Partida Rol por web

El Advenimiento Corrupto

2. Los de ahí arriba - Escena de Juego.

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05/09/2013, 07:33
- Narrador -

Los de Ahí Arriba

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05/09/2013, 07:35
- Narrador -

12 de Julio del Año 999, Du'Lucart, Lucrecio.

La Capital. Casi irreconocible teniendo en cuenta que lo primero que vieron fue un reloj de pared con tres agujas marcando la hora en la fachada de un edificio alto como él solo. Y literalmente, porque cual faro era lo más alto de la ciudad. Sobre el mismo, dos esferas de metal entrelazadas y girando a la par pero en posiciones y direcciones diferentes. A la entrada de la ciudad, dos guardias blindados hasta los dientes, con armadura completa y casco con visera. Además de una alabarda a la mano ambos lucían dos armas de fuego, pistolas de mecha, a la cadera. Tras ellos, una veintena de guardias por cada uno de ambos. La puerta estaba fortificada, vaya que sí. O más bien, el portón de metal que parecía medir treinta centímetros en cada uno de sus dos laterales. Tres metros de altura. Un muro que seguía por encima durante otros dos metros para dar un total de cinco. Los Inquisidores pararon para dejar pasar un carruaje.

Tras ello, entraron. No habían estado nunca, o quizás alguno sí, brevemente, pero incapaces de reconocerla. Ahí había estudiado Medicina la profesora titular Renata Crest. Allí había estudiado Ciencia el profesor titular Leonardo Bolson. O corríjase, había estudiado en La Gran Universidad, relativamente cerca de la ciudad pero lejos a su vez.

Era la ciudad más moderna de Gaïa, y dolía verla. Estaba poblada de forma masiva. La gente adinera lucía relojes de bolsillo por la calle, e incluso vieron algún reloj de pulsera. El sonido de engranajes se escuchaba de vez en cuando en algún edificio con las ventanas abiertas, generalmente una fábrica. Era casi imposible avanzar con los caballos, y de hecho, les pidieron bajar y dejarlos en unos establos situados al lado de la puerta de la ciudad, pero por dentro. Los ataron allí, reflejaron su procedencia de Puerto Misrech, dejaron un depósito por el alquiler de las ocho plazas en la caballería y tras firmar los nombres, siguieron. Ya vendría alguien a encargarse de ese asunto sin importancia.

Sólo Arkángel era más grande que Du'Lucart y más poblada, así que si ahora se sentían abrumado, que esperasen a después. Todas y cada una de sus calles estaban pavimentadas. Podían ver las alcantarillas bien selladas pero accesibles, sin riesgo de infección pero eficientes. Hospitales, escuelas con un detalle de arquitectura que quitaba el aliento. Una vara de esculapio se enroscaba en lo primero y un libro en lo segundo. Su alumbrado era artificial, sin lámparas de aceite. Y para colmo, en lugar de casas individuales se alzaban monstruos con entre tres y siete alturas que, preguntando a los ciudadanos, resultaron ser bloques de viviendas. También estaban en Arkángel, peor eran raros.

Era una intromisión a la intimidad, pues le daba un nuevo sentido más íntimo a la palabra vecino. Y lo peor era que mirando al centro podían ver que algunos superaban las diez alturas y los cuatro de ancho. Eso suponían muchísimos vecinos, demasiados. Más de lo que sería cómodo y agradable, al menos para ellos. O no. Pero cierto era que con tanto edificio alto, mirar al cielo suponía mirar poco. En vertical. Las paredes anegaban los laterales haciéndoles sentir casi bajo tierra si no fuese porque seguía dándoles el sol. No les costó divisar su objetivo.

Al principio lo confundieron con el Palacio de Comercio, un edificio gargantuesco que debía de estar plagado de negocios, bazares, tenderetes y mercaderes de toda clase y condición burguesa o noble mientras tuviesen dinero, pero después lo encontraron. El Puerto aéreo. El lugar de despegue de los Zepelines del principado.


Todos: Tirada de Montar a 140. 1 de Cansancio por Nivel de Dificultad no obtenido. No puede llegar a cero.
Uso de la Energía Necesaria: La Tirada de Montar reduce su Dificultad a 80, Medio, en lugar de Muy Difícil.

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05/09/2013, 07:51
- Narrador -

Fueron hacia allí prestos, andando, lo cual no dejaba de llevarles tiempo, pero les permitía contemplar aquello en toda su inmensidad. Era sencillamente demoledor para el ego de los muchachos y su concepción del mundo. Era el reflejo del progreso, qué duda cabe. Allí sus ropas casi pasaban desapercibidas, y que aspasen a Juliette si no miraba de forma famélica los escaparates de la ciudad que tenía todas las ropas del mundo.

Lucanor Giovanni, el Príncipe, debía de estar en el Castillo de Larcs. Según iba diciendo Adalbert, el Guardia Elcesiástico de Ace, él mismo lo mandó diseñar aunque salía poco a la calle o pasaba poco tiempo en Du'Lucart. Hasta donde él creía, el hombre se encontraba en Arkángel con motivo del Alto Senado y, adelantándose a este, para cubrir sus propios negocios y participar por "otras vías" en las relaciones entre los diversos estados de Gaïa.

No pudieron verlo, pero se suponía que, situado casi fuera de la metrópolis, en una esquina, estaba levantado en centro de un gran parque natural anexado a la capital, absorbido y remodelado durante estos últimos diez años. Un ala de la fortaleza, calmada y sosegada de por si sin el bullicio de la ciudad, estaba destinada a la corte de científicos privada de Lucanor. Algo que, a todas luces, cabreaba y mucho a la Inquisición.

¿No veíais todo eso alrededor? No faltaba mucho para que las pistolas de mecha comenzasen a utilizar balas de plata con punta hueca si descubrían a los habitantes de Alberia. Si es que Lucanor no sabía ya de su existencia y los ignoraba o los utilizaba para otro fin. En fin. Sea como fuere, no pasó desapercibido algo a aquellos con la capacidad de Ver la Magia. Algo flotaba en el ambiente. Era invisible, intangible, e inocuo e indoloro, y cualquiera sería capaz de verlo, pero algo en el corazón de Du'Lucart destilaba una magia sana y controlada.

Les recordaba de forma muy oscura a su enfrentamiento contra Venganza, donde Alexander se había convertido en una fuente de energía a utilizar, pero podría decirse que no tenía nada que ver. No sólo era un eco lejano, sino que además, en lugar de una fuente de energía caótica y oscura parecía todo lo contrario. Algo domado y purificado, aunque Elohim, Ace y los demás no dejaban de preguntarse algo. Los demás Inquisidores sabían algo de eso, no sabía duda. Si ellos lo habían notado, el resto más si cabe. Pero... ¿por qué nadie les había hecho mención?

Significa que, además de Ciencia, estaban intentando controlar una fuente de energía mágica. ¿Ahora Lucanor también gozaba la inmunidad sobrenatural que se atribuía a Caballeros del Cielo? Pues eso era malo, muy malo, y no sería a manos de la Inquisición, sino de su estancia de Arkángel.

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05/09/2013, 07:51
- Narrador -

Cuando entraron en el Puerto Áereo tras ascender una larga escalinata de mármol con más de diez metros de ancho, volvieron a sentirse pequeñitos. Una amplia estancia con un suelo absolutamente liso y pulido se alzaba ante ellos. Colas y colas de gente perfectamente organizada y conducida mediante cuerdas rojas dispuestas para generar un pasillo serpenteante esperaban. Al final de la cola, tras un cristal de aspecto grueso y un escaparate robusto, una persona encargada de atender las compras, ventas, demandas y asuntos. En total, quince personas. Sobre ellas, cada tres, un rótulo en letras doradas rezaba respectivamente "Línea del Oro, Línea de la Alianza, Línea Blanca, Línea del Ángel, Línea del Ángel". Sí, había una repetida, la que llevaba a Arkángel, la Capital del Sacro Santo Imperio.

¿Por qué? Porque habían dos Zepelines destinado a ello. Se pusieron en una de las colas para la Línea del Ángel, aquella que despegaba antes, y esperaron su turno. Hacer cola para comprar algo se les antojaba muy extraño. No era algo a lo que estuviesen en absoluto acostumbrados. Pero ahí iban rodeados de nobles, burgueses, mercenarios y gente adinera en general. Su condición de Inquisidores no les daba un trato preferentes. En otra ciudad eran especiales, únicos, queridos, venerados. Allí, eran sólo los "asesinos de fantasmas de la iglesia". Otros profesionales más.

