Partida Rol por web

La compañía afortunada se volvió a la casa que tenían alquilada para ellos. Pronto empezaría el viaje hacia la casa de Beorn con Bofri. El enano tenía un doble encargo, entregar un mensaje a Beorn de parte del rey Dain y recorrer de principio a fin el camino viejo del Bosque Negro. La compañía afortunada tenía que asegurarse de que Bofri cumplía con el encargo para cobrar su parte del tesoro. 

Se pusieron a preparar lo necesario para el viaje.

El día siguiente de la vuelta a casa y tras recabar las distintas peticiones de sus compañeros, el joven Felggo partió a la ciudad en busca de esos encargos, y aprovechó para tratar de sacar algo de información del próximo viaje de los tenderos y demás mercaderes con los que ya tenía confianza. 

A medio día volvió cargado de diversos componentes para el viaje y con consejos y cotilleos de la ciudad.

antes de partir teniamos que informanos sobre la ruta a conseguir, puede que anaryenel, por haber vivido toda su vida no lo necesite ir a preguntar, pero me acordaba de que varios clientes habían pasado por ahí, por lo que aprovecho para preguntarles sobre cualquier información util, a los que sabía que estaban por la ciudad.

Mientras hago de vendedora de alguna vianda en un puesto improvisado intento sonsacar información de los viandantes y clientes. Esta claro que las viandas cocinadas rapido y corriendo no son del gusto de los enanos, asi pues devuelvo el dinero y agrego unas cuantas vallas y frutos secos. La gente agradecida suelta buena información sobre la zona, rutas de viaje y medios de transporte...

Antes de volver a casa, Anaryenel paseó hasta los muelles, a preguntar a los elfos, hermanos, del reino de Thranduil, y preguntar acerca de los peligros y de la posibilidad de usar el sendero élfico que sale de los salones del Rey. 

Al volver a casa ya al anochecer, se subió al tejado, y se puso a mirar al bosque, allá en lontananza, viendo, con su mirada, muchas cosas que una mirada de otro no podría ver. Meditó toda la noche, se puso a buscar allá en sus recuerdos, todos los caminos del bosque, los posibles peligros y las etapas, y la ayuda que su Rey les podría dar. Elevó una oración a Varda Elentári a través de sus estrellas para poder guiarse y saber el buen camino, y se dejó llevar por los sueños élficos que se confunden con la vigilia, hasta que la Eärendil, estrella de la mañana, se ocultó al salir Anar, el sol. 

Bajó entonces con sus compañeros, para hablar con ellos de todo lo que había meditado. 

Dado que soy el explorador del grupo además del cazador busqué toda la información posible de todos aquellos que transitan el Bosque Negro, fauna, enemigos y aliados para necesitar auxilio en caso de ser necesario. Sobre los dos primeros no pude obtener demasiado, todos los cazadores se habían marchado y los guardias de Esgaroth no estaban muy diplomáticos ese día, incluidos un par de amigos de la Guardia que fui a visitar el primero. 

Los días que sucedieron a la cena con Gloin fueron intensos para la compañía afortunada. Consiguieron información hablando con los mercaderes y con los habitantes de Esgaroth y finalmente fijaron la ruta. Viajarían al norte y atravesarían el estrecho de las montañas grises para luego bajar desde el nacimiento del Anduin hasta llegar a la casa de Beorn. A priori no era la ruta más apetecible para los héroes pues tenían que dar un rodeo considerable pero podrían llevar los caballos por lo que su viaje se acortaría muchos días. 

Tras pertrecharse y coger los equipamientos necesarios, se reunieron con Bofri y emprendieron la marcha. Beli guiaba, como otras veces había hecho. 

Estaban todos contentos, era el viaje más largo que hacían como compañía y confiaban en que todo saliera bien. Pero no eran descuidados ni iban con la guardia baja, la Sombra acechaba en cada rincón de las Tierras Ásperas y eso era algo que nuestros héroes bien sabían. 

Y por fin llegó el día de la partida. Estaba muy ilusionada, había cargado un pequeño carro, del cual tiraba "Trencitas", su poni, con un buen montón de aperos de cocina y elementos para hacer fuegos y mantenerlo todo seco.

