Partida Rol por web

Estaba algo más tranquila al tener a Steve cerca. Esa sensación de grupo unido era ahora la fuerza más importante dentro de todos nosotros. Enseguida asentí al profesor, e iluminé la sala que me comentó (17).

Aquí solo hay cascotes, por lo que parece -comenté-. Lo mejor será seguir por ese otro lado -moví la cabeza hacia la sala contigua (15 y luego 16)-. Eso sí, debemos estar preparados para ello... -si Hummels y los nazis había perecido terriblemente, algo maligno había en aquel templo-.

Unos pasos se escuchaban por detrás... a si que cogí el walkie rápidamente.

- Steve.... Steve... dame un OK - decía Pete mientras podía escuchar el eco del homólogo. Se giró, para ver cómo Steve llegaba a la sala junto al resto. - Jo...der, menudo susto tío. - observó al tío duro llegar, y parecía estar entero... como si la oscuridad de aquel lugar, los insectos o los cadáveres no hubieran hecho mella en él, mientras que el resto, quien más y quien menos habían sufrido pequeños percances... - Vamos a mirar por ahí anda... que aquí no queda nada que ver.

Pete señaló a las mismas habitaciones que Faith.

- No perdamos más el tiempo.

-Hola, Pete -Steve mostró su siempre sonrisa franca y pícara, aunque en esta ocasión teñida de preocupación - Llamé por el walkie, avisando de que venía, pero estos malditos muros impiden la comunicación.

Miré en derredor - ¿Cómo estáis? ¿Qué habéis encontrado? Allá atrás, todo sigue igual, los noches con sus alucinaciones. Casi me dan pena esos soldados.

Vaya panorama. -¿Ese es el bastardo del profesor Hummels. Al fin encuentra su merecido -A Saber si a ellos también les pasaba lo mismo ahora. -Estoy bien, Marcus, gracias. *

Se fijó en Piero -¿Qué te pasa, muchacho? -Se acercó a él -Eh, chicos, Piero no tiene buen aspecto, ¿qué le ha sucedido?

Hay momentos especiales, donde el tiempo pierde su linealidad y las cosas que damos por seguras dejan de serlo. Dejan incluso de existir, cobrando todo un aspecto distinto, nuevo o viejo, tal vez las dos cosas a la vez, y sin ser opuesto a la existencia, si es incompatible con nuestra experiencia. Donde se atisba la divinidad, los poderes ocultos que manejan el mundo y tejen nuestras vidas. Muchas personas, la mayoría solo pasan por esta experiencia una sola vez, otras varias.

Todo cambia de repente, el tiempo, el suelo, el techo, el aire, todo. Son varias las cosas que ocurren en un instante, todas de repente y determinantes. Veis como el suelo de la sala del fondo (16) cobra vida y va dando lugar con fuerza eruptiva a una enorme masa de materia informe, colosal, maloliente y con un hambre infinita.

Pero el templo ya no es el templo, ha cambiado, esta cambiando, se ha percatado de vuestra presencia, os siente.

Tenéis una certeza, no os dejara salir, tan solo podéis seguir adelante, y ahí mismo puede encontrarse el mayor misterio, lo que buscáis, lo que siempre se ha buscado.

Os dirigís hacia el pasillo bloqueado, tenéis que pasar al otro lado antes de que ese enorme limo animado acabe con vosotros.

Y mientras tanto todos tenéis de nuevo la vivencia, como si ahora mismo os estuviera pasando, de dos momentos de vuestras vidas, el más feliz y el mas triste. Los dos ocurren de nuevo, y a la vez. Estáis tristes y riendo, enfermos y alterados, pero vuestras consciencias se están expandiendo mucho más de lo que nunca antes lo habían hecho.

Tratáis de llegar al otro lado de los escombros.

Vuestro turno.

