Partida Rol por web

El alivio se apoderó de Phey. Por un lado, porque en pocos minutos cruzarían las puertas y estarían a salvo de orcos, lobos, graunts y quién sabe qué otros peligros. Había llevado a buen término la misión y Hanne no había sufrido ni un solo rasguño.

Bienvenida a su nuevo hogar, Sacerdotisa.

El otro motivo por el cual el cruzado respiraba tranquilo eran las murallas. A simple vista, parecían una buena defensa. Las palabras de Voki le habían hecho imaginar un par de empalizadas de maderos, y quizás una poco profunda trinchera a modo de foso. Puede que los Pieles Verdes hubiesen arrasado a los Oshar y sus agrupaciones de casas, pero con Zhurant no pasaría. Las defensas del enclave estaban pensadas también para los graunts, o eso sugería la considerable altura de la muralla.

Mirad los pendones púrpura. La colonia no ha sido tomada. Ha resistido... esperándonos. Y aguantará durante muchos años después de nuestra llegada.

La sacerdotisa asiente. Se la ve bastante mas contenta ahora que por fin a llegado a su destino.

A medida que os acercáis a la muralla, divisáis las imponentes puertas de madera, fabricadas a base de gruesos troncos de robles y rematadas por pesados largeros horizontales de hierro fundido. Estas permanecen cerradas.

Sobre la muralla podeis ver a decenas de soldados vigilando.

Las imponentes murallas de la mina se alzaban ante ellos. Alegre esperaba que nadie se acordara de la mentira “blanca” que había dicho algunos días antes, cuando les había contado que la mina estaba apenas fortificada. Había sido un débil intento de asustar a aquella partida de orates y hacerlos dar la vuelta. Aunque no esperaba que funcionase, en ese momento pensó que valía la pena intentarlo.

—Mirad los pendones púrpura —exclamó Phey—. La colonia no ha sido tomada. Ha resistido... esperándonos. Y aguantará durante muchos años después de nuestra llegada.

Alegre le miró con gesto de extrañeza.

—¿En serio? Es bueno saberlo. ¿Y puedes decirme si hará buen clima mañana?

Meneó la cabeza, con una mueca de desdén, desmontó de un salto y echó a correr delante del grupo. Se detuvo frente a la entrada y, llevándose los dedos a la boca, emitió un largo y sonoro chiflido, para llamar la atención de los guardias. Hizo bocina con ambas manos y gritó.

—¡He, los de adentro! ¡Abrid la puerta!

Sonrió ante la respuesta de Keloa. Por supuesto que podría cazar algo mejor, era una buena cazadora y habían podido sobrevivir hasta ese momento gracias a ella. Lo que dudaba era que el avance que tenían que realizar para llegar a su objetivo les permitiera detenerse lo necesario para cazar.

-Eso estará bien, al menos podrás caminar.

Keloa era toda una O'Shar y no se acostumbraba a verla subida en un caballo, aquello era para los pequeños humanos de cortas piernas.
Hundió sus manos en la fría nieve y las frotó intentando limpiar la sangre del lobo acumulada, cuando estuvo limpio se preparó para seguir avanzando.
Cuatro días después el grupo había recorrido sin ningún problema la distancia que les quedaba con las minas. Cuando divisó el humo a lo lejos Udokal pensó que habían llegado demasiado tarde y que la colonia entera debía de estar ardiendo, pero sus compañeros no parecían estar preocupados y seguían hacia delante sin detenerse. Intercambió miradas con Keloa, seguramente ella pensaba lo mismo. Udokal se mantuvo en máxima alerta, si los pieles verdes habían atacado la colonia seguramente todavía estaban cerca. No aparecieron.
Por la tarde pudo al fin contemplar la colonia entera. Udokal nunca había visto nada igual. Todo aquel humo que habían divisado no procedía de ningún incendio, sino que salía de las construcciones de la colonia. Pero en aquel recinto no podía caber tanta gente como para necesitar tantos fuegos, algo no terminaba de encajar por completo.
Miró impresionado la gran muralla de piedra que los ocultaba, su tribu no tenía ningún tipo de defensa y aquello era totalmente nuevo para él, los O'Shar confiaban plenamente en sus vigías y en su capacidad de batalla para no ser molestados. No era digno esconderse detrás de nada, al enemigo había que confrontarlo cara a cara.
Se acercó junto al resto sin decir nada y sin perder detalle de nada de lo que veía u ocurría a su alrededor. Por primera vez desde su huida habían llegado a un sitio y todavía no tenía decidido que haría después.

Voki no acabo de gritar, cuando la imponente puerta se abrió lo justo para que pasarais, emitiendo un sonoro chirrido. La muralla, ahora que podíais observarla perfectamente, tenia al menos 3 metros de grosor, con la puerta en su punto medio y aunque ahora no estaban bajadas, dos enormes rastrillos de hierro, uno a cada lado de la puerta, que asomaban en lo alto del arco de entrada.

Una veintena de soldados, si es que se los podían llamar así, os esperaban tras las puertas. Lo que mas llamaba de estos era su aspecto poco cuidado, poco que ver con los ejércitos convencionales, y el equipo dispar que portaban. El único punto en común era el sobreveste con los colores y el símbolo de la mina en estos. Además, ninguno era precisamente joven, parecían mas bien una banda de mercenarios que otra cosa.

Uno de ellos, un Humano Osth de alrededor de 40 años, mas bajo incluso que Voki aunque mas fornido que este, y con una espesa mata de pelo y barba oscura os pregunto sin rodeos vuestros nombres y origen, así como los motivos que os habían traído hasta aquí. Su semblante era bastante duro, si se sorprendió por la presencia de los dos O´shar y de Aeryn, sus facciones no lo delataron.

Después del encontronazo con los Graunts apenas tuvieron altercados ni malos encuentros reseñables hasta que, al cuarto día del encuentro, divisaron el humo ascendiendo como negras columnas hacia el cielo. Aeryn torció el gesto, ¿qué podía significar aquello? ¿un nuevo contratiempo en su viaje hacia el norte?

Cuando a la tarde llegaron ante las altas murallas que defendían la colonia, con sus distintivos ondeando al viento, respiró tranquila, al fin podrían tener un poco de tranquilidad y pasar el invierno protegidos, hasta que el deshielo comenzara para proseguir viaje hacia el norte.

A los gritos de Voki la puerta se abrió permitiendo que el grupo se adentraran en aquel reducto, Aeryn orgullosa sobre su imponente yegua la cruzó clavando su mirada al frente, sin inmutarse ante la presencia de aquellos desastrados que parecían formar la guardia del lugar. Y esperó a que su jefe o cualquiera de ellos les dieran la bienvenida como muestra de cortesía.

Oh, da igual, mi entrañable gruñón. Haga el clima que haga, nosotros dormiremos bajo un techo ahora que alcanzamos Zhurant.

Stern, Hijo de Ihvist. Recibí órdenes de escoltar a esta muchacha-y tendió la mano hacia Hanne para dar a entender a quién se refería-, Sacerdotisa de Hareth, que viene a atender las heridas y los espíritus de la buena gente de esta colonia.

Cerró la boca para que los demás pudiesen decir, de igual modo, su nombre y sus respectivos motivos. Tras las formalidades todavía les quedaba por aclarar la presencia de dos Oshar, pero por cortesía era más apropiado aguardar al final de las presentaciones.

Tras anunciar a la sacerdotisa y a ti mismo, el pequeño hombre hizo una corta y tosca reverencia hacia la primera.

- Sois bienvenida sacerdotisa, nuestro antiguo sacerdote Olnart murió hace un par de meses, y la colonia ha estado muy desatendida desde entonces, nos preocupaba sobremanera la llegada de otro duro invierno con tantos chiquillos y madres en la colonia sin nadie capaz de ayudar con las enfermedades. - Comento sin un ápice delicadeza. Luego al ver como la sacerdotisa reaccionaba ante aquellas palabras intento suavizar el asunto.

