Partida Rol por web

La ciudad bulle de actividad, las calles están llenas de transeúntes, los coches y tranvías circulan en gran cantidad durante todo el día. Haciendo de las principales calles lugares colmados de gente y vehículos. A los que llegan de fuera, no les da la impresión de una ciudad propia de un país en guerra, cosa que a los que conocen la ciudad desde antes de la guerra les sorprende. La actividad en el Pacífico es enorme, se han movilizado miles de hombres para tripular una enorme armada que ha crecido de una forma desproporcionada en los últimos años. Y tras una mirada un poco más cuidadosa, son muchos los uniformes que se pueden distinguir entre los transeúntes, así como muchos otros hombres y mujeres que a pesar de no ir uniformados, por la forma de andar y los grupos en los que lo hacen, se ve que también forman parte de la armada.

Cuando vais llegando a los juzgados, os identificáis al llegar y os dirigen a una sala en la que os toca esperar un rato hasta que van llegando varias personas. Tras un rato de espera, os habéis reunido un total de cinco personas, cuatro hombres y una mujer.

A penas os da tiempo a intercambiar poco más que unos saludos de cortesía, ya que llega una joven y atractiva secretaria que os pide que la acompañéis. Y sois reconducidos hacia un despacho donde os atenderá el General William J. Donovan, jefe de la O.S.S. (Servicio de inteligencia Norteamericano), que os informará del problema con los nazis y su posible localización del Árbol de la vida, acentuando lo importante de su misión para la patria y la humanidad.

El General os da la siguiente información:

En 1939, un grupo del ejército alemán, comandado por el Doctor Hummels, hizo la cumbre del Nanga Parbat. Para conseguir con éxito esa proeza, fueron guiados por el alpinista austríaco Heinrich Harrer, que actualmente se encuentra en una prisión británica en la India. Los alemanes consiguieron escapar adquiriendo unos ciento ocho volúmenes de un texto sagrado tibetano.

En referencia al Doctor Hummels, conocéis su reputación de arqueólogo. Por otra parte, la opinión académica lo considera un vulgar saqueador de tumbas. Durante veinte años fue maestro en la Universidad de Berlín y se unió al Partido Social Nacionalista que financió todas sus expediciones alrededor del mundo.

Vuestra misión:

La principal misión es la de volver a San Francisco con toda la información que hayan conseguido recabar, con la que el ejército aliado pueda preparar una contraofensiva al enemigo. La casilla de salida será la India, donde deberán sonsacar a Heinrich Harrer, el alpinista austriaco y actual prisionero de guerra británico, el motivo del interés de los nazis sobre esos textos sagrados tibetanos. Recibirán un documento que los autoriza a hablar con el prisionero y tomar cualquier decisión que tenga como beneficio la resolución de la misión. Habrá una recompensa acorde al esfuerzo que se les exige, así como los honores y el reconocimiento del estado.

Podéis hacer alguna cuestión al General, y podéis hacer algún tipo de preparativo en San Francisco para la tarea que se os encomendado. Así como charlar entre vosotros, puede que algunos ya os conozcáis de antes, o tal vez sea la primera vez que coincidís.

Tenéis que organizaros y planificar vuestro próximo movimiento, el viaje a la India.

Vuestro turno.

El día señalado a la hora marcada me presenté en el edificio gubernamental para hacer de jurado. No sabía a ciencia cierta qué hacía allí, pero mi nombre estaba en la lista de los que formaban dicho jurado. Había salido pronto de la universidad y me había acercado al centro en tranvía, para luego seguir andando hasta los juzgados. Una vez allí, me habían llevado a  una sala junto a tres hombres y una mujer. Parece que éramos el grupo asignado para formar el jurado popular.

-"Buenos días. Soy el profesor Marcus T. Moore, un gusto." Me presenté.

Finalmente nos llevaron al despacho de un general, el cual nos sacó de dudas y nos explicó lo que sucedía. No íbamos a formar parte de ningún jurado, si no que estábamos siendo reclutados para ir a una misión a la India, ni más ni menos. Me quede blanco al escuchar todo aquello. ¿Viajar a la India? ¿Yo? Miré a los demás y constaté que alguno tenía pinta de militar, pero otros no, como yo.

-"Disculpe general Donovan... creo que hay un malentendido aquí. Yo no soy militar o aventurero, soy profesor de universidad, como usted puede ver. Sí es verdad que antes he ayudado al ejército de EEUU, pero solo en temas de asesoramiento, nunca en trabajo de campo. Debe de haber un error en mi elección, ¿no?" Le comenté bastante preocupado.

