Partida Rol por web

- Siento lo de vuestro poblado pero... nosotros debemos ir sin falta hacia el norte. Nuestra intención es llegar a la mina y pasar allí el invierno.

Ante la apremiante pregunta del sacerdote, Aeryn se dio cuenta que sus compañeros no entendían lo que estaba hablando con los Oshar, ¿cómo se me ha podido olvidar?, se recriminó en silencio. Así que se puso a traducir lo que los bárbaros le habían dicho, aunque las noticias no eran nada halagüeñas.

- Por lo visto su poblado ya no existe, fue arrasado por los pieles verdes. Parece ser que ellos son los únicos supervivientes que han quedado. -Se mordió el labio dudando si continuar traduciendo.- También me han dicho que es una locura que nos dirijamos hacia el norte, que será mejor que demos media vuelta. Ya les he dicho que eso era imposible.

Mientras esperaba una reacción a sus palabras se acercó a sus cosas y, rebuscando en el saco, extrajo de su interior unos pantalones de cuero y una camisa y se los ofreció a la mujer desnuda.

- No es exactamente tu talla pero quizás esta ropa te sirva, no te quitará frío pero algo te ayudará. Tengo unas botas también pero dudo mucho que entren en tus pies.

—Palabras más sabias nunca he escuchado —comentó Alegre, mientras desataba a uno de los caballos—. Claro que es una locura ir al norte. Ha sido lo que os he estado diciendo desde el primer día —se limpió la nariz con el dorso de una mano—. Su norte no es el nuestro, claro. Ellos viven donde hay nieve todo el año. Pero si los Pieles Verdes están tan revolucionados, cómo para expulsar a los O’shar de sus tierras, la situación es todavía peor de lo que creía. —hizo un gesto con la cabeza hacia los dos gigantes—. Los O’shar son más duros que las piedras. Son los únicos humanos que viven rodeados de Pieles Verdes. Si queréis que os de un consejo, y ya sé que no queréis, si veis correr a un O’Shar, poneos a correr delante de él.

Es normal que unas cuantas chozas de salvajes no sean de protección contra los orcos, pero por muy agitadas que estén las tribus de pieles verdes, una colonia estable como Zhurant, con sus empalizadas... tal vez hoy hasta tenga murallas y barbacanas... Lo que quiero decir es que Zhurant es un lugar seguro.

Trató de buscar la complicidad de Voki. Si se quejaba, como siempre hacía el "Alegre" guía, nadie le prestaría atención. Sin embargo, si Voki reconocía la seguridad de la colonia, podría a su vez evitar que en las chicas naciera el desasosiego.

Voki, tú eres el explorador, tú eres el único que estuvo en Zhurant antes. ¿Verdad que la colonia es segura? Podemos llevar a los Oshar allí, seguro que agradecen que dos personas fuertes y grandes se unan a la mina, o podemos dejarles que se vayan al sur... por lo menos lo suficientemente al sur como para no temer por los ataques de los pieles verdes.

Alegre miró al sacerdote, cómo si se hubiera vuelto idiota.

—Es una mina, muchacho, no un castillo. Tiene más defensas que las minas que están en lugares más tranquilos, claro, puede aguantar algún ataque desorganizado de una partida pequeña de Orcos, pero no va a durar mucho contra un ejército que haya vencido a los O’shar. —meneó la cabeza y la más ligera de las sonrisas, hizo una finta en sus labios—. O’shar en las minas. Eso es gracioso. Los O’shar morirían bajo tierra, haciendo un trabajo pesado y repetitivo, por el resto de sus días. Esa gente no está hecha para eso. Son cazadores y guerreros. Además de que no entran en los túneles hechos para los humanos comunes.

Udokal se imaginó que el lugar donde quería ir Aeryn y el resto de su grupo era el pequeño asentamiento minero cercano a su poblado. Nunca había estado allí pero sabía que a unos cuatro o cinco días de camino hacia el sureste algunos pequeños humanos extraían mineral de la tierra.

