Partida Rol por web

La mente de aquel elfillo era digna de estudio, primero le regalaba dos joyas, y al ofrecerle ella su anillo, va e insinúa que debería darle también la gema que el mismo le acaba de dar "Este Gwyn no tiene remedio..." piensas para ti a medio camino entre la jocosidad y la dureza más absoluta. Así pues, antes de que el rechoncho elfo se tomara más concesiones le dijo claramente:

-Es diferente, el anillo me recuerda la voz del maldito Kiyalariel hablando directamente a mi intelecto, algo impío a la vez que violento; sin embargo, la gema por mucho que la asocies al nigromante, no era suya, era de los Irda y fueron ellos los que nos brindaron estos genuinos regalos, por lo que no me trae ningún mal recuerdo -aclaró esperando poner fin a la ambición del explorador por que le diese la gema también.

Tras ello, atendiendo a la clara pregunta de Tareth, Lithiniel le dijo a "Gwindrahir":

-Enséñaselo ... -dijo crípticamente en cuanto el tuerto se puso el anillo.

- Mejor entonces que no lo lleves tú - dijo el kirath ante la explicación de la druida, satisfecho doblemente porque aceptó su propuesta*. Su nuevo compañero preguntó por el anillo de Elen-dal, la elfa le respondió a su manera pero le pidió a él que le explicase. Entonces el rechoncho elfo se puso el anillo de Kiyalariel y mirando el ojo sano de Tareth le dijo - Puedes escucharme?- 

Aunque no habéis tenido la suerte de encontrar a Kento al final de la jornada, sí que os permitís albergar algunas esperanzas después de vuestra ardua labor de investigación.

El interrogatorio al que Lithiniel somete a las plantas y animales de la zona confirma, además de la agonía en que viven estas criaturas, que "dos bípedos" estuvieron por aquí "hace menos de dos amaneceres". Que uno de ellos vestía por entero de blanco y que ambos se desvanecieron sin más. Eso hace pensar tanto a Tareth como a la druida que quizá alguien se llevó a Kenthalas a través de los caminos de la magia antes de que consiguierais dar con él.

Vivo o muerto, lo que es seguro es que el seguidor de Solinari no está por la zona o ya hubiérais encontrado algún rastro de él después de día y medio buscándole infatigablemente.

Quién sí encuentra algo es el observador Gwyn. Oculto entre la maleza y semienterrado en el barro, descubre un deslustrado broche de jade en forma de hoja que prender en su armadura de camuflaje a modo de adorno. Tan contento está con su hallazgo que no duda en repartir generosamente entre sus compañeros dos de las gemas rescatadas de Tirintaal sin perder en el proceso su personalísima identidad.

Cuando Gwyn logra persuadir a Lithiniel de que ceda a su tuerto compañero el anillo encantado que lleva en su mano y éste se lo pone, puede escuchar la voz del codicioso kirath resonando tanto en sus oídos como en el interior de su cabeza. Una sensación no muy agradable pero que demuestra la innegable utilidad del artefacto recibido.

La puesta en común de los hallazgos de la druida los dejaba a todos con la satisfacción de que la recorrida había valido la pena, Kento había sobrevivido aunque no tenían la menor idea en dónde estaba. Estará haciendo cosas de mago, pensó Gwyn y eso pareció satisfacer todas sus inquietudes. Tras haber aclarado la utilidad del anillo a Tareth, y haber repartido los recuerdos de Tirintaal, el rechoncho elfo comenzó a lustrar el broche de jade que había encontrado y se lo colocó en el pecho del lado derecho de la armadura. Había  pasado un poco de hambre, pero no podía pedir más, el día había sido de lo más provechoso, y mucho menos peligroso de lo que hubiesen sido un par de minutos más en la fortaleza de cristal. 