Miré a los demás para buscar su complicidad. Nunca había estado ayudando al ejército de esta manera, yendo a sitios lejanos a interrogar a alguien, si no simplemente como asesor. En un edificio, tranquilo, seguro y con una buena taza de té. Además, hacía muchos años que no viajaba por el mundo como arqueólogo. Si bien antes era más joven y valiente, ahora me había acostumbrado a llevar una vida sedentaria.

-"Sobre lo que nos ha contado del profesor Hummels, debo de decir que le conozco personalmente desde hace años. Coincidimos varias veces en algunos eventos de arqueología. Si bien no acepto algunas de sus prácticas, sí he de decir que es un científico brillante. Es una pena que trabaje con los nazis, pero supongo que le habrán financiado todas sus investigaciones." Dije pensativo.

Saqué de mi maletín de cuero un folio en blanco y una pluma estilográfica. Me acerqué a la mesa del general y empecé a dibujar un icono que puede a alguno le fuera familiar. Esperaba que si contaba todo lo que sabía, pudiera librarme de ir en esta misión para la que no me veía preparado.

-"Este símbolo hace referencia al Árbol de la Vida. Desde tiempos inmemoriales, muchas culturas y religiones han hablado de él: los judíos, el cristianismo, la cultura nórdica, tibetana, celtas... hay un sin fin de ellas. El significado principal es que representa el ciclo de la vida, pero cada cultura le ha dado varios significados más e incluso poderes más allá de lo inteligible. Algnos dicen que de él surgió toda vida que hay en la Tierra o que fue el árbol del paraíso donde Eva recogió la manzana prohibida que le dio a Adán. Hay muchísimas interpretaciones." Les comentaba despacio.

Miré al general suplicante, esperando que me dijera que sí, que se había confundido, pero por su seria mirada, mucho me temía que no iba a ser así y tendría que ir en ese viaje hasta la India. Desconsolado, suspiré y me eché a un lado, casi lloroso. Solo había comunicado a la universidad que faltaría un día a mis clases, pero esto lo cambiaba todo. Tendría que desempaquetar mi ropa de viaje y preparar algunas cosas ya olvidadas...

Tras tus palabras te mira a los ojos y dice:-Sus conocimientos del tema, el que conozca al profesor Hummels y su doble nacionalidad (También eres Británico) supongo que serán los principales argumentos por los que ha sido seleccionado para esta importante misión, Profesor Moore.-

Sus palabras no dejaban lugar a malentendidos, el Profesor Moore tendría que prepararse para el viaje, como el resto.

-Steve. Solo Steve - se presentó el grandullón, saludando con un toque en su sombrero. Adelantó una sonrisa traviesa en dirección a la guapa chica. Bonitas piernas, se dijo.  

Dejó el sombrero sobre la mesa, se sentó con las piernas cruzadas y encendió un cigarrillo, ofreciendo de su pitillera al resto de "invitados". Escuchó, paciente, al general. Nada de jurados ni de juicios. Una falsa del gobierno. Estaba acostumbrado a este tipo de cuentos gubernamentales. Por eso esgrimió una sonrisa socarrona. De vuelta a la auténtica acción.

-Amigo Marcus, deje de gimotear y hágase a la idea de que ha sido enrolado por el ejército de USA. El tío Sam le necesita. Riegue las plantas y despídase de su novia. -afirmó, de buen humor. 

Nanga Parbat. Ni idea. La India. El Tibet. El árbol de la Vida. Observó con atención el dibujo del profe.

-Superchería. Lo interesante del asunto es que tenemos una oportunidad de patear el culo de unos cuantos  boches. 

Aquella carta y citación había sido una farsa. Ahora estaba en los juzgados de San Francisco con un grupo de hombres a los que no conocía de nada. Uno de ellos parecía conocer al profesor Hummels, y he ahí la relación con el asunto. ¿Pero yo? Tenía mi vida hecha con mi benefactor. Yo recojo una pieza, se la entrego y recibo una cuantiosa cantidad. Punto. Ahora estaba metida en un chanchullo militar-gubernamental que superaba mis deseos.

Yo soy Faith -dije al resto-. He viajado aquí y allá -traté de no especificar mucho-, y he podido ver alguna reliquias muy bonitas que cualquier podría tener en su estantería, pero que muchos museos pagarían millonadas por tenerlas en sus vitrinas. Lo que ocurre, señor Marcus, es que no he oído hablar de ese árbol de la vida. En muchas culturas es el sol quien representa el ciclo vital, o el calendario quien da cuantía del paso del tiempo... Y jamás he estado en el Tibet o la India... 

Por su parte, el tal Steve parecía un tipo más práctico, más centrado en la acción.

