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El 47 del "Tenebrae Venandi"

Epílogo - El verdadero propósito

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11/07/2019, 18:33
+++Director+++

El silencio en la radio por parte de torre de control era algo que costaba tomar como una señal positiva o buena. Las interferencias que el enemigo estaba causando habían dejado por inútiles toda comunicación de larga distancia, funcionando únicamente cuando los escuadrones volaban en formación cerrada. Tras una inexistente deliberación, los líderes de escuadrón decidieron desandar el camino que los llevó hasta esa posición y pusieron rumbo a la última marcacion que poseían del “Tenebrae Venandi”.

Con las toberas a máxima potencia poco a poco se fueron uniendo a otros escuadrones supervivientes de la injusta batalla. El almirantazgo había cometido un grave error de cálculo y subestimado las posibilidades del enemigo, creyéndolo diezmado y desorganizado tras el asedio en el planeta. Ningún escuadrón se había mantenido completo, todos habían padecido perdidas en mayor o menor medida mientras otros, directamente habían sido eliminados en su totalidad.

Entre repitajos de escuadrones, la fuerza estuvo compuesta por veinte interceptores calixis y doce bombarderos starhawks que se prestaron a volar en formación cerrada por mantener las comunicaciones de corto alcance hasta que los auspex ópticos arrojaron algo de luz. Las fragatas de escolta estaban todas destruidas, sus restos diseminados por el campo de batalla mientras el Tenebrae se las veía con graves dificultades para poder soportar el imponente castigo al que estaba siendo sometido por el navío del caos.

Una enorme mole de color amarillo apagado, como si fuera un cadáver dado del revés, uno sin una gota de sangre en su interior. No cesaba de vomitar salva tras salva desde sus macrotorretas en el costado de babor mientras comenzaba un amplío giro aprovechando la debilidad del Tenebrae. El crucero Imperial había sufrido un impacto directo en uno de sus motores de maniobra y le estaba constando un mundo poder seguir el ritmo de su atacante, el cual estaba realizando una clara maniobra de embiste.

Cuando los refuerzos llegaron a estar en un rango de acción, se dieron de bruces con la tormenta de lo que parecían los cazas del caos. Pero no eran los Swiftdeath, no, se trataba de una horda de demonios que se movían a una velocidad endiablada arañando el robusto blindaje de los cazas y bombarderos imperiales. El rechinar de sus garras era insoportable en gran medida, y los artilleros de las tripulaciones a duras penas podían acabar con ellos; que no por ser ágiles y veloces, sino por la ingente cantidad que no parecía acabarse.

Fuere como fuere, al final llegaron a la batalla y el recibimiento no pudo ser peor. Las hordas de diablos lograron abatir a varios interceptores, que intentaban proteger de ellos a los bombarderos, ya que estos eran los únicos que serían capaces de marcar la diferencia en un combate nave a nave como el que estaba ocurriendo entre el Tenebrae y el demoniaco crucero. Las torretas iban girando de un lado para otro acribillando el vacío a la par que los pilotos maniobraban, quiebros, loopings y rizos, acelerones y frenadas, era como si aquello no sirviera de nada y no pararan de convocarlos o salir de alguna grieta disforme imperceptible.

Las distancias se acortaron, el Tenebrae se preparaba para recibir la embestida de la poderosa y puntiaguda quilla. Sin comunicaciones era imposible coordinarse, por ello, los pilotos iban unidos, aunque la formación era algo dispersa por el incesante acoso de los demonios hasta que de pronto, el Tenebrae se vio capaz de responder con una salva ¿de pronto? ¿o habían estado esperando el tiro de gracia? Sin saber la respuesta a esa pregunta, la salva impactó de lleno contra la zona superior del crucero del caos, los daños parecieron ser insignificantes, pero varios torreones impíos fueron arrancados de sus anclajes y, por arte de magia, todos los demonios desaparecieron en una nube multicolor; ese respiro era el que necesitaban los escuadrones y seguramente, la almirante, lo sabía.