Aquella especie de cobertura pantanosa de viscosidad animada había captado mi atención. No tuve tiempo de decirle a Steve que me alegraba tenerlo allí, con nosotros, sino que tan sólo pude centrarme en escapar de aquella invasión procedente de la sala de al lado. Delante de nosotros estaban los cascotes tapando nuestro avance, aunque no era imposible del todo superarlos. Salté entonces sobre ellos*, tratando de sortear los escombros de la parte superior y avanzar al otro lado. Entonces noté en mi interior una sensación amarga y placentera al mismo tiempo; por un lado esa sensación de vacío que una vez sentí, cuando era una niña, y que ahora (sin saber porqué), estaba rememorando. Mi padre me abandonó cuando aún no había cumplido ni los once años, y no sé porqué esa angustia volvió a mí. Tal vez aquello fuera la razón de mi dureza y antipatía, aquello fue la peor cosa que me había pasado en la vida. Sin embargo, sentí también algo en mí, algo reconfortante, algo por lo que yo misma enorgullecía de mi persona. Y era precisamente que había logrado manejarme en un mundo regido por los hombres, por la fuerza, por las armas y por la codicia, entre otros muchos ambientes paralelos... Y había logrado hacerme a mí misma. Un recuerdo perenne que me daba siempre fuerzas para avanzar... como ahora.

Las reacciones de Steve fueron varias, su mente acostumbrada al estrés, sus reflejos todavía agudos y rápidos, allí estaban. Primero se echó hacia atrás, empujando ligeramente a sus amigos para sacarlos de allí. Trató de llevarse consigo a Piero, tiró de él, pero el chico estaba ya lejos de ellos, del aquí y del ahora. Quizá le sucedía algo semejante a los soldados alemanes.

-¡Piero, Piero, vamos, chico, muévete! -Steve tuvo que decidir entre la vida del joven y la del resto, incluida la suya propia. Odiándose a sí mismo, dejó al joven, desenfundó su pistola y, con náuseas, con fríos sudores en todo el cuerpo, con la fiebre que sentía arder en su pecho, a pesar de eso, abrió fuego contra esa cosa, esa inmundicia, ese horror.

-¡Pero qué demonios es eso! ¿Es lo que protege a lo que hemos venido a buscar? ¿Es lo que buscamos, deformado y corrupto por los siglos? -El pobre no sabía qué pensar, no podía pensar. Disparó de nuevo, mientras cubría la retirada de sus compañeros. 

-Vamos, vamos, aprisa, moved el culo, ¡vamos! 

Y fue entonces que le llegó un escalofrío. Rememoró las muertes de sus amigos de batalla veinte años atrás, en los fríos y solitarios oscuros bosques belgas. Aquella emboscada donde...donde...las lágrimas acudieron a sus ojos, empañando la visión. Lágrimas de infinita tristeza que fueron sustituidas por otras de inmensa alegría cuando las imágenes cambiaron a las escenas del nacimiento de sus tres hijos. 

Un nudo en la garganta, un llanto silencioso de felicidad. 

Alguien le zarandeó el brazo. Salió de su estupor efímero- Voy...voy...-disparó una vez más, se giró, y siguió a Faith a través de los escombros.

Del suelo se levantó una cosa amorfa, viscosa y maloliente que quería devorarnos, succionarnos la vida. La percepción de todo lo que había alrededor pareció cambiar, rememoré entonces el momento más funesto de mi vida. Me veía en el hospital, en camisón y tumbado en una camilla. No podía respirar bien, me quedaba sin aire y se me nublaba la mente por momentos. También recordé el día en que me gradué en la universidad. Todos los pensamientos se me mezclaban, pero lo que más me urgía era escapar de esa masa horrorosa y espeluznante que nos perseguía. Varios compañeros avanzaron, saltando los escombros, cosa que imité para huir del peligro.

Estábamos alrededor del profesor cuando recientemente había llegado Steve. En ese momento parecía que algo, al fondo, aproximadamente por donde habían entrado, se movía.

Pete apuntó con la linterna. La oscuridad de aquel lugar parecía volverse cada vez más densa, pues no podía distinguir bien lo que se veía... bueno, igual no quería distinguirlo. Unos sonidos de burbujas comenzaron a inundar el lugar, acompañados de un hedor insoportable.

