Partida Rol por web

- Soy la Dama Alhyon Aeryn -dijo adelantándose orgullosa sobre su montura. La actitud de Voki la había molestado profundamente, pero mantuvo la compostura y su rostro no reflejó en ningún momento la rabia que sentía... ya discutirían en otro momento y apartados de oídos indiscretos.

- Como bien dice el sacerdote de Ivhist, él es nuestro guía. Yo le he contratado y seguirá conmigo hasta que le despida o muera. Así que debe quedarse. -El tono de su voz no daba opción a réplicar.- No queremos problemas... sólo buscamos refugio, y nuestra procedencia y destino son asunto nuestro.

Se volvió hacia los dos Oshar para hablarles en su lengua.

- Este hombre quiere saber nuestros nombres y procedencia. ¿Queréis que os presente de alguna manera concreta?

Las palabras de la altiva Aeryn tambien molestaron al guardia, que tras escupir en el suelo respondió:

- Como si eres la Puta Reina de Segra y el resto de tus compañeros tus concubinos... - La mirada que te dirigio era claramente desafiante...

- ¿Quereis entrar en la colonia? Estupendo! pero antes me direis claramente la jodida procedencia de todos y que os trae hasta aquí, o juro que cerrare la jodida puerta y os quedareis fuera!!!

- ¿Me ha entendido mi lady?

Udokal observó impasible la escena mientras observaba el recibimiento que aquellos pequeños hombres, alguno incluso más pequeño que Voki. Observándolos con más detenimiento llegó a la conclusión que a pesar de su aspecto parecían gente capaz de manejar un arma, aunque eran tan pequeños que no le extrañó que se ocultaran detrás de semejante muro para sobrevivir a los pieles verdes y las bestias. Uno de ellos, seguramente su cabecilla, se adelantó y comenzó a hablar. Udokal no entendió nada, pero por las reacciones de sus compañeros parecía que les estaba pidiendo algún tipo de explicación. No fue hasta la intervención de Aeryn cuando realmente supo lo que quería aquel hombre.
Miró a Keloa de reojo e hizo un pequeño gesto de asentimiento antes de responder a Aeryn. Le parecía correcto que alguien se interesara por quienes eran antes de recibirlos.

-Dile que nos llamamos Keloa y Udokal y que venimos de la tribu O'Shar mas cercana. Udokal le hizo señas a la mujer indicándole la dirección en la que se encontraba su antiguo Clan.

No había mucho más que decir, ni tampoco les habían pedido más explicación. Algo en la actitud del pequeño hombre y en las reacciones de sus compañeros parecía indicar que no estaba dándoles una cálida bienvenida. Udokal no tenía especial interés en nada de la colonia, pero ya que habían llegado hasta allí esperaba poder conseguir ropa para Keloa y equipo suficiente para la siguiente etapa de su viaje.

Alegre estaba a punto de lanzarle un grueso insulto al guardia, cuando el sacerdote se le adelantó.

—Debo interceder por este hombre. Se llama Voki, y a pesar de sus modales es un guía capaz. Gracias a él hemos encontrado la colonia antes de que nuestras provisiones se agotasen y que el frío amputase nuestros dedos.

Alegre le miró de reojo, con una ceja levantada. ¿A éste qué bicho le ha picado? “Amputarse los dedos.” Éste está loco.

—Y no solo por los favores pasados... Yo tengo órdenes de volver al sur. No puedo quedarme. Si tan solo permitieseis a Voki quedarse dentro de estos muros... Para que este desorientado Hijo de Ihvist pueda tenerle localizado para emprender el viaje de regreso dentro de unos días...

—Es bueno saberlo —le dijo Alegre a Phey—. ¿Y me vas a pagar algo esta vez?

—Tu amigo lo que es, es un bocazas —gruñó el guardia—, pero en deferencia con la sacerdotisa y con vos, lo dejaremos entrar... claro que la próxima vez que se pase de listo yo mismo me encargare de lanzarlo desde la muralla...

Alegre hizo un gesto de fastidio y comentó por lo bajo.

—Me estoy cagando de miedo… o quizás sólo sea el olor de este sitio.

Aeryn era más educada que Alegre, pero su altanería la hacía casi igual de intragable. Lo de Alegre era porque odiaba a todo el mundo, lo de ella era porque consideraba que todo el mundo le estaba por debajo. Los resultados eran los mismos. Alegre sabía que Aeryn no confesaría los objetivos de su viaje y quizás considerara que mentir era rebajar su status. Alegre se puso impaciente. Rebuscó discretamente en un bolsillo y cerró el puño alrededor de 4 monedas de oro.