Un último acelerón tuvieron que dar quemando el poco combustible que les quedaba. El tiempo se agotaba y la distancia entre los cruceros era cada vez menor, parecía que no iban a llegar a tiempo, pero los bombarderos, liderados por Damian, intentaron el tiro a ciegas de todos los misiles nave-nave que se habían reservado. Los misiles volaron rápidamente y los interceptores se impusieron en la marcha, bloqueando la nube de protección aérea del crucero e interponiéndose entre los misiles y el crucero. Varios calixis fueron derribados, y otros tantos con daños críticos, pero dos segundos antes de que pudiera impactar contra el Tenebrae, los misiles impactaron en toda la zona ventral inferior. Los daños no fueron suficientes para destruir por completo al atacante, pero si consiguieron afectar a la maniobra y empezó a desviarse varios grados del rumbo evitando que chocara con la quilla reforzada contra el costado del Tenebrae; sin embargo, ambas naves llegaron a impactar la una contra la otra por la zona superior por parte del caos e inferior por la del crucero Imperial. Los daños para el ultimo fueron menores en comparación con lo esperado, pero para el crucero del caos fue infinitamente peor, ya que toda la zona superior, con sus torres y puente de mando se vieron afectadas a unos niveles que dejaron expuesto el corazón demoniaco que daba vida a la nave. Por la inercia del choque el Tenebrae también se inclinó varios grados dejando las macrobaterias alineadas para poder realizar la descarga que daría con el final de aquella fatídica batalla.

Los impactos se sucedieron recorriendo toda su superficie hasta que dos proyectiles lograron hacer diana en el centro del crucero. La muerte de este no tuvo repercusión en el mundo físico, ya que el navío sencillamente dejó de moverse; sin embargo, el plano psíquico se vio inundado por el chillido telepático de dolor del demonio-nave. No importaba lo resistente que fuera uno, aquella descarga de energía psíquica en estado puro conllevó a que todos y cada uno de los tripulantes cayeran desmayados sin mayor remedio.

Cuando uno por uno fueron despertando se encontraron donde estaban y con el panorama del crucero severamente dañado, pero con las comunicaciones reestablecidas. Las ordenes eran claras, volver al Tenebrae y salir de ahí pitando, se habían quedado muy aislados del cuerpo principal naval del sistema, a dos días de viaje al grueso de la flota Imperial y habían llegados nuevos reportes de refuerzos enemigos, refuerzos a los que el Tenebrae, con prácticamente la mitad de los cazas destruidos y el propio crucero con graves daños no podría hacer frente. La almirante había tomado su decisión y le importó más bien poco las repercusiones, sus hombres no iban a pagar la ineptitud de los altos almirantes del sector.

Cuando todo el mundo estuvo a bordo se inició el salto a la disformidad, un salto nefasto, a decir verdad, pues el navegante que había sufrido más por la muerte del crucero demoniaco apenas pudo trazar un rumbo coherente por entre las mareas del inmaterium dejando al crucero a la deriva de una tempestad que agitó a la nave durante semanas. Los poderosos torrentes de energía psíquica amenazaron por resquebrajar el campo geller que protegía a los mortales del interior de la nave, pero este aguantó lo indecible mientras todos y cada uno de los tripulantes trabajaba a doble turno en las reparaciones. Las drogas fueron permitidas durante ese tiempo, pero dado el estado del navegante, cuando salieran de la disformidad, podrían acabar en cualquier sitio.

Finalmente, la tormenta llegó a su fin, y la calma hizo que el Tenebrae viajara con relativa calma por el espacio disforme hasta que el navegante vio claro el punto de salida, claro en el sentido de que no aparecerían en el pozo de gravedad de una estrella, o en mitad de un campo de asteroides. El nuevo problema fue que, al salir al espacio real, el crucero salió cerca de un planeta, de un planeta que estaba sufriendo un asedio en tierra y una liberación Imperial.

El torrente de información fue bestial, y las actualizaciones de las fechas estelares arrojaron que la tormenta disforme los había dejado fuera de juego durante dos años. El puente de mando era un hervidero, con Rose intentando sacar algo en claro, fuerzas enemigas, aliadas, posiciones, estado en tierra y, sobre todo, en que sistema estaban, ¿seguían en los mundos de la santa? Los cogitadores bufaron del esfuerzo mientras todas las escuadrillas despegaban y volaban en formación cerrada siguiendo la estela del crucero mientras este, a toda máquina, se lanzaba a la batalla lanzando señas a los imperiales.

Conforme el crucero acortaba la distancia, las confirmaciones fueron llegando. La flota Imperial no era muy grande, varios navíos de línea y un par de cruceros pesados que tenían que hacer frente a las superiores fuerzas heréticas. En esa batalla, la inesperada ayuda del Tenebrae podría suponer la piedra de toque que equilibrara la balanza a favor del Imperio. Pero en ese momento, todo aquello daba igual, lo único que importaba era cada salva lanzada con precisión, cada disparo, cada macro cañón y cada hombre y mujer de la armada.

Aunque con la batalla en ciernes, lo que verdaderamente llamó la atención de todos era el lugar, el momento, no era normal aparecer justo en un instante como ese, no, una mano divina los debía haber guiado, los debió guardar en el Empíreo el tiempo suficiente para aparecer cuando fueran necesarios. Grupo Khan, planeta Herodor. Un sentimiento de superioridad, de misión divina o sagrada insufló valor y moral a los tripulantes del Tenebrae, algo había ahí de divino, y aunque nadie podría justificarlo, el sentimiento era común, era inequívoco, ¿sería la última misión? No lo sabían, pero el miedo fue erradicado de sus mentes y corazones, fortalecidos por un calor que solo se podían atribuir a la santa o al mismísimo Dios Emperador.

A pesar de la belleza del sentimiento, la batalla fue dura, la más dura que jamás vivieron. Todos demostraron ser grandes pilotos. El escuadrón Fénix fue el que, a pesar de su corta veteranía, se cobró más bandidos, las cifras oficiales decían que abatieron un total de sesenta y cuatro aparatos enemigos, pero Sumiye sabía que no les habían contado aquel escuadrón que dejó desactivadas las comunicaciones durante una serie de ataques electrónicos, pero daba igual, habían salido victoriosos, aunque pagando un alto precio por ello. El Tenebrae acabó por ser destruido después del que el acorazado líder del caos se cebara con él sin darle tregua ni respiro. Los rumores eran que Rose había sacrificado su nave y su gente a posta para permitir que las tropas de refresco de tierra ayudaran a la liberación final en la superficie del planeta; verdad o no, el sacrificio sirvió de algo, ya que no solo las tropas de la guardia desembarcaron, sino porque en el espacio, la batalla fue ganada por el Imperio después de poder asolar al acorazado dejando debilitada la zona ventral, momento en el que los dos únicos bombarderos supervivientes, liderados por Damian, lograron el tiro de gracia en el último segundo. Nadie le reconoció a ambos pilotos la autoría de la destrucción del acorazado, pero ellos sabían que fuera así por mucho que aquel petulante capitán se atribuyera la pieza, poco podían hacer en semejante debate o discusión con los airados hijos de la nada inútil nobleza Imperial.

Llegados a ese punto, poco había que hacer, ninguno tenía su base móvil, y la reasignación no iba por el buen camino, no por nada, sino por la mala fama de Rose que acabó por afectarles a ellos también alegando aquel fatídico dicho de que si tienes una manzana podrida en el cesto, el resto lo estarán con el tiempo, la inquisición puso el ojo en los pocos supervivientes y sus tripulaciones, se rumoreaba que estaban preparando el letal interrogatorio para dilucidar si habían sido tocados por el caos tras tantos años viajando por el empíreo, pero antes de que aquello pudiera darse, la Santa se fijo en ellos, Sumiye, Damian, Quincy, Erich y Solomon. Los cinco fueron convocados en superficie.

Una vez allí, en ciudad Beati, la antigua colmena con sus barrios aledaños totalmente devastados y llenos de cadáveres, restos de blindados y demás, fueron recibidos por la Santa en persona mientras despedía a los que había proclamado como su guardia, el primero y único de Tanith. Ninguno era consciente de que años antes, de no haber sido por los pilotos veteranos del Tenebrae Venandi ese encuentro no se hubiera podido dar, pero ahí estaban, ajenos unos de otros y observando a la exultante figura que encarnaba la santa en vida, Santa Sabbat, su reencarnación, su armadura dorada, sus alas brillantes y de color verde iridiscente. Los miró a ellos y sonrió.

En ese momento no hubo necesidad de hablar, los corazones de todos se sincronizaron con el de la Santa y comprendieron que, esa calidez, provenía de ella, que era ella quien había orquestado todo su destino, su camino, sus misiones, todo servía para un propósito superior y era ganar la guerra, que la cruzada saliera victoriosa y ellos habían sido otro instrumento más, como lo fueron los Tanith, el Lord General Lugo o el cuerpo de la fiel devota que hospedó el espíritu de la santa.

La conversación fue sencilla, rápida y la petición realizada sin ninguna ceremonia, tan solo la calidez de la santa, su prístina presencia y su voz firme y decidida que no daba lugar a dudas, que convencía con cada silaba que pronunciaba. Los cinco pasaron a formar parte de la escolta personal de la Santa, allá a donde fueran sus naves, los tres interceptores y los dos starhawks, pilotados por los únicos supervivientes del Tenebrae Venandi, la seguirían.

Notas de juego

Muchas gracias por vuestro tiempo y perseverancia. Espero que os guste.