada que hacer. Resumió a los otros que habían luchado a su lado, en cuanto despacharon al orog.

Dioses, ¿así es como pagáis la fe?. No pudo evitar Baigron pensar, observando los mortecinos rescoldos de la energía que había utilizado con asco y desprecio, horrorizado de que alguna vez pago homenaje a semejantes seres, caprichosos e infantiles.

Muy problemente Kartag hubiera elegido otro momento para entrar en escena, pero la carga de Akromm contra Leviathan le había hecho cambiar los planes sobre la marcha. Tenía controlado al segundo de los Orog guardaespaldas que había quedado protegiendo la posición de su lider, que, para mas "inri" sabía que estaba oteando la herbosa meseta en la que se encontraba la torre buscandole a él. La bruja musitaba para sí, concentrada en algo que estuviese haciendo, y los goblins estaban demasiado absortos en el combate, así que, cuando el guardaespaldas de Akromm, se giró para comentar algo con la Shûlz, se levantó, y justo antes de correr sobre la húmeda hierba hacia Akromm, abrió la mandíbula, y lanzó su arma de aliento, legado de la parte del dragon del que provenía.

Akromm estaba pendiente de Leviathan que, tras recibir el tremendo mazazo, se debatía con fuerza, moviendo su espadón a un lado y a otro, mientras procuraba no quedarse estático ante el demoledora arma de su enemigo, mientras buscaba el momento para devolverle al ogro, parte al menos, de la medicina recibida. Pese a que el aliento de Kartag apenas provocó sonido alguno, y de hecho, ninguno de los del carromato fue capaz de reaccionar, Leviathan sí notó como el ogro movía ligeramente el rabillo del ojo hacia ese lado, y hacía un movimiento lateral intentando esquivarlo. Sin embargo, ya fuera porque le costaba mover su colosal cuerpo, o porque Leviathan le presionaba con su no menos temible espadón, el caso es que un siseo y olor de piel y pelo quemado se elevó de su piel cuando el ácido le alcanzó de lleno, robándole un sonoro gruñido de dolor mientras apretaba los dientes.

Tras eso, el guerrero ogro trató de prepararse para la carga del draconiano, pues a esas alturas ya le había visto, lateralizando su posición para controlar a sus dos oponentes. Hizo unos movimientos circulares con su maza, tensando con fuerza los musculos de sus brazos y pecho, y cuando el kapak llegó hasta él, lanzó un golpe de barrido para interceptarle, aprovechando su mayor envergadura. Kartag intentó hacer una voltereta sobre el suelo para evitarlo, y poder lanzarse contra el cuello del ogro, y a punto estuvo de conseguirlo, pero no estuvo lo suficientemente rápido: la maza acabó impactándole  de lleno en el pecho con sus negras púas, haciendo saltar escamas por el aire, y robándole el aire de sus pulmones. Pese a eso, y gracias al estricto entrenamiento para controlar las emociones y el dolor, el draconiano sacó fuerzas de flaqueza para saltar sobre su enemigo con idea de morderle e inocularle su veneno paralizante, pero la nausea y el desvanecimiento amenazaban con llevarle a la inconsciencia, así que quedó unos segundo dudando si arriegarse a hacerlo, pues su consciencia pendía de un hilo... Finalmente, y pese a las ganas de dejar al enorme ogro fuera de combate, Kartag aprovechó el empujón de Akromm para hurgar en su bolsa y recuperar una de las pociones que atesoraba, una que podía evitar que cayera al precipicio de la inconsciencia...

Chossss! Me imaginaba. Haber que no me entero. Si o si caigo inconsciente? O si sigo cargando cayo inconsciente. Si paro la carga, podría sacar poción extra de curación y beberla para el siguiente round? 

Kartag optaría por la opción mas lógica. La de poder sanarse.

DM: Eso es, si finalizas la carga, la puedes finalizar, pero al acabar el turno, pierdes 1PG. Si te paras, y te separas, puedes tomarte la poción, y entonces no pierdes PG. De hecho, si te tiras un conjuro de curación, que te haria perder un 1PG, como el propio conjuro te curaría PG, pues no caerías en negativo.

Dado que con una Accion de Movimiento llegabas hasta Akromm, pues le tenías a 40', que es lo que tienes tu de movimiento, sí, te dejaría no atacar y sacar la poción, para tomártela el round siguiente. Sin embargo, tengo que decirte que sacar un objeto almacenado genera AdO, así que, aunque habitualmente solo se puede hacer un AdO por turno, hay una posibilidad de que pueda hacerte otro (eso sí, para hacerlo tendría que tener una Dote específica que permite hacerlo...). Te arriesgas??

Los ogros no suelen ser muy inteligentes. Así que creo que me arriesgare. Hay mama!!

DM: Ok, pues cuento con ello, y lo corrijo arriba!! Has tenido suerte: no hace mas AdOs por turno!! ;)

... Las palabras de Baigron cayeron como una losa sobre los hombros de los tres compañeros, y entonces pudieron sentir el lúgubre silencio que ocupaba aquella escalera plagada de cadáveres, cadaveres de orcos, y trasgos, pero también de Tarben Uth Crownguard, el fervoroso Clerigo de Kiri-Jolith sobre el que había recaído la tarea de recolectar las distintas piezas del Juego de Khas de M'fistos, aquel diabólico artefacto del que apenas se tenían conocimientos, pues databa de antes incluso de la formación del mundo. Era un fervoroso clérigo, sí, pero también amigo de Zoak. El minotauro había estado taciturno desde que se levantó, y en retrospectiva, pareciese que hubiera presentido algo, pero él sabía que no era así, su desazón se debía al secuestro de su hermana por alguien cercano al Clero de Sargonnas, el implacable Dios al que rezaba buena parte de su Pueblo, pero no él, no su familia, que pertenecía a la rama Kaziganthi, en honor a Kaz, amigo y compañero de Huma, el famoso Caballero de Solamnia.

Zoak permaneció un rato con la cabeza gacha, observando el cadaver de su amigo. Era dificil ver traslucir nada en su mirada. Tras la ira que le había embriagado durante el combate, ahora solo parecía tener un hondo pesar. Se arrodilló junto al cuerpo caído del rubio solámnico, y dijo, en voz baja y ronca:

— No era este tu momento, noble Tarben!! — Sonó un poco a reproche, pero estaba claro que no era contra él — Pero al menos lo has hecho luchando por lo que creías, y en combate. Quizá no podemos esperar una muerte mas digna, y no arrugándonos junto a una hoguera, mientras nos calentamos las manos...

Entonces bajó la cabeza, y cerro por un momento los ojos, arrodillado como estaba. Sus labios temblaban levemente, como si rezara, y quizá lo estuviese haciendo pues, de pronto, ante la sorpresa de todos, el cuerpo del solámnico empezó a brillar, al principio levemente, pero después mas y mas creciente, de un dorado puro. Zoak se había levantado para entonces, retrocediendo un par de pasos, mientras miraba de forma interrogante a Baigron y Anubis: — Que demonios...??!! — fue lo único que salió de sus labios mientras volvía a desenfundar el sable y lo hacía prender.

Pero ningún demonio surgió de la luz, que por otro lado no dañaba ni los ojos, pese a su extrema y pura brillantez, si no que permitió a todos seguir viendo la silueta del cuerpo caído de Tarben, y entonces, la sorpresa fue mayúscula, cuando el cuerpo empezó a menguar de tamaño poco a poco de tamaño, a la par que caía el brillo dorado que le cubría, mientras se dirigía como si de un sumidero se tratase, hacia la figurita de marfil que el rubio clérigo aun agarraba con su mano izquierda, hasta que, finalmente no quedó mas que la propia figurita de Khas que habían recuperado el día anterior del baúl protegido por la trampa de fuego: la figurita que habían venido a buscar siguiendo las visiones el propio Tarben.

— Que es lo que ha ocurrido?? Donde está el cuerpo de Tarben... — preguntó Zoak en un susurro, con los ojos abiertos como platos.

Baigron señaló la figurita: — Ha cambiado, mirad... — En efecto, ya no era un lancero Istariano, como había sido, si no que era un Caballero de Solamnia, un Caballero de la Espada. Y tenía los rasgos y complexión de Tarben Uth Crownguard, su amigo.

Antes incluso de que nadie pudiese contestar, se rompió el silencio desde arriba, cuando les llegó un tremendo y gutural grito: el grito de un ogro a la carga. Estaba lejos, y no se dirigía hacia ellos, mas bien se alejaba, pero no les quedó claro que era Akromm. Contra quien estaba cargando?? Desdemona se  había ido en busca de los demás hacía ya unos minutos. Había pasado tanto tiempo como para que los demás debiesen haber llegado ya a ellos por los túneles, o es que, de algún modo, habían salido a campo abierto a enfrentar al Ogro?? Dificil decirlo.

Paralizado por el horror, observo con creciente desesperanza cómo Baigron se afana en vano por reanimar al inerte Tarben, bajo cuyo cuerpo crece rápidamente el charco carmesí de su propia sangre; escapándose de su pálido cadáver.

No puedo encontrar ningún consuelo en el hecho de haber vengado su muerte, solo culpa. Si hubiera actuado antes, ahora nuestro camarada estaría vivo todavía. ¿Cómo imaginar que luchando tres contra uno, el poderoso Tarben acabaría cayendo de este modo en combate? Durante tanto tiempo se había presentado a sí mismo como un campeón de los dioses de la Luz que incluso yo había terminado por creérmelo y ahora...

Su fin no es más que una dolorosa constatación de nuestra frágil y efímera existencia. Ninguno estamos a salvo de las garras codiciosas de la Muerte.

Sin embargo, no tengo ocasión de recrearme en tan desesperanzadores pensamientos, pues el artefacto que encontramos ayer obra su misteriosa magia para hacer desaparecer el cadáver ante nuestros propios ojos. Me acerco a la figurita pero no me atrevo a extender la mano hacia ella, no me siento legitimado para hacer tal cosa aunque estoy dispuesto a examinarla e investigar sobre lo ocurrido más adelante si mis compañeros así me lo demandan.

Los bramidos que se escuchan en el exterior me obligan a aparcar el porvenir y centrarme en el presente. Todavía quedan más trasgoides ahí fuera y no sabemos qué ha sido de la mitad de nosotros. Tal vez se encuentren también en grave peligro y ya hemos tenido que pagar un alto precio por la inacción.

—Que alguno recoja su espada —sugiero a Baigron y a Zoak—. Por desgracia, Tarben ya no va a necesitarla, pero no se me ocurre qué mejor homenaje podéis rendirle que combatiendo con ella a sus asesinos.

Acto seguido, emprendo con cautela el ascenso por la escalera con la esperanza de descubrir qué está pasando en el campamento de Akromm y la causa de sus gritos.

Leviathan solo pudo observar como el poderoso Akromm casi acababa de un golpe con Kartag, que, por contra, apenas sí había conseguido rozar con su aliento al ogro. El propio solámnico estaba herido, muy herido, y las cosas pintaban mal. Una mirada al carromato, donde Asthor continuaba ajeno a todo en su inconsciencia, solo le hizo empeorar las previsiones, pues la bruja parecía ensimismada en algún cántico, los goblins, cobardes como ellos solos, y que le habían visto descabezar a su jefe de un solo golpe, permanecían ocultos junto a la rueda del carro, pero el guardaespaldas de Akromm, el no menos poderoso Orog, enseguida empezó a moverse, con su enorme hacha de doble filo al hombro, dispuesto a unirse a la refriega..., o al menos lo intentó, pues solo había dado un par de pasos cuando de pronto pareció congelarse en uno de los pasos, y quedó allí, como si de una estatua viviente se tratara!!! La bruja hobgoblin acabó la cantinela que estaba musitando, y frunció el ceño, mirando la espalda del guerrero orog:

— Vamos, a que esperas, zoquete, asiste a tu señor!! — le zahirió, consciente de que Akromm la escuchaba. Viendo que no le hacía caso, y ni siquiera se giraba ante su insulto, se acercó a él, girando a su alrededor para verle la cara. Entonces, sí, empezó a mirar en derredor, como buscando algo, mientras echaba mano de algo que colgaba de sus múltiples collares.

A los heroes, no les dio tiempo a pensar mas sobre ello, pues Akromm volvía a levantar su brutal maza, girandola en círculos sobre su cabeza:

— Ya sois míos!! Rendíos, y trabajareis como bestias de carga para mi, y luchareis entre vosotros por llevaros un bocado de carne a la boca!! — bramó, esbozando una maligna sonrisa, para acabar en una risotada de desprecio que puso de manifiesto sus brutales colmillos, y su encía oscura. Sus ojos amarillos eran como pozos de maldad insondable, paradigma de la brutalidad que les esperaba si caían prisioneros.

Los dos goblins, escondidos bajo el carro, simplemente rien, al ver como su amo casi mata a sus contricantes de uno solo golpe, y parecen realizar algún tipo de apuesta que pasa desapercibida al resto debido a la lejanía...

La carga de Kartag, lejos de ser efectiva en cuanto a contundencia (de hecho, el kapak había salido consciente solo por efecto de su bajo metabolismo dracónico), sí lo fue en cuanto a táctica, ya que Akromm se vió obligado a lateralizarse levemente para enfrentarse al draconiano también, dando un segundo de respiro para que el luchador solámnico pudiese reomponer su defensa, y sobre todo su ataque. Leviathan gruño por el esfuerzo cuando, dando un paso lateral, amenazó con mandar un tajo a los muslos desprotegidos del ogro. Como el humano preveía, el ogro, dio una saltito para atrás, mientras abría las poderosas piernas, de cara a barrer con la maza de forma perpendicular al suelo, para evitar que el filo de su enemigo pudiese hacerle daño. Y de hecho, cuando Leviathan le imprimió un repentino ángulo hacia arriba, causa del gruñido, el ogro de las profundidades tuvo el tiempo para modificar el movimiento de su arma, y evitar que el humano le abriese el abdomen en canal. Eso fue lo que le salvó, aunque Damocles cortó con saña la dura carne del cacique, que solo pudo gruñir también, con fuerza, mientras se preparaba para entrar en acción, mientras la sangre oscura manaba por el lateral de su abdomen:

— Tu cabeza servirá de juguete para mis chicos en La Grieta, antes de pudrirse, patético humano!! — le amenazó el ogro, antes de girar la cabeza levemente hacia atrás y gritar al Orog — BROG, ENCÁRGATE DEL LAGARTO!! TENGO ASUNTOS QUE TRATAR CON ESTE FANFARRÓN... — Para entonces ya parecía haber recuperado la seguridad con la que había iniciado la carga, y otra sonrisa diabólica a Leviathan volvió a mostrar aquellos amarillentos colmillos.

— MAGIA!! — graznó la bruja, mirando en derredor — OH, DADOR DE MUERTE, MAGIA HA PARALIZADO A TU GUARDAESPALDAS!! — El solo timbre de la bruja era ya molesto, pero el tono lastimero con que hablaba, solo lo hacía empeorar.

— Y que cojones esperas para eliminarla, Shûlz??!! — gruñó por lo bajo el ogro, amenazante, sin dejar de mirar a Leviathan, como si aquello no fuera con él, y sabiendo que la bruja podía oirle.

Leviathan había conseguido su primera sangre, y con la contundencia que el propio ogro había tenido con él, pero sus fuerzas no parecían igualadas, pues el ogro apenas parecía respirar mas superficial, tras el golpe, mientras que él respiraba pesadamente, sabiendo que otro golpe similar del ogro daría con sus huesos sobre la hierba. Solo un milagro, u otra aparición estelar podría salvarles a él y al draconiano.

Cogió uno de sus virotes de ballesta y con dos dedos, como cogiendo una bolita negra, la puso en el virote clavada, se acerco el virote a los labios y susurro -no me falles- luego disparó con la ballesta, llegando el virote a impactar a unos pies del ogro, totalmente inofensiva, o eso parecía, cuando impacto sobre el suelo la bola empezó a crecer, engullendo a el Ogro, a Leviathan y a Kartag -salid de ahí- volvió a susurrar, conteniendo la respiración, esperando que sus dos compañeros saliesen de allí a toda prisa, era lo más sensato, aunque Leviathan no siempre lo era, de hecho no lo había sido últimamente, esperaba que la menos esto lo cogiese de buenas y supiese lo que ella pretendía, dándoles algo de tiempo para escapar, no estaban para presentar mucha batalla, y ella no valía en el cuerpo a cuerpo.

Kartag estaba muy tocado. Su única posibilidad en estos momentos era recuperar su salud con una de las extraordinarias pociones de curación que poseía. Descorchando la redoma con un rápido movimiento se llevó el verde licor a su boca y lo engullio de un trago. De súbito sus músculos recuperaron su vigor y fuerza. Vio por el rabillo del ojo como el Orogh era paralizado por alguna extraña magia. Las palabras de miedo proferidas por la bruja llamaron aún mas su atencion. De repente un atisbo de esperanza contrarrestaba la mala fortuna del draconiano. La oscuridad mágica convocada por Desdemona les daba la oportunidad de huir del dador de Muerte. Pensó en rematar al Orogh que permanecía paralizado y asustar a la bruja y a los temerosos goblins para que estos huyeron por su vida, pero estaba bastante tocado. La posibilidad de salvar al escudero era mínima. El grito de Desdemona invitándoles a salir de allí hizo que volviera en si. Que hacer! Huir o matar al Orogh! El tiempo corría...

Por todos los...siseo Baigron ante la subita y repentina transformacion de la estatuilla en la figura de su compañero caido. Esto era ridiculo, esto era demencial, no solo le habia fallado su fe al cabalero; abandonado como fue Baigron cuando mas lo necesitaba, sino que encima se habia convertido en una pieza de... ¿alguna clase de maldito ajedrez mistico?.

Baigron levanto la figurita, la fuente de conocimientos arcanos mas cercana estaba detras de el y segun Baigron iba a tratar de, no obtener respuestas, ese tiempo ya habia pasado, sino al menos tratar de entender algo de que habia pasado, el rugido del ogro le recordo que habia cosas mas importantes por delante.

Ante las palabras del mago, Baigron asintio con un siseo y recogio las pertenencias de solamico en la propia mochila del caido, Baigron dudo antes de coger la espada del caido, aunque la hoja era eficaz contra estos seres, Baigron no se sentia digno de ella. Sin mencionar palabra, Baigron les ofrecio la espada a los otros dos, antes de encaminarse al exterior de lugar donde habian combatido.