Partida Rol por web

Egar: la rebelión.

Stefan

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18/06/2010, 01:33
Director

Pum. Una vena empezó a resaltar sobre el resto a la altura de la sien de Stefan. El camino pum de Londure (en Arlan) a Aubrey (en Togarini) pum estaba lleno de pum unos malditos baches pum que hacían que toda su cabeza repumbara. Cada pequeño salto que pumgaba la carrera era como sentir una docena de sus cuchillos clavándose uno a uno en su sien. Todo era pum esos malditos baches. Aunque... para ser pumceros, quizás todo el vodka que había bebido el día antepum había influido... un poco. Pero estaba traído de Hendell y era el mejor que había pumbado en su vida.

Fue en ese momento cuando notó algo extraño en el estómago, acentuado por el traqueteo y los baches constantes de la carreta en la que se encontraba. La caravana tardaría aún una semana o más en llegar a Aubrey (si es que no ocurría nada) y los días eran MUY MUY pumrridos. Esa sensación volvió, con más fuerza... y no pudo resistirla más. Tras lanzarse a la puerta como un rayo y con el tiempo justo para abrirla el lanzacuchillos pumitó una gran cantidad de líquido y algo de comida ya digerida del día anterior. Ahí iba su ternera y su vodka, pensó al ver la escena, aunque al menos se sentía mucho mejor.

Joder, realmente era horrible estar aburrido y tener dinero. En momentos así comprendía por qué los gustos más bizarros y extraños se encontraban en sitios como Gabriel, donde la gente ya había vivido tantas experiencias que tenían que darle a todo una vuelta de tuerca con el fin de encontrar algo interesante.

Otra arcada superpuso al pensamiento, pero no fue a más. Por suerte, los baches parecían haber cesado, así que Stefan aprovechó para levantarse y, tras conseguir no caer del mareo que le dió inicilamente, estiró su cuerpo para desperezarse y... PUM. Mientras su cabeza parecía estallar, el golpe que se acababa de dar con el techo por otro de esos malditos baches había conseguido que viera todo borroso. Más borroso.

Una manera preciosa de empezar un nuevo día.

Notas de juego

Mañana me invento algún PNJ del circo.

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18/06/2010, 18:51
Stefan Zavadsky

Cayó sentado sobre el camastro, llevándose las manos en la cabeza y soltando improperios. El dolor volvió a darle arcadas. Se dejó caer de costado y se quedó muy quieto hasta que el dolor remitió y la jamba de la puerta volvió a aparecer nítidamente ante sus ojos entornados.

Por fin se levantó y mantuvo la cabeza agachada mientras buscaba algo con lo que quitarse el sabor de la ternera a medio digerir. Ninguna de las botellas que había en la caravana tenía agua dentro; le dio un trago a una marrón que, sorpresa, contenía cerveza caliente. Se puso su camisa más limpia y las botas y asomó la cabeza al exterior para escupir un salivazo con un poco de vómito.

Ahora tenía hambre, aunque sus tripas aún acusaban los baches. Con los ojos entrecerrados para protegerse de la luz evaluó si iban lo bastante lentos para saltar en marcha de su caravana de madera, cuya pintura naranja y amarilla ya estaba descascarillada, sin rodar por el suelo. Notó una punzada en la sien. Cerró la puerta, bebió un poco más de cerveza y se dejó caer en el camastro, entre las sábanas sucias. Esperaría a que detuvieran la marcha, o al menos hasta que su estómago dejara de girar sobre sí mismo. Sí. Seguro que entonces se encontraba bien.

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19/06/2010, 01:03
Director

Un grito que conocía bien se impuso en la caravana, aunque prefirió que en aquel momento Florin tuviera la cabeza metida en un barreño de agua (cosa que no sería novedosa).

- ¡¡¡¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!! Parada para comer. ¡Quien no venga ya se queda sin el exquisito plato de hoy! - gritó el zinner en algún punto de la caravana, seguramente junto a los caballos. El movimiento se detuvo y Stefan pudo comprobar que, efectivamente, Gaia no estaba dando vueltas sobre si misma una y otra vez... no al menos de la manera en la que él lo notara. Consiguió bajar sin caerse al suelo (sólo trastabiló) y se acercó a donde la mujer de Florin (una señora bastante fea que usaba de chacha) preparaba una improvisada mesa.

- ¡Stefan! Oh Stefan, Stefan... Tienes mala cara. ¿Has dormido bien? ¿Bebido mucho? ¿Acaso no has bebido lo suficiente? Venga, hoy tenemos una comida especial, algo que no te esperas. No, no pongas esa cara... ¡Te lo prometo! Venga, te voy a dar noticias frescas, fresquísimas. Ha habido pelea aquí cerca. El Imperio le ha birlado una fortaleza a Azul, chavalote. Una fortaleza y por lo menos una docena de pueblos, todos de la misma zona. Vamos a desviarnos hacia allí, ¿eh? En esos sitios siempre queda algo para un hombre de negocios como yo. Armaduras más o menos nuevas, armas... todo eso. - hombre de negocios... carroñero sería el nombre más apropiado para un hombre como él. Sin embargo, por muy apariencia de delincuente que Florin tuviera, por muchas acciones de delincuente, por la forma de ser de delincuente que ten... vaya, que era un delincuente. Pese a todo eso, había algo extraño en él que forzaba a Stefan a respetarlo. Es algo que no puedes evitar, como mirar un enorme grano en la cara de una persona... algo por el estilo.