Según vieron en el panel de información, aquello seguía una ruta interesante:

Salida Destino Duración Mínimo Máximo
Du'Lucart Arkángel 48h 150 MO 700 MO
Arkángel Hausser 22h 80 MO 300 MO
Du'Lucart Hausser 72h 200 MO 800 MO

Ágatha, con conocimientos de geografía, apuntó algo sencillo.

"Es lógico que quien tenga dinero lo utilice para viajar al sur sin exponerse a las tierras de la Alianza.
Al fin y al cabo, evita la Cordillera de Tol Jaegren dadas las alteraciones magnéticas.
¿Qué? A mí no me miréis, sobre las alteraciones magnéticas ya preguntadle a Bolson".

Sólo había habido un altercado con los Zepelines, y fue con el primero, La Dama, el comercial. Tras ello, ninguna de sus cuatro líneas había fallado jamás. Al principio una sorpresa, luego una garantía muda de seguridad y una nueva forma de entender los viajes. Por el aire. Caro, muy, muy caro, pero un lujo del que todos querían alardear.

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05/09/2013, 07:51
Evelyn Adler

Cuando les llegó el turno, a alguno casi le dolía mirar al anterior del cristal. Más allá sólo se veía una pequeña sala de recepción para que se moviese la encargada con algunas luces artificiales situadas en el techo. Un libro de cuentas, negro y con el logo de un Zepelín en la portada, era lo único junto con una caja fuerte y una pluma con tintero. Dos puertas daban acceso al interior del recinto del personal, pero ya está.

Cuando se presentaron como Inquisidores y Guardias Eclesiásticos reclamando billetes ya pagados hasta Arkángel, la mujer, lejos de asombrarse, con una eficiencia y sobriedad dignas de alguien que al final y al cabo trabajaba ahí, acostumbrada a ver de todo, asintió y les pidió un momento para consultar el libro de cuentas. Era guapa, perfectamente arreglada, y con aquel aspecto casi hacía daño pensar que viviese en la misma época. Tras hacerlo, la rubia de cabello recogido miró de nuevo a los Inquisidores y pidió un poco más de tiempo para perderse en el recinto privado. Con el paso de los segundos los Inquisidores comenzaron a inquietarse, pero salió al par de minutos con la misma cara que entró pero los billetes en la mano. Se aclaró la garganta y se los tendió por el hueco tras ver las Cruces de Sangre. Nótese que no necesitó flexionar la mano para ello, pues era mujer notablemente alta, de metro ochenta.

En seguida, los Inquisidores notaron que habían dos tipos de billetes. Unos verdes, y otros dorados. Los segundos, a nombre de los Inquisidores, los primeros, a nombre de los Guardias Eclesiásticos. La mujer, adelantándose, respondió con tono resoluto. Joven, cercana a los treinta pero cuidada, con acento Lucrense, identificada al comenzar a atenderles como "Evelyn Adler". Etnia Aion. Su voz resultaba clara y lisa, entrenada y perfeccionada con los años.

- Según nuestro registro, el Emperador Sun Tzu ha pagado billetes en primera clase para los Inquisidores- reseñó la mujer como si no fuese la cosa con ella-. Aclaro que el uso de las instalaciones y prestaciones es opcional, y que de forma limitada pueden invitar a terceros.

Lo decía por los Guardias Eclesiásticos, claro.

- Engelrazzer- el Zepelín- despegará mañana 13 de Julio a las 08:00- finalizó de forma aséptica y tajante.

Nótese lo raro que era utilizar horas concretas con tantísima precisión. Había relojes en las paredes de la ciudad, sí, y eso suponía una revolución, pero para los Inquisidores seguía siendo algo extraño.

 Etiqueta: Salta a la vista que Evelyn es sólo una funcionaria, pero una con excelentes modales ajustados.

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07/09/2013, 17:47
Ace Velvet

Se podía decir que el principio del viaje fue bastante cómodo para Ace. El inquisidor novel no era, para nada, un jinete experto, pero gozaba de algún conocimiento y práctica. Sin embargo el viaje era largo, y pese a los contados descansos de los que pudieron gozar, no fue nada fácil mantener el ritmo. Si no fuese por su estricto entrenamiento para soportar grandes esfuerzos físicos, seguramente el rubio habría caído exhausto.

Sin embargo no fue un viaje sin accidentes. En un momento dado, a medio camino entre Puerto Misrech y Du’Lucart, Ace cayó del caballo. No fue nada teatral, tan solo brusco. Las riendas resbalaron de sus manos, y un trote demasiado fuerte del caballo lo hizo precipitarse hacia un lado. Habría sido una caída menos humillante si no fuese porque la bota derecha de Ace se enganchó al estribo, de manera que después de chocar su espalda contra el suelo, el animal lo arrastró unos cuantos metros. Frunciendo el ceño, visiblemente irritado, Ace extendió su brazo hacia el caballo, aún siendo arrastrado. Los que podían ver matrices vieron una matriz dorada y angulosa que fue a tomar las riendas de nuevo para tirar con fuerza. El semental se detuvo poco después. Ace, con el orgullo herido, recuperó la compostura y subió de nuevo al caballo para seguir con la marcha. De no ser por su increíble frialdad se habría puesto rojo como un tomate, aunque Elohim pudo captar su vergüenza.

Durante el viaje trató de acercarse al ángel para ver cómo le iba, a sabiendas de su reticencia a montar. Pero ahí había una segunda intención, quería saber cómo se sentía su amigo después de la Purga de Misrech. Después de aquello habían estado muy ocupados con sus labores, por lo que no habían podido hablar demasiado. Aquel viaje era una oportunidad para ponerse al día.

Una vez los inquisidores llegaron a Du’Lucart, Ace no pudo sino sentirse demasiado pequeño y apretado en aquella atestada ciudad. Si se suponía que Arkángel era más grande, no quería siquiera pensar en cómo se las arreglaría al llegar a su destino último. Si bien la urbe sorprendió al inquisidor al imponerle su magnificencia, también lo sorprendió de forma menos grata. Ace podía palpar aquel ambiente cargado de magia, y entrecruzó algunas miradas con algunos de sus compañeros que venían a decir “Tú también lo sientes, ¿no?”.

Llegados al Puerto Aéreo, Ace descubrió que la Inquisición no tenía privilegios en todas partes. En un lugar como aquel, donde no deberían estar considerados más que cazadores de fantasmas inexistentes, debían esperar en las colas como ciudadanos mundanos. El tiempo que pasaron allí, de pie, tampoco se le hizo muy largo, pues no tardó en dejar volar su mente. Abstraído como estaba, no se dio cuenta de los minutos al pasar. Una vez los atendió la tal Evelyn sólo tuvieron que decirle a lo que venían para que la mujer les trajera, minutos después, los billetes. Más la sorpresa de Ace fue máxima cuando fueron informados de que el mismísimo emperador les había pagado billetes más caros. ¿Generosidad? ¿Acaso esperaba algo a cambio? ¿Simplemente quedar bien?

Ace tuvo que cruzarse de brazos y acercarse al mostrador para solucionar algunas inquietudes.

- Disculpe, señorita Adler. ¿A qué instalaciones y prestaciones tenemos acceso con nuestros billetes? – además del solo hecho de que fuesen a viajar por aire, Ace no tenía ni idea de qué tipo de lujos podrían disfrutar en los zepelines con los billetes que tenían. Aunque estaba seguro de que sería algo excéntrico, puro capricho de los nobles que podían pagar aquellas fortunas.

Satisfecha o no su curiosidad, se giró para hablar con sus compañeros.

- ¿Dónde creéis que deberíamos buscar cama para pasar la noche?

O quien sabe, quizá algún otro benefactor que no se esperaban les había pagado habitaciones en la posada más lujosa de la ciudad.

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07/09/2013, 19:04
Kael

El viaje a caballo no fue mucho más complicado de lo que se esperaría, pero aun así minó mucho las fuerzas del pelirrojo. A él le gustaba caminar, en su tierra natal los caballos eran bestias de carga no de monta, pues no eran muy útiles entre los bosques y ríos de Alberia. Al llegar a las puertas no pudo evitar sorprenderse un poco por la vigilancia que había allí y también por la actividad que había en ese lugar.

Cuando bajó del caballo, tuvo que agarrarse a las riendas con fuerza, pues las piernas las tenía adormecidas y el culo muy dolorido. Sonrió a Ágatha- Al menos no me he caído -musitó con una sonrisa y andando muy despacio hasta que la circulación se reactivara en sus piernas.

Al entrar todo fue a peor. Kael estaba acostumbrado a que el vecino más cercano estuviera a un par de kilómetros y en el monasterio ya se había agobiado un poco por la cantidad de gente que había en la ciudad. Y eso no tenía nada que ver. A parte de la marabunta de gente alrededor, tenía que soportar ese sonido de cosas moviéndose, de engranajes, voces de la gente, pasos… Todo eso empezó a aturullar el pelirrojo que apenas soportaba la compañía de más de diez personas.

Mientras caminaba, percibía algo de lo sobrenatural. Algo no era científico y eso le llevo a un recuerdo de diez años atrás.

Diez años atrás un joven pelirrojo con unas ojeras muy marcadas, se acercó a un joven-adulto con anteojos y el pelo largo. El chico quería saber algo acerca de unas tablillas que podían hacer magia y de entre ese recuerdo solo se escuchó una pregunta con su correspondiente respuesta.

-Entonces, ¿La Ciencia es la Magia que se ha conseguido explicar?

El hombre sonrió- Más o menos, podría ser una ligera explicación.

Kael no pudo evitar esbozar una sonrisa. Leonardo le caía muy bien y aún no había conseguido descifrar el secreto de esas tablillas. Con un ligero cabeceo, el pelirrojo sacó esos pensamientos de su cabeza para centrarse en lo que estaba. En una ciudad más pequeña habían sufrido una emboscada, y encima era en la ciudad de la Inquisición. Ahora no tenían ni la autoridad, ni la influencia y, además, había mucha más gente, así que el chico no podía evitar observar todo como si fuera una posible amenaza. Y más sabiendo que parecía que allí la magia estaba permitida.

Entonces tuvieron que ponerse en fila para conseguir unos billetes. Unos papeles que les permitían coger el barco volador. Todo esto era muy raro. Kael solo había hecho fila para llevarse los pinchazos al entrar en el monasterio por primera vez y para recibir otros pinchazos por parte de Renata en años posteriores. Para Kael, hacer cola era algo que llevaba a algo malo, y más con la cantidad de gente- Si quisieran tendernos una emboscada, este lugar sería perfecto -murmuró muy bajo mientras seguía intentando observar todo lo que ocurría a su alrededor. Escuchó el comentario de Ágatha y no pudo evitar sonreír. Esa chica sabía de muchas cosas que él no tenía ni idea.

Mientras esperaban, el joven se iba agobiando más, esperando que esa paranoia se hiciera realidad en cualquier momento. En ese momento, escuchó a la mujer rubia decirles que no irían todos juntos. Miró a Ágatha- ¿Como que no vamos a ir juntos? -pensaba en que no quería separarse de ella- ¿Y si pasa algo? -intentó poner como excusa, pero con poco éxito.

Cuando les dijeron la hora, no pudo evitar sentirse algo agobiado. Parecía que allí lo medían todo por unos instantes exactos, ahora solo podía esperar a ver que decidía hacer Maestro hasta que llegara la hora.

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07/09/2013, 20:59
Juliette Bourgeois

La frágil amazona subió al caballo impulsada por su amigo Ace, aquel ligero rubor casi imperceptible la hacía parecer aún más frágil. Miró al frente, y a la señal de Maestro empezaron a cabalgar. No se le daba del todo mal aquello, la chica pensó que podría ser incluso peor, pero no... simplemente no era cómodo, para nada.

En una de las bajadas de ritmo típicas para que el animal tome un poco de aliento, Derek acercó su caballo al de la chica, se agarraron dulcemente la mano y ambos caballos se movían casi al unísono haciendo que ambos parecieran casi más una pareja, que los dos amigos que eran. Hablaron largo rato, en la voz más baja que pudieron... aquella conversación no era asunto de nadie más que de ellos dos, así que ninguno se molestó en intentar cotillear, hasta Gael y Cedric se mantuvieron alejados por orden de los inquisidores. En cierto punto se soltaron las manos y cada uno volvió a su posición en la formación, Juliette volvió a donde se encontraba Gael y habló con él hasta que tuvieron que comenzar a cabalgar de nuevo. La verdad la situación de aquellos dos era bastante extraña, Inquisidora y Guardia no se conocían de nada, aquel chico era uno de los protectores personales de Carlos Allen Laminio, alias Dóminar, y las pocas veces que lo había visto había sido en la mansión Bourgeois. Al parecer, tal era la confianza de Dóminar en Gael, que le encomendó la protección de la joven que tiempo atrás había entrado a formar parte de su familia... su prima.

A medio camino sucedió algo que hizo que el corazón de Juliette se parara por un momento... Ace había caído del caballo. Su primer instinto fue el de sostenerle en el aire con sus poderes, y devolverle a la montura, pero se contuvo.

No... no le gustaría, es demasiado orgulloso.- Pensó para si la pelirroja.

El caballo lo arrastró un par de Metros, y pasados estos, el jinete volvió a su montura... sus únicas heridas eran emocionales, así que, aunque estaba preocupada, solo acercó su caballo al de su amigo.

¿Estás bien? .- Preguntó cortésmente y sin esperar respuesta, volvió a su posición en las filas. 

En la segunda cabalgada Juliette se retrasó, algo no iba bien, le costaba mantener el ritmo y se estaba cansando más de lo debido... y aquel cansancio y malestar se prolongó hasta el final del viaje, haciendo que la joven llegara exhausta a Du'Lucart. Aquella ciudad palidecía en belleza comparada con Arkángel, pero había que reconocer que era una verdadera maravilla. ¿Estar rodeada de gente?, Juliette, aunque cansada, se encontraba en su salsa. Se volvió loca mirando tiendas, aunque con lo cansada que estaba no podía prestar mucha atención a nada... pero eso no le impidió hacer su papel de coqueta.

Intentó, como pudo, mantener su postura intacta, por mucho que por dentro lo único que tuviera fueran ganas de teleportarse a la primera habitación de posada, y tirarse en la cama a descansar. No era algo posible, debían seguir con la misión, debían continuar adelante para acabar con aquello cuanto antes, necesitaba descansar... y tenía que ser ya.

Estando ya en la cola a la espera de los Billetes del dirigible, la chica no pudo más, y en un movimiento rápido hizo que sus piernas flaquearan y la joven se vino al suelo, frágil como era, o más bien frágil como parecía. Gael se movió rápido y la recogió entre sus brazos, la levantó en peso y la cargó el resto del camino. Cuando la chica, disimuladamente abrió los ojos de nuevo, Gael estaba mirándola, preocupado.

¿Está bien señorita Bourgeois? .- Dijo con su voz grave sujetando aún a la joven en el aire.

S-Sí, gracias Gael, un simple mareo... no me ha sentado bien el viaje.- La chica tartamudeó llevando su mano a la frente, como intentando comprobar si aquel vaído había trascendido a algo más... pero no, ni siquiera había sido real, aunque nadie lo supiera salvo ella.

 

Minutos más tarde, la chica pidió al Guardia que la soltara en el suelo, y éste así lo hizo, para poco después alcanzar el principio de la cola, donde una amable señorita les explicaría las condiciones de vuelo. Sus compañeros empezaron a hacer preguntas y en cuanto escuchó la voz de Ace, la chica se puso firme se atusó el pelo y el vestido, y se dirigió a la delantera de la fila, para atender a lo que tuvieran que decir. Asintió con interés, pero no contribuyó con nada, demasiado cansancio acumulado como para siquiera pensar.

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08/09/2013, 02:47
Eriol Lahey

El viaje resultó bastante agradable para Eriol. Nunca había sido precisamente un espléndido jinete, en parte porque en Caedus no hacía mucha falta montar a ningún lado, pero las circunstancias estuvieron de su lado:

El jamelgo era muy dócil, y se preocupaba por su jinete. Eriol no supo percibirlo al principio, pero mientras pasaban las horas se dio cuenta de que la suya era una bestia muy gentil que intentaba por todos los medios mantenerle cómodo, evitando saltos o desniveles innecesarios y llevando un ritmo claro y constante, fácil de predecir y compensar. Posiblemente estaba entrenado para ser la montura de una dama. Además el caballo no dejaba de mirar atrás, durante las primeras horas, a la ciudad que abandonaba, como si ya añorase a su dueño.

Eriol era - es- bastante delgado y ligero, lo que hacía que la gravedad le reclamara con menos fuerza, y por tanto el impacto de su trasero y su "carné de padre" a cada trote del jamelgo era mucho menor que el de cualquier otra persona más pesada. Por supuesto esto también quería decir que el trote debería haberle zarandeado más, pero como el caballo era tan gentil, eso no ocurría.

Y también había que tener en cuenta que Eriol es un artista marcial experto en el Tai Chi, en amoldarse y canalizar la energía propia y ajena. ¿Qué quiere decir esto? Que rápidamente supo como compensar la energía extra del caballo, la que le hacía rebotar, y como consecuencia tuvo un viaje bastante más agradable que muchos de sus compañeros.

Aún así sabía que en gran parte era suerte de que le hubiera tocado aquel caballo y no cualquier otro, así que le palmeó en el cuello en agradecimiento. Solo entonces se dió cuenta de que no sabía si era un "él" o una "ella", no sabía diferenciarlo. Estuvo un rato intentando indagarlo mirándole el cogote y los cuartos traseros, pero por mucho que lo intentara y bizqueara intentando encontrar una diferencia, simplemente no había intentado nunca ver la diferencia y no sería capaz de hacerlo, le faltaba información. Así que se agarró bien fuerte con las rodillas y se inclinó a un lado, descendiendo poco a poco, poco a poco, hasta que fue capaz de ver la parte inferior de los cuartos traseros del animal, y luego volvió a subir, trepando como pudo.

- Es un "él" - sonrió - ¡Y vaya "él"!

Y en ese momento Ace se cayó de su montura y fue arrastrado por ella unos metros. Eriol se asustó y estuvo a punto de saltar en su ayuda, cuando vio que los poderes de Ace frenaban al caballo y este se subía al mismo con toda la dignidad de la que era todavía dueño. Viendo que estaba bien, Eriol sonrió y se acercó a él después de que lo hiciera Juliette, arrimando los caballos todo lo que pudo y con la mano izquierda empezó a quitarle todo el polvo y la tierra que había recogido su espalda y trasero cuando habían sido arrastrados. Sonrió, y mientras se alejaba dijo en voz alta:

- Ni allwn adael ein rhyfelwr falch o fod yn llychlyd pan gosod troed ar y ddinas fawr, neu ni fydd yn denu merched¹.

Y siguió trotando junto al resto del grupo, como si nada hubiera pasado.

Cuando llegaron a la ciudad, su primera preocupación fue para con su montura, e hizo jurarle al dueño de la cuadra que el caballo volvería sano y salvo a su ciudad original. Tres veces.

La ciudad tenía algo extraño. Había estado allí hacía unos días, en su  viaje junto a Satin, y no había notado aquella extraña opresión sobrenatural. Era algo... nuevo. NO parecía alarmante, era la magia mas... cuadriculada y predecible, si es que esos adjetivos podían aplicarse a la magia, que hubiera visto nunca.

Partieron raudos a la búsqueda de sus billetes, y Eriol fue delante, ya que ya había estado allí y aunque no estaba del todo seguro donde era, si que tenía una ligera idea. Después de hacer una larga cola, lograron sus tiquets. Nada más y nada menos que un regalo de Sun Tzu. Parecía que el emperador quería que Eriol llegara intacto y raudo para ser aplastado en el Tao Zan y reírse de él. Si, era algo egocéntrico pensar así, pero es lo que el miedo y el pánico escénico provocan en cualquiera, paranoia. Pero para variar, sana. No se tiraría otra vez todo el día agarrado a una cuerda suplicando por su vida. Si no habían mas barcos, claro.

A todo esto, oyó a Kael quejarse de que no iban a ir junto a los guardias eclesiásticos.

- Venga no seas melodramático - sonrió - vamos a estar en el mismo zepelín, hay pocas opciones de que se alejen de nosotros. Además, la chica dijo que podríamos invitar a otros de forma limitada. Así que sugiero que nos limitemos a invitar a una persona cada uno, y todo arreglado.

Les dedicó una gran sonrisa a todos, y luego miró a Gilbe, que estaba distraído con su papel en la mano haciendo como que lo leía, pero mirando el dorso del mismo. Aprovechó que estaba distraído y le saltó encima por la espalda, subiéndose a caballito. Tras unos segundos de forcejeo del sorprendido compañero, Eriol se estabilizó cruzando las piernas por la cintura de Gilbe y agarrándose a sus hombros.

- ¡Vamos todos! - exclamó desde su posición elevada - Estuve aquí hace unos días con Satin, estuvimos en un hotel bastante chulo y barato, con piscina, una especie de bañera que hace burbujas, una pista de Edén, biblioteca... No lo pude aprovechar porque Satin es así, pero ahora no voy a perder la oportunidad. ¡Venga, por allí!

Señaló una de las calles. En deferencia a Gilbe, acumuló una pequeña cantidad de Ki en su mano, lo suficiente como para que el ciego con su capacidad para detectarlo, lo percibiera como un punto luminoso.

- Y tú y tú - señaló a Elohim y Derek - Nada de ir a dormir a la iglesia. Hoy toca divertirse. ¡Arre!


1* Idioma Ailish (Gaélico): No podemos permitir que nuestro orgulloso guerrero entre lleno de polvo en la gran ciudad, o no gustará a las chicas.

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08/09/2013, 03:35
Derek Volarn

El viaje comenzó bastante bien para mí. El primer tramo lo pase con Juliette, hablando animadamente, bueno, más bien cuchicheando cosas mientras íbamos cogidos de la mano cada uno en su respectivo caballo. La conversación no fue trascendental, solo recuerdos y cruces de palabras entre amigos, un deje importante de nostalgia en ambos. Nuestros rostros eran un poema mientras cambiábamos esas palabras; rubor, tristeza, alegría, y perpetuas sonrisas sinceras y agradables, alguna forzada. Pero la conversación se acabo y yo quede recostado del cuello del caballo unos largos minutos antes de reincorporarme. Dudo que alguien escuchara algo, bueno Gilbe puede que si.

Tras eso el que no se separo de mi fue Cedric, no entendí muy bien la razón pero ahí estaba, constantemente. Eso si, siempre en un incomodo silencio acompañado de indiferencia. Parecía que su nueva estrategia consistía en ignorarme, eso me gustaba más.

- Dime, ¿Por qué tuviste que escoger los bajos fondos? – Me dijo de pronto.

- Tenía curiosidad.

- La clase baja es poco menos que escoria. – Dijo desagradable dejando evidente una mueca de asco mientras miraba a algunos de nuestros compañeros.

- ¡Calla estúpido! – Le espete con tono firme y sonoro, para después regresar el tono a la conversación privada. – Utiliza un poco la inteligencia mínima de la que haces gala para inventarte insultos. Nuestros superiores te escogieron como mi compañero... – Dije eso en vez de guardaespaldas o un centenar de cosas más que le habrían relegado a ser mi inferior en esa conversación. - … por alguna razón. Puede que estén cansados de nuestras peleas y quieren que limemos asperezas o…

- O que nos matemos y solo quede el mas fuerte… - Espeto molesto. Me temo que se creía esa versión.

- O… - Insistí, alargando la “o” para marcar el tono. – Quieren que te vuelvas alguien más polivalente, y dado tu incapacidad para mezclarte con la clase baja, ¿Qué mejor opción?

- ¿Quieres que me vuelva como ellos?

Señalo a buena parte del grupo, ni Elohim se libró de la mirada de mi rival, que despreciaba a todo aquel que no estuviera respaldado por un titulo, hasta límites peligrosos.

- ¡Silencio necio, respeta a tus superiores! – Le espete una orden, me vi forzado a recordarle su papel en esta historia. - ¡Harías bien en recordar que cualquiera de ellos podría cercenar esa mano acusadora antes de que fueras consciente de ello!

Y ahí se terminaron las conversaciones con Cedric durante el resto del viaje, señalar, afortunadamente, que o bien ninguno de mis compañeros se dio cuenta de la insensata crueldad del chico, o bien prefirieron ignorarla, pues pudo conservar su mano en el sitio.

No me queda más que mentar del viaje más que la llegada. Du´Lucart era un lugar, de no ser un inquisidor, me habría generado terror. Grande, lleno de gente hasta los topes. Sus edificios residenciales escalaban a lo alto como intentando alcanzar al señor, algo blasfemo. Pero no tanto como la sensación que hizo que se me erizara el bello de la nuca, en ese lugar había un algo… no sabia seguro que intención tenia, pero un algo había eso estaba claro. Le dedique un segundo a Ace, que nos recorrió a todos con la mirada, y asentí para que entendiera que comprendía su mensaje. 

Caminamos por las calles de Du´Lucart, habiendo dejado atrás nuestras monturas. Estaba algo cansado del viaje pero no era demasiado evidente, solo para los de ojo mas observador que verían como el siempre erguido Derek, caminaba ahora con las manos en los bolsillos.

Finalmente llegamos al edificio, el Puerto Aéreo y tras la larga subida, la cola. Mientras que algunos de mis compañeros se agobiaban, sorprendían, o se sentían indignados, en el caso de Cedric yo lo encontré sumamente satisfactorio, hasta la nobleza hacia colas, pues claro, solo gente con dinero tomaba ese transporte.

Vi a Juliette desvanecerse en la cola, y corrí a ella rápidamente. Sabía que el viaje debía de haberle resultado agotador, así que me alarme de verdad. Pero cuando extendí la mano para recogerla, otro lo hizo. Los dos metros de altura de Gael la recogieron alzándola a los cielos como una columna alza una estatua de un ángel cansado. La mire a ella, y después casi me parto la espalda para mirarle a él, me sonroje, no por nada en especial si no por que me sentí como debía sentirse aquel que se entromete en los asuntos de dos amantes, y aun sabiendo que era la novia de mi amigo Landon, me di la vuelta con ese tono rojizo en las mejillas y allí la deje, en los protectores brazos de su guardián.

Aun estaba rojo cuando al acercarnos al mostrador la hermosa, pero a mi parecer fría, dependienta comenzó a atendernos. Aquello no mejoro el tono de mis mejillas, al menos hasta que el emperador salio a debate y después escuche la hora. Tome sin dudar mi billete y después me aparte para hablar con mis compañeros.

- ¿Por que tal generosidad?

Mire inmediatamente después a Cedric, preocupado de que se molestara por no tener el también un trato preferente, pero estaba mas manso desde la discusión en el camino, o ¿Puede que desde la iglesia? También era cierto que el podía permitirse el lujo de pagar ese viaje preferente en muchas ocasiones, así que supuse que por una vez no le importaría probar otra clase… espero que fuera eso.

Después las palabras de Eriol llamaron su atención, haciendo volver el rubor a sus mejillas. No es que esperara dormir en una iglesia, otra vez, pero pasar la noche de juerga cuando en esa ciudad parecían tener una puntualidad insana.

- Yo es que… - Intente justificarme, y antes de terminar la frase me percate de que no serviría de nada intentar negarme. – De acuerdo, Eriol.

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08/09/2013, 10:49
Richard Wivernfall

La Capital era una ciudad impresionante. Richard, un jovencito que había pasado su infancia en un pequeño hogar en medio del campo y su crecimiento entre los muros de Caedus no podría haber imaginado nunca un sitio como ese. Los edificios eran colosales y las tan calles angostas que casi no se veía el cielo. La primera sensación que uno podía tener era de claustrofobia. Para Richard no fue así. No tardó ni cinco minutos en descartar ese pensamiento de su mente al ver la cantidad de vida que se movía por las venas de la ciudad.

Acababa de pasar una larga e intensa jornada de viaje a caballo y seguía tan fresco como una sardina. La energía de Richard parecía no tener fin y ser contagiosa pues desde el mismo momento en que se subió a la montura en puerto Misrech, su caballo se volvió tan activo como él. Inquieto, infatigable, pero fácil de montar gracias a la formación que tenía. Se mantuvo durante todo el viaje siempre a la cabeza, animando a sus amigos a mantener el ritmo aunque respetando siempre que hacía falta un merecido descanso. Cuando llevaban más de medio viaje sin contratiempos se tomó la libertad de juguetear un poco, desafiando a carreras a Kael o separándose ligeramente del resto para explorar admirarlos alrededores. La equitación resultó muy constructiva y deseaba apurar hasta el límite al jamelgo. Deseaba ir más rápido aún, ver hasta dónde podía llegar. Debía contenerse para no perder al resto y la verdad, eso le fastidió un poco, aunque no tanto como cuando tuvo que abandonar al caballo en los establos.

Indiferentemente ya estaban en Du´Lucart. Todo en ella era completamente diferente a cuanto había visto antes. Acompañó a Juls a mirar los escaparates pues estaba tan fascinado por las extrañas ropas que exponían como ella y se escurrió brevemente en más de una ocasión para curiosear cómo funcionaban artilugios como relojes o farolas, que para los ciudadanos eran cosas tan mundanas. A decir verdad, su comportamiento desenfrenado no estaba ayudando nada a sus compañeros más tranquilos que se sentían suficientemente agobiados con el gentío como para aguantar al niño grande que era Richard en ocasiones.

Pero entre todo ese júbilo había algo en el ambiente, que pesaba a sus hombros. No lo podía ver, pero se sentía una suave presencia etérica que lo abrazaba todo. ¿Era cosa de la ciencia? No… hacía años que había aprendido a diferenciarlo y esto sin duda era magia. Ayalgue se lo corroboró cuando pidió su opinión ya que ella si había nacido con ese Don tan exclusivo. Fue la primera situación en la que se dio cuenta de cuán acertado había sido Kamus al recomendarla.

-Un lugar con una tecnología tan avanzada y rodeado de magia... ¿Hasta dónde podría llegar?

Ambas cosas, aunque muy distintas tenían unos límites inciertos para la mayoría y un poder que había que saber manejar. Y el poder es peligroso, pues corrompe fácilmente y hace que no sepas distinguir el bien del mal. Llegó a imaginarse el día de mañana persiguiendo para dar caza a científicos que habían hecho descubrimientos “peligrosos” además de brujos y demonios. ¿Qué diferencia habría? Le preocupaba la idea y se planteó llegar a hacer un informe más adelante si llegaba a presenciar algo demasiado extraño.

**********

Una vez en el puerto aéreo Richard conoció algo que detestaría el resto de sus vidas. Las colas. No entendía como un lugar tan avanzado como ese había establecido un sistema tan nefasto de atención. Esperar absolutamente quieto en un lugar, mirando como pasaban los segundos y los minutos en los relojes mecánicos, que parece que solo servían para hacer la espera más tediosa que para marcar el tiempo real… era absurdo. Eso junto al bombardeo de información con horas, nombres, destinos, precios, etc. Dejaron totalmente descolocado al inquisidor. Por fortuna alguno de sus compañeros se desenvolvió mucho mejor que él.

No prestó demasiada atención al detalle de que el emperador hubiese pagado sus billetes ya que desde el primer día habían estado siendo guiados por autoridades superiores. Seguramente Leona con su diplomacia estuviera detrás del asunto. Lo que le inquietó demasiado fue que les separaran por clases. Era un inquisidor, sí, pero consideraba que tenía los mismos derechos que cualquier otra persona por mucho que la riqueza demostrara lo contrario en urbes como ésta. Y además, había prometido no separarse de Ayalgue desde el puerto.

-Soldado Gael.- Se dirigió a él una vez todos con sus billetes. –Considero que sería seguro que al menos un inquisidor estuviese con el equipo de guardias, por ello y porque estoy seguro de sus habilidades como soldado le ofrezco mi billete dorado-  Le guiñó un ojo a Ayalgue para que se diera cuenta de que el gesto iba por ella.

Aunque esperó su respuesta, sabía que accedería tanto porque Richard como inquisidor estaba por encima de él, como porque el hecho de viajar en primera clase le ayudaría a cumplir mejor su objetivo como escolta.

-¡Vamos Eriol! ¡Hay que celebrar que ésta será nuestra primera noche sin los “papis”!-

Qué pensarían sus guardias de ellos comportándose así. Seguían siendo muy jóvenes y llevaban años reprimiéndose en el monasterio. Era hora de una buena juerga.

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08/09/2013, 14:09
- Narrador -

La funcionaria describió de a Ace de forma somera las instalaciones y prestaciones que incluía el pasaje de mayor precio. Servicio de habitaciones, los dormitorios con mayores comodidades, acceso con barra libre a la licorería, derecho a portar armamento que se considere un complemento estético, zonas de ocio y confort restringidas, y básicamente, todo lo que podía ofrecer el zepelín como tal. No le faltó razón al pensar que eran caprichos y excentricidades.

- No consta- se limitó a responder la mujer ante la pregunta de Derek. Ella sólo había mirado el libro.

El Emperador oriental Sun Tzu había pagado los billetes. Unos que sustituían a los anteriores de los Inquisidores, aunque no los de los Guardias. Aunque teóricamente estarían separados, tenían acceso los unos a los otros, aunque dependía en gran medida de las acciones de los primeros. El por qué Sun Tzu lo había hecho no venía en los escritos.

Lo que sí venía era el exorbitado precio de 700 monedas de oro por cabeza, y eran nueve cabezas. Eso hacía un total de 6300 monedas de oro. Un capricho caro, aunque teniendo en cuenta el título que ostentaba el oriental y la independencia económica de la isla, probablemente no sería peor que comprarse un caserón en cualquier ciudad. Para los Inquisidores, más dinero del que cobrarían en su vida. Para un Emperador, el caprichito del mes.

Ace preguntó dónde dormir, pero no hizo falta debatir demasiado Eriol respondió con un sitio idóneo. Por su parte, Kael no encontró nada sospechoso en los alrededores. No pareció que nadie les siguiese, observase, o nada similar. No más que cualquiera de los curiosos que miraban con ojo crítico a los asesinos de la iglesia que hacían cola para ir a Arkángel en una cantidad, cuanto menos, generosa. Eran muchos Inquisidores juntos, la verdad. Ágatha no terminó de ver mal la situación por las mismas que Eriol. No iban a estar necesariamente separados, aunque al menos así todos tendrían su espacio. Bueno, al menos los Inquisidores. También fuese dicho, el zepelín tenía seguridad propia y no había sufrido más accidentes que el de la mentada Dama. Que todo podía ser, pero no tenía porqué ocurrir nada en el aire.

Entonces la funcionaria les animó amablemente a abandonar la cola y dejar pasar a los siguientes. En el trayecto, Richard ofreció a Gael, el Guardia Eclesiástico de Juliette, un intercambio de billetes. Su justificación, la presencia de al menos un Inquisidor con los Guaridas, no dejaba de ser razonable, y evitaría el problema que Kael temía.

- Me parece una idea acertada, Inquisidor Richard- respondió el hombre en tono suave pese a su fornido aspecto, ducho como era en el trato cortés-. Lo haré así si lo estima oportuno- aseguró sin revelar si le gustaba o le dejaba de gustar, poniéndose al servicio de un superior-, aunque en última instancia estoy supeditado a la Señorita Bourgeois- aseguró señalando con medio cuerpo, levemente, a Juliette-. Su voz es en última instancia mi ley.

No lo decía por contradecir a Richard, y clara quedaba su aceptación, pero no por elló dejó de mostrar quién era su superior indirecto y quien su superior directo en aquella macedonia.

Tras ello, fiesta. A gastar monedas de oro en un alojamiento en la ciudad más tecnológica y avanzada del mundo. Hacía una semana habían matado a 500 hombres. Pero hacía ya una semana de eso, y no dejaban de ser Inquisidores. Aquel era su trabajo, y no por ello podían volverse gente taciturna y fría como Maestro hacía diez años. Al contrario. Combatir la naturaleza de su trabajo con un ápice de ocio y vacaciones era lo mejor que podían hacer. Al fin y al cabo, no tenían que hacer nada salvo esperar. Así que... había que seguir moviéndose, pero en otra dirección.

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08/09/2013, 19:36
- Narrador -

FUNDIDO EN NEGRO

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08/09/2013, 21:18
- Narrador -

Altas Esferas. Un subterráneo. Estaban en el Hotel. De hecho, acababan de llegar y pagar por adelantado reservando sus habitaciones. Más tarde podrían subir a las habitaciones o disfrutar de la piscina abierta, pero en aquel momento no. Por aquel entonces estaban en las aguas termales de los pisos inferiores. Una sauna a efectos prácticos. Sus ropas y armas estaban al lado del agua, cercas y accesibles, y había quien se había dejado algo de ropa puesta, generalmente la íntima. Sin lugar a dudas, algunos estaban algo cansados, y tras aquel ritmo infernal, era agua de Mayo.

Siete días a caballo. Un combate contra diez batallones. Cuatro días en barco. Un día en carruaje. Una prueba en el desierto. Todo ello en orden regresivo. Estar allí, en ese momento, bajo el placer del agua caliente acariciándoles, no dejaba de ser, ciertamente, un alivio de grandes dimensiones. El agua salía de las paredes de forma antinatural, movida por cañerías, y se calentaba a través de esos mismos conductos, algo que no tenía Caedus diez años atrás y que seguía sin tener, pero que en Lucrecio ya era relativamente fácil de conseguir.

La magia seguía flotando en el ambiente, y bien había dicho Eriol que la vez anterior aquello no pasaba, pero en aquel momento era mejor no preocuparse por aquello. Tenían mucho de que hablar, como por ejemplo, de su visita a Arkángel. Sería bueno, y mucho, que fuesen organizándose ya. Así lo sugirió Gael. Quien iría adónde, dónde pensaban reunirse y alojarse, cómo mantendrían el contacto, qué frentes asaltarían. Ese tipo de cosas que debían tratar para que no cundiese luego el pánico o, si no se organizaban "pandiese el cúnico".

Sus compañeros de las "Bajas Esferas" estaban en un reservado similar, tranquilo y aislado, haciendo lo propio. Sin ojos, sin oídos, bajo tierra, pero en un lugar tranquilo donde debían recuperar fuerzas. A Juliette, desde luego, no le vendría nada mal, pues seguía exhausta. Una visión interesante con su escasa ropa, sobretodo ante Ace.

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08/09/2013, 21:27
- Narrador -

Bajas Esferas. Un subterráneo. Estaban en el Hotel. De hecho, acababan de llegar y pagar por adelantado reservando sus habitaciones. Más tarde podrían subir a las habitaciones o disfrutar de la piscina abierta, pero en aquel momento no. Por aquel entonces estaban en las aguas termales de los pisos inferiores. Una sauna a efectos prácticos. Sus ropas y armas estaban al lado del agua, cercas y accesibles, y había quien se había dejado algo de ropa puesta, generalmente la íntima. Sin lugar a dudas, algunos estaban algo cansados, y tras aquel ritmo infernal, era agua de Mayo.

Siete días a caballo. Un combate contra diez batallones. Cuatro días en barco. Un día en carruaje. Una prueba en el desierto. Todo ello en orden regresivo. Estar allí, en ese momento, bajo el placer del agua caliente acariciándoles, no dejaba de ser, ciertamente, un alivio de grandes dimensiones. El agua salía de las paredes de forma antinatural, movida por cañerías, y se calentaba a través de esos mismos conductos, algo que no tenía Caedus diez años atrás y que seguía sin tener, pero que en Lucrecio ya era relativamente fácil de conseguir.

La magia seguía flotando en el ambiente, y bien había dicho Eriol que la vez anterior aquello no pasaba, pero en aquel momento era mejor no preocuparse por aquello. Tenían mucho de que hablar, como por ejemplo, de su visita a Arkángel. Sería bueno, y mucho, que fuesen organizándose ya. Así lo sugirió Cedric en tono duro y lo secundó Ágatha amablemente. Quien iría adónde, dónde pensaban reunirse y alojarse, cómo mantendrían el contacto, qué frentes asaltarían. Ese tipo de cosas que debían tratar para que no cundiese luego el pánico o, si no se organizaban "pandiese el cúnico".

Sus compañeros de las "Altas Esferas" estaban en un reservado similar, tranquilo y aislado, haciendo lo propio. Sin ojos, sin oídos, bajo tierra, pero en un lugar tranquilo donde debían recuperar fuerzas. A Derek y Kael, desde luego, no les vendría nada mal, pues aunque se les notaba el cansancio, no estaban a plenas reservas de energía.

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10/09/2013, 10:27
Richard Wivernfall

Richard se encontraba en un estado de trance absoluto, sumido en las cálidas aguas de las instalaciones. Para él un baño caliente era un lujo demasiado extravagante, algo impropio de éste planeta pero no lo cuestionó en ningún momento porque el bienestar que le hacía sentir le había ganado fácilmente.  Se encontraba totalmente desnudo ya que no tenía ningún problema en que vieran su fibroso cuerpo. Era algo que llevaban haciendo años en Caedus, donde había tantos soldados que no quedaba espacio para las vergüenzas. Además, pensándolo fríamente, Kael era su hermano y no tenía de que asustarse, Gilbe no creo que se “fijara” en esas cosas y Derek sin embargo, parecía demasiado educado para decir nada al respecto.

Sus pertenencias estaban cerca, junto a las del resto a la vista pero ligeramente oculta por los vapores de la piscina y de Richard solo se apreciaban unos ojos castaños sobresalir del agua tapados por una media melena cuyas puntas flotaban al compás del vaivén de la superficie. Estaba hundido completamente y de vez en cuando hacía burbujitas con la boca. Llevaba ya demasiado tiempo tranquilo, al igual que el resto y había asuntos que preparar para el día siguiente como bien habían sugerido Ágatha y Cédric anteriormente.

Se puso en pie atrayendo las atenciones de todos con el sonido del chapoteo del agua. Ahora podía apreciarse las cicatrices que adornaban su cuerpo. Entre las pequeñas marcas de los entrenamientos y prácticas había tres, una en cada hombro y otra en su pecho, de un tamaño considerable, con una forma en cruz demasiado bien definida como para ser accidental. Los asesinos de sombra sabían el porqué de esas marcas, pero nunca volvieron a abordar desde la primera vez, años atrás ya. El agua ahora le cubría los muslos al completo, pero no era lo suficientemente alta como para cubrirle todo el “asunto”. Sin inmutarse, habló.

-¿Algún plan para Arkángel? Yo he estado pensando en ello y somos un grupo armado y grande. Lo queramos o no llamaremos la atención aunque no mostremos las cruces de sangre, lo cual sería una buena idea. Por eso creo que lo más acertado sería hacernos pasar sencillamente por mercenarios y alojarnos en alguna taberna u hostal. Allí la gente bebe y los borrachos siempre hablan de cosas que no debieran. Tal vez escuchemos algo interesante.-

Pasó sus manos por la melena hacia atrás para escurrir el exceso de agua y prosiguió mientras andaba  acercándose extrañamente a Kael.

-Y sobre los frentes a abordar… Podemos dejar el Tao Zan en manos de los otros ya que Eriol va a participar y su equipo le respaldará. Eso nos daría la posibilidad de participar en la Justa como “mercenarios” que somos y hacer más de lo mismo. Además habría que descubrir qué y cuándo presentará el supuesto Huevo de dragón a la emperatriz. Los templarios seguramente ya estarán fantaseando con echarle las manos a algo así y con su ansia no creo que llegue a su destino sin “extraviarse”. ¿Alguna otra idea?-

Mientras respondían aprovechó el descuido de Kael para cogerle un pie y tirar de él, haciendo que se hundiera en el agua. Cuando la cabeza roja volvió a la superficie, aspirando falto de aire, Richard estaba entre carcajadas y le susurró con una sonrisa juguetona y maliciosa que ambos conocían

-¿No tienes curiosidad por ver que hay en el baño de las chicas?- 

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10/09/2013, 12:29
Gilbe Klimb

El viaje hasta Du'Lucard había sido bastante duro... Gilbe estaba destrozado por la cabalgata hasta la ciudad y tenía pocas ganas de hablar... Estuvo esforzándose en "visualizar" la composición de la ciudad utilizando su "sexto" sentido, pero pronto deicidió que en el fondo le importaba poco o muy poco lo alta que era una casa u otra... Ya se hacía a la idea de lo impresionante que era ese lugar, decidió no desconcetrarse e invertir las pocas fuerzas que tenía en vigilar cualquier ataque.

La ciudad era horrible y fascinante a la vez, un estruendo golpeaba cosntantemente los sentidos del ciego, tuvo que concentrarse para no quedar saturado por tantas personas, por tanto ruido.

Por suerte el trámite de obtener los billetes fue bastante rápido y al poco de llegar a su destino ya estaban relajándose en un lujoso hotel. La situación no era del gusto de Gilbe, hubiera preferido ocultarse hasta la salida del Zepelin pero pensándolo mejor, si el emperador de unas tierras en la otra punta del mundo sabía que eran ocho inquisidores yendo a Arkángel, ¿quién no sabría ese dato? Manifestó su reflexión en voz alta:

- Mientras estábamos en la fila de los billetes he estado pensando... Sun Tzu nos ha pagado los billetes, y ha pagado 8 de ellos. ¿No os hace eso pensar que ya saben que somos ocho inquisidores los que viajamos? No saben quién somos, y haríamos bien en que siguiera siendo así, pero nuestro número no es ningún misterio...

La voz de Gilbe era cansada, y de hecho el chico no conseguía pensar con la claridad y la lucidez que a él le gustaría... Estaba sentado dentro del agua, mirando hacia la entrada, con los brazos fuera del agua y cerca de la túnica donde tenía guardados sus cuchillos... Cansado, pero no expuesto ni con la guardia baja.

- Sinceramente... Haría... lo que ha dicho Kael... Le daría a los guardias de los "altos" nuestros tiquets y nosotros viajamos de incógnito con... nuestros compañeros. El emperador ha sido muy amable, y ya sabrán... los otros cómo responder a sus regalos... nuestra (pre)ocupación es las... bajas esferas, lo mejor será... ser discretos.

Gilbe le costaba hablar con fluidez, con el calor de la sala se le cerraban un poco los ojos y su mente volaba sin darse cuenta. Entre tanto sonrió con la idea del baño de las chicas, Richard y Kael eran una pareja sin duda divertida... Estuvo a punto de decir en voz alta que si quisiera él podría verlas en (casi) todo su explendor desde donde estaban, pero ni lo dijo ni lo hizo, no se usaban los dones divinos para pecar.


Cansancio tras Montar: 5/7.

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10/09/2013, 15:46
Kael

Kael se había quedado un poco sorprendido porque no se supiera el motivo de que les aumentaran de “categoría” los billetes, pero había sonreído ante el comentario de Eriol. La chica que quería conquistar la tenía allí, pero un poco de diversión no les vendría mal a ninguno.

Una vez llegaron al hotel les separaron en los grupos que habían establecido para Arkángel. Ágatha y Cedric habían propuesto pensar un plan de emergencia para saber que hacer en cada momento, lo que le pareció una gran idea. Tras eso habían ido a los “baños calientes” o como se llamaran. Era algo extraño pero decían que era bueno para el cansancio, y Kael no lo pondría en duda hasta probarlo.

Cuando estaban dentro, Kael se estaba quitando la ropa y, en un momento escondió el brazo izquierdo tras lo que se puso lo que parecía una manga que terminaba en un guante y se ataba con una especie de cinturón al otro costado. Cuando se metió en el agua iba desnudo, luciendo las cicatrices de los latigazos que recibió en su día como castigo por una escapada nocturna, el de la cara que le hizo Richard y otros muchos. En el pectoral derecho se veían como un zarpazo que debería de haber sido durante la prueba del desierto.

-Richard -dijo sonriendo- así con los ojos fuera y echando burbujas pareces un batracio de Alberia -sonrió ampliamente antes de que Richard comenzara hablar. Tenía todas las cosas cerca y su Legislador estaba completamente cubierto con vendas y tiras de cuero para parecer una espada normal.

Pero entonces, sin esperárselo, Richard hundió al pelirrojo que empezó a patalear, y cuando salió tenía la boca llena de agua que escupió a su compañero de habitación a la cara.

-La idea de cambiar los billetes fue del batracio -dijo mientras señalaba a Richard con el pulgar como si no hubiera pasado nada. De pronto abrió muchísimo los ojos y esbozó una sonrisa- ¡A PARTIR DE AHORA ERES BATRACIO! -y empezó a reírse ante la idea de ir llamándole así por Arkángel- Al menos cuela como nombre de mercenario.

Tras un rato tranquilo, Kael carraspeó un poco- Creo que deberíamos fiarnos de la experiencia de Gilbe en lo que concierne a los Bajos Fondos, sin ánimo de ofender -añadió- y si queremos pasar desapercibidos tendremos que evitar habilidades sobrenaturales y, sobretodo, las muertes -miró un momento a Derek- así todos estaremos contentos y evitaremos problemas a la vez, pero si nos atacan con armas siempre podríamos defendernos.

Se llevó un dedo a la barbilla y siguió hablando- Creo que en vez de apuntarnos a un torneo o algo así deberíamos ir a verlos, mezclarnos con los corredores de apuestas. Esos suelen vender de todo y seguro que tienen información. También podríamos intentar hablar con los servicios de los lugares importantes. Nadie se acuerda de los sirvientes y estos escuchan igual o mejor que Gilbe, ¿verdad? -dijo sonriendo.

-Respecto a lo del plan de huída, deberíamos de establecer dos o tres puntos de reunión por si hay problemas y, sobre todo, lo primero que tenemos que hacer es averiguar posibles puntos de acogida para emergencias -mientras decía esto, miraba a Richard como diciendo “te vas a enterar, esta te la guardo, Batracio”

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10/09/2013, 21:50
Derek Volarn

“Ploc, ploc, ploc” Sentía mi nalgas en la cálida piedra de aquel sótano pues me encontraba sentado al borde de aquella masa de agua termal con los pies a remojo. Mi cabello, mojado aun dejaba caer unas constantes gotas en el agua, gotas que resonaban en el silencioso lugar. Me encontraba desnudo, como mis compañeros, en ese momento me alegre de que mi amiga Juli no estuviera, pues no eran necesarios demasiados recatos, y con los chicos, bueno, no se podía ser entrenado diez años como soldado, sin baños privados, con habitaciones compartidas… con… todo, sin que acabaras perdiendo el pudor, al menos con los de tu mismo sexo.

Parecía que hasta los menos cansados querían disfrutar del silencio un poco. Entonces Richard abrió el debate, que comenzó. Escuchaba atentamente todas las opiniones, mientras veía a Richard y a Kael jugar y hacer proposiciones sobre los baños femeninos… Bueno mis compañeros eran un poco oscos, pero eso les hacía muy agradables. Me reí, a carcajadas he de decir, cuando Kael llamo a Richard “batracio de Alberia” la mitad de mi sangre era de aquel lugar, y no podía evitar imaginarme a Richard… mejor dejarlo estar, solo me reí.

Entonces, tras dejarlos hablar, educadamente, tome el turno de palabra:

- Batracio tiene razón. – Me uní a la broma, tragándome visiblemente una carcajada. – Después de lo de Puerto Misrech será complicado pasar desapercibido, si además nos colgamos una cruz del pecho, aun peor. Tenemos que mezclarnos entre la gente, ser parte de ella. No creo que debamos participar en la justa, Richard, pues no se vosotros, pero la última vez que vi una, había que saber combatir con lanza a caballo, y con espada… al menos en Dalaborn, y no se vosotros, pero a mí me sacas de la vara y no se moverme.  – Use el nombre de mi compañero pues ya estaba serio. También remarcar que aunque le contradecía en lo de la participación de la justa, estaba de acuerdo en hacernos pasar por meros mercenarios. – Sin embargo, coincido con Kael, debemos mezclarnos con el público, conocer a los corredores de apuestas, hablar con el servicio, pero no solo en la justa, si no en Sun Tzu y en Edén también. En cuanto al huevo no sabría ni por dónde empezar.

Deje mi pesada palabrería un momento y me volví a introducir en el agua, sentándome en el interior y permitiendo que esta me cubriera hasta prácticamente alcanzar mi labio inferior, pero sin hacerlo, para que me permitirá concluir con mi opinión.

- Agradecería no tener que matar, nuevamente. – Sonreí dulcemente a Kael, agradecido por sus palabras, sinceramente, después dirigí esa sonrisa a Gilbe, que no la vería, pero puede que la presintiera. – He de admitir, mal que me pese, que Gilbe tiene razón, puede que sepan que hay ocho inquisidores, pero que no sepan quienes son, así que podemos aprovecharlo para hacernos pasar por guaridas, a los que verán, estúpidamente, como menos peligrosos. – Dije “estúpidamente” pues nuestros guardias habían sobrevivido a lo mismo que nosotros, y serian formidables rivales para sus enemigos. – Lo cual es una pena, por que tenía curiosidad por ver el lujo que nos habían regalado. – Escondí la cabeza en el agua un momento para ocultar el rubor producido por confesar mi capricho, comprensible por otro lado porque sería una oportunidad única en la vida. – Aunque si nos espían, parecerá que hay ocho guardias paseando por los bajos fondos sin un cabecilla, y ocho inquisidores sin guardaespaldas paseándose por Arkángel, eso cuanto menos quedará raro. Considero que al menos uno de los ocho que estemos en las bajas esferas. – Incluía a nuestros guardias. – Parezca lo que es, un inquisidor, para que así los posibles espías no sospechen, demasiado. – En mis palabras se entendía que cuando decía pasar desapercibido era ante todo el que pudiéramos, pero que de no poder ante ciertos colectivos, al menos debíamos normalizar la situación con un líder inquisidor. – En última instancia, la decisión es tuya Gilbe, la señorita Blanchett parecía confiar en tu capacidad para liderarnos y yo apoyo esa decisión.

No había ni un ápice de recelo, de envidia o de molestia en mis palabras, cuando decía que apoyaba la decisión de Leona lo hacía con una sinceridad salida de lo profundo de mi corazón, mostrando una sonrisa. Confiaba en mi compañero pues tampoco tenía motivos para no hacerlo. 

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11/09/2013, 10:30
Gilbe Klimb

Por fin estaban hablando de lo que harían en Arkángel... Gilbe estaba ilusionado con esa misión pero tantos piratas, tantos viajes y, en definitiva, tantas distracciones les había hecho eludir el verdadero objetivo... Hasta ahora.

Su cansancio seguía ahí, pero ahora sí era necesario estar a lo que estaban, por lo que se levantó, y salió de las aguas dejando sólo las piernas sumergidas, lo que sin duda ayudaría a no dormirse.

- Bueno, la señorita Blanchet me dijo a mí como podía haber dicho a cualquiera... Creo que tal y como estamos hablando ahora funcionaremos bien. Cuando haya momentos de tensión será bueno tener una cabeza pero mientros estemos planificando todas las opiniones deberían valer lo mismo....

Hizo una pausa de efecto, suspiró y un movimiento de rechazo con la mano y un tono de voz cómico, como si fuera un gran señor dijo:

- Incluso las del batracio...

En serio, hay que ver que tenemos dos misiones... Una: apoyar a la inquisición en sus "quehaceres políticos". Incriminar a algún dirigente molesto, propiciar una guerra entre dos enemigos de la inquisición, robar información, y este tipo de acciones deberían de partir de nuestro grupo... Por otro lado también tenemos que librar de sus males al pueblo llano: asesinos, monstruos y cualquier asunto de la inquisición que suceda a las gentes de bien deberíamos de encargarnos. Robar o destruir ese huevo de dragón con discreción antes de que le llegue a la Emperatriz también debería ser importante...

- Para ello desde el servicio, párrocos, preguntar a la guardia, contactar con los pequeños grupos criminales de la ciudad... Todo debería servirnos. Nuestros compañeros viajarán en la zona lujosa del zepelín, sin embargo en Arkángel estarán anclados al escrutinio público. Nosotros en cambio no tenemos límites en nuestras acciones en Arkángel. Podemos actuar con total libertad.

Había hablado bastante, pero para eso estaban ahí... Dejó de hablar para que sus compañeros pudieran también dar su opinión... No mentía cuando decía que no deberían tener líderes a la hora de planificar, Derek, Kael y Batracio eran Inquisidores como él, y en sus campos y por la forma de ser particular de cada uno todos ellos serían de gran utilidad.