Partida Rol por web

La ciudad es de la Camarilla. Y a los Giovanni no podría importarle menos.

Mientras las sectas se pelean entre ellas, ustedes se enriquecen y trabajan para avanzar los planes del clan.

Aun así, la situación es muy delicada para la familia. Con tantos vástagos nuevos llegando a la ciudad buscando su propio territorio, es cuestión de tiempo antes de que entren en conflicto con los intereses del clan. Con esto en mente, el clan comienza a prepararse.

Tu, Pietro, despiertas con estos pensamientos en tu cabeza. Y te preparas a comenzar esta noche.

Me despierto en mi habitación de la mansión Giovanni. No esperaba otra cosa, por supuesto, este era mi casa, el lugar que los otros vástagos llaman "refugio". Un nombre tan adecuado como cualquier otro. Pero eso no era lo que me importaba. Sacudí mi cabeza para volver a los pensamientos más importantes.

Observé mi al rededor. La habitación era bastante lúgubre, aún más que la mayoría de los cuartos donde los otros vástagos se hospedaban. En parte se debía porque los nigromantes elegiamos las estancias que estaban en los sótanos de la mansión, donde podiamos llegar facilmente a las catacumbas y laboratorios. Por otra parte, también se debía a la cantidad de instrumentos e ingredientes para rituales que se hallaban desparramados por la habitación. Se podían ver desde simples tizas blancas, pasando por cuchillos oxidados, hasta calaveras amarillentas a las que les faltaba algún diente. -Necesitos nuevas calaveras.- Pensé. Más tarde bajaría a las catacumbas.

Me levanté y fui hasta mi ropa. Generalmente dormía con alguna camisa y guardaba el resto de mi indumentaria en un armario, forrada con un nailon para que no junte polvo. Ese era uno de los inconvenientes de vivir tan abajo en el sótano. Los sirvientes no venían a limpiar a menos que lo ordenara expresamente, cosa que generalmente solo hacía luego de un ritual especialmente sucio. Dejar manchas de sangre por la habitación se volvía demasiado molesto una vez que empezabas a patinar con ellas.

Finalmente saqué mi traje del armario y me lo puse encima. Lo que me resultaba cómodo de ese traje era que era de sastre, con bolsillos por todos lados. Cuando practicas rituales y quieres llevar ingredientes para todos lados descubres que nunca tienes suficientes bolsillos.

En eso pensaba mientras caminaba por la habitación, recolectando lo que podía llegar a usar esa noche. -Velas verdes, jeringas, mi espejo de obdisiana, monedas, pañuelos de mortaja, sal marina, arenas de colores, ceniza de crematorio, encendedor, algodón, daga de obsidiana y mis dos siempre confiables cuchillos kriss.- Pensaba mientras enfundaba las armas. Los polvos, arenas y esas cosas estaban en unas bolsas, parecidas a las que los mortales usaban para llevar cocaina. Algún día me meterían en problemas, pero por ahora servían bastante bien. Por último abrí el cajón de mi escritorio y saqué el libro que estaba leyendo, una edición de bolsillo, un celular y una estáca. Objetos que un vástago siempre debía llevar consigo.

Por último agarré mi anillo de ónice y me lo puse en el dedo anular. Estaba listo para subir y tomar una bolsa de sangre de la reserva de la familia antes de ponerme a hacer mis cosas.

Mientras estas preparándote suena tu celular. El nombre que aparece en la pantalla es “Joseph Logan”

Vivir en la mansión, varios criados a tu disposición sin necesidad de que te preocupes por mantenerlos, acceso rápido a las críptas... A veces extrañaba esas comodidades que había dejado atrás en Italia. No por melancolía, por supuesto, sino porque eran prácticas a la hora de agilizar las cosas.

Ahora vivía en el Bronx. Un barrio bastante pobre y muy diferente a Manhattan, donde los miembro del clan más ricos tenían sus refugios. Nosotros los nigromantes de la familia preferiamos los lugares más bajos, con acceso a los criminales, las muertes diarias, tiendas oscuras abieras durante la noche y más importante aun, cementerios.

Claro, eso no significaba que mi casa estaba desprovista de lujos. Desde afuera parecía un apartamento normal, bastante chico y de dos pisos, contando planta baja, pero por dentro era bastante más grande y daba refugio tanto a mi como a mis tres sirvientes.

En el primer piso tenia a los ghouls y a una mujer que había dominado tanto que ya había perdido el libre albedrío. Para esta última tenía planes futuros, cuando sea la hora de su muerte, que no faltaba tanto. En la planta baja tenía todo lo que pertenecía a una casa normal. Una heladera con lo suficiente para aparentar, comida no perecedera y hasta hice instalar un aire acondicionado por si un mortal terminaba de alguna forma en mi hogar y tenía que fingir no ser un vástago.