Luego abrió su bolso y murmurando muy bajito algunas palabras se puso a revisar que todo estuviese en su lugar - Tareth, cuéntanos de la pesadilla... cómo es que se perdió el campamento E'li? - dijo como para romper el silencio antes de que comenzasen a descansar - No hace tantos días que salimos, creo... perdí la cuenta del tiempo que estuvimos en la fortaleza de los ogros, bueno, los abuelos de los ogros en realidad. Lo cierto es que la última vez que estuvimos en el campamento había bastante gente, y nada parecía indicar que un par de semanas después eso fuese a cambiar tanto. Sabes qué pasó? - 

Has estado expuesto a tanta magia últimamente que sientes que comienzas a estar familiarizado con ella. Tal vez fuera eso lo que te permitiera encontrar el broche perdido donde nadie más lo hizo durante quién sabe cuánto tiempo y también percibir que la estatua de Drielae estaba imbuida del mismo modo por algún tipo de magia.

Luindai, 1 Argon del 353 A.C

Durante las siguientes tres jornadas avanzáis parando lo suficiente como para descansar unas cuantas horas, disfrutar de la mutua compañía y comer lo poco que hayáis sido capaces de recolectar a lo largo del día.

Para cuando vuestros camaradas del campamento E'li os detectan, ya estáis muy cerca de vuestro destino. Afortunadamente, habéis sido capaces de sortear todos los peligros del viaje y llegar hasta aquí sanos y salvos antes de que Lithiniel, Gwyn y el inquietante tuerto os dieran alcance.

Casi os sorprende descubrir que todo sigue en su sitio en el campamento base. Más o menos. Los kirath están acuartelados allí y no parecen estar llevando a cabo el proceso de evacuación que Tareth os anunció. Los sargentos Taryanis y Astäldë están al mando en ausencia de los oficiales de mayor graduación y sus exploradores tienen órdenes de no alejarse bajo ningún concepto. Mantener el campamento E'li a salvo es la mayor prioridad para todos en estos momentos.

De la antigua patrulla de Ecthelion solo Zeverúth y Nimmai han sobrevivido a la emboscada de los goblins que tuvo lugar hace semanas. De la de Thorian, apenas la mitad de sus componentes originales. Todos ellos se alegran de veros con vida cuando os daban por muertos. Os piden que les contéis vuestras aventuras y se apresuran a conseguiros comida y cama para que podáis reponeros de los horrores que habéis vivido.

Ninguno de los sargentos que quedan tienen ascendente sobre vosotros y, aunque no parecen particularmente contentos con vuestra aparición, tampoco se oponen a que seáis bienvenidos; a fin de cuentas, seguís siendo kirath. Os confirman que han recibido instrucciones procedentes de Rocío Matinal para que os presentéis allí todos aquellos que hayáis tomado parte en la fuga de Sithelnost.

Que Ashe sea una mestiza medio humana jamás ha contado en su favor, pero los rumores de su heroico rescate en Sithelnost se han propagado para granjearle si no respeto, al menos sí algo de tolerancia por parte de los silvanestis más reaccionarios. Incluso los menos amigables están dispuestos a concederle un par de días para recuperarse antes de que tenga que comparecer ante el alto mando de los kirath.

Después de tantos padecimientos al fin estáis en casa.

Después de reencontrarme con mis antiguos compañeros de patrulla, de que el sanador Meldon atienda nuestras heridas y de comer algo procedente de la despensa del cabo Calaelen me siento mucho más animada.

Tener la oportunidad de gozar en privado de la compañía de Zeveruth ha estado bien pero jamás pensé que aprendería a apreciar las ventajas del campamento. Parece que el tuerto se equivocó o mintió respecto a la situación de este lugar, pero lo que no fue un engaño fue su advertencia de que habíamos sido requeridos en Rocío Matinal.

Ninguno de mis camaradas hace ademán de querer apresarme y eso es un alivio, no querría tener que enfrentarme a ellos. Veremos qué ocurre cuando Tareth aparezca y ordene a todo el mundo que nos capture por haber desobedecido sus instrucciones. Hasta donde yo sé, no le debo ninguna lealtad ni me ha mostrado sus supuestas órdenes; podrían incluso ser una nueva mentira suya.

