Partida Rol por web

Tras comer y pasar la tarde de forma amena y agradable en las concurridas calles de San Francisco, os retiráis a descansar a la sencilla pero cómoda habitación que os han reservado. La mañana llega pronto, y estáis desayunando en el restaurante del hotel, cuando un joven teniente, Smith viene a buscaros con dos coches. Tras recoger vuestro equipaje, montáis en los coches, que sin llevar banderas ni señales que así lo indiquen, se ve desde lejos que son del ejército, así como sus conductores.

Salir de la atestada y bulliciosa ciudad os lleva un rato, y no hay mucha charla en el trayecto, parece que cada uno esta pensando en las implicaciones y posibles consecuencias de esta extraña aventura, en la que a la fuerza os han metido. Llegáis a una pista nueva, cercana al principal aeropuerto de la ciudad, numerosos soldados y camiones del ejército, no dejan dudas a cerca de la naturaleza de este reciente aeródromo.

San Francisco es una ciudad muy implicada en el mantenimiento de la gran flota que Estados Unidos tiene en el océano Pacífico, ciudad de tránsito de buques, soldados y suministros. Este es el principal motivo de la gran expansión de la ciudad en estos días.

Pronto sois guiados hasta un avión que os llevará hasta Hawái, el avión es una mezcla entre transporte de mercancías y de personal. En el coincidís con varios funcionarios, y algunos militares que regresan a sus respectivas misiones, tras un periodo de descanso. Las comodidades no son excesivas, pero tampoco es incómodo. Una vez en Hawái, os llevan a otro avión que parte hacia Nueva Delhi, en este caso es un avión de pasajeros, un vuelo comercial, lento y en el que llevar algunas cosas a la vista, no sería cosa fácil de explicar.

Tras casi 2 días de viaje, llegáis molidos a la capital de la India, un transporte militar os espera en el aeropuerto, y dado el largo viaje que habéis sufrido, y vuestro estado de cansancio, os llevan a un hotel, para que descanséis, a la mañana siguiente os vendrán a recoger para llevaros a la comandancia militar. Donde tras presentaros ante el comandante de guardia, el comandante Alec Beccket, tendréis que intentar interrogar al prisionero, el alpinista austriaco Heinrich Harrer.

Vuestro turno.

Por la tarde, el tipo duro se despidió de su trabajo. Una excusa de enfermedad terminal de la única tía, hermana de su madre, que quedaba con vida. Ni su jefe ni el director del local se lo creyeron a pesar de la seguridad sin fisuras de Steve. "Unos días...unas pocas semanas a lo sumo". Que sí, lárgate de aquí.

Después, su tiempo fue para Claire, su amante. Cena, baile y...una noche agradable entre las sábanas. Echaría de menos sus manos, sus besos. Y sus guisos.

El viaje fue un tanto demoledor. Estaba en buena forma, pero ya no tenía esos 20 años cuando se pateó Europa. Ah, 20 años…Miró a la chica que viajaba con ellos, Faith, guapa, decidida y de recursos. Una compañera, se repitió a sí mismo. No un objetivo.

-La India. Llena de olores, sabores, colores, gentes curiosas de extrañas costumbres. -señaló nada más pisar tierra. -Fascinante. Que ganas de pisar sus calles y hablar con sus ciudadanos. Aprovechemos la excursión.

Preguntó al chófer acerca de un restaurante típico y bueno para cenar, y allí que se dirigió tras asearse.

-¿Cuánto creen que tardarán en librarse del yugo de los ingleses? -comentó a los presentes en la cena, fuesen ingleses o no. (Si alguien se une a la salida-cena). 

Cuando tuve un rato (y encontré una cabina), telefoneé a mi benefectaro, el señor John Bonike. No solía darle explicaciones, por supuesto, pero sí que le dejaba un ligero rastro de dónde podía encontrarme o llamarme para los nuevos encargos. Esta vez la que le llamó fui yo para informarle que estaría "de vacaciones" un tiempo, sin especificarle mucho más (por lo cual no hubo ningún problema).

Aquel viaje nos puso a todo en sobreaviso que iba a ser un camino muy duro. San Francisco y Hawai, luego Nueva Delhi, una de las ciudades más pobladas del mundo. Había tenido tiempo suficiente para hablar con mis compañeros de aventura en aquel viaje, pero había preferido no inmiscuirme mucho en lo perosnal con ellos (pues aún éramos prácticamente extraños entre nosotros).

Este país se lo repartirán los partidos de por aquí, y los musulmanes, quizá poco tiempo... -respondí a Steve-. No he estado nunca aquí, pero el saber de culturas y sus "tesoros" hace que tengas que informarte de todo un poco. Espero que no tengamos problemas de nivel internacional en esta "excursión" -traté de omitir todo tipo de detalles en público-. Por cierto, estaría bien encontrar algo de ropa común: un pequeño abrigo y algunas botas... nunca se sabe cuando pueden necesitarse...

Solo una simple llamada a su padre - Si papá me voy de misión, te llamo en unas semanas cuando termine o antes si necesito dinero jajaja. Ciao un baccio - Solo eso se podía permitir en este tipo de misiones. 

El vuelo San Francisco - Hawai habia sido casi como viajar en primera clase - Jajaja imaginar que antes se tenia que hacer esto en barco y ahora todo es mas rápido. - Saludo y converso con varios funcionarios y militares, buscando alguna información útil pero sin decir a donde iban. No esta demás saber un poco extra, penso mientras veía si alguno soltaba la lengua. 

El viaje a Nueva Deli había sido otra historia. - Yo vine de joven pero en tren, desde Europa - le conto a sus compañeros cuando llegarón y se sento con el resto en la cena. - Aunque todo ha cambiado, pronto buscarán su independencia, creo yo. Bueno, ahora que andamos solos, tenemos que conversar sobre que vamos a hacer o como lo vamos a hacer. 

El viaje fue todo un suplicio para mi. Muchas horas seguidas en avión, sin poder dormir o asearme, hacían mella en cualquiera. Estaba rodeado de militares, tanto en los vuelos como al llegar a la India. Sin casi tiempo para nada, nos llevaron a un hotel, donde pude dejar mis cosas y lavarme un poco. No estaba de mucho ánimo, debido al jet lag, pero debía de comer algo, así que acepté la invitación de salir a cenar algo típico de allí. La ciudad era populosa, casi no se podía andar por la calle. Gente de todo tipo, sobre todo musulmanes con turbantes en las cabezas, iban de un lado a otro, en un reguero constante de gente.

Ya en el restaurante, comimos algo y pudimos disfrutar de un rato de descanso. Miré a los demás y vi lo variopinta de nuestra compañía. Aún seguí pensando qué hacía yo aquí... Miré asombrado a Steve ante su comentario.

-"¿Yugo, dice? Estamos aquí para civilizar el país, como hicimos con el suyo. Ahora ustedes son potencia mundial, al igual que el Imperio Británico." Intenté justificar la presencia inglesa en estos territorios.

Pedí un té al camarero, mientras escuchaba a los otros.

-"¿Cómo lo vamos a hacer? pues como dijo el general. Mañana nos llevarán a la prisión donde tienen al tipo austriaco y hablaremos con él. Si le sacamos la información, se la damos a comandante de aquí y asunto terminado, ¿no? De vuelta a San Francisco..." Miré a cada uno para ver si asentían a lo dicho.

Escuché las historias de mis compañeros, y luego asentí al profesor.

Eso espero, señor Marcus -le respondí-. No obstante, si fuera tan fácil tal vez podría hacerlo una o dos personas, y no un grupo de cinco. Sea como sea, será mejor ser cautos. No creo que los británicos nos pongan impedimentos para llegar hasta ese alpinista...

El vuelo fue algo lento y de lo más incomodo para Pete, es más, cuando llegaron, estaba agotado.

Durante el viaje, explicó a sus nuevos y recientes compañeros que provenía de una familia con poder político, muy cercana a la Casa Blanca y que seguía sin entender que podía hacer allí. Tras esto en el resto del vuelo se quedó dormido, haber si así podía pasar mejor las incomodidades del viaje.

Una vez llegaron a la India, les trasportaron al hotel. Una vez allí lo primero que hizo fue darse una buena ducha y despejarse, pues iban a cenar en un rato e igual hablaban de cómo actuar mañana... ya que estaba en este marrón, Pete quería salir con vida.