A partir del sótano, que solía ser una bodega, cambiaba la cosa. Cuando compré la casa, no fue simplemente una al azar. Resulta que esta casa pasaba justo por encima de las cañerías, más concretamente, la parte que trata el agua de lluvia. Fue cuestión de hacer una pared falsa en el sótano que daba a un tunel y de ahí a unas escaleras que bajan hasta las cloacas. Ahí fue donde establecí mi laboratorio y el lugar donde dormía. Claro que no todo fue tan facil. A los nosferatu no les agradó nada el que me establesca ahí, y por un tiempo estuvimos peleados y con mucha tensión. Por fortuna, logré hacer un aliado entre ellos, lo que eventualmente llevó a un tratado no verbal donde yo no buscaba expandir mi territorio ni investigar las cloacas más alla de mis límites y ellos no me jodían.

En eso pensaba mientras recogía mis cosas y empezaba a subir las escaleras. A mitad de las mismas, la señal de mi celular volvió y justo sonó, resonando en todo el tunel. Me apuré a callarlo por el ruido infernal que hacía y me fijé quién era. -¿Logan? ¿Qué quiere de mi ahora?- Pensé mientras contestaba. -¿Si?- Pregunté al aparato.

-!Eh, Pietro! -te contesta de vuelta Joseph-. Escucha, no puedo contactar a Donatello, ni a Alexander. Y esto es importante. ¿Recuerdas que la semana pasada Calebros anuncio su renuncia? Pues bien, hoy es noche de corte en el Elíseo, el primero desde su anuncio. La mitad de la ciudad estará ahí, todos averiguando como va a quedar la cosa cuando nos quedemos sin príncipe. Nada oficial aun, pero puede que valga la pena asistir. Considera esto una cortesía que le extiendo a tu clan. ¿Te interesa?

Esperé un par de segundos antes de contestarle a Logan, procesando lo que me decía. -Tal vez asista.- Le dije finalmente. -¿A qué te refieres con que no puedes contactar con Donatello ni Alexander?- Me pregunté si eso venía desde hace tiempo. -¿Cuándo fue la última vez que hablé con ellos?- Ultimamente había estado ocupado en mis estudios. No tenía tiempo de hacer mucho, pero si estaban desaparecidos, lo mejor sería que intentase contactarlos a ver si todo andaba bien. Eramos pocos Giovanni en la ciudad, debiamos cuidar los unos de los otros. Si no por la familia, al menos por conveniencia.

Esperaba que no significase nada, ya que si no debería mandar a alguno de mis ghouls a investigar. Mientras tendría que ver si asisto a ese Elíseo. La política no me interesaba en lo más mínimo, pero algún Giovanni tenía que estar presente. A lo mejor valía la pena parar mis estudios por una noche para sacar la cabeza de mi agujero y fijarme lo que acontecía en el mundo de los demás vástagos. -Además, necesito más cuerpos. Sin ellos no puedo seguir mis experimentos.-

-Para empezar, no tengo sus números de celular. -Ríe-. Dudo Mucho que Donatello use uno, y si lo usa no creo que le agrade la idea de darle el numero a un Ventrue. Ya le preguntare. Ademas de eso, no hemos coincidido en uno o dos meses.

-Bueno pues, Pietro, piensate lo del Elíseo. Yo ya voy en camino.

Corté la llamada antes de suspirar. Por un momento pensé que los miembros de la familia estaban desaparecidos. Terminé de subir las escaleras y pensé en prepararme para salir. Antes de dirigirme al garage que había logrado construir en lo que antes era un pequeño patio del edificio, fuí a hablar con uno de mis ghouls.

-Octavio.- Lo llamé. Era la parte musculosa de mis sirvientes, el que se ocupaba de la protección del hogar y otras tareas mientras no estaba. -Voy a salir. Tal vez apague el celular, así que no se si voy a estar disponible. Vamos a necesitar un nuevo cadaver, conseguí uno y fijate que sea fresco.- Con eso dicho, agarré las llaves del auto y me dispuse a salir. Tenía un buen viaje hasta el Madison Square. -Más vale que valga la pena.-

Pero antes de salir, tendría que alimentarme. Por lo que me dirigí hacia la heladera, donde guardaba un par de paquetes de sangre, los cuales el culto que había hecho me proporcionaba. -¿Qué noche es hoy? ¿Martes? El sábado tengo que ver a esos mortales.- Lo malo de un culto de sangre es que había que administrarlo. Claro, eran pocos, pero aun así era un poco molesto. Especialmente porque al no ser vástagos, no había mucho que realmente les pueda enseñar.