No dudo en acercarme a la herrería de Kemenvard para conseguir nuevas flechas, ni en contarles a mis compañeros las aventuras que hemos vivido en Tirintaal. De todos ellos, Lenwë es quien se muestra más interesado en conocer los detalles y en registrarlos para que podamos presentar nuestro informes a los oficiales; cosa que le agradezco enormemente.

Espero hasta que todos se marchan a sus quehaceres para acercarme a conversar a solas con Zeverúth:

—Está visto que más temprano que tarde me tocará presentarme en Rocío Matinal ante nuestros superiores. Coon vendrá conmigo y eso me hace sentir un poco más confiada pero reconozco que me sentiría más segura si tú quisieras acompañarme también. Más que a los peligros del camino temo la sentencia y ser condenada a abandonar las filas de los kirath. Estoy convencida de que si alguien puede hacerles entrar en razón sobre lo que hicimos en Sithelnost, ese eres tú pero lo entenderé si no quieres hacerlo. A fin de cuentas, por culpa de aquello tú acabaste en manos de los goblins y yo siempre me sentiré culpable por aquello.

La druida no se sintió satisfecha del todo, aquella investigación traía nuevas preguntas, ¿quién era su acompañante? ¿sería Kento el otro sujeto que había estado allí? Lo que si habían averiguado es que se habían desaparecido, y eso al menos encajaba con la explicación de porque no había ni rastro del mago. Así pues, cumpliendo la palabra dada, terminaron los preparativos y se dispusieron a continuar el regreso al campamento base tras una última noche de descanso.

Durante el camino tenía pensado seguir utilizando sus dotes druídicas para conseguir comida y purificarla, al menos no pasarían hambre...

- ¿Qué os cuente una historia? No... - Sonrió entonces el kirith. - No es ese mi cometido, no. No soy yo alguien que cuenta historias. - Respondió. 

La cara de estupefacción de Gwyn le dijo algo a aquel extraño elfo de un solo ojo. No había quedado satisfecho y aunque en otra ocasión le hubiera dado lo mismo, algo le decía en ese momento que le debía una explicación mejor al bueno de Gwyn. Al menos debía decirle algo más si es que quería seguir albergando su confianza. 

- No quedan muchos kirith, no. - Hizo una breve pausa. - ¿Veinte quizás? - Le preguntó a Gwyndrahir como si él tuviera la respuesta. - Un cuarenta por ciento de kiriath de los que hubo, quedan allí. Y los mandos se fueron también, si. - Se encogió de hombros. - ¿Por qué? Eso no lo sé. No pregunté. No era mi objetivo, no. Mi objetivo era encontrarte a ti, a ella y a los dos traidores, si. Esa era mi misión, si. Encontraros y traeros de vuelta. ¿Bien? ¿Vamos a buscar a los traidores? ¿Si?

Las habilidades sociales no eran el mejor don de aquel elfo. De hecho, se podía decir de Tareth, que era un inadaptado social en muchos aspectos. No obstante, se podía decir que lo tenía controlado. Que había aprendido de alguna forma a ser un miembro funcional de la raza élfica. No por nada había llegado a ser miembro de los kiriath. Si era bueno recibiendo órdenes, cumpliéndolas y todo ello sin hacer muchas preguntas.

- Y yo que sé... - Decía el elfo mientras emprendía de nuevo la marcha. - ...explicaciones... - Escupió al suelo. - Yo no se nada de eso. Que sabré yo...

A Tareth le alegraba descubrir que los traidores habían recalado en E'li y que ahora podría continuar la marcha junto a ellos sin tener que recurrir a la violencia. Al menos eso era lo que esperaba. Estaba muy claro que E'li todos estaban enterados de que los héroes de Sithelnost tenían que presentarse en Rocía Matinal en la menor brevedad posible y esperaba que eso fuera lo que Ashe y Zevrúth tuvieran en mente hacer.

- Comer... si. - Asintió. - Las bayas están bien, si, pero quiero comer otra cosa ahora. - Sonrió.

No tenía prisa por encontrarse con los dos traidores. Que estuvieran allí era la mejor noticia que podían darle. No creía que se fueran a marchar en los minutos subsiguientes, por lo que prefería ahora llenar su panza. Si se marchaban sin esperarles, les daría caza. No obstante, estaba convencido de que más pronto que tarde se toparía con ellos.

- ¿Buena carne? - Le preguntó a uno de los elfos del campamento. - No quiero más fruta. No quiero más bayas.

Aunque estar en el campamento le producía al monje cierta tranquilidad, el no poder mostrar su afecto a Ashe en público le trastornaba, por lo que tras su petición, él no pudo menos que aceptarla de buen grado.

- Por supuesto, iré contigo, no puede quedar en el olvido el valor que has mostrado todo este tiempo. 

La sombra de Tareth no parecía tal para el monje. Un mando que se doblegaba a los deseos de una vil recluta y aparcaba las órdenes recibidas para cumplir con los caprichos egoístas de quien acaba de conocer no le parecía una amenaza, salvo que su legendario nombre actuase a su favor a la hora de explicar lo ocurrido, en cuyo caso el monje tendría que recurrir a la dialéctica para hacerles entender a los altos mandos que la búsqueda de Kento era un sinsentido, además de una imprudencia, y que permanecer más tiempo en aquel lugar en ese estado tan lamentable como en el que estaban solo favorecería la muerte de alguno de los que quedaban del grupo, amén de que la convivencia se había vuelto insufrible con el carácter de Lithiniel y de Gwyn. 

Los momentos en los que podía estar a solas con Ashe se habían reducido, por lo que esos breves segundos en los que podía sentir cerca su calor los atesoraba en silencio, volviéndose un secreto que lo deleitaba en privado, y satisfaciéndolo mucho más que cualquier periodo de meditación que hubiese hecho nunca.

Durante el transcurso de su viaje Lithiniel comprendió que el golpe que cercenó el ojo de Tareth también debió de afectarle a la cabeza, aunque por fortuna no parecía nada de gravedad, pues si bien el elfo se hacía entender, también era bastante incomprensible a veces, mas por fortuna, teniendo en cuenta como eran el resto de sus compañeros, el Tuerto parecía el camarada perfecto comparado con ellos...

Así pues, sin dar mucha importancia a la desagradecida respuesta de Tareth en cuanto a sus bayas, se dispuso en primer lugar a aprovisionarse, ya luego buscarían a los dos traidores como decía el extraño elfo, aunque quizás debieran informar antes de ello también, es probable que Zeveruth y Ashe hubiesen intervenido ya, pero debían dar su versión de los hechos, pues a buen seguro que las miradas desafiantes que habían recibido al llegar eran por las viles palabra que seguramente habían empleando para con ellos en su relato. Por lo que le dijo a sus compañeros:

-Vamos a aprovisionarnos, creo que tenemos bastantes cosas que vender, y también muchas provisiones que comprar, además, debemos encontrar a la elfa que se llevó nuestra mula; tras ello quizás lo mejor sea informar a los sargentos de lo ocurrido, para que estén al corriente; tras ello buscaremos a Ashe y a Zeveruth, ¿si colaboran qué piensas hacer Tareth? dejamos el asunto en tus manos -concluyó sintiendo que se la juzgaría de imparcial si intervenía ella- eso sí, no digáis nada de lo averiguado en cuanto a Kento, ellos decidieron olvidarse de él, y por ende han perdido cualquier derecho para saber cómo se encuentra -dijo finalmente esperando que estuvieran de acuerdo.

Tras la charla fueron al puesto de comercio, allí vendió todo lo innecesario y se aprovisionó debidamente. Tras ello fue hacia el encuentro de algún sargento, allí le informó debidamente de lo ocurrido, haciendo incapié en que los goblins ya no eran una amenaza, en el asunto del draconiano y su futura base, en que habían eliminado también a los nigromantes (aunque sin mencionar el asunto Irda) y por último las bajas y rescates. También se apresuró a preguntar por si habían visto a Kento, o en su defecto a alguien vestido completamente de blanco. Esperaba que así fuera...

Por último fueron a buscar a los traidores, pero dejó que fuera Tareth quien tomara la palabra en dicho asunto.

- Debemos ser prácticos, si. - Respondió el elfo a Lithiniel. - Si colaboran viajaremos a Rocío Matinal. No tengo rencor. No es necesario, no... - Se encogió de hombros.

Era evidente que Tareth quería cumplir ante todo con el cometido que se le había encomendado. Si colaboraban con él los cuatro y viajaban juntos a Rocía Matinal, no tenía porqué ponerse a las malas con nadie. Sería mucho más fácil de aquella forma. 

- ¿Vamos a preguntarles, si? - Sonrió de forma enigmática y se apresuró a ir en busca de Ashe y Zeverrúth.

Lithiniel, Gwyndrahir y Tareth se toparon entonces con Ashe y Zeverúth. Si las miradas matasen, cuatro o cinco de aquellos elfos hubieran muerto en ese preciso instante, pero por surte, no fue así. Llevaban ya un rato en el campamento y esa era la primera vez que se reencontraban, aunque los dos grupos, ya sabían de la llegada de los tres elfos casi desde su llegada. Si Ashe y Zeverúth no habían hecho nada por encontrarse con ellos, era porque no habían querido.

- Saludos de nuevo. - Dijo un sonriente Tareth. - Veo que habéis llegado sin percance. Nosotros ya estamos aquí, si... - Carraspeó. - Vamos a ir a Rocío Matinal, ¿si? - Les preguntó entonces esperando una noticia afirmativa. Eso haría las cosas mucho más sencillas.

El monje comprobó sin lugar a dudas que Kento no les acompañaba, finalmente habían tenido razón Ashe y él.

- Por supuesto, ya estamos recuperados y ese es el siguiente paso. - dijo el monje con serenidad - aunque nos sorprendió que el campamento El'i no estuviese siendo evacuado como dijiste, de todas formas me conforta saber que el campamento aguanta, aunque sea en estas tristes condiciones, aún hay esperanza - dijo animado.

Deseaba llegar a Rocío Matinal para poder dar parte de todo lo que habían pasado. Decidió por otra parte olvidar todas las amenazas que Tareth les había regalado mientras venían de camino, ya que la actitud del tuerto parecía de paz.

Por otro lado, el motivo por el que los requerían allí parecía bastante interesante, y su palabra bastante importante, por lo que a no ser que la druida y el botarate de su amigo entrasen en razón y mantuviesen una actitud mucho más relajada, se iba a divertir bastante con todo lo que se iba a decir allí.

Llegaron al campamento tras algunos dias de marcha, Lithiniel se porto bastante bien con ellos y los alimento durante el viaje. Regalarle la gema fue buena idea, reflexiono el rechoncho kirath cada vez que llenaba su panza. Las bayas no eran ricas, era cierto, pero al menos no estaban envenenadas y saciaban el hambre, pero eso no le alcanzaba a su compañero, que al llegar a destino se despacho con una queja directa sobre la comida de la druida. Te convertira en sapo si sigues diciendo esas cosas, penso mientras lo miraba seriamente.

Algo le habia pasado a la elfa, estaba extraña, o tal vez se habia curado de su estupidez y necedad, y se habia convertido en una lider respetable despues de tanto equivocarse. Desde que habian salido de Tirintaal sus comentarios eran cada vez mas acertados, y Gwyn no pudo menos que asentir a cada palabra que dijo cuando dio las directivas.

El que habia enloquecido era el tuerto, les habia dicho que el campamento habia sido evacuado y sin embargo estaban todos alli, viviendo con normalidad. Les habia preguntado hasta el cansancio si lo ayudarian a capturar a los que se habian revelado a sus ordenes, y cuando la druida le cedio la resolucion del asunto, no tuvo las agallas para darles un escarmiento y prefirio ser practico - Tareth, ellos de todos modos iban a ir a Rocio Matinal, el castigo era por desobedecerte, no por no negarse a ir... - le contesto sin muchas esperanzas de que se comportase de un modo racional.

Luego acompaño a la druida a buscar la mula, no le importaba la elfa que les habia robado, porque si habia sacado tan solo una pieza del lomo del animal el iba a estrenar su ballesta clavandole un virote en el medio del pecho. Tampoco le importaba el animal, pertenecia a Terevan y su viuda lo heredaria. Lo que le importaba era el botin de Sithelnost, que tan justamente se habian ganado y que le habian dejado de buena fe a la traicionera Nimmaidiel.¹

Luego recorrieron el campamento, buscando a quien vender algunas de los tesoros que habian encontrado y abastecerse. Se separaron en ese momento², para Gwyn eso era muy importante y requeria tiempo y dedicacion, ademas no podia decidirse que vender aunque si tenia claro todo lo que queria agregar a su ya pesado bolso. A lo lejos vio a la druida ofreciendo a un comerciante dos objetos brillantes. Uno era el orinal de plata que habian encontrado en la habitacion del Drielae, ella era un fantasma y hacia siglos que no lo usaba, sus hijas zombis si lo hacian pero eran dos elfas pequeñas y muy bonitas, asi que lo que hubiesen depositado dentro era poco y seguramente oleria bien, pero no podia decirse lo mismo de su ex marido, que tenia el cuerpo de un inmenso ogro y la carne podrida, Gwyn sintio repugnancia con solo imaginar lo que el nigromante hacia a diario dentro de la pieza que la druida sostenia alegremente. El otro objeto sobresalto a Gwyn,  se puso palido al reconocerlo - Eso es el recuerdo del mago... el trofeo de... tu... vic...to...ria...-   dijo en voz baja mientras Lithiniel se desprendia de el con total soltura. 

Gwyn estaba dolido, asi que sacio su angustia comprando cosas, y se perdio de vista. Volvio a encontrarlos recien cuando se encontraron con el monje.³

Gwyn se acerco al grupo que se reencontraba en el campamento, le habia hecho una promesa a Tareth y queria cumplirla. Le costo contener su decepcion cuando el elfo no desenfundo su espada contra los dos traidores, pero habian acordado que el se encargaria del asunto, asi que decidio no intervenir. El monje asesino hablo y Gwyn le respondio rapido - Triste condicion es como te encontramos a ti, untado en estiercol. Estos kirath aun conservan su dignidad - podia seguir discutiendo con Zeveruth tanto como habia discutido con la momia, pero le parecio mas interesante que su nuevo compañero respondiese a la inquietud que el kirath le habia planteado - Si, es cierto, nadie ha evacuado nada, y no veo porque habrian de hacerlo tampoco... porque nos dijiste eso, Tareth?- pregunto tan desorientado por su falso informe como los demas.

La carne no es algo que abunde en los campamentos de los kirath y mucho menos la buena caza. La que hay procede directamente de las incursiones que Ashe realizó hace meses en el oeste, más allá de los bosques de Silvanesti. Sin embargo, los miembros del campamento E'li no os escatiman nada de lo que les pedís si está en su mano proporcionároslo y en la vuestra pagar por ello.

Kemenvard, el joven herrero del campamento se lo pasa en grande cuando Lithiniel le lleva su orinal de plata y está dispuesto a pagar unas cuantas monedas solo por ver la cara que pone el Comandante Lareth Thlörendil al regresar a la base y descubrir semejante utensilio en su tienda de campaña. Lamentablemente no tiene estoques de la calidad que la druida exige y muchísimo menos, el dinero necesario para pagar el valor de la gema. Sí tiene en cambio el arco que a Lithiniel le gustaría pero ella no tiene dinero para pagarlo. El trueque sería una opción, pero la druida saldría perdiendo y Kemenvard os sugiere encarecidamente que busquéis compradores más pudientes en Rocío Matinal cuando vayáis allí.