Sea como sea, habrá que preparar una maleta con cierta documentación, y algún que otro...arma. ¿No lo cree General? Con todo el respecto, el gobierno deberá aprovisionarnos de ciertos elementos para el viaje... -le pedí-.

Ante la aceptación de que su participación era algo inevitable, comenzaron a surgir algunas preguntas relacionadas con el equipo y los medios.-Esta es una misión prioritaria, tienen a su disposición cualquier cosa que necesiten. Si no esta aquí, haré que se la traigan. Por supuesto dispondrán no solo de transporte militar que les llevará hasta la India, sino de dinero para poder hacer frente a las necesidades que les puedan surgir.-Y os acerca una caja, que abre y de la que saca 5 fajos de billetes, uno para cada uno. Así como unos documentos especiales, salvoconductos, que os acreditan como personal al servicio del Ejercito, y que os pueden dar acceso a muchos lugares.

-Tengan en cuenta, que es una carrera contra los nazis, por lo que el sigilo y no llamar la atención, puede ser un importante factor a considerar. Mejor que no llamen demasiado la atención. Y cualquier cosa que puedan necesitar, les será facilitada, siempre y cuando sea posible.-

Al entrar a la oficina y reconocer un general inmediatamente se puso firme 

- Señor, Cabo Piero Stuchi presentandose señor - y se queda en la posicion firme hasta que se lo indiquen, luego escucha lo que dice el general y luego la intervención de sus compañeros.

- Señor, tendremos algún contacto local? Armamento disponible, desde aqui es muy dificil decidir que llevar y que no, creo que luego de hablar con Heinrich tendremos una noción mas certera de que era y porque era importante y de que hacer. Y recien ahí podriamos necesitar armas u otras cosas. - 

Luego de mirar a sus compañeros añadio - a quien le reportaremos en la ubicación de destino señor y a que hora partimos - 

-La información es algo muy restringido y delicado, así que tan solo me la darán a mi. Nada de esto puede ser conocido.

Y es mejor que si saben de algo que les pueda hacer falta, lo lleven ya. Aunque supongo que una vez allí, también podrían conseguir material. Pero sobre todo, tengan siempre muy presente lo confidencial de esta misión. 

Upham estaba en la sala junto al resto. Por su cabeza pasaban mil situaciones diferentes y otras mil misiones aún más diferentes de la que le estaba escuchando relatar al General.

- Gracias... esto... ¿Steve? - dijo alargando la mano y aceptando un cigarrillo.

Continuó escuchando al resto de las personas que estaban con él, y ninguna parecía más molesta que otra por la citación. Pocas quejas se expresaban. ¿Quizás porque era un alto cargo militar? Eso no iba a cortar a Upham.

- Aaaahhh - bostezó Upham. - Entiendo la importancia de la misión señor, pero... ¿qué pinto yo allí?

Pete estaba un poco indignado. No solo lo sacaban de su hogar y de sus comodidades, si no que le iban a mandar a tomar por el culo a hacer lo que nadie sabe qué.

- No sé que se espera de mí, ni porqué se me ha convocado a esta operación. Lo peor de todo es... ¿Cómo pueden ayudar mis aptitudes al grupo? No tengo conocimientos de la zona, ni sé el idioma, ni sé de que narices es eso del Árbol de la vida... - resopló y cogió algo de aire - No tengo nada que aportar al grupo, salvo mi torpeza y mi arrogancia. ¿Quieres que ponga en peligro la misión?

Siguió escuchando cómo otras quejas relacionadas sobre sus propias vidas y el engaño de las cartas se sucedían, eso sí, sin alborotar mucho la sala. Se notaba que allí había respeto por la figura militar que tenía delante.

Ante el ofrecimiento del General de esos presentes, Upham recogió uno de los pasaportes y un fajo de billetes. "Si nos dan esto de entrada... seguro que consigo sacarlos más. No sé porqué seré importante para ellos, y está claro que este tío no me lo va a contar, a si que tendré que resignarme a ir con ellos... pero no sin antes pedir un poco de equipo". Pensó Upham mientras abría su bocaza de nuevo.

- Si tengo que ir con ellos, y puedo pedir cualquier cosa... querría una pistola, ya que en distancias cortas el rifle que llevo no me salvará la vida y una radio... no sé como les vamos a comunicar lo que se vaya descubriendo si no tenemos un medio con el que hacerlo. ¡Ah! y algunas raciones de viaje y enseres básicos también ¿no?

El general es un hombre muy ocupado, pero no tiene prisas con vosotros, os dedica más tiempo del que puede permitirse. Hasta que entra de nuevo la bella secretaría a recordarle que ya tiene esperando a varias personas para una reunión que debería haber comenzado hace 20 minutos.