Los dos primeros días comieron como reyes. No sólo fue capaz de recrear la comida de los enanos si no que hasta la mejoró. Estaba orgullosa de su hazaña. Bofri no dijo nada, pero su cara y la ilusión con la que esperaba sus platos era recompensa más que suficiente.

Pero, al poco de penetrar en el paso estrecho de las montañas grises, la sombra de las montañas pareció cubrir el corazón de la joven hobbit. Las piedras en el camino destrozaron el eje de la pequeña carreta y la joven tuvo que tomar la difícil decisión de abandonar el carro y mucho del preciado material. Mucho tiempo es el que perdió recolocando material en su mochila, en su zurrón y en las cargadas alforjas de Trencitas. Tampoco fue poco el tiempo que tardara en ocultar hábilmente los restos del carro y el material abandonado por si el destino los llevase por aquel lugar en el futuro.

Lo que es obvio, es que ese suceso marcaría el fin del buen humor de la joven, para el resto del viaje. 

Ni abandonar la sombra de las montañas, ni el descenso por los valles, hasta las tierras de Beorn, mejoraron el humor de la hobbit, como si las sombras se hubiesen enroscado en su corazón. Y era de todo el mundo conocido, que una travesía sin alegría, era una oportunidad perdida. 

El comienzo de la travesía resultó muy duro para el joven Felggo. No estaba acostumbrado a largas jornadas a caballo. Normalmente usaba el carro de Pat para ir y volver a la ciudad con los encargos de sus amigos.

El trayecto por los estrechos pasos de las colinas del norte mermó las fuerzas del hobbit, aún más cuando tuvo que ayudar a su compañera a recolocar sus pertenencias en el pobre Trencitas y el resto de monturas del grupo.

Al llegar al valle del Anduin todo cambió. La brisa fresca que llegaba de las montañas grises y un espacio más abierto para cabalgar ayudaron a mejorar el ánimo del mediano.

Emprendemos el viaje, los caballos están frescos, nosotros también y no hace un mal día para iniciar el viaje. Cogemos la ruta del norte de las tierras de Valle y parece que las condiciones son algo más duras y acabo agotado tras dos días de viaje por el norte de Valle. Al tercer día parece que he descansado bien y el mayor tramo del viaje a través de las montañas grises, el terreno no es nada fácil y a pesar de ayudar al resto para que no se agoten en demasía, no me agoto nada y la marcha es buena.

A partir del décimo segundo día el cansancio acumulado era mayor y la última parte del viaje fue agotadora, nunca imaginé que descender de las Monatñas Grises, atravesar los valles superiores y llegar a la casa de Beorn me agotara tanto. El pobre de m caballo estaba más agotado que yo pero mantenía el tipo. 

el viaje había comenzado, todo estaba en su sitio, las armas estaban afiladas y las raciones estaban listas para el viaje, pero parecía que los viajes eran ligeramente mas dificiles de lo que había planeado y lo peor es que parecía que no era el único que estaba aunque al principio me cuesta, cuando pasamos por las montañas ya me siento como en casa y casí no me afecta el camino, pero parecía que los caballos si se estaban cansando por todo el viaje.

Anaryenel se sentía reticente. Cualquier viaje le producía una fatiga indescriptible. Sólo gustaba de pasear por los bosques, por el tiempo que tardasen sus piernas en fatigarse. De ahí que por ahora sus compañeros no hubieran visto demasiado su mala capacidad viajera. Estaba incómodo por viajar tan lejos, y perder de vista los lugares que conocía, y estar lejos de los árboles y de los animales del bosque, lo que le hacía sentirse incómodo. 