- ¿Te gusta la idea? Así no tendrás que usar madera para apuntar... ¡podrás usar cuerpos de verdad! Muertos, vale... aunque bueno, quizás encuentres alguno convalenciente. -

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19/06/2010, 03:16
Stefan Zavadsky

De camino a la mesa fue Stefan el que metió la cabeza en un abrevadero, y la verdad es que le sentó bien. Se sentía mejor mientras se acercaba a la olla de oro al final del arcoiris: la mesa estaba sólo unos pasos más allá. Saludó de manera mecánica a la mujer y estaba hecho, sólo tenía que sentarse. O no, al parecer.

Se volvió, molesto por la interrupción. Estaba hambriento y confuso y le pillaba por sorpresa, y no quería escuchar. Aún así lo hizo, y tuvo que repetirse las palabras en su cabeza una vez, dos, hasta entender el significado. Había una batalla. Iban a saquear los restos de los caídos, una buena oportunidad si nadie les descubría. Gruñó; le seguía dando igual.

-Déjame comer, y me lo vas contando con detalle -dijo solamente, y se sentó a la mesa, exigiendo su comida.

Notas de juego

Admito que el encontrarme con un peenejota que se llame igual que mi pejota le da un toque de realismo al asunto. Alguien se llame Pedro casi seguro que conoce al menos a uno o dos Pedros más. Pero resulta un poco confuso, la verdad.

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19/06/2010, 20:06
Florin

La mujer le puso un plato de estofado. Ese estofado. El mismo estofado que todo el día comían allí. Stefan miró a Florin con cara agria, que se rió y se llevó la mano a la panza. - ¡En serio, que tienen algo diferente! Mira mejor. - efectivamente, aunque ínfimo, había algo diferente... parecían haberle echado orégano a la comida. - ¿Ves? Te lo dije. -

Mientras todos comían Stefan continuó hablando del próximo plan. Parecía muy entusiasmado con la historia de Egar y el combate, más entusiasmado que de costumbre. - Y por lo que he oído, las tropas de Elisabetta llegaron prestos a la batalla y arrasaron con todo sin hacer preguntas. Nadie pudo reaccionar, cero bajas en el bando del Imperio. Todo un desastre para Azur, que ha perdido parte de la frontera norte de Togarini... Justo a donde vamos nosotros. Espero que no nos saquen de allí a golpes. ¿Y qué opináis? ¿Eh? ¿Por qué no decís nada? Estáis todos muy callados. -

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19/06/2010, 21:00
Stefan Zavadsky

Orégano. Divertidísimo. Soltó un gruñido que podía interpretarse como una risa falsa mientras empezaba a comer. Se tragó el estofado lo bastante despacio para que su cuerpo pudiera mantenerlo dentro sin rechistar. Mientras masticaba la ternera sin saborearla realmente miraba a Florin con incredulidad. Buscó apoyo en el resto de comensales.

-¿Meternos en una zona de guerra, justo ahora? ¿Está seguro? Ni nos van a dejar montar la carpa.

Y no digamos rondar por el campo de batalla buscando carroña, pensó.

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19/06/2010, 22:04
Florin

Florin se llevó un dedo a la punta de la nariz y dió dos toques mientras esbozaba una sonrisa pícara. Aquel gesto era habitual en el hombre y significaba algo así como 'déjamelo a mi'. - Que sí, que está todo estudiado. Nadie nos molestará. Pan comido, amigo mío. No vamos a una zona de guerra porque no existe tal guerra. Todos estarán ocupados, muy ocupados. -

En ese momento Florin empezó a gesticular y a cambiarse de lado en su asiento. - ¡Oh! ¡He visto a una ardilla, mi capitán! ¿Cree que será una espía de la Alianza? Oh no, lo dudo, pero para asegurarte envía la mitad de nuestras tropas y aniquila todos los nidos de ardillas que haya en diez kilómetros a la redonda. - su mujer le dijo con voz cansina que las ardillas no vivían en nidos. - Nidos, casetas, loquesea, me da igual. Lo importante es que todos se preocuparán más de cualquier cosa sospechosa que de alguien como nosotros. -

- ¿Por qué tardas tanto? ¡Yo ya he acabado de comer! - por extraño que pareciera era verdad. Pese a no haber parado de hablar en todo el rato Florin ya se había acabado su plato. - Estamos perdiendo tiempo de viaje. ¡TIEMPO DE VIAJE, STEFAN! Veeeeeeeenga. -

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19/06/2010, 22:47
Stefan Zavadsky

No se había contagiado del entusiasmo de Florin, como otras veces. No iba a invitarle a su caravana para celebrar con algún licor barato los planes del zínner. Pero ya no puso más pegas; sus argumentos eran sólidos, o al menos lo parecían. Stefan no tenía ni idea de la guerra, ni de lo que hacían en Togarini con las ardillas.

De mala gana, porque no quería reconocer que tener un objetivo estaba mejorando su humor y su resaca, apartó el plato, le dedicó una mirada hosca a un tipo con el que se tropezó y cuyo nombre no podía recordar en ese momento y volvió a su zulo para dormir el resto del día. No le dijo nada al zínner antes de alejarse de la mesa (que no ayudó a recoger), porque sabía que era inútil, y porque tirarle una de sus botas nuevas era un desperdicio.