-Lamentablemente no puedo dedicarles más tiempo. Recuerden que deben tratar de pasar desapercibidos, es una misión muy delicada la que tienen por delante. Pueden pasar el resto del día y la noche en San Francisco, y mañana a primera hora se presentaran en el aeropuerto, partirán hacia la India. Les deseo mucha suerte y espero saber pronto de ustedes.-

Tras despedirse de todos con un fuerte apretón de manos, marcha a otra reunión. Encima de la mesa quedan los documentos y el dinero que ha sacado para vosotros. 

Tras salir por una puerta trasera de los juzgados, os acompaña la joven y atractiva secretaria que os indica la dirección de un discreto hotel, no muy lejos en el que os han reservado cinco habitaciones para pasar la noche. Os encontráis de nuevo en la bulliciosa ciudad que es San Francisco en estos días.

No os cuesta encontrar un buen restaurante en el que poder comer y hablar un rato. No dejáis de ser un grupo de personas que no se conocían y que el destino ha querido reunir para una peligrosa misión.

Vosotros diréis que hacéis, vuestro turno. 

Con cara de póker me quedé. No había logrado convencer al general y al final tendría que viajar con ese grupo de desconocidos a la India, a interrogar a un tipo austriaco. ¿Quién me mandaría a mi ser asesor del ejército de EEUU? Todo por el money. Recogí el pasaporte y el dinero que tenía encima de la mesa y salí de la habitación siguiendo a la secretaria. El general se marchó a otros quehaceres. De camino al hotel, repasaba mentalmente lo que debía de coger para el viaje: ropa adecuada, equipo de torturador... no, eso no... el pasaporte, mis pañuelos, etc.

Cuando estuvimos los cinco juntos en el restaurante, me puse a charlar un poco con los demás. Si íbamos a ser compañeros en esta aventura, sería mejor conocerlos un poco. Después iría a comprar lo que me hiciera falta y llamar a la universidad para decir que debía de tomarme unas semanas libres, dado que tenía que viajar a Inglaterra por un asunto familiar.

-"Y bien, señores y señorita... ¿Qué me pueden contar de ustedes? Yo soy experto en historia y arqueología. He viajado por todo el globo y escrito numerosos artículos. Soy catedrático en Cambridge, pero actualmente resido en la univerdidad de Stanford, donde doy clases a las mentes inquietas de este siglo. He asesorado algunas veces al ejército en materia de arqueología, pero nunca antes he tenido que viajar con soldados..." Dije mirando de reojo a Piero y Steve.

Upham escuchó la historia del profesor, mientras comían. 

- Interesante profesor... ¿Moore? Si no me equivoco. Creo que tu conocimiento sobre el mundo y cómo se formó nos podrá venir bien. - hizo una pequeña pausa - Yo tengo buenos contactos, mi padre trabaja junto con el Presidente - dijo justificando esa afirmación - pero a pesar de eso me encuentro aquí, junto a vosotros... lo que me dice que buscan algo totalmente aleatorio, o quieren hacernos sufrir.

Pete sacó su tabacalera y extendió su mano ofreciendo al resto y la dejó encima de la mesa, para que pudieran coger directamente sin pedírselo. Él sacó un cigarrillo y se lo prendió con su cipo, el cuál guardó en el bolsillo de su camisa.

- Bueno.. por dónde iba. ¡Ah, es verdad! El resumen es que he ayudado en varias ocasiones al ejército con las comunicaciones. Sé usar esos trastos y por eso, si tengo que ir quisiera llevar una. Incluso si vosotros lleváis otra podríamos comunicarnos si estamos separados.

Dejó de hablar y siguió fumando, pues esperaba algún tipo de pregunta, a si que se quedó expectante a que hablasen los demás.

El veterano hombretón recogió los documentos y el dinero, se despidió del general y luego ya en la otra sala, antes de marchar, redactó una lista de objetos que necesitaría o, simplemente, le gustaría llevar.

-¿Qué haces esta noche, nena? Una noche en San Francisco. Cena y baile, donde tú quieras, encanto- le propuso a la guapa secretaria, con una enorme sonrisa encantadora. Así era Steve, pícaro, algo arrogante, y vividor. 

Un par de taxis y una comida.- Profe, seguro que nos son útiles sus conocimientos. Los tipos del ejército parecen tontos, pero les aseguro que no lo son. Suelen ser unos listillos. Nos han elegido por algo.-miró a los ojos a Pete, luego a Piero, a Faith y por último a Marcus. Sus pupilas eran agudas agujas de coser.

-Yo fui veterano en la Gran Guerra. Condecorado. Bah, tiempos lejanos. Lo mío es la acción más que la reflexión, aunque los años me han vuelto más cauto. En particular desconfiