Partida Rol por web

- ¿Dónde vas pequeñaja? Ese es un buen lugar para empezar... ¡Hip!.- El hombre cerró las piernas para atraparte, pero debido a su estado cayó al suelo contigo, tú encima de él, ya que cayó hacia atrás.

aprovechando el poco momento de lucidez de mi "intento de captor" agarré la jarra que había quedado en el suelo y aún sin quitarme de encima le estampé la jarra en toda su cara en un intento de dejarlo conmocionado el tiempo suficiente para poder marcharme de allí ilesa.

El hombre en el momento en el que la jarra se dirige hacia su cara te da un manotazo en el brazo, cambiando la trayectoria de la jarra unos centímetros, por lo que impacta en el suelo y se rompe en unos pocos trozos. Ahora había a tu disposición un buen número de cristales puntiagudos, aunque también podían ser aprovechados por el hebrio aventurero.

El hombre te intenta agarrar del cuello pero no logra realmente aferrarse con fuerza.

La cosa se estaba torciendo y yo no quería entrar en batalla con un cristal como puñal por lo que me incorporé rápìdamente e intenté aprovechar los pocos segundos que me ofrecía mi posición aventajada para coger la armadura de la silla e intentar llegar a la maldita ventana que parecía muy cerca y muy lejos al mismo tiempo.

Coges la armadura y sales por la ventana pisoteando el cuerpo del hombre, aprovechando que está tumbado en el suelo. La gresca sigue, pero tú estás ya apartada del peligro. Dorn parece que sabiendo lo que ibas a hacer se ha dado la vuelta y estaba esperándote apoyado en uno de los pilares del porche. 

Era de noche y las calles eran peligrosas, pero quizás no tanto para gente como vosotros. 

- ¡Ha sido divertido! he intentado no perder detalle desde aquí.- Dice riéndose el enano.

-¡Maldito enano cobarde! La próxima vez que no llegues al estante de arriba ya puedes ir buscándote una buena banqueta que soporte el peso de ese culo tan gordo que tienes.

Las calles estaban oscuras y la taberna ya no era lugar para nosotros por lo que decidí poner rumbo hacia algun lugar de este poblado en el que poder descansar sin mucho riesgo de perder el cuello en el proceso.

La posada más tranquila era la más destartalada de todas, que a la vez era la más barata. Así que os dirigisteis rumbo la "Posada Cuatro Vientos" la cual estaba a las afueras del lugar. Era un lugar sucio pero tranquilo, pues nadie que tuviera dinero querría hospedarse bajo ese techo. Al entrar el posadero os mira con cara de preocupación y os dice.- Lo siento, no tenemos hoy hospedaje... tenemos un pequeño... problema. 

El lugar estaba desierto, oscuro y entristecido. Lo normal es que hubiera algún forastero despistado allí, pero ni eso, así que en el fondo era algo extraño...

La posada estaba vacía y no ofrecía ningún tipo de confianza aún menos si contábamos con que el extraño hombre que la regentaba nos estaba diciendo que hoy no hospedaban a nadie debido a un "problema", no sabía si aventurarme a preguntarle cuál era ese problema teniendo en cuenta que acababa de salvar mi pellejo por suerte de una pelea tabernaria y buscarme un árbol al que subirme para descansar o hacer eco de mi buena fe e intentar ayudar a este hombre con su "problema".

Decidí finalmente intentar ayudar al hombre dependiendo de que problema le aquejase y le pregunté:

-Parece que todo está muy calmado por aquí como para que no tengas una cama disponible, ¿puedo preguntar que problema os aqueja?

- Pues bueno, resulta que mañana me quitan mi negocio... sí, sí... tengo una plaga de ratas en el sótano desde hace poco tiempo y me han dado hasta mañana para acabar con ellas, pero no hay veneno que las mate...- dijo el hombre entristecido. No parecía mala persona, en el fondo.

-Unas ratas no deberían asustarnos, si nos conducís hasta el sótano para que podamos echar un vistazo quizá podamos deshacernos de ellas y librarte de tu problema. 

- ¿Pero qué haces? ¿Quieres más problemas?.- Dijo el enano en voz alta. 

- Os agradezco la ayuda, pero no quiero tampoco quitaros tiempo, aunque si realmente lo hacéis os daré todo lo que tengo en monedas, digamos 50 monedas de oro. Lo recuperaré con el negocio...- Dice el hombre, mientras espera una respuesta clara del grupo.

-Mira Dorn, la realidad es que no tenemos dónde pasar la noche y apenas unas monedas en el bolsillo, este hombre necesita nuestra ayuda y además nos ofrece una buena recompensa, si tu no te decides a entrar perderás la mitad de un buen sueldo por que pienso entrar yo sola. Tu verás.

A Dorn le brillaron los ojos al ver la cantidad de dinero que ofrecía.- Yo si quieres por este dinero te limpio hasta la posada, pero... ¿Estás seguro que tienes dinero? Mira que si no te parto las piernas...

-No te preocupes por este enano, habla mucho pero en cuanto nos encontramos en una pelea de taberna huye haciendo la croqueta por el suelo. Si dices que tienes 50 monedas de oro para pagarnos yo me fío de tu palabra, condúcenos hasta el sótano y veremos que se puede hacer.

El hombre, no obstante sacó una bolsa llena de monedas y las mostró.- No tengo intención de engañar a nadie, enano. Cualquier hombre en mi desesperación vendería a sus hijos si fuera necesario.- Acto seguido abrió la barra por un lado y una trampilla que conducía al trastero donde guardaba la bebida.- No tiene perdida, ahí abajo están. Tengo la suerte de que no han tenido la oportunidad de subir aún gracias a esta gran puerta, así que la tendré cerrada cuando bajéis para que no se escondan en ningún otro lado del lugar.

-Bueno, deberás quedarte al otro lado de la puerta por si debemos salir rápidamente. En el momento en el que golpeemos la puerta deberás abrirnos.

Después de decir esto agarré al enano de la pechera y nos encaminamos escaleras abajo para ver cuál era la situación. Agarré el arco de mi espalda ahora que ya estaba vestida de nuevo con la imprescindible coraza y encaminé a Dorn por delante de mi para ejecutar nuestra estrategia habitual cuando se aproximaba una batalla.