—A ver, hombre. Te ha dicho que es una Dama Al’Hyon. ¿De dónde crees que viene?

Se adelantó hasta quedar al lado del guardia. Sostuvo el borde su capa, para ocultar los movimientos de su mano a los demás y abrió la palma con las monedas, a la altura de la cadera, para que el guardia les echara un vistazo.

—Mira, ella no viene a robar la jodida mina —dijo, en voz baja—. Es rica, y, si la miras bien, no parece un Piel Verde. ¿Realmente importa lo que viene a hacer?

Con cara de incredulidad, el guardia mira las monedas.

- Realmente me estas intentando sobornar... y con 4 monedas de oro... no se si reír o llorar - Después su voz se volvió mas dura - Prender al bocazas! - Ordeno a los guardias en voz alta. Lo suficientemente alto para que incluso los mas próximos en la muralla lo escuchasen.

Dos segundos después cinco guardias rodeaban a Voki, dos de los cuales ponían sus manos sobre este.

Si bien ninguno de los guardias tenia el tamaño de un O´shar, ni de lejos, tampoco eran tan pequeños como el que llevaba la voz cantante, de la veintena que teníais delante, su tamaño oscilaba entre la de este y la de uno totalmente calvo pero de espesas cejas de altura aproximada a la de Aeryn.

Voki no se inmutó, cuando los guaridas le prendieron. Se limitó a hacer una mueca de asco y escupió a los pies del guardia.

—No sabía que los mierdosos guardias de una mina en el culo del jodido mundo fueran tan pretenciosos. La próxima vez sobornaré con algo más a vuestra alteza.

Miró a uno y a otro de los guardias que los sujetaban.

—¡Eh, vosotros! ¡Cuidado con la ropa!

Udokal miró lo que estaba pasando intentando comprender que sucedía. De repente Voki parecía haber hecho enfadar al humano que los había salido a recibir. Dos de los guardias lo habían cogido mientras otros tres rodeaban al explorador. Ninguno había sacado su arma y esto hizo que Udokal no se sintiera amenazado, parecía que la cosa solo iba con Voki. No movió ni un solo músculo de su cuerpo mientras esto sucedía y cualquiera que lo observara diría que se encontraba relajado e indiferente ante la escena. Nada más lejos de la realidad, no confiaba en aquellos desconocidos y estaba alerta para poder defenderse de cualquier eventual ataque. Si él o Keloa se veían en peligro su hacha estaba lista para derramar la sangre de sus enemigos. Nunca había esperado este tipo de recibimiento pues por lo poco que sabía sus compañeros eran esperados allí, al menos la Sanadora y el caballero que la escoltaba.
Pero que Voki hiciera enfadar a alguien no era ninguna sorpresa. Desde un principio se había mostrado hosco y huraño y no se le olvidaba que durante su primer encuentro le había clavado una flecha a Keloa. Además se había pasado discutiendo todo el viaje con sus otros tres compañeros.

¿Que habrá hecho esta vez?

Miró al resto de sus compañeros de viaje esperando algún tipo de reacción o alguna explicación a lo que estaba sucediendo, pero no hizo ningún gesto que denotara alguna intención de ayudar al explorador.

Pero ¿cómo se atreve a tratarme así? ¿qué se ha creído este esperpento? Menuda desfachatez la suya. Aeryn se estaba enfadando por momentos por culpa del trato que estaban recibiendo, adelantó la yegua hasta quedar justo enfrente del hombre, al cual miró con suficiencia desde las alturas.

- Ahora mismo no disfrutarían de la presencia de la sacerdotisa si no es por la ayuda que le hemos brindado para llegar hasta aquí, si tan agradecidos están por su presencia aquí también deberán estar agradecidos a nosotros que la hemos ayudado a llegar. Así que un poco de consideración y respeto no creo que les vaya a hacer ningún mal. -En ningún momento había elevado el tono de voz aunque ésta sonaba con cierta frialdad.

Se quedó en silencio por unos breves instantes antes de volver a hablar.

- Yo soy Aeryn, Dama Alhyon en viaje de placer para conocer nuevas tierras. Vengo acompañada del guía al que he contratado, Voki, al que amablemente espero que le suelten. Ellos son -dijo señalando a la pareja de bárbaros- Keloa y Udokal, guerreros de la tribu Oshar más cercana, que nos han brindado su ayuda y a los que, a su vez,hemos ayudado. Hemos decidido seguir acompañando a la sacerdotisa hasta esta mina buscando seguridad, confiando que aquí encontraríamos un refugio para pasar el invierno, pero... con gran tristeza compruebo que me he equivocado al pensar que en este sitio encontraríamos ayuda.

- Vaya, ¿a que no ha sido tan dificil verdad? - Comentó ironico el guardia - A vuestro compañero no le pasara nada, al menos de momento, hasta ver lo que decida el Comandate o Lord Heinnvart.

Otro de los guardias ante las palabras de Voki le golpeo la cabeza, mas una colleja que otra cosa, mientras se lo llevaban no muy amablemente, en dirección a una de las torres que flanqueaba la entrada.

Tras ver que las cosas son degeneraban mas, el resto de los guardias se fueron apartando dejando libremente el paso

Keloa observa el espectaculo sin entender demasiado de lo que ocurre. Lo unico que tiene claro es que el pequeño humano se ha metido en otro lio. Algo que no la sorprende. Se queda cruzada de brazos, junto a Udokal y detras de la mujer de cabellos de sol. Su tranquilidad y frialdad aparentes, a diferencia de Udokal, son reales. Permanece cruzada de brazos con la barbilla levantada, mirando a aquellos pequeños humanos por encima del hombro.

No moveria un musculo por el explorador al que se llevaban. Si ni el mismo sabia como comportarse, no iba a ser ella quien intercediera por el. Sin embargo, si la guerrera de brillante armadura emprendia alguna accion hostil... Quiza si se plantearia la opcion. Ella era la unica que se habia ganado su respeto durante su corto viaje.

Tambien es cierto que no esperaba la hostilidad que se respiraba en aquel lugar al recibir a gente de su raza. En una tribu O'Shar las cosas habrian sido muy diferentes...

¿Lord Heinnvart? Lo tendré presente...

Lo siento, Voki. Intentaré hablar con Lord Heinnvart sobre tu liberación.

No había palabra buena y amable que Phey pudiera decir que no fuese a ser contrarrestada por las brabuconadas de Voki. La única manera de pasar a un hombre así por debajo de las narices de unos guardias era dejar que se calmase primero en prisión.

Sin embargo, lo más difícil lo habían logrado. Phey pensó que sería mucho más complicado a priori que los guardias dejasen entrar a dos Oshar. Pero en comparación a Voki, tenían un comportamiento mucho más adecuado.

Voki... ¿Has montado esta escena para que no se fijen en Udokal y Keloa? Gracias a ti, han podido pasar. Tienes un alma mucho más noble de lo que haces ver.

Al final los guardias se retiraron con Voki y les franquearon el paso al resto. Las explicaciones de Aeryn parecían haber sido suficientes para que les dejaran pasar, aunque no para evitar que el explorador fuera conducido al interior de un edificio.
Miró a su alrededor sin saber muy bien que hacer. Si aquello hubiera sido un asentamiento O'Shar habría buscado al líder de la tribu y le hubiera explicado todo lo que les había pasado. Estaba seguro que el jefe atendería sus necesidades y les daría todo lo necesario para equiparse. Pero no conocía de nada a aquellos humanos ni sus costumbres, ni tan siquiera sabía si alguien allí entendía la lengua de los O'Shar.

Quizá debamos hablar con el jefe del asentamiento.

Miró a Keloa preguntándose si la lancera habría pensado en lo que harían cuando llegaran a la colonia. Seguían necesitando ropa y nuevas armas para ella.

-¿Que hacemos?

Ya dentro de una de las torres de vigilancia, subes un par de plantas escoltado por tus amigos hasta que una vez llegan a una habitación, que en poco se diferencia de las demás que habéis pasado, te meten dentro.

La habitación en concreto tiene unos 20 m2, con varias sillas y una mesa. No hay cama, ni colchón, ni mantas por ninguna parte. La verdad es que no se parece en nada a una celda. Si incluso tiene una ventana, bueno, mas bien una aspillera desde la que puedes ver las tierras salvajes frente a la muralla.

La puerta, tampoco es de rejas, es una solida puerta de madera la cual han cerrado con llave.

Una vez dentro de la colonia esto es lo que veis:

La parte mas inferior de la ladera de la montaña, la cual antes habíais visto que estaba cortada a modo de grandes escalones, ahora que la tenéis algo mas cerca, ves que cada uno de esos escalones representa toda una planta de casas escavadas en la misma roca, y cuyo techo, hace las veces de huerta para los de la planta superior y así sucesivamente.

En las dos plantas escalones) mas inferiores, estas casas han sido sustituidas por los túneles de acceso al interior de la montaña, así como forjas, talleres y almacenes.

Una gran escalinata, sube por el centro de la ladera desde la base, hasta donde acaban las plantas escalonadas.

Olvidándonos ya de la ladera, a los pies de esta, se extiende unas cien hectáreas de verde terreno, salpicadas por:

Al este, y entre el río que pasa por el interior de la colonia (es un río que entra por el Este y tras hacer una pronunciada curva (meandro, no tiene aspecto esta curva de ser natural) sale por el Sureste) y la muralla de la colonia veis varias cercas con ganado variado, aunque predominan el de tipo bovino. Entre las cercas hay alguna que otra casa de gran tamaño, y mas pegado al rió, la casa que el guardia indico a la sacerdotisa.

Esta, que sigue bastante triste, os dice con pocas palabras que ahora irá hasta la casa y ver como esta todo, y que vosotros podéis pasar cuando queráis a verla. Eso sí, no os marchéis sin despediros, aunque ahora que cada vez el invierno esta mas cerca, los viajes se hacen mucho mas difíciles.

Ya al oeste del río, lo que mas abundan son enormes almacenes, posadas y tabernas, así como los recintos dedicados a los guardias, tres edificios de gran tamaño. En todos ellos, el material que predomina es la piedra, aunque al contrario que otros edificios que se pueden ver en innumerables pueblos, los bloques que forman estos están perfectamente tallados.

Esta claro que la colonia tiene espacio para albergar a miles de personas, pero se ve bastante vacía.

Phey desmontó de Brisa y se acercó a Hanne para hablar tranquilamente. Había sido un incordio durante todo el viaje, una tozuda y un quebradero de cabeza constante, pero sentía mucha pena por ella. La muchacha llega a una colonia llena de desconocidos, con unos inviernos brutales y con la perspectiva de pasar aquí hasta el fin de sus días.

Sacerdotisa, la gente aún no sabe quién sois. Vuestros vecinos solo verán a una extranjera entrando en la casa de un muerto. Para evitar malentendidos es mejor que pida ir acompañada de uno de los milicianos locales. Por favor, siga mi consejo. Dentro de unas horas me pasaré por allí para darle el nombre de la posada en la que nos alojamos, por si le puedo ayudar en algo. Nos veremos pronto.

No sabía mostrarse más cercano. Las enseñanzas de cortesía y diplomacia habían matado toda efusividad en el joven. Abrazarla era impensable. Aguardó a que todos se despidiesen y que Hanne cabalgase hacia el este antes de pasar a otro asunto.

Hanne trata de mostrar una sonrisa, pero apenada como esta y después del quebraderos del viaje que le habéis dado tu y Voki, todo lo que le sale es una mueca.

- No os preocupéis por mi... estaré bien - Te dice viendo la preocupación que ocultan tus palabras - Me he estado preparando para esto, y es lo que quiero hacer. Ademas - Coge el colgante con símbolo de la Haelnaer Hareth y te lo muestra - Con esto a la vista creo que sobran presentaciones

Después continua su marcha hacia la casa sumida en sus tristes pensamientos.

Alegre miró a un lado y a otro, abarcando la celda, con gesto admirativo.

—¿A esto le llaman celda por aquí? Es mejor que la cabaña donde vivo, cuando no estoy a la intemperie. Mirad el tamaño de este lugar. Al final, hasta puede ser que me ahorre el dinero de la posada por un tiempo.

Golpeó la superficie de la mesa con los nudillos.

—Si hasta tiene una mesa. ¿Qué celda tiene una mesa? Yo no tengo una mesa. Sólo tengo una tabla sobre dos pedazos de tronco.

Echó un vistazo por la ventana.

—No me extraña que al guardia le parecieran poco cuatro de oro. Si hasta los presos viven con lujo en este lugar.

Se echó sobre la mesa y puso las manos detrás de la nuca.

—Otro echaría en falta una cama, pero a mí se me hacen demasiado blandas para mi gusto. En fin, a disfrutar de las instalaciones, mientras dure.