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Dragonlance - Reconquistando Silvanesti

Crónicas de la Reconquista

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05/09/2019, 18:31
Eban, de la Orden de los Ascetas

Crónicas de la Reconquista de Silvanesti

Manuscrito redactado por Eban, de la Orden de los Ascetas, ayudante de escriba de la Gran Biblioteca de Palanthas.

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05/09/2019, 18:32
Eban, de la Orden de los Ascetas

Cronología esencial

348 - El gobernante de los elfos silvanesti, el Orador de las Estrellas Lorac Caladon, firma un tratado de no agresión con el Emperador de los Dragones, Ariakas, en virtud del cual los elfos no se entrometerán en la conquista que sus ejércitos están llevando a cabo por todo Ansalon.

Verano de 349 - Quebrando el tratado firmado con los elfos, el Ala Roja liderada por Phair Caron ataca la frontera septentrional de Silvanesti y asolan Sithelnost antes de retirarse a las montañas Khalkist.

Otoño de 349 - Los ejércitos de los dragones y los elfos se enfrentan entre Larune y Alinosti. Los elfos mantienen las posiciones, acosando a los invasores en una guerra de guerrillas.

Otoño de 350 - Lorac ordena el exilio de su gente y, de este modo, los combatientes elfos pierden comunicación y suministros con Silvanost. Se ven obligados a retirarse y los ejércitos de los dragones marchan hacia la capital. Lorac Caladon desata el poder del Orbe de los Dragones y aniquila su patria junto a los ejércitos enemigos.

351 - Alhana entra en Silvanesti con un grupo de héroes y libera a su padre del Orbe de los Dragones y del influjo del pérfido dragón verde Cyan Bloodbane. Lorac Caladon muere y la Pesadilla termina, pero Silvanesti sigue siendo una nación corrompida.

Primavera de 352 - El emperador Ariakas es asesinado en Neraka por Tanis Semielfo.

Verano de 352 - Los ejércitos de Piedra Blanca se disuelven y retiran a sus hogares tras la derrota del ejército de los dragones.

Invierno de 352 - Los elfos silvanesti, exiliados en Erogoth (Silvamori) fundan los kirath, un cuerpo de exploradores voluntarios para recabar información sobre su patria antes de regresar. El General Reyl Konnal, de la Protectoría, asume el mando de la campaña para reconquistar Silvanesti.

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05/09/2019, 18:51
Eban, de la Orden de los Ascetas

La Jerarquía de los Kirath

El cuerpo de irregulares de Silvanesti conocido como kirath'algos (Vanguardia de la Esperanza) o, más comúnmente, kirath se encuentra dividido en cinco campamentos repartidos a lo largo de la frontera occidental de la nación élfica.

Los campamentos han sido bautizados con los nombres de cinco de los siete dioses de la Luz a los que los silvanesti rinden culto: E'li, Astarin, Fénix Azul, Matheri y Quenesti Pah.

Al frente de todos los kirath se encuentra el Comandante Lareth Thlörendil, responsable último de responder ante los generales del alto mando establecido en Rocío Matinal de las acciones de este cuerpo militar compuesto por algo más de 200 voluntarios multidisciplinares, que no pertenecen al ejército regular de la Protectoría. Cuando no está reportando a sus superiores los informes recogidos por sus exploradores, es habitual encontrar al Comandante Thlörendil en su tienda de campaña situada el Campamento-Base E'li.

Cada uno de los cinco campamentos se encuentra bajo el mando de un capitán o capitana de dilatada experiencia, probada valía e intachable historial en la defensa de Silvanesti durante la Guerra de la Lanza. Para ayudarles tanto en sus labores cotidianas como en la supervisión y entrenamiento de los potenciales reclutas, cada capitán cuenta con dos tenientes a su cargo.

La labor primordial de los kirath es recabar información sobre el estado actual de Silvanesti y los horrores de la Pesadilla que aún perviven, para que el alto mando de Rocío Matinal pueda determinar cuál es la mejor forma y cuáles los mejores recursos para llevar a cabo la reconquista y restauración de su corrompida patria. Esta labor de investigación es llevada a cabo por patrullas compuestas por un número de kirath que varía entre los seis y los ocho, cada una de las cuales se encuentra bajo la supervisión de un sargento. Estos exploradores veteranos al mando de las patrullas son los encargados de velar tanto por la seguridad de su grupo como por el cumplimiento de la misión asignada.

Cada campamento cuenta con cuatro de estas patrullas al frente de otros tantos sargentos, así como con un pequeño número de auxiliares que se ocupan de proporcionar a los kirath los medios logísticos para llevar a cabo sus objetivos. Raro es el campamento que no dispone de un armero, un sanador y alguien que se ocupe del rancho de combate y el recuento de víveres.

Es habitual que al menos dos de las patrullas de cada campamento se encuentren de maniobras en todo momento, recabando información, en tanto que las restantes se ocupan de garantizar la seguridad del asentamiento.

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05/09/2019, 18:55
Eban, de la Orden de los Ascetas

Soris

El soris es usado por algunos kirath como arma y como herramienta. La punta afilada es ideal para romper el duro hielo invernal, para asegurar el pie mientras se camina por terreno escabroso o, en situaciones de combate, como lanza.

Los ganchos y el lazo de la parte superior son útiles para atrapar ramas de los árboles o salientes rocosos y trepar por ellos. Un kirath bien entrenado puede incluso ayudarse del soris para balancearse de forma acrobática de una rama a la siguiente o quedar colgado de una rama. También puede emplearse el lazo corredizo para atrapar a las víctimas desprevenidas que pasan por debajo de un árbol ocupado por un kirath.

Extendido por completo y fijadas sus dos partes, el soris puede ser usado como una pica. Si se deja oscilar libremente la parte superior, puede ser utilizado a modo de mayal. E incluso algunos despliegan los ganchos retráctiles para descabalgar jinetes de sus monturas en la batalla.

Se considera que un soris está "titulado" cuando ha sido personalizado por su propietario. Cada diseño es tan único como el kirath que lo posee y muchos veteranos identifican a compañeros a los que jamás han visto simplemente por la descripción que han escuchado del soris.

El soris es más que un arma y una herramienta útil, es una parte importante del kirath que lo posee. Un objeto en el que están gravados su linaje y sus gestas en defensa de la nación. Los primeros soris que se conocen datan de hace casi cuatro mil años, de la época del Orador de las Estrellas Sithel Silvanos. Son un símbolo de que los defensores de la patria élfica no han cambiado, no se han corrompido con el paso de los siglos y todavía están dispuestos a hacer cuanto sea necesario por Silvanesti.

Notas de juego

Un soris mide 5' de longitud y pesa 6 lb. Nunca se vende a los no-kirath. Para emplearlo hace falta tener la dote "competencia con arma exótica (soris)".

Como herramienta, proporciona un bonificador +2 de circunstancia en las pruebas de Equilibrio y Trepar.

Como arma puede ser configurada a modo de bastón (1d6/1d6; contundente), de lanza corta (1d6; perforante), o de mangual ligero (1d8; contundente). Configurado como mangual ligero, proporciona un bonificador +2 de circunstancia en las pruebas enfrentadas para desarmar a un enemigo y a las pruebas de derribo contra enemigos montados. Para cambiar la configuración del soris hace falta tener las dos manos libres y se requiere una acción estándar. Una prueba con éxito de DES (CD 15) permite cambiar la configuración como acción gratuita.

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05/09/2019, 18:59
Eban, de la Orden de los Ascetas

El Juramento de los Kirath

Soy los ojos y los oídos de Silvanesti. Mi presencia anuncia el regreso
de mis compatriotas al hogar que nos corresponde por derecho.

Mantengo mis sentidos siempre alerta, observándolo todo y grabándolo en mi memoria
de modo que mi pueblo pueda ser bien servido y su regreso resulte más rápido y seguro.

Soy primero y antes que nada un observador. Vivo para informar de los
obstáculos, no para superarlos. Un kirath muerto no transmite ninguna información.

Viajo ligero. Si mis habilidades son agudas, mis sentidos están alertas y
mi valor es inflexible, entonces tengo todo el equipo que necesito.

La violencia no es el camino para resolver un problema si la astucia, la
estrategia o la diplomacia pueden proporcionarme una solución mejor.

Dedico mis energías a la reclamación, restablecimiento y preservación de
Silvanesti. Animales, plantas, agua o cualquier otro recurso natural deben
ser usados sabiamente y no malgastados.

Ajusto. Adapto. Improviso.

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05/09/2019, 19:11
Eban, de la Orden de los Ascetas

Los cadetes del campamento E'li

Aelmont del 353 A.C

Un barco procedente de Ergoth del Sur llega a las fronteras de Silvanesti cargado con voluntarios decididos a engrosar las filas de los kirath tras recorrer a pie los 200 kms de las Praderas de la Arena que les separan de su destino. Ocho de estos novatos son destinados al Campamento-Base E'li, a las órdenes de la capitana Aleaha Takmarin.

Allí la semihumana Ashe y sus compañeros son recibidos por el comandante Lareth Thlörendil en persona y se les encomienda una sencilla misión de reconocimiento para probar su competencia antes de poder recitar el juramento de los kirath. Por desgracia, en su recorrido son atacados por una pareja de cocatrices y uno de ellos queda irremisiblemente convertido en estatua de piedra. Mientras tratan de regresar al campamento en busca de ayuda, son asaltados por un grupo de seis draconianos baaz que, disfrazados, han logrado entrar en Silvanesti. Tras un duro combate, logran finalmente imponerse sobre los hombres-dragón y capturar con vida a uno de ellos. Durante el interrogatorio, éste confiesa que su grupo sirve como exploradores a una pareja de dragones Verdes pero no sabe mucho más, ni siquiera dónde tiene la guarida su ama.

Finalmente el grupo es interceptado por una patrulla de kirath y escoltados de regreso al campamento, donde pueden presentar su informe a la capitana Takmarin y entregar a su prisionero. Son felicitados por el éxito de su misión y reconocidos como kirath de pleno derecho. El comandante Thlörendil ejecuta al baaz y pone a los nuevos cadetes al servicio del cabo furriel Calaelen, responsable de la logística del campamento.

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05/09/2019, 19:45
Eban, de la Orden de los Ascetas

Noticias de Sithelnost

Bran del 353 A.C

Tras cuatro gélidos y aburridos meses, llega un jinete de grifo al campamento con un mensaje para el comandante. Los restos del llamado Ejército Verde de los Dragones, comandados por el Señor del Dragón Salah-Khan, se está reagrupando y ocupando la región de Khur y el norte de Silvanesti. Los oficiales de los kirath han sido convocados al cuartel general de la ciudad de Rocío Matinal para discutir el mejor modo de afrontar la nueva amenaza. Eso hace que Thlörendil abandone el campamento, llevándose consigo como guardia personal a los exploradores más veteranos: la capitana Takmarin y sus dos tenientes. El campamento E'li queda bajo el mando de los cuatro sargentos: Thorian Caladrun, Taryanis, Astäldë y Ecthelion con órdenes de no abandonarlo hasta el regreso de sus superiores.

Como si supieran de la debilidad de los campamentos, una partida de goblins es detectada en las proximidades del río Thon-Varah por los kirath del Fénix Azul. Estos envían una petición de auxilio al campamento E'li, el más cercano, pues los goblins son demasiados y el sargento Ecthelion decide acudir a la llamada con su patrulla.

Una de las exploradoras a las órdenes de Ecthelion, la kalanesti Ojos de Luto, ha descubierto en su último recorrido a una una mujer moribunda que afirma haber sobrevivido a la Pesadilla. El sargento Caladrun releva a Ashe y sus compañeros de las obligaciones de intendencia para el cabo Caalen y les encomienda viajar con la kalanesti en busca de más supervivientes, si los hubiera. Él personalmente ocupa el lugar de Ojos de Luto en la patrulla de Ecthelion, temiendo lo que le pueda ocurrir a éste cuando se enfrente a los goblins.

En la tienda del sanador Meldon Ashe y sus compañeros se encuentran con la superviviente y su salvadora. Sermë tiene la piel de un inquietante blanco lechoso, casi antinatural. Sus orejas son más largas y puntiagudas de lo que se considera normal y también lo son sus delgados dedos. Pero lo más perturbador de todo son sus ojos, rojos y enmarcados en párpados surcados de negras venas. Está enferma de una dolencia desconocida o tal vez maldita, pero viva; afirma haber pasado los años de la Pesadilla en la ciudad de Sithelnos junto con otros refugiados que se negaron a abandonar su patria.

Sermë cuenta que hace cuatro años, cuando los dragones rojos aparecieron en el cielo, los mensajeros del Orador de los Soles dijeron que debían abandonar sus hogares y atrincherarse en Silvanost. Lady Eluarna Nihriome encabezó el éxodo hacia el interior de Silvanesti pero aquellos demasiado viejos o débiles o testarudos para viajar se quedaron en Sithelnost. Raenavalona, Hija Venerable de Astarin, se negó a abandonar la Gran Catedral temiendo que fuera saqueada por los ejércitos invasores y ella, como su sirvienta, tenía el deber de permanecer junto a su ama. Dejaron de recibir noticias de otras poblaciones y, pocas semanas después, todos los que no huyeron fueron aquejados por una terrible epidemia. Sin sanadores y con una única sacerdotisa, poco pudieron hacer para evitar que la desconocida enfermedad se propagara y causara estragos. Se enviaron mensajeros a Silvanost en busca de ayuda pero algunos jamás regresaron. Los que lo hicieron, confesaron haber sido incapaces de salir de la Arboleda de Algos o de la Arboleda de Astarin, que rodean Sithelnost. Hablaban de monstruos innombrables y de visiones imposibles, de apariciones de sus seres queridos muertos largo tiempo atrás y de toda suerte de perturbadores relatos.

Interrogada por los hábitos alimenticios de las gentes de Sithelnost durante los más de tres años de aislamiento, Sermë habla de un tiempo de privaciones. Las aguas del río Thon-Thalas, que marca la frontera este de la población, bajaban contaminadas de las montañas del norte y los peces que arrastraba la corriente estaban podridos o monstruosamente deformados. Incluso el agua de lluvia hacía enfermar a aquellos que la bebían si no la hervían primero. Tampoco la tierra daba los frutos acostumbrados sin miembros de la Casa de Jardinería que cuidasen de ella. Únicamente las plegarias de la Suma Sacerdotisa Raenavalona lograron salvar a la diezmada comunidad, pues los dioses hicieron brotar una enorme vid en los Jardines del Amanecer y, con sus frutos, elaboraron un vino milagroso que no sólo les sanó de la epidemia sino que sirvió de frugal sustento a las gentes de Sithelnost.

Tardaron varios meses en hallar una cura para la plaga pero los que sobrevivieron a ella, como la propia Sermë, quedaron marcados por secuelas. Sin embargo, para entonces, muchos habían muerto y los escasos miembros de la Protectoría que habían quedado atrás para protegernos habían sido diezmados por la epidemia. Durante algo más de tres años, los supervivientes de Sithelnost vivieron aislados, sin recibir ninguna noticia de otros asentamientos, ni atreverse a enviar a nadie fuera de la ciudad por temor a perderlo.

Cuenta también que ahora que por fin comenzaban a recuperarse de su tragedia, los draconianos han regresado y talado la planta vinífera. Los elfos trataron de defenderse pero no pudieron hacer nada y se atrincheraron en la Gran Catedral, confiados a la protección de Astarin. Sermë confiesa avergonzada haber escapado y vagado sin rumbo durante dos días, sin atreverse a dormir y parando apenas lo suficiente para beber algo de las charcas hediondas que encontraba por el camino. Y entonces Ojos de Luto la encontró, la capturó y la trajo hasta el campamento E'li.

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05/09/2019, 20:49
Eban, de la Orden de los Ascetas

Camino a Sithelnost

Guiados por la kalanesti y Sermë, Ashe y sus compañeros ponen rumbo a Sithelnost para tratar de rescatar a los supervivientes si alguno ha logrado escapar de los draconianos. La primera noche Ojos de Luto desaparece misteriosamente y en el camino son atacados por una pareja de pequeños ents. La semihumana pierde a dos de sus compañeros antes de conseguir prenderle fuego a uno de los ents, el otro se aleja persiguiendo a otros tres camaradas. Keradriel, el último compañero que le queda, hace sonar su atrakha emitiendo la señal universal de peligro y atrayendo la atención de la patrulla de kirath del Fénix Azul destinados precisamente a evitar que Ecthelion y sus hombres fueran emboscados por los goblins.

El grupo formado por la druda Lithiniel, su esposo Tërevan, los aprendices de mago Erindel y Kenthalas y el vividor Gwyndrahir no puede hacer nada por los kirath caídos pero no dudan en sumar sus fuerzas en lugar de los desaparecidos para llevar a cabo la importante misión de rescate, mucho más llamativa que seguir montando guardia en el bosque de brazos cruzados.

El grupo llega hasta el Thon-Varah y Gwyn encuentra un embarcadero con una balsa que conectada a ambas orillas por medio de un elaborado sistema de cuerdas y poleas. En la orilla opuesta, tendida de bruces en el barro, descubren muerta a la desaparecida Ojos de Luto. Cuando están cruzando el río son atacados por dos espantos elementales, uno de agua y otro de aire (un vardigg y un ildriss), a los que destruyen sin sufrir bajas aunque algunos resultan heridos en el encuentro.

Decididos a que la muerte de la kalanesti no haya sido en vano, el grupo determina continuar su misión hacia Sithelnost sin más guía que la de Sermë y el rudimentario mapa de Silvanesti elaborado por Ashe. Algunos del Fénix Azul se muestran reacios a seguir sabiendo que han desobedecido las órdenes que tenían, pero son convencidos al enterarse de que la misión de rescate es una tarea oficial encomendada por el sargento Thorian Caladrun.

Cerca de Sithelnost se encuentran con un cuidado huerto de manzanos labrado por un preocupado hombre-árbol. Recordando el cuentro con los pequeños ents, se muestran cautelosos pero el hortelado les pide ayuda para plantar los árboles de acuerdo con las instrucciones que le dieron sus desaparecidos amos silvanesti antes de dejar la ciudad. Erindel ayuda a entender cómo debe plantarlos y éste, agradecido, les revela la ubicación de un viejo cofre abandonado con algunos pequeños tesoros.

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05/09/2019, 23:35
Eban, de la Orden de los Ascetas

La huida de Sithelnost

A su llegada a la ciudad, Sermë improvisa para los kirath un plano de las inmediaciones. Ashe y Keradriel exploran en solitario los alrededores, pero solo la semielfa regresa para informar, su compañero es devorado por un hongo monstruoso. Gracias a su concienzuda investigación, Ashe localiza el campamento enemigo, averigua los recorridos de las patrullas de draconianos que deambulan por la ciudad y traza un mapa más preciso. Aunque algunos miembros del Fénix Azul piensan que esta información es suficiente para notificar a los mandos de los kirath, el criterio general es buscar a los elfos supervivientes antes de regresar.

Ashe conduce a sus compañeros hasta la Gran Catedral que parece no estar vigilada y encontrarse vacía. Kento descubre un pasadizo oculto bajo el edificio. Mientras lo recorren son interceptados por Naelan "Sombraoscura", que desconfía de los recién llegados pero finalmente accede a llevarlos ante la Hija Venerable Raenavalona tras la insistencia de Sermë y una vez que estos entregan sus armas.

Raenavalona, Hija Venerable de Astarin, de la Casa Presbiterial les da la bienvenida, les cuenta cómo ha sido la vida en Sithelnost desde que Phair Caron atacara Silvanesti cuatro años atrás y las cosas horribles que han tenido que hacer para sobrevivir a la Pesadilla. El grupo logra convencerla de la importancia de evacuar la ciudad después de que un draconiano sea hallado en los túneles subterráneos.

Naelan dice que todas las salidas que conoce están cegadas menos la de la Gran Catedral y la que lleva hasta el mausoleo de Sithel Silvanos, en la Galería de los Héroes. Se determina salir por esta última ruta por ser la más cercana a la espesura y por temor a que la otra haya sido descubierta por los draconianos al entrar los kirath. Se inicia la evacuación de la escasa treintena de supervivientes mientras desde la retaguardia llega el rumor de que docenas o cientos de draconianos han invadido ya los túneles.

El mausoleo de Sithel Silvanos ha sido convertido en un nido de dragones. Hay allí cinco huevos y dos se han abierto. Sabiendo que retroceder no es una opción, los kirath aniquilan a las crías Verdes y a punto están de perder a Gwyn y Tërevan en el proceso. Naelan y algunos valientes se sacrifican para cubrir la huida, pero 18 supervivientes de Sithelnost (incluidas Raenavalona y Sermë) logran escapar con vida de Sithelnost.

Lithiniel usa su magia para crear una barca con la que cruzar el Thon-Varah que sustituya a trasbordador desaparecido y el grupo continúa camino hacia el campamento E'li. La presencia de humo en la zona hace que Ashe, Gwyn y Kento acudan a investigar mientras Erindel, Lithiniel y Tërevan conducen al resto. El origen del humo es la cabaña del Túnica Roja humano Nikolaus Jólasveinn que ofrece a los compañeros un banquete, les confiesa que ha seguido con interés todos sus progresos y les hace entrega de algunos presentes antes de desvanecerse en el aire.

Finalmente todos logran llegar hasta el campamento E'li unos días después.

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06/09/2019, 00:31
Eban, de la Orden de los Ascetas

En busca de Ecthelion

Corij del 353 A.C

A su llegada al campamento E'li descubren que únicamente hay un puñado de kirath. Lenwë, extrovador quialinesti y superviviente de la patrulla de Ashe tras el encuentro con los pequeños ents, les da la bienvenida y se apresura a alojar a los recién llegados. Es él quien les informa de que el comandante Thlörendil y la capitana Takmarin aún no han regresado y que el sargento Caladrun es quien está al mando del campamento en ausencia de otros oficiales de mayor graduación.

Lenwë, Elianss y Manveru, los compañeros de patrulla de Ashe, no están muy bien considerados después de que abandonasen la misión de llegar a Sithelnost cuando Ojos de Luto desapareció y Lothas y Tasarë murieron. Pensaban que Keradriel y Ashe también intentarían regresar al campamento pero los subestimaron.

Thorian Caladrun condujo a los veteranos del campamento para tratar de averiguar el número y la naturaleza exacta de las fuerzas goblins en respuesta a la petición de auxilio del Fénix Azul. Por lo visto debían encontrarse con un grupo de novatos pero estos abandonaron su puesto o algo les ocurrió, nadie lo sabe. Lo cierto es que el sargento Caladrun esperaba reagruparse con estos reclutas inexpertos y lo que encontraron él y su grupo fue una emboscada por parte de los goblins. Todos muertos o capturados. Caladrun no ha querido contar cómo escapó pero llegó aquí hecho una pena. El sanador Meldon se ocupó de sus heridas pero ya no es el mismo. Habla continuamente de ir a buscar a los supervivientes pero nadie quiere escucharle.

El grupo comparece ante un ebrio Caladrun que alaba la valentía de Ashe y vitupera al resto. Los compañeros se plantean llevar personalmente a los supervivientes de Sithelnost a la ciudad de Rocío Matinal pero el sargento se les adelanta a la mañana siguiente; ordena que Raenavalona y los suyos sean escoltados ante el Alto Mando y a Ashe y sus compañeros secundarle en su misión de rescate de los kirath prisioneros de los goblins.

Conducidos por Caladrun a marchas forzadas, se topan con una pareja de huargos. Lithiniel espanta al primero pero deben enfrentarse al segundo. Gwyn y Kento casi mueren en el encuentro y solo la magia druidica logra impedirlo. Se pone de manifiesto la tormentosa relación entre el sargento y la druida pero Erindel logra apaciguar los ánimos y deciden acampar en vistas de que continuar es imposible.

Ashe y Thorian mantienen un encuentro amoroso tras el cual Caladrun se desmorona. Confiesa que respondiendo a la petición de auxilio del Fénix Azul y enviando a los novatos a Sithelnost incumplió las órdenes que tenían todos los sargentos de hacer regresar las exploraciones en curso y mantener la seguridad de los asentamientos hasta nuevo aviso. La sargento Astäldë y los suyos todavía no habían regresado de su última expedición, de modo que se reunieron Taryanis, Ecthelion y él para decidir qué hacer con la información que traía Ojos de Luto.

El sargento Taryanis era partidario de cumplir las órdenes a rajatabla y dejar que cada uno se las apañara como pudiera, permanecer en el campamento E'li y mantenerlo a salvo a toda costa, a pesar de que no corría peligro alguno. Ecthelion y Thorian se oponían a permanecer de brazos cruzados y temían que los goblins fueran demasiado para los novatos de E'li de modo que la patrulla de Ecthelion acudiría en socorro del Fénix Azul, la de Caladrun iría a Sithelnost y Taryanis se quedaría con los suyos en el Campamento-Base E'li. Thorian no quería dejar a Ecthelion contra los goblins y se cambió por Ojos de Luto; pensaba que los novatos estarían a salvo con ella y no sospechaba que tres de ellos morirían junto con la propia guía.

Se suponía que los del Campamento Fénix Azul tenían una patrulla destinada a esperar la llegada de refuerzos. Habían dicho que un grupo de novatos vigilaría y haría sonar los atrakha ante la primera señal de goblins en las inmediaciones. Ecthelion y los suyos cayeron confiados en la emboscada de sus enemigos al no sonar la alarma, dos kirath murieron durante la emboscada y al resto los apresaron. Caladrun esperó hasta saber dónde los llevaban antes de escapar en busca de refuerzos. El sargento Taryanis no quiso poner en juego la vida de ningún kirath más después del desastre y por eso Caladrun está decidido a arriesgar las del Fénix Azul, para él los culpables de todo lo ocurrido. Suplica a Ashe que lo ayude a rescatar a los hombres de Ecthelion antes de que sea tarde.

Otra nueva jornada de marcha forzada pone al grupo de kirath al borde del motín contra Caladrun, solo Térevan y Ashe están de su lado y ni siquiera ellos están contentos. Intentan descansar en una cueva que resulta ser la morada de un malhumorado ogro al que dan muerte.

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06/09/2019, 01:25
Eban, de la Orden de los Ascetas

Las ruinas de los irda

Tras una noche de descanso, el grupo llega hasta la orilla occidental del Thon-Rishas. El agua del río corre tan roja como la sangre y como en esta ocasión la druida no tiene preparados los hechizos necesarios para transformar algún árbol cercano en una balsa que pueda llevarlos hacia la orilla opuesta, se ven obligados a dar un largo rodeo en busca de un vado transitable. No tarden en hallar los cuerpos decapitados de dos kirath colgados de un árbol; los cadáveres están terriblemente mutilados, les faltan las manos y los pies y lucen tantas heridas que parece imposible que recibieran todas ellas mientras aún estaban con vida.

Hay huellas que conducen al este pero Ashe anticipa la emboscada y desvía al grupo hacia el norte del cercano campamento goblin. El cuarteto de trasgoides escondidos son descubiertos antes de que puedan actuar y abatidos rápidamente por las flechas élficas. Una hembra mapache muere en los disparos cruzados alcanzada por un virote de Kento y la semihumana adopta a su cría huérfana.

Poco después, oculto entre el denso verdor que los rodea, el grupo descubre un claro en cuyo interior se alzan unas ruinas de tiempos pretéritos. Enormes menhires sostienen arcos formados por losas de piedra, conformando un círculo de dólmenes. Todavía puede sentirse el intemporal poder que proporciona una silenciosa majestad a estas piedras carcomidas y cubiertas de líquenes. Erindel lo reconoce como un monumento megalítico irda pero no tiene tiempo para estudiarlo porque muy cerca se oyen voces y risas. Hay un foso de unos treinta metros de profundidad cuya disposición recuerda a un tosco anfiteatro o estadio. Sentados en el graderío de esta primitiva arena hay doce goblins disfrutando del espectáculo que tiene lugar en el fondo de la misma. Dos ensangrentados kirath armados con ramas que se enfrentan desesperadamente a una araña de monstruosas dimensiones que supera en tamaño a los dos elfos juntos.

Ashe y Lithiniel deciden destruir el campamento de los goblins y le prenden fuego a las chabolas mientras que Caladrun, tras prometer a sus compañeros una recompensa por cada cabeza que consigan, se lanza a la carga secundado por los demás y se convierte en el auténtico héroe de la batalla. Entretanto, ea druida y Ashe salen triunfantes de su encuentro con un temible hobgoblin y la exploradora encuentra un antiguo tesoro escondido por los irda. Erindel y Kento son abatidos pero salvados por la magia de Lithiniel. Los goblins y la araña mueren pero no antes de que uno de los dos gladiadores kirath, Ferendil, sea asesinado por la monstruosa sabandija.

Nimmaidrel Irthurin, la kirath rescatada, informa al grupo de que Ecthelion y su compañero Zeverúth han desaparecido en el interior del megalito junto con buena parte de los goblins. Thorian aún conserva la esperanza de que Ecthelion siga con vida y, tras repartirse el tesoro artístico y arcano de los irda, Ashe y Tërevan se acercan a explorar las ruinas y son transportados a otro Plano de existencia a través del Portal que existe allí.

Nimmai decide regresar al campamento E'li para informar de lo sucedido mientras el resto se adentra en el Portal para traer de vuelta a Ecthelion y a su compañero prisioneros.