Demasiado cerca de nuestro poblado y demasiado al norte.

No tenía la más mínima esperanza de que los pieles verdes lo hubieran pasado por alto. Lo más seguro es que ahora mismo todos los que hubieran estado allí estuvieran muertos, era inútil pretender pasar allí el invierno, aquello estaría lleno de pieles verdes.
Se quedó en silencio mientras la mujer hablaba con sus compañeros. Sus palabras parecían haber abierto un debate en el resto del grupo, puede que ante sus advertencias estuvieran decidiendo no seguir hacia delante. Sería lo más sensato.
Cuando Aeryn volvió con algo de su propia ropa y se la ofreció a Keloa el bárbaro no pudo dejar de escapar una sonrisa. La sola idea de ver vestida a su compañera con aquellas ropas le hacía gracia, aunque apreciaba el gesto de Aeryn, al menos le ofrecía una solución temporal a su problema.
Mientras esperaba que pasaba sacó su cuchillo y se puso a sacar punta a unas ramas que había estado cogiendo durante la noche. No serían unas jabalinas perfectas, pero podrían servir para que Keloa cazara algo. Una vez que la punta estuviera lista las endurecerían al fuego para darles mayor rigidez.

Frunció el ceño. Las valoraciones de Voki resultaban más nocivas y pesimistas de lo esperado. En lugar de tranquilizar a las chicas solo les estarían poniendo más nerviosas.

Esto es toda una complicación. Las cosas deberían ser más sencillas... Si mi misión es escoltar a Hanne, mis órdenes terminan ahí. No tengo poder de decisión, soy un soldado y cumplo instrucciones.

Sacerdotisa, ¿qué decís vos? Mi tarea es escoltarla, no arrastrarla contra su voluntad. Si aún quiere ir a la mina, la acompañaré al norte. Si quiere volver al monasterio, volveremos al sur. No obligaré a nadie a ir a un lugar peligroso en contra de su voluntad...

Sopesó el resultado de sus palabras. Tal vez había llegado el momento de que los caminos divergiesen. Aeryn y Voki podrían tomar una decisión distinta a la de Hanne.

- Mi misión es viajar hasta la colonia y allí reemplazar al anciano sacerdote en las tareas de cuidar por la salud de las almas que allí viven... puede que sea un viaje peligroso, pero mientras la colonia siga en pie, mi deber es claro.

- Ademas según decís ya no debemos estar lejos... y tenemos a los dos O´shar que conocen tambien estas tierras.

Aunque hablaba en voz baja, su tono era firme.

- Y yo debo ir al norte sin falta, así que acompañaré a la sacerdotisa. El que no quiera venir es muy libre de dar media vuelta y salir huyendo, por mi parte no pienso reprochar nada a quien decida volver al sur. –Miró directamente a Voki al decir esas palabras, empleando un tono de voz que dejaba bien claro que no cambiaría de opinión.

Observó a los Oshar dudando mucho que aquella extraña pareja quisiera acompañarlos.

Udokal siguió afilando la punta de los palos mientras observaba la discusión que tenían los otros. Sabía que discutían sobre si seguir camino hacia la mina o darse media vuelta y volver por donde habían ido, pero no entendía sus palabras y los gestos de unos y otros no le dejaban claro si habían conseguido llegar a algún tipo de acuerdo.
Pensó en lo que él y Keloa podían hacer.

El norte es la peor de las opciones, está todo lleno de pieles verdes. Pero tampoco sabemos ningún sitio a donde ir. Y Keloa está sin armas y sin ropa, no podemos llegar muy lejos así.

Seguía sin tener muy claro lo que hacer por muchas vueltas que seguía dándole en su cabeza. Tendría que hablar con Keloa sobre ello y esperar que ella tuviera una idea más clara que él. Quizá podrían preguntarles a sus rescatadores en que dirección estaba la población más cercana hacia otra dirección, otra que no fuera el norte. Miró a la chica mientras los otros seguían discutiendo y le preguntó.