Bajó al restaurante, y allí vio al resto de sus compañeros de viaje. Se agregó a la mesa.

- Buenas noches. ¿Qué es lo que toman? - preguntó mirando los vasos del resto.

Pidieron la cena, y mientras se fueron sucediendo algunas preguntas y, entre ellas, se metió Pete.

- Si, si... suena muy bien "Sacamos la información" pero... ¿Cómo lo vamos ha hacer? Steve le dará unos azotes haber si lo escupe a la fuerza, o usaremos la lógica y se lo sonsacaremos haciendo que traicione a su País. No sé... no lo veo claro. No creo que podamos estar todos en el interrogatorio, igual dos. Esas salas no suelen ser amplias, y cuanto menos acogedoras...

Tras esto, ahí dejó la reflexión Upham, para que el resto pensase como actuar.

Miró con aires de suficiencia al profesor inglés. -Os sacamos las castañas en el 17 y ahora de nuevo. Solo es un recordatorio.

No quería malos rollos, pero no le iban los estirados chauvinistas. Se centró en el interrogatorio de mañana.- Puedo soltarle unos galletones, es lo mío claro -torció la sonrisa- Pienso que una de esas dos personas debe de ser Marcus quien hable con él. Ese tipo no parece nazi sino más bien un mercenario o vividor que aprovecha sus oportunidades. 

Se aclaró la garganta con el matarratas indio que les sirvieron- Pediremos un dossier de ese hombre para conocer sus debilidades. Quizá por algún sitio podamos hacer cuña. Usted lo conoce, Marcus, ¿qué puede decirnos de él?

Steve proponía algo interesante, solicitar el dosier con las investigaciones halladas del sujeto.

- Si es un mercenario y está fuera de las Waffen, es posible que lo pueda persuadir. Si tienen un dosier quizá pueda hacer algo con él y encontrar algún vínculo entre contactos. También siempre tenemos la opción de persuadirlo, cosa a la que me ofrezco como voluntario para intentarlo... - Pete hizo una pausa y se tiró para atrás el pelo - Tengo algo de experiencia en ello, no quiero decir que sea experto, pero... acostumbrado a tratar con gente de política, algo he aprendido.

Después de esto, Pete se bebió de un trago lo que le quedaba en el vaso y se le quedó una mueca agria en la cara... aquel brebaje estaba asqueroso.

- Eso es profesor, usted podría decirnos algo del prisionero, ¿no?

Tras dejar vuestro equipaje en las habitaciones del hotel, bajáis a recepción y tras reuniros vais en busca de un restaurante donde poder comer y charlar un rato. La tarde pasa rápido y el cansancio del viaje, os hace ir pronto a vuestras habitaciones.

La noche pasa tranquila, sin que en ningún momento llegue a apaciguarse por completo el bullicio de esta populosa ciudad. Y a pesar del cansancio del viaje, os cuesta descansar y os despertáis en numerosas ocasiones. En una de estas ocasiones a Steve, le parece haber escuchado algo en el pasillo, pero al salir no ve a nadie.

Por la mañana tras desayunar, un buen desayuno inglés en el comedor del hotel, a penas tenéis tiempo de charlar un rato, cuando un joven teniente inglés viene para llevaros en coche hasta la comandancia inglesa. Es un amplio vehículo en el que entráis los 5, dos delante con el teniente que hace de conductor y tres atrás.

El trayecto en esta ciudad es bastante más largo de lo que se podía esperar, y el caos circulatorio es sencillamente, inimaginable para alguien que no haya estado antes allí. Parados en muchos casos, por vacas, camiones en carga o descarga, calles cortadas,  …..

Ya estáis cansados de tan pesado y largo trayecto, cuando tras llegar a un callejón en el extrarradio de la ciudad. El coche tiene que frenar bruscamente, el coche que iba delante ha parado y cortado la estrecha calle. De el se han bajado dos hombres que han apuntado y disparado contra vuestro vehículo, uno de los disparos alcanza al joven teniente, que queda inconsciente.

Vuestro turno.

Steve observaba fascinado las calles y su gente. Qué caótico. Parecía la Roma de veinte años atrás. En realidad muchísimo peor. Qué lugar tan distinto a su país o Europa.

De pronto...emboscada. Una filtración. Espías. Era algo que se temía, si los nazis tenían tanto interés en ese proyecto, no dejaría cabo suelto, como lobos tras su presa. Lo raro era que no hubiesen intentado asaltar la cárcel, en eso tenía mucho que ver los efectivos del ejército británico.

-¡Hijos de puta!

Se agachó y abrió la puerta derecha delantera a la vez que sacaba su pistola. Parapetándose en la cobertura de la puerta, dispararía a los agresores cuando encontrase oportunidad.

Esperaba que los del asiento de atrás no hubiesen recibido ningún tiro. 

-¡Salid y entrad en la tienda! Os cubrimos -gritó, confiando en que el soldado reaccionase como tal.

Piero iba sentado en el asiento de atras en el lado izquierdo. No le imcomodaba las vueltas y vueltas, cada recodo siemppre daba la oportunidad a un nuevo lugar, un nuevo mural, un nuevo barrio, todo iba siendo comido por los ojos de Piero que le encantaba ver las cosas de la calle.

Un giro mas, otro callejon y de repente un chillido de llandas y un frenazo, puertas que se abren, pisadas y en un segundo disparos. - Mierda, cuidado - logra decir Piero mientras abre la puerta baja inmediatamente y se acerca a la puerta del joven teniente herido, sacando su revolver y abre la puerta para tener cobertura - Aguanta compañero - le logra decir mientras se levanta y dispara a quien esta del lado izquierdo del carro.  

Luego cuando se esta agachando para cubrirse algo le llama la atnción. Asi que se gira y mira detenidamente a la parte de atras, algo suena - Cuidado con la retaguardia - dice, prefiere pecar de exceso 

Las calles se sucedían mientras avanzaban hasta su destino. Todo era llamativo, todo… todo era extraño para Upham, que sentado en el centro del vehículo lo único que deseaba era llegar al destino porque desde esa posición casi no podía ver, ni admirar nada. De repente se escuchan unos disparos, y su instinto le hace agacharse ahí atrás, intentando cubrirse.

El coche en el que van bambolea y se desvía en la carretera hasta que se detiene en ésta. Unos asaltantes parecen acercarse al coche disparando contra él y los militares parecen reaccionar perfectamente. “Es una suerte tenerlos aquí” pensó Upham cuando escuchó a Steve que les estaba cubriendo la salida hacia una tienda cercana.

Upham reptó por dentro del coche y salió por la puerta trasera de la derecha. Una vez tras ella, vio lo que Steve decía, a si que sacó su calibre 32. Salió corriendo con el arma de la mano y disparo en dirección a donde provenían las balas enemigas.

Llegó hasta la tienda, pero no supo si había impactado en alguno de los asaltantes.

- ¡Vamos Moore! ¡Venga Faith! Os daré fuego de cobertura.

Escena del restaurante.

Ante las preguntas hacia mi persona para que les contara cosas del tipo al que íbamos a interrogar, solo pude poner cara de póker y levantar una ceja.

-"Pues... puedo decirles que se llama Heinrich Harrer, es austriaco, su profesión es alpinista y fue el guía en el Tíbet de la expedición nazi." Solté incrédulo antes las preguntas de los demás.

Después de cenar volvimos al hotel para dormir y reponer energías para el día siguiente. Nada más tirarme en la cama, me quedé dormido profundamente. Al día siguiente me desperté cuando alguien llamó a la puerta, ya estaba la mañana avanzada. Me aseé y me vestí y bajé a desayunar junto al resto de miembros del grupo.

Un soldado británico vino a recogernos en coche para llevarnos a las dependencias donde estaba el prisionero. La ciudad seguía con su caos matutino de gente yendo y viniendo. En un callejón, el coche de adelante frenó de golpe y dos tipos se bajaron, abriendo fuego contra nosotros. El teniente resultó herido y cayó inconsciente o muerto. Yo, en lo único que pensé fue en salir pitando de allí; cosa que hice en un abrir y cerrar de ojos. Abrí la puerta de atrás y me escabullí agachado hacia un lado del callejón. Miré alrededor, para ver si había alguna puerta o tienda abierta. En cuanto encontrara una, para allá que iba.