Encontrar a Nimmai no os cuesta mucho trabajo y tampoco a la mula de Lithiniel que se trajo al campamento después de que la rescatarais de los goblins. En sus alforjas ya no están guardados el puñado de tesoros irda que la exploradora semihumana encontró en las ruinas de Imgorlad. Ashe deja claro que los ha recuperado, que piensa venderlos en la ciudad y repartir sus ganancias con Zeverúth como modo de compensarle por las penalidades pasadas en cautiverio.

Uno de esos objetos, la siniestra mano élfica arrugada y momificada que cuelga de una gruesa cadena de oro, resulta ser mágico y el aprendiz de mago del campamento está dispuesto a identificar cualquier objeto por tan solo 110 piezas de acero. Por desgracia Ashe no tiene dinero suficiente para pagar por ello y deberá esperar a vender sus tesoros en Rocío Matinal para descubrir qué hace el repugnante colgante.

En el campamento, ninguno ha visto a Zeverúth desde que estuvo aquí con vosotros, ni se sabe de ningún Túnica Blanca que haya pisado Silvanesti desde la Pesadilla. Todos los miembros respetables de la Casa de Mística están en Silvamori, el nombre la región de Ergoth del Sur con el que los elfos habéis bautizado vuestro asentamiento en el exilio.

Pronto os resulta evidente que ninguno de los dos sargentos del campamento E'li sentía una gran simpatía por Thorian y que su suerte les trae sin cuidado. No tienen tiempo que perder atendiendo a kirath de otros campamentos y sugieren a aquellos que intentan presentarles sus informes que lo hagan ante el alto mando, que son quienes así lo han demandado.

Por su parte, tanto Zeverúth como Ashe parecen decididos a viajar a Rocío Matinal y dar cuantas explicaciones se les soliciten. Lejos de rehuir el requerimiento de comparecencia, se muestran incluso impacientes por comparecer ante la oficialidad de los kirath. Un cambio de aire muy bienvenido y del que esperan obtener grandes reconocimientos.

Gwyn estaba esperando la respuesta de Tareth cuando Ashe le comenta que habia tomado los objetos que estaban en la mula y asumia el control de ellos como si tuviese algun tipo de derecho mayor que los de Gwyn, incluso queria cederlos a alguien que no habia sido parte del grupo al momento de obtenerlos. Casi como una reaccion inmediata desenfundo la espada larga que habia sido de Thorian -De ningun modo te dejare hacer eso, Ashe !- dijo mientras el reflejo del sol daba sobre la esplendida hoja forjada por los elfos.

- Si el monje es tonto y hace desaparecer los objetos que le dimos, es cosa de el, nosotros no tenemos porque asumir ese costo. Desperdicio los brazaletes y el cinturon... y ademas mato a mi novia, no recibira nada mas de mi hasta que se levante como un no muerto - dijo con fuerte conviccion. - Ya le di mi arco, que mas quiere? no pienso darle nada mas - dijo haciendo referencia al arco que la momia habia tirado y que su esposo zombi le quiso arrebatar. 

- El botin de Tirintal lo compartiriamos con el, eso es justo, de no ser porque habria que volver alli para ir a buscarlo. Pero el de la mula es solo de nosotros tres, y si tienes un problema con eso, lo resolvemos rapidamente - amenzo empuñando el arma. Ashe venia siendo mas un problema que una solucion desde hacia varios dias, en Tirintaal habia convencido al resto de ir por el guardian de cristal sin descansar y casi mueren en el intento, en las ruinas habia convencido a Zeveruth de ir solos por el bosque y abandonar a Kento, y ahora pretendia malgastar la parte del botin que le pertenecia al rechoncho kirath, y eso era algo que no iba a tolerar - Lithiniel, dile que se deje de estupideces y nos de nuestra parte, si quiere desperdiciar la de ella, que se la regale a Zeveruth, eso me da igual, pero la mia no le corresponde - le pidio a la druida, que Gwyn parecia haber aceptado como lider, o haberse resignado a ello.