Aquella cosa no avanzaba muy rápido, y dejaba la sensación era de que se iba comiendo todo... Poco a poco iba inundando una sala y parecía que pasaba a la siguiente. Pete no pudo distinguir si realmente se estaba moviendo o se hacía cada vez más grande.

Ante aquella visión, de repente, Pete comenzó a rememorar el instante en el que jugando de pequeños recibió aquel disparo en el hombro. Se llevó la mano a éste, pues le estaba dando la impresión de que le comenzaba a arder... como si la bala entrase una y otra, y otra vez. Pete se apretó fuertemente el hombro, mientras que el dolor cada vez le inundaba más. De repente ese dolor cesó, para dejar paso a otro... el de cuando le sacaron la bala. Eso fue peor, lo hicieron al vivo, metieron unas pinzas y hurgaron hasta que encontraron la bala...

Náuseas, dolor, quemazón, todo ello y más sensaciones inundaban al joven Upham mientras que de reojo podía ver como la masa avanzaba lentamente y por más que quería correr, solo podía hacer una cosa, arrodillarse, pues las piernas no le respondían.

Mientras que todos se acercaban a la puerta, Pete aún estaba de rodillas, se arrastraba junto al resto. Las náuseas continuaban, pero el quemazón desaparecía. Según se acercó a aquella puerta se pudo poner de pie y observar aquellos grabados.

¿Acaso era lo mismo que tenía escrito Hummels? pensó en un momento de lucidez, y tras esto abrieron las puertas para dejar paso a otra sala más.

No parecía haber nada raro en ella, y con un esfuerzo admirable, Pete siguió a sus compañeros al interior. Un paso, otro, otro, otro... iban metiéndose en la sala.

Estaba oscura, inusualmente oscura. Cuanto más avanzaba más oscura se volvía, hasta que de repente, una oscuridad completa lo envolvió dejándolo a ciegas. Privado de la visión, parecía que sus oídos se volvían un poco más receptivos, para escuchar la nada... el inusualmente sonido de la nada, algo a lo que no estaba nadie acostumbrado.

Ahora mismo, en este momento, Pete no pensaba, a cada instante se encontraba peor. Arcadas se le sobrevenían mientras que una erupción aparecía por su piel. Nuevamente calló de rodillas, momento en el que vomitó. No pudo ver nada, simplemente notó como un olor a bilis inundaba sus fosas nasales.

Retorcido en el suelo, inundado de diferentes dolores, esperó que llegase pronto su fin. Antes de ello, pudo escuchar como una voz de ultratumba se presentaba como la muerte. Pete se acurrucó más... se apretó en sí mismo lleno de terror. ¿Qué era esa voz que estaba escuchando en aquel vacío?

Tembló aún más y lo que Upham podía esperar era la muerte. Intentó responder a aquel ser.

- Buss... busscaamosss.. ahhhg laa vi...da. - consiguió decir con una voz nasal, con una clara falta de aire en la voz.

Pete notaba como su temperatura corporal comenzaba a descender, notaba frío. Intentó rebuscar dentro del petate algo con las pocas fuerzas que le quedaban. No quería morir, pero tampoco quería sufrir. Los temblores de su cuerpo eran cada vez peores, y lo que tenía claro era que la fuente de la vida iba a ser su condena.

Consiguió encontrar el walkie, e intentó comunicarse con Steve. Con un poco de suerte estaría con el resto.

- Steve, caaambiooo. - esperó unos instantes - Meehhh me despido... de todos - cogió aire, esperó unos instantes recuperando un poco el aliento.- Graciasss pooor toodoh.

Dejó su postura fetal, con la que intentaba guardar la poca temperatura que le quedaba, para aceptar lo que le venía ahora. Se estiró en el suelo, dejó el walkie al lado de su cabeza, por si Steve en algún momento lo respondía. Aún tenía esa esperanza.

Se relajó. Tenía el cuerpo hecho una mierda, el cuerpo le picaba, el sarpullido era cada vez peor, y un fuerte quemazón comenzó donde tenía su vieja herida. El hombro le ardía. Se agarró a él. Solo quería que todo esto acabase.

Todos termináis por ser disueltos en la más profunda y sólida de las oscuridades. Algunos aceptando eso como el destino, ineludible, dada vuestra situación. Otros, con el deseo de poder haber evitado este aciago final.

Pero al final, lentamente todos comenzáis el sueño eterno, o más bien la nada, la oscuridad y el vacío. Los cuerpos no caen, sino que quedan flotando, arropados por la más intensa de las oscuridades.

Nada, oscuridad, silencio y vacío. No hay tiempo, ni espacio, imposible saber nada.

¿Será este vuestro trágico final?

Algo ha cambiado, no sabéis cuando ni donde, no hay referencias, no hay nada, solo oscuridad. Pero a lo lejos se ve una luz, a la que sois llevados a gran velocidad.

Vuestros cuerpos están en el suelo, tras lo que parecen unos largos momentos en los que el cuerpo no reacciona, podéis moveros, con dificultad al principio, sin problemas más tarde. Piero no esta allí, en esa hermosa pradera, llena de flores y de vida. Pájaros cantando y volando por todos los lados, insectos como bellas mariposas, que van de flor en flor, y a unos metros el “árbol” más extraño y grandioso que jamás habéis visto. Es enorme, sus grandes raíces se hunden profundamente en la tierra, mezcladas con un gran manantial que allí mismo parece manar, y que crea una hermosa charca a unos metros de distancia. El árbol tiene hojas de muy diversos tipos, así como flores y frutos de una variedad imposible. Es como la mezcla de muchas plantas y algo más.

Podéis sentir como el árbol os ha curado, cualquier atisbo de enfermedad ha sido borrado de vuestro cuerpo. El árbol es la vida, es el movimiento y el cambio. La fuerza y la belleza. Es algo, sencillamente imposible de describir, hay que sentirlo.

El lugar es enorme, no puede tratarse de una sala de aquel antiguo templo, en el que una vez entrasteis, este es otro lugar.

Os acercáis al majestuoso ser y uno a uno vais tocando con reverencia su enorme tronco. Y al hacerlo, todo vuelve a desaparecer.

Al tocarlo, todo se desvanece.

Despertáis en una vieja conocida habitación de hospital, la de enfermos terminales del Hospital Militar de Washington. Recordáis que aquí estabáis esperando vuestro final. Steve tenía un cáncer terminal, al igual que el Profesor Moore, llevaban meses inconscientes, en el profundo sueño inducido de la morfina. Mientras que Pete sufría de una extraña dolencia ósea, sin cura, muy dolorosa y que le estaba matando. Y la joven y bella Faith, había sido tan gravemente herida por los alemanes, que nada podían hacer por ella, sino aportarle morfina para calmar sus sufrimientos, a la espera de su final.

Ahora lo recordáis, todos estabais esperando la muerte. Pero ahora escucháis movimiento de médicos y enfermeras. Piero parece que ha muerto, no logran reanimarle, ya ha pasado a otro nivel de existencia, lejos del dolor que acababa con su martirizado cuerpo. Escucháis a los médicos asombrados, es como si ácido hubiese disuelto parte de su cuerpo, hasta dejarlo prácticamente irreconocible.

¿Ha sido todo un sueño? Pues parece que no, ya que los cuatro, de alguna forma para la que la ciencia no tiene ninguna explicación, estáis totalmente curados. Ningún dolor, ni molestia, y tenéis todas y cada una de las cicatrices de las heridas que habéis recibido, desde la India hasta España, como recordatorio del viaje que habéis realizado.

Pero no solo estáis completamente sanos, no. Además, estáis liberados de la mayor de las cargas que tienen que llevar los humanos. No teméis a la muerte, ya la habéis conocido y sufrido en vuestras carnes. Y sabéis que es algo grande y poderoso que junto con el árbol de la vida mueve el mundo, necesarios y fundamentales para toda existencia. Son las dos caras de un solo y prodigioso proceso, a un lado el final, la muerte y al otro el principio, el árbol de la vida. Imposible llegar a uno sin pasar por el otro.

Fin