Sin embargo, la primera parte del viaje fue maravillosa para él. El elfo parecía soñar despierto, sobre todo, en las noches, admirando las estrellas nocturnas, más al norte de dónde ellos vivían, y dónde se podía admirar mejor la obra de Varda, la señora de las estrellas. Aquel recorrido era hermoso, y disfrutó especialmente con el mismo. Cuando llegaron a las montañas, Anaryenel se cansó algo más, y sus compañeros lo notaron. No perdía su alegría, ni su ánimo, pero las tierras montañosas no eran lugar para un elfo de los bosques... hasta la llegada de la noche, dónde las estrellas se veían más hermosas y brillantes que en ningún otro lugar que conociera. De hecho, habló con Beli, quien les guiaba en aquel caminar: 

- Amigo enano, comprendo ahora parte de vuestro amor por las montañas. No pensé que las montañas fueran nada más que un lugar estéril dónde lo verde y hermoso no tenía cabida, pero aquí, aquí estoy viendo cómo los dominios de Aule se levantan para tocar las Joyas de Elbereth que se levantan cada noche. Gracias por enseñarme esta hermosura, amigo. 

Cuando, por su parte, Patukkas perdió el carro, el elfo la consoló con bellas palabras, e intentó enseñarle la belleza y la esperanza que se escondían más allá, pero no parecía que ello fuera a arreglar el ánimo de la mediana. Tampoco es que su compañero Felggo estuviera con demasiado ánimo, y las canciones no les ayudaban. 

Anaryenel se alegró, empero, de llegar a los valles, más verdes y vivos, pero al llegar a la zona fácil las cosas no parecieron irle bien al elfo...

El viaje de la compañía afortunada transcurrió dentro de la normalidad. Los héroes se turnaban en el cansancio de forma que unos animaban a otros. Pudieron hablar y estrechar lazos durante las innumerables horas de viaje.

Bofri parecía no verse afectado por el cansancio. El encargo que había recibido del mismísimo rey Daín empujaba su ánimo. Primero debía entregar un mensaje a Beorn y luego atravesarían el camino del bosque viejo para así poder comprobar la ruta alternativa al sendero elfo. 

El hijo de Bofur se había mostrado muy reticente a atravesar las estancias de Thranduil en la ida del viaje, opción que había estado sobre la mesa. Él prefería atravesar el Bosque Negro tal y como le habían encargado pero finalmente la compañía afortunada le convenció para dar el rodeo por el estrecho de las montañas nubladas y así llegar con más premura a la casa de Beorn. El enano finalmente aceptó. 

Cuando la compañía afortunada llegó a los valles superiores orientales sintieron que el final de su viaje estaba a punto de llegar. Las tierras de los Beórnidas quedaban a pocos kilómetros. Beli les comunicó que llegarían en cuatro días a su destino; La casa de Beorn. 

Decidieron acampar para pasar una noche tranquila. Tal vez Patukkas pudiera elaborar uno de sus guisos para que todos recuperaran fuerzas y comieran bien antes de reanudar la marcha pues mientras atravesaban el estrecho de las Montañas nubladas apenas pararon para evitar posibles peligros.

Tras una breve deliberación decidieron buscar un buen lugar a las orillas del Anduin. Así podrían bañarse, que falta le hacía a alguno y también podrían descansar. Además podrían cazar y así Patukkas elaboraría un plato en condiciones. Se darían un día de descanso, a la mañana siguiente, emprenderían la marcha hacia la casa de Beorn. 

- Lurick, creo que no deberías ir sólo, y más si te vas a acercar a los lindes del bosque. - Dijo Anaryenel quedamente, sabiendo que en el bosque había muchos posibles peligros. Además, por otro lado, quería oír a los árboles susurrar, y escuchar cómo las hojas le contaban historias. Aquel lado del bosque era muy distante al que conocía, y quería escucharlo. - - Si te parece, yo mismo iré contigo, y podremos encontrar alguna presa adecuada, y que no sea un problema para el bosque. Espero que te parezca bien. Así, querida Patukkas, te traeremos algo de comer adecuado.  

Mientras el resto de la compañía seguía avanzando hacia el Anduin con Béli a la cabeza como vigía, yo me adelanté, azuzando al caballo para buscar un lugar donde acampar. Encontré un pequeño valle en el que podíamos acampar sin problemas, unas grandes piedras a un lado nos proporcionarían cobertura del viento y evitaría delatar nuestra posición al encender un fuego. No parecía un mal lugar. Volví con el resto y les dije lo que había encontrado y nos dirigimos hacia allí. 