-Deberíamos averiguar en que dirección queda la siguiente población humana. Ellos deben de saberlo o venir de allí.

Igual que la otra vez, Keloa clava su mirada gris, distante, sobre la mujer de cabellos dorados. Aquella en la que por algún motivo, sus ojos se quedaban parados más de la cuenta. Finalmente alarga los brazos y coge la ropa que ésta le tiende, asintiendo con la cabeza en señal de respeto.

Sin pudor alguno, retira las mantas de encima de su cuerpo semidesnudo y lo cubre con la ropa que le han prestado, delante de la mirada (más o menos atenta) del grupo. Puede que no entendiera la mitad de la conversación, pero quería estar presente para intentar entender lo que se decía.

Primero coge la pieza más larga... Y por su forma, deduce que es para las piernas, así que procede a intentar ponérselo.

¿Cómo pueden moverse con esto?

Se pregunta en su interior mientras intenta atarse la cintura. Cuando lo consigue, coge la otra pieza de ropa... Y por eliminación, supone que es para su pecho y brazos. Esta vez parece algo más cómoda, pero le sigue pareciendo muy extraña.

En cuanto aparezca un lobo por aquí, me quedaré con su piel.

Piensa, ya que la comodidad es algo principal para cualquier función dentro de un clan O'Shar, y Keloa estaba acostumbrada a ella más que a nada.

Al menos no tendré tanto frío... -Se mira los pies descalzos antes de terminar de formar la frase en su cabeza. Las pieles seguían siendo un asunto primordial.

Luego vuelve a prestarle atención a la conversación que tienen los demás. Por sus gestos, parece que son reticentes a abandonar su estúpida idea de seguir hacia el norte. Keloa mira a Udokal, que también busca su mirada y su aprobación.

- Íbamos al sur en busca de ayuda para vengar a los nuestros. ¿Crees que ellos son suficiente ayuda?

Pregunta sin importarle interrumpir a quienquiera que estuviera hablando en ese momento. De todas formas, casi nadie iba a entenderla.

Udokal observó como Keloa se ponía las ropas que le había dado Aeryn. Lo hizo sin ningún tipo de morbo, pero si con la curiosidad de ver a su compañera vestida con aquello. Estuvo a punto de decir algo pero se abstuvo finalmente, no estaban en una situación como para hacer bromas.

Al menos le quitará algo de frío, aunque no creo que mucho.

Lo que Keloa necesitaba eran unas buenas pieles.

-No. Dijo secamente mientras afilaba la última de las jabalinas. Necesitaríamos miles como ellos.

Si su tribu apenas había podido enfrentarse a la horda de pieles verdes cuatro pequeños humanos no podrían ayudarles. Seguía pensando que su única esperanza era acudir al resto de tribus O'Shar que quedaban, pero estaban demasiado lejos.

-Toma. Si endurecemos las puntas con fuego serán más resistentes, al menos por ahora pueden servirte.

Le tendió las jabalinas a Keloa esperando que la lancera pudiera darles buen uso. Después siguió observando la discusión en silencio.

Ejem...-dijo apartando la mirada cuando Keloa se vestía.

Era incómodo. ¿Es que aquellos salvajes no tenían pudor? También era agradable... Las únicas veces que Phey ha visto el cuerpo desnudo de una mujer siempre fue con Keloa. Con el entrenamiento y la vida monástica no tuvo demasiado tiempo para conocer a ninguna lugareña. No hay nada como viajar para ver... "mundo".

Hanne... Aeryn... y yo vamos al norte. Supongo que también Voki, si es que quiere que se le pague por su trabajo. Por supuesto, los Oshar irán donde les venga en gana, pero parece que no les atrae la idea de seguir hacia el norte, así que nuestros caminos se separan.

Entonces... Voki, ¿seguirás guiándonos hacia el norte o nos dejas?

No le sorprendería que su huraño guía les dejase en la estacada. Voki no destacaba por su valentía.