Bajé hasta mi auto. Era bueno salir al aire de la noche otra vez, fuera de la conglomeración de vástagos. No quería estar ahí más de lo que necesitaba.

Subí a mi auto y encendí la luz de dentro mientras sacaba el sobre con la carta para Donatello. -Veamos qué dice Logan.- Pensé mientras miraba al trasluz el contenido de la carta. Sería dificil, pero por suerte tenía buena vista. Además, contaba con mi auspex para agudecerla si era necesario.

Donatello:

Si no te conociera mejor, pensaría que me estas evitando desde que Caleb... [ilegible] ... necesitamos, entonces, reunirnos de nuevo a la brevedad. Es hora de definir las condiciones de la relación entre el clan Giovanni y la Camarilla... [ilegible] ... si decides continuar ignorando al clan Ventrue, me temo que no podremos ayudarte cuando un nuevo príncipe sea el que ponga las reglas en esta ciudad.

Logan.

El contenido de la carta me sorprendió un poco. ¿Por qué nuestro clan estaba evitando a los Ventrue? No tenía mucho sentido, teniendo en cuenta que son los principales negociantes en el mundo de los vástagos. Claro, nosotros siempre nos mantuvimos al borde de la Yihad y todo eso, así que no era totalmente descabellado. De hecho, quizá sea lo mejor.

Pero la carta implicaba otra cosa. Mencionaba a Calebros y algo que había hecho. Y dudaba que sea algo que yo supiese. Debió haber sido algo que ofendió a Donatelo. O mínimamente fue contra nuestros intereses directamente. Otra cosa que me preocupaba era que Logan estaba diciendo que los Ventrue no nos ayudarían cuando el príncipe sea otro. ¿Quería decir eso que ya se sabía que el próximo príncipe no sería Ventrue? Sin dudas, el clan no tenía un representante fuerte, al menos no que yo supiera. Estaba la chiquilla esa que había sobrevivido a su sire, pero si yo tuviese que apostar por uno, no sería por ella.

Y por último, tenía que decidir si yo me implicaba en esto o no. Después de todo, era asunto de Donatello y Logan y yo no pintaba nada ahí. Me daba curiosidad, ciertamente, pero tenía que volver a mis experimentos.

Estuve un rato pesando las dos opciones hasta que finalmente me decidí. Si bien mis experimentos me necesitaban, tenía toda la eternidad para hacerlos. Y sabía que si no iba yo a llevarle la carta a Donatello, mis pensamientos no me dejarían tranquilo por un par de noches. Así es que finalmalmente arranqué el auto y partí hacia el refugio del jefe, a ver si estando personalmente me enteraba de alguna cosa.

Tu curiosidad te lleva hasta el refugio usual de Donatello Giovanni, en la pequeña Italia, en la parte baja de Manhattan. Un elegante pero simple edificio de tres pisos es su refugio. Al estacionarte distingues a dos de sus matones dentro de un sedan negro, cuidando su casa. Afortunadamente ya te conocen, así que te saludan cuando pasas a un lado.

Te abre la puerta Bez Dunsirn, un miembro del clan que conoces poco. Un gorila con un único talento, atormentar a todo el que sea mas débil que el. Llego recientemente a la ciudad y Donatello lo usa para trabajos simples. Se te queda mirando con una ceja levantada.

-¿Vienes a ver al jefe? -Te dice por fin-.

-¿A qué otra cosa pude haber venido?- Le digo al mono mientras empiezo a adentrarme en el edificio. -¿Está disponible o no?- Algunos ghouls tenían que reconocer su lugar como inferiores a los vástagos que son y no hacerles perder el tiempo. Especialmente si era alguien ocupado como yo.

Bez se hace a un lado con un gruñido. Cuando sus miradas se cruzan casi te puedes imaginar sus pensamientos; te daría una paliza si pudiera.

-Esta en su despacho. -Te dice cuando ya lo has pasado de largo. Detrás de ti escuchas como se cierra la puerta.

En su despacho, encuentras a Donatello revisando algunos papeles, firmando documentos y tomando notas. Levanta la mirada al escucharte y después de echarte una mirada de sorpresa te invita a sentarte.

-Pietro. -Es todo lo que te dice como saludo y se queda callado esperando.

-Calebros celebró hoy un elíseo.- Le dije mientras me siento. -Logan quería hablar con vos, porque me invitó solo para darte esto.- Saqué el sobre de uno de mis bolsillos y se lo tendí por sobre su escritorio, ojeando un par de cosas. -Generalmente no asisto a esas cosas, me conoces. Pero el Ventrue de verdad estaba interesado en contactarse con el clan.- Puse énfasis en la palabra "verdad", mientras veía su cara a ver si hacía alguna expresión que reconociese.