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06/09/2019, 02:11
Eban, de la Orden de los Ascetas

La fortaleza de Tirintaal

El grupo es trasladado a un Semiplano donde reina la oscuridad y una fortaleza de cristal en medio de un océano turbulento y desconocido. Al otro lado también hay un círculo de piedras megalítico pero el Portal solo funciona en una dirección y los compañeros se encuentran atrapados en este mundo. La fortaleza está compuesta por torres interconectadas entre sí por medio de puentes y acceden a la primera de ellas en busca de los goblins y de un modo de salir de allí con o sin Ecthelion.

Una estatua de cristal les da la bienvenida a la "fortaleza de Tirintaal" pero, a pesar de sus palabras, la sala está sembrada de cadáveres recientes de goblins y restos de antiguos de elfos. El grupo sigue adelante y es atacado por tres esqueléticos guerreros no-muertos y dos goblins reanimados convertidos en zombi, de los que se desembarazan sin demasiados problemas. La tensión en Caladrun y Lithiniel prosigue su escalada y sólo la intervención de Tërevan evita que la sangre llegue al río.

Los compañeros continúan adelante y descubren una fuente en la que flotan dos hinchados cuerpos de goblins asesinados; en el vestuario anexao, tienen que vérselas con un necrófago y dos albornoces reanimados mágicamente. Gwyn cae de nuevo y de nuevo la magia curativa lo trae de vuelta a la vida antes de que sea tarde.

Tras descansar, el grupo continúa y sube las escaleras que les llevan hasta la siguiente planta. Registran un baño y un despacho y finalmente llegan hasta un gran salón. En él, tres arqueros goblins asomados a un balcón disparan contra una docena de compañeros reanimados por un nigromante elfo tan muerto como sus huestes. Los arqueros goblins piden ayuda a los kirath para acabar con los no-muertos y el nigromante elfo a su vez les insta a acabar con ellos.

Interrogado por los compañeros, el nigromante se presenta como Elen-dal y les acusa de no ser más que vulgares ladrones como los goblins o asesinos enviados por el Cónclave de Alta Hechicería para destruirlos, pero Kenthalas le convence para que les cuente qué esta ocurriendo ahí.

La fortaleza de Tirintaal fue una vez la morada del pueblo Irda. Su señor Ärlythel, un gran mago e historiador silvanesti estudioso de dicha cultura, averiguó que los Altos Ogros habían vivido en las tierras de Silvanesti antes de la llegada de los elfos y sospechaba que habían ocultado en algún lugar un poderoso artefacto conocido como el Corazón Irda. Ärlythel descubrió y desenterró las ruinas de Imgorlad y halló el Portal que llevaba hasta este Semiplano. Gastó su vasta fortuna reconstruyendo la fortaleza de acuerdo con su concepción de lo que debió haber sido en el pasado. Se trasladó aquí y también lo hicimos sus aprendices, sus siervos y su familia. Empezó a experimentar con los saberes redescubiertos de la antigua nación ogra y éstos le cambiaron. Se obsesionó con llegar a transformarse en un Irda y estaba seguro de que el artefacto desaparecido le ayudaría a lograrlo. Sin embargo, los siglos pasaban y el Corazón Irda no aparecía. Temeroso de morir sin haber cumplido su sueño, decidió trascender la mortalidad a la espera de que llegara su momento, arrastrando consigo en la no-muerte a sus seguidores. Cuando sus estudios y sus actos llegaron a oídos de los miembros de la Casa de Mística, lo encerraron en su propio santuario, privándole así de cualquier posibilidad de lograr su objetivo. Sin embargo, los conjuros que durante milenios mantuvieron el lugar enterrado y clausurado se desvanecieron con la llegada de la Pesadilla.

Por aquel entonces, el gran Ärlythel había descubierto la existencia de cuatro poderosas gemas irda, recuperado tres de ellas y localizado la última en posesión de una estirpe de hechiceros ogros de Blöde. Juntas y dispuestas en el altar de los Altos Ogros, tenía la esperanza de que descubriría la ubicación del Corazón Irda y, cuando los conjuros que durante milenios mantuvieron el lugar enterrado y clausurado se desvanecieron al fin, envió a Elen-dal a negociar con el actual propietario de la última gema en su nombre. El actual propietario de la gema, que la había heredado de sus antepasados, era un ogro llamado Dalgorgor. La criatura desconocía el poder de ésta pero las promesas de grandes riquezas despertaron su avaricia. Realmente quería era saquear este lugar pero no se atrevía a adentrarse en la corrompida Silvanesti y no lo hizo durante tres años, hasta que recibió noticias de que los efectos arcanos que retorcían la región comenzaron a remitir.

Durante esos tres años, Elen-dal convivió con el hechicero ogro y sus bestiales vasallos, accediendo a escoltarle hasta Imgorlad cuando Dalgorgor declaró que únicamente le entregaría en mano la gema a Ärlythel. Como no encontró compatriotas lo suficientemente valerosos para adentrarse en Silvanesti, contrató para el viaje los servicios de una compañía de mercenarios goblins y esa fue su perdición. Al principio los mercenarios resultaron útiles para hacer frente a los peligros del bosque e incluso se las apañaron para apresar a algunos elfos que trataron de detenerles. Pero tan pronto como llegaron aquí los goblins asesinaron a Dalgorgor y trataron de hacer lo mismo con Elen-dal. Él logró escapar y dar aviso de la traición a su señor.

Al gran Ärlythel no le importaban los mercenarios goblins y únicamente quería asegurarse de que la gema no pudiera escapar de sus dominios. Al clausurar el Portal en sentido de salida, atrapó en su interior a buena parte de los mercenarios y ellos han ocupado en este tiempo buena parte de la fortaleza pero han sufrido serias bajas en el transcurso de su invasión. Ahora están atrincherados y temerosos de no contar con las fuerzas suficiente para acabar su misión, pero están atrapados, no pueden contactar con los goblins del exterior.

Elen-dal tiene órdenes de su señor de recuperar la gema a toda costa pero los mercenarios se han hecho fuertes en sus posiciones y pasar por encima de ellos está resultando más difícil de lo esperado. Trata de reclutar a los kirath contra los goblins y les advierte de que la neutralidad no es una opción ni los visitantes son bienvenidos.

A pesar de las reiteradas peticiones de colaboración por parte de Elen-dal, el grupo termina agotando su paciencia y éste se retira ordenando a sus zombis que acaben con todos. Thorian acaba con dos de los arqueros elfos y el tercero escapa. La intervención de Pyresanth, el elemental de fuego atrapado en uno de los artefactos irda de Imgorlad hallado por Ashe, logra evitar que los kirath perezcan en la batalla que tiene lugar a continuación, aunque solo Erindel y Kento salen ilesos.

El grupo se enzarza en una discusión buscando al culpable de lo sucedido y el modo arbitrario en el que la druida reparte sus curaciones. Algunos quieren buscar la ayuda de los nigromantes a pesar de lo ocurrido y otros combatirlos. Un malherido Thorian se niega a seguir adelante después de su enésima discusión con Lithiniel y de que ésta se niegue a curarlo como ya ha hecho numerosas veces con anterioridad.

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06/09/2019, 10:30
Eban, de la Orden de los Ascetas

Negociando con goblins

Sin provisiones, heridos y cansados, los hambrientos compañeros siguen adelante en busca de las cocinas de la fortaleza y el sustento de los goblins. Las encuentran custodiadas por un enloquecido ser feérico y su guardián oso-lechuza, con los que deben acabar para quedarse con tan preciado botín. La espada de hierro frío que Nikolaus Jólasveinn entregó al grupo para Tërevan resulta providencial contra el espino, aunque tanto Gwyn como Tërevan caen en el combate. Lithiniel logra evitar la muerte de su esposo en el último momento y determinan que sin la ayuda de Thorian están perdidos para continuar.

Parcialmente restablecidos y reagrupados, los kirath atacan el lugar donde los goblins han establecido el primer punto de contención hacia su asentamiento. Se enfrentan a media docena de ellos y a tres hobgoblins, los derrotan y toman prisionero a uno de estos últimos. Kento impide que Thorian lo ejecute y el interrogatorio revela que el grueso de las fuerzas trasgoides se encuentran en otra de las torres, bajo el mando de un caudillo hobgoblin llamado Oglugo. El prisionero se compromete a llevar a los elfos ante su señor si ellos le perdonan la vida.

El hobgoblin guía al grupo hasta la torre donde se encuentra el principal asentamiento goblin y allí son interceptados por Yavog Fuegosangriento, lugarteniente de Oglugo. Éste confiesa que tienen a dos elfos prisioneros y también que les vendría bien la ayuda de los kirath para vencer a Elen-dal y los suyos, los goblins se sienten seguros y acomodados por el momento pero él sabe que los no-muertos tienen la eternidad por delante y que la única opción es salir de Tirintaal. Escolta al grupo ante Oglugo y tras una tensa negociación éste accede a liberar a los prisioneros elfos si los kirath se libran primero de los no-muertos con la ayuda de Yavog.

Guiados por el filosófico adalid hobgoblin, los compañeros tratan de tomar al asalto el reducto de los nigromantes. Se enfrentan a cuatro esqueléticos combatientes elfos que se alinean junto a tres zombis goblins, representando en la muerte una alianza que en vida acaban de materializar con Yavog. La superioridad táctica y numérica supera a los no-muertos, que son destruidos. Yavog se revela como un aliado feroz y muy competente pero no está contento con la pobre actuación de sus compañeros elfos en combate. La discusión resultante y las amenazas de Lithiniel de matarlo entre todos llevan a Tërevan a medirse en combate singular con Yavog y a tomarlo prisionero a pesar de la ayuda prestada.

El grupo se debate entre canjear su vida por la de Ecthelion y su compañero o bien seguir adelante. Después de someterlo a votación, acaban determinando que lo mejor es no volver a comparecer ante Oglugo hasta haber acabado con los no-muertos o bien hasta haber forjado una alianza más ventajosa con ellos.

Se topan con un guardián espectral de Tirintaal y la magia de Erindel logra convencerle de que no los ataque. El espectro les informa de la ubicación de la torre en la que se encuentra el puesto de control del Portal, de la existencia de unos cetros encantados que permiten acceder hasta él y del temible guardián de cristal que controla el puente que lleva hasta dicha torre.

Yavog es abandonadoen una letrina, desvalijado y maniatado.

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06/09/2019, 11:29
Eban, de la Orden de los Ascetas

El alto precio de las alianzas quebradas

Decididos a asaltar el refugio de los nigromantes, los compañeros toman sin esfuerzo la diminuta torre que hace de nexo entre las otras sin esfuerzo, pues Erindel se apodera de la voluntad del único zombi goblin que la defiende. Sin embargo, al entrar en los dominios donde los no-muertos se han atrincherado, son recibidos por un trío de combatientes esqueléticos y una pavorosa calavera ardiente. La magia de este ser pone en fuga a los kirath una vez que Lithiniel cae, decidiendo que es mejor sacarla de allí y tratar de salvarla que seguir adelante y morir todos.

Derrotados, malheridos y desanimados, descubren que Yavog ha escapado durante su ausencia. Reaniman a Lithiniel pero temen que Yavog llegue hasta Oglugo y decidan ejecutar a Ecthelion y su compañero Zeverúth. Erindel se ofrece a hacerse invisible y rescatar a la pareja de elfos cautivos mientras sus camaradas atraen la atención de los goblins en un ataque frontal.

Los lanceros hobgoblin que custodian el puente de acceso a la torre trasgoide son abatidos. El grueso de las fuerzas enemigas esperan preparadas al otro lado de las puertas, capitaneadas por el propio Yavog escoltado por cinco hobgoblins armados con espadas y cimitarras curvas. Detrás de ellos, media decena de lanceros en formación cerrada para cubrir a los espadachines. Y detrás de estos, cuatro pequeños arqueros goblins armados con arcos cortos para acosar a los kirath desde la distancia segura que sus compañeros les garantizan.

Tërevan es abatido en los primeros compases de la batalla pero sus compañeros logran contener las fuerzas trasgoides, en notable superioridad numérica, mientras el invisible Erindel se cuela entre sus filas. Lithiniel trae de vuelta a la vida a su esposo pero poco después es ella la que cae en combate. Cuando la batalla comienza a decantarse en favor de los elfos, Oglugo entra en combate y asesina a Tërevan, empalándolo con su espadón. Thorian da orden de retirada dispuesto a sacrificarse para cubrir la retirada de los demás y es abatido también.

Kento usa su magia para cegar a los trasgoides y eso permite a las flechas de Ashe y Gwyn acabar con Oglugo. Erindel, herido accidentalmente por una flecha durante la batalla a la que ha permanecido ajena hasta el momento es descubierto y asesinado por un arquero goblin. Kenthalas también es abatido pero no antes de que pueda usar una poción curativa para traer de regreso a la batalla al moribundo Thorian Caladrun, quien pone fin a la batalla acabando los los escasos trasgoides supervivientes con la ayuda de Ashe y Gwyn.

Zeverúth, el secuestrado compañero de Ecthelion, es hallado con vida y rescatado, pero su sargento no está con él.

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06/09/2019, 12:16
Eban, de la Orden de los Ascetas

El hallazgo de Ecthelion

Durante algunos días los compañeros acampan entre los restos del asentamiento trasgoide mientras se recuperan de la fatídica batalla. Bajo el trono de Oglugo, una trampilla lleva a los niveles inferiores de la torre y el grupo decide explorarla tan pronto como se encuentran en disposición de continuar.

Llegan hasta una sala con un altar en la que descubren a Ecthelion, solo que éste resulta ser un impostor, un draconiano sivak llamado Kielrax que ha tendido una emboscada a los compañeros con la ayuda de cinco arqueros goblins. Thorian y Zeverúth son abatidos en su combate contra el farsante draconiano y a punto está de acabar también con Lithiniel pero la invocación de Pyresanth en el último momento salva la situación y permite a la druida imponerse finalmente a su enemigo. Su odio hacia los draconianos, que mataron a su padre, lleva a Ashe a ejecutarlo sin piedad.

El grupo encuentra la gema amatista que guardaban los trasgoides y un enorme botín en artesanía élfica e irda. Kenthalas se da cuenta de que el altar, rodeado por cuatro bustos, es un artefacto arcano y que hacen falta otras tres gemas como la recuperada para activarlo.

Un arquero goblin es hecho prisionero, interrogado y torturado por Lithiniel. Éste revela que Elen-dal tiene otra gema parecida, un rubí del mismo tamaño. Confiesa también que Dalgorgor, el ogro de Blöde, los contrató los servicios de su compañía de mercenarios para protegerle en su viaje a hasta este lugar. Lo que no sabía Dalgorgor es que estaba siendo utilizado por el Ejército de los Dragones Verdes para asentarse en el reino elfo y que su supuesto empleado era un draconiano sivak, ex veterano de la campaña de Silvanesti, a las órdenes del Señor de los Dragones Salah Khan. Kielrax no tenía ninguna intención en saquear las ruinas sino de establecerse en ellas, destruyendo de paso a Ärlythel y sus no-muertos. Al llegar aquí asesinó a Dalgorgor, le robó la piedra preciosa y trató de destruir a Elen-dal, pero el mago elfo escapó y cerró el Portal para que los intrusos no pudieran huir con la gema.

Los kirath deciden hacer un alto para recobrarse de la última batalla y durante el descanso son abordados por una pareja de alabarderos hobgoblins liderados por la chamana Chathandra. Estaban escondidos en los niveles más profundos de la torre y les ofrecen renovar el pacto contra los no-muertos. Ha detectado objetos mágicos abajo pero no consigue llegar hasta ellos y solicita la ayuda de los kirath para repartirse el botín. Confiesa que Ecthelion está muerto, cocido vivo tras resistirse al interrogatorio de Kielrax. Sus restos sangrientos están en una gran olla de hierro y es cuanto queda de él después de que los goblins se hayan alimentado con todo lo que merecía ser aprovechado.

Thorian, sediento de venganza, inicia la batalla que se salda con la destrucción del trío de hobgoblins aunque Lithiniel queda a las puertas de la muerte y solo la intervención de Gwyn logra evitar que sucumba. El sargento Caladrun decide bajar a los niveles inferiores de la torre en solitario mientras sus compañeros se recuperan y para cuando estos bajan a buscarlo descubren que se ha suicidado al comprobar que efectivamente Ecthelion fue asesinado como dijo Chathandra.

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06/09/2019, 14:21
Eban, de la Orden de los Ascetas

El coste de una mentira

Además de los cadáveres de Thorian y Ecthelion, los compañeros encuentran en las profundidades de la torre de los goblins una habitación de espejos tras la cual descubren que parte del nivel ha quedado inundado por el agua del océano. Una naga acuática ha hecho allí su morada pero, tras derrotarla, llegan nadando hasta la armería y el laboratorio arcano, rescatando de allí algunos tesoros mágicos entre los que se encuentra un cetro forrado de platino de unos 30 centímetros rematado en uno de sus extremos con un gran topacio facetado que resulta ser una de las llaves de acceso al control del Portal.

Entre los tesoros hay también un anillo que permite comunicarse con el portador de su gemelo. Cuando Gwyn se lo pone entra en contacto con Kiyälariel, un poderoso Túnica Negra que sirve como lugarteniente al gran Ärlythel. Éste ofrece a los compañeros un salvoconducto para abandonar Tirintaal con sus muertos y los tesoros que quieran llevarse a cambio de entregar la gema recuperada de Kielrax.

Libres al fin de los trasgoides y sin compatriotas que rescatar, el grupo se prepara para el nuevo encuentro con los nigromantes. En el mismo salón donde lo encontraron por primera vez, hallan a Elen-dal escoltado por un temible guerrero de piedra. Éste les reclama la gema y algunas de sus pertenencias personales arrebatadas a él o a su amo. A petición de Gwyn, Kiyälariel comparece también y reitera su oferta: la salida de Tirintaal a cambio de la amatista. Lithiniel y Gwyn intentan negociar con ellos para ser testigos del ritual de obtención del Corazón Irda y para que usen su magia para revivir a los kirath que han muerto. Kiyälariel no puede prometerles eso pero se ofrece a reanimar como no-muertos a los elfos caídos.

Gwyn y Lithiniel desean comparecer ante el gran Ärlithel y entregarle la gema en persona mientras el resto puede marcharse libremente. Sin embargo, Elen-dal desea registrar primero a Kento y al descubrir que tiene en su poder varios objetos de artesanía irda deciden llevárselo también a su amo. Ashe y Zeverúth son libres de irse pero se niegan a permitir que Kenthalas sea arrastrado en contra de su voluntad, atacan a los nigromantes y estos reaniman a Tërevan, Thorian y Erindel como zombis para que los protejan de los kirath vivos.

La druida y Gwyn se vuelven contra sus camaradas, renegando de ellos y negándose a tomar parte en la contienda mientras Ashe, Zeverúth y el convocado Pyresanth luchan por rescatar a Kento. Incluso en algunos momentos se ofrecen a luchar del lado de los nigromantes pero la destrucción de Elen-dal pone fin a cualquier posible pacto.

Gwyn se apodera del rubí mágico de Elen-dal mientras sus compañeros luchan por su vida y Lithiniel amenaza con tirar al mar las gemas si Kiyälariel no detiene la batalla después de que Zeverúth haya caído en combate. Ignorando que la amenaza de la druida es vacía y que ella realmente no tiene las gemas, el nigromante ordena al guardián de piedra que se la lleve a su amo. Él mismo también se retira mientras el resto lucha contra sus reanimados camaradas.

Lithiniel es llevada ante el gran Ärlithel y torturada para que confiese el paredero de las gemas. Al descubrirse que ella no las tiene, es convertida en una momia a las órdenes de Kiyälariel y si desea recuperar su verdadera forma tendrá que conseguir de sus ex-compañeros las gemas para su nuevo amo.

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06/09/2019, 16:34
Eban, de la Orden de los Ascetas

La invasión del mausoleo

Supervivientes del combate pero sin las curaciones de Lithiniel, a los cuatro compañeros no les queda más remedio que retirarse. Tienen dos de las gemas en su poder y también uno de los cetros de acceso a la torre de control del Portal, de modo que Gwyn y Kento discurren una estrategia para negociar con los nigromantes y tenderles una emboscada. Sin embargo, las mermadas fuerzas de los no-muertos han sumado a la momia Leithan a sus huestes.

Leithan y el guardián de piedra son enviados a recuperar las gemas y se citan con los kirath en el puente. Kento ha lanzado un conjuro de grasa con la esperanza de hacer caer al coloso al océano cuando éste responde a las provocaciones de Gwyn. Sin embargo, en su torpe deseo de ayudar a sus antiguos camaradas, Lithiniel malogra todos sus esfuerzos al ocultar al guardián tras una densa niebla y retenerlo con las algas que surgen del mar para evitar que cargue contra Gwyn. De este modo, sin conocer cuál era el plan de los kirath, la momia logra frustrarlo al tiempo que les increpa por no acabar con la criatura.

El coloso logra liberarse finalmente de sus ataduras pero su lento avance le impede resbalar en la trampa tendida. La invocación de Pyresanth y los ataque ardientes que le llueven desde la distancia convierten la grasa en una pira funeraria en la que el guardián de piedra es atrapado y finalmente destruido.

Leithan se revela a sus excompañeros como Lithiniel y se ofrece a traicionar a sus amos a cambio de que ellos la ayuden a volver a ser elfa. El espectro se les aparece de nuevo y esta vez no está Erindel para disuadirle, sin embargo la momia logra convencerlo de que Ärlithel los quiere con vida por el momento. El fantasma se retira prometiendo que no habrá para los mortales una tercera oportunidad si se los vuelve a encontrar.

La momia asegura que también podrá convencer al cráneo ardiente de que los deje pasar si sus compañeros le entregan las gemas a ella. Solo Kento confía en su palabra, pero ninguno de los otros quiere ser el primero en intentar destruirla. Con las gemas en su poder, Leithan entra en el mausoleo de los nigromantes pero Ashe y Zeverúth irrumpen tras ella temiendo que los traicione si le dan la oportunidad de hacerlo. El ataque sorpresa da a los kirath la ventaja decisiva para librarse de la calavera ardiente sin sufrir más bajas en el proceso que la de Gwyn.

Dejando la vida de su compañero en manos de los dioses, el cuarteto restante sigue adelante y comparece ante Kiyälariel. El nigromante está tratando de devolver a la "vida" a Elen-dal pero es atacado por los compañeros. En inferioridad numérica, el nigromante convoca a tres monstruosos escorpiones pero no son rivales para los kirath. Aprovecha la distracción creada para encerrarse en un tanque de cristal indestructible a la espera de que su amo acuda en su auxilio, pero la magia de Kento abre el recipiente permitiendo a sus camaradas acabar con el no-muerto y arrebatarle su esmeralda mágica. La tercera de las cuatro gemas.

Poco deseosos de enfrentarse a Ärlithel, los kirath regresan donde dejaron a Gwyn y descubren que ha desaparecido. Ha sido secuestrado por un tumulario y llevado hasta una habitación cercana. Los compañeros logran rescatarle antes de que el monstruo tenga ocasión de devorarle.

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06/09/2019, 17:37
Eban, de la Orden de los Ascetas

El fin de los nigromantes

Tras unas horas de descanso, los compañeros se preparan para la batalla final contra Ärlithel. En su búsqueda se topan con la difunta esposa del nigromante y sus dos hijas pequeñas envueltas en un conjuro de ilusión que les da apariencia de vida a todas ellas. Drielae convence a los kirath de que desea ayudarlos y les da indicaciones falsas sobre cómo destruir a su marido. Gwyn se enamora perdidamente de ella y decide renunciar a todo para quedarse a su lado una vez que Ärlithel haya dejado de ser una amenaza.

Siguiendo los consejos de Drielae, los compañeros centran sus esfuerzos en destruir al monstruoso ogro momificado en que se ha convertido Ärlithel sin saber que el cerebro y la esencia del nigromante se encuentra a salvo en el recipiente colocado en el vientre de la criatura. Gwyn es noqueado con facilidad por el ogro y la voluntad de Lithiniel es doblegada para atacar a sus camaradas. Kento invoca a Pyresanth para contener a Leithan y Ashe destruye con su flecha asesina el cuerpo en el que habita el nigromante pero éste hechiza a Kento convenciéndole de que debe marcharse con la última gema y olvidarse de él. Kenthalas recupera el zafiro y abandona el combate mientras el elemental de fuego y la druida combaten entre sí y Gwyn se desangra en el suelo. Zeverúth y Ashe deben apañárselas para terminar con Ärlithel por sus propios medios, rompiendo de este modo el control que éste ejercía sobre la momia.

Entretanto, Kento ha sido interceptado por Drielae, quien le exige las gemas. Están tratando de llegar a un acuerdo cuando Zeverúth aparece y al ver al trío de no-muertos sin su ilusoria apariencia, las combate con intención de destruirlas con la ayuda de Kenthalas. El monje de Matheri cae, acosado por las escalofriantes niñas y su fantasmal progenitoria, pero la tardía y oportuna llegada de Leithan permite a los kirath salir victoriosos una vez más.

Todos los nigromantes de Tirintaal han sido destruidos.

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06/09/2019, 17:56
Eban, de la Orden de los Ascetas

Magia irda

El grupo descubre el artefacto de los Altos Ogros en el que Ärlithel estaba trabajando, una serie de paneles ubicados en los niveles más profundos de su mausoleo, con los colores de la luz, la oscuridad y la neutralidad y el número de los 21 dioses del panteón. Las paneles obran algunos prodigios aleatorios, haciendo que las pertenencias mágicas de Zeverúth desaparezcan, que Tërevan sea realimado como un no-muerto a las órdenes de su esposa o que se revierta la maldición de Lithiniel. La nueva "vida" de Tërevan dura tan poco como lo que tarda Ashe en devolverle la paz de la tumba.

Gwyn encuentra entre las pertenencias de Drielae un segundo cetro de control del Portal y se lo queda como recuerdo de su difunta enamorada.

Cuando la magia de los paneles parece haberse agotado o no saben cómo activarla nuevamente, los compañeros van a la sala del altar donde acabaron con Kielrax. Con las cuatro gemas en su poder, activan este segundo artefacto irda y descubren, colocando cada gema en uno de los cuatro bustos que rodean el altar, cómo realizar un sacrificio para obtener a cambio un objeto de leyenda.

Decididos a escapar de la fortaleza extraplanaria, Lithiniel, Ashe, Kento y Zeverúth tratan de llegar hasta la torre de control del Portal mientras Gwyn se dedica a saquear toda la fortaleza en un vano intento de encontrar un sacrificio capaz devolverle la vida a Drielae.

Los cuatro kirath logran derrotar al guardián que custodia el puente y acceder hasta la sala de control del Portal. Sin embargo, se equivocan al accionar el mecanismo y la magia se descontrola, reactivando el Portal pero destruyendo Tirintaal en el proceso. A duras penas logran salir de allí y regresar a Silvanesti antes de que todo colapse y la magia irda de este lugar se pierda para siempre.

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18/11/2019, 19:28
Eban, de la Orden de los Ascetas

Rocío Matinal

Los compañeros regresan finalmente a los torturados bosques de su patria para descubrir que Kenthalas ha desaparecido. En su lugar encuentran al inquietante Tareth, con órdenes de presentarse ante el Alto Mando de la Protectoría.

Tras recuperarse en el campamento E'li, ponen rumbo a la ciudad de Rocío Matinal y allí comparecen ante un tribunal presidido por Alhana y el comandante de los kirath: Lareth Thlörendil. Tras presentar su informe son indultados y puestos en libertad.

Durante su deambular por la ciudad, terminan en la posada El Descanso de la Espada, donde son abordados por uno de los jueces; un oficial de la Protectoría que les recluta para llevar a cabo una delicada y discreta misión.

Afirma que existe una gran preocupación entre todos los oficiales militares, incluidos los de los kirath, por el modo en que se está llevando a cabo la reconquista. Y que los burócratas de las otras Casas, que componen el Sinthal-Elish, están envenenando la mente de la reina Alhana Starbreeze afirmando que la situación en Silvanesti no es tan mala como la pintan los militares. Dice que se están ignorando los informes de los kirath acusándolos de exagerar la situación y presionando para que dé comienzo la repatriación desde Ergoth. El Alto Mando, encabezado por el General Konnal, teme que si los silvanestis regresan demasiado pronto a su hogar, se perderá un número importante de vidas elfas.

El oficial asegura que para que la reconquista pueda seguir adelante, es necesario que el Sinthal-Elish acceda a la aprobación de un impuesto especial con el cual financiar los gastos de la guerra y poder preparar y equipar mejor a los combatientes con el fin de minimizar el número de bajas. Y para que este presupuesto se apruebe, es necesario que los nobles sean conscientes de lo peligrosa que resulta la Pesadilla.

El Sinthal-Elish planea enviar una delegación de observadores supuestamente independientes para evaluar la situación en Silvanesti y tratar de llegar hasta la capital, Silvanost, escoltados por un grupo armado de la Protectoría. El alto mando teme que ninguno logre llegar hasta allí con vida y, aunque que la aniquilación de la embajada sin duda impondría el sentido común a los nobles del Sinthal-Elish, quieren evitar a toda costa que los diplomáticos y sus escoltas mueran. Sin embargo, negarse a permitir la entrada en la Pesadilla a los enviados de las Casas solo serviría para posponer indefinidamente la aprobación de los presupuestos militares.

Los compañeros son reclutados para interceptar la expedición diplomática de camino a Silvanost y la mantenerla retenida por su propia seguridad el tiempo suficiente como para que el Sinthal-Elish se convenza de la necesidad de aprobar la partida de gastos extraordinaria.

Tras su enésimo desencuentro con Ashe y Zeverúth, el trío restante regresa a la Pesadilla donde Lithiniel hace crecer un majestuoso roble, cuyo interior moldea la druida para construir su hogar.