Dejamos los caballos a un lado y listos para salir al galope en caso de ser necesario y Anaryenel se ofreció a acompañarme a cazar:-La oferta es bien recibida amigo, hace tiempo que no cazamos juntos.-dije mientras cogía el arco y revisaba el estado de las flechas:-Patukkas, encontraremos alguna buena pieza para que prepares una buena cena.-dije mientras le hacia una señal a Anaryenel y caminamos de vuelta al Bosque Negro. 

.-Se que la relación entre elfos y enanos es difícil pero pude darme cuenta de que no mencionaste tu origen cuando cenamos con Gloin y su gente. Tan mal fue la cosa entre Thranduil y Thorin?-pregunté una vez estuvimos lejos del campamento para que Brofi no nos escuchara. Al llegar al Bosque Negro divisé un ciervo entre los árboles:-Parece que esta noche tenemos ciervo para cenar.-le hice una señal a Anaryenel para separarnos unos metros y abatir al ciervo en una maniobra de pinza desde ambos flancos. Tuvimos suerte de estar a favor del viento así el ciervo no nos detectó hasta que fue tarde para él. un disparo en el corazón y otro en el cuello abatieron a la criatura pero aún seguía con vida cuando nos acercamos:-Esta vez lo haré yo-dije mientras sacaba el cuchillo:-Te damos las gracias y te pedimos perdón por esto. Sigue brincando por las verdes bosques y bajo el cielo azul pues gracias a ti sobreviviremos un día más.-dije antes de cortarle el cuello para aliviar el sufrimiento de la bestia.

Saqué las dos flechas del cuerpo del ciervo y le devolví la suya a Anaryenel y le entregué mi arco para poder cargar con el cuerpo sin vida del ciervo de vuelta al campamento. 

De vuelta en el campamento:-Patukkas aquí tienes una buena pieza para hacer lo que mejor sabes hacer.-dije dejando el cuerpo del ciervo en el suelo. Desabroché el cinto con la espada y lo dejé a mi lado cuando empecé a trabajar en el ciervo. Corté la cornamenta, que podía servirnos para hacer unos mangos para dagas o venderlos a buen precio en el mercado de Esgaroth. A continuación desollé a la bestia para dejar secar la piel y venderla a la vuelta de nuestra misión. 

Entonces le entregué el cuerpo a Patukkas y me quedé con ella para ayudarla a preparar la cena, cortando las piezas de carne que necesitara. 

Mientras los hombres iban a la caza, yo me quedé preparando el campamento. ¿roles de género? ¿Qué mierda era esa idea que había cruzado mi mente? Cansancio del camino me digo a mi misma mientras me enciendo otra pipa de hierba de la cuaderna del Este ligeramente aliñada... o la hierba...

Me preparo lo mejor que puedo y me maldigo una vez más por haber tenido que abandonar la mayoría de aperos de cocina en aquel estrecho rocoso de las montañas. Pero estaba convencida de que con paciencia y algunas hierbas, el guiso de carne quedaría estupendo. Tenía listas unas especias para ave, otras para caza mayor e incluso unos tuberculos por si apareciesen con las manos vacias, aunque estaba segura de las capacidades de Lurick, nunca les había fallado.

Para cuando Lurick y Anaryenel volvieron con la presa, Beli había encendido un fuego en condiciones y hasta teníamos brasas preparadas para la carne, la cena iba a ser una fiesta. El campamento estaba levantado y los animales pastaban a gusto, descansando también de tan largo viaje.

Un ciervo... Buena pieza, en otras condiciones y con material, habria hecho carne en salazón desecada y unos choricillos, pero no tenían ni tiempo, ni material. Me pongo con el guiso y casi al principio del atardecer está a punto para ser degustado. Voy llenando los cuencos de madera con el guiso de tuberculos y carne. 

-Buen provecho 

habíamos encontrado un buen sitio para descansar y ahora tocaba preocuparse de preparar el campamento, así que mientras Lurick y Anaryenel se iban a por algo de cazar, yo me dedico a encender el fuego y ir dejando las cosas preparadas mientras Patukkas prepara la comida y Felggo se encarga de ir vigilando y me encargo de que Bofri sea de ayuda, cuando esta la comida lista, "Patukkas, eres una cocinera excelente" le digo mientras devoro el plato.