- Olnart era realmente mayor, el pobre sacerdote se había pasado los últimos 20 años de su vida aquí, y eso es mucho incluso para un joven sano y fuerte.

- De todas formas cuando tengáis tiempo, deberíais hacer una visita a Lord Heinnvart, señor de estas tierras, seguro que desea saber de vos...

- Encontraras la antigua casa de Olnart al este de la colonia, junto al río y las cercas para animales.

Tras esto dejo de prestar su atención en los hijos de Ihvist y Hareth y se centro en el resto...

—Soy Voki —dijo Voki, secamente—. ¿A ti qué te importa de dónde soy? ¿Vas a escribir mi vida? —señaló con el pulgar por encima del hombro—. Sólo traje aquí a éstos chalados a los que se les ocurrió venir aquí en pleno invierno —pasó junto al guardia y echó un vistazo a un lado y a otro—. Hace mucho que no paso por aquí. ¿Dónde diablos estaba la posada?

Keloa traviesa las puertas de aquel extraño lugar con la cabeza bien herguida y la mirada al frente, casi tan orgullosa como la mujer de cabellos de Sol. Aunque ella iba en su resplandeciente bestia, Keloa lucía sus nuevas botas de piel de lobo con el mismo orgullo. En su rostro no se refleja ni un ápice de la confusión al ver a aquellos "deshechos" humanos proteger un lugar como aquel. Ahora entendía porqué necesitaban aquellas paredes tan enormes a su alrededor. En un enfrentamiento cara a cara, no tenían nada que hacer con un grupo de pieles verdes.

Mirando a unos y otros, se da cuenta de que parecen estarse presentando. Sin embargo, sabe muy bien que por mucho que hablara, no iban a entenderla. Así que su mirada recae de nuevo en la guerrera de cabellos de Sol. Para alguien tan orgulloso como la lancera, aquella situación empezaba a acabar con su paciencia. Nunca había dependido más que de sus hermanas y hermanos O'Shar. Y ya hacía demasiado tiempo que dependía de una completa desconocida que, a pesar de haberse ganado su respeto en el campo de batalla y haber salvado su vida, seguía siendo una desconocida que poco tenía que ver con los O'Shar.

El guarda apreta los dientes ante la respuesta de Voki, despues te dice friamente y tras hacer un claro esfuerzo por cuidar sus palabras.

- Es cierto, no me importa para nada de donde eres, ni a lo que has venido... - Luego te sonrie - porque vas a venir por donde has venido...

"Alegre" no solo estaba siendo desagradable con un miliciano, y una persona mayor. Estaba siendo desagradable montado junto a Phey, y manchando su nombre. Era necesario apaciguar los ánimos... con algunas exageraciones de los logros del guía. Después de todo, y en cierta forma, todos estaban en deuda con el guía que les había traído hasta aquí.

Debo interceder por este hombre. Se llama Voki, y a pesar de sus modales es un guía capaz. Gracias a él hemos encontrado la colonia antes de que nuestras provisiones se agotasen y que el frío amputase nuestros dedos.

Y no solo por los favores pasados... Yo tengo órdenes de volver al sur. No puedo quedarme. Si tan solo permitiéseis a Voki quedarse dentro de estos muros... Para que este desorientado Hijo de Ihvist pueda tenerle localizado para emprender el viaje de regreso dentro de unos días...

El guardia mira con sumo desprecio a Voki mientras escucha tus palabras.

- Tu amigo lo que es, es un bocazas, pero en deferencia con la sacerdotisa y con vos, lo dejaremos entrar... claro que la próxima vez que se pase de listo yo mismo me encargare de lanzarlo desde la muralla... - Por su expresión, podríais apostar a que no es un farol.

Observa luego a los dos imponentes O´shar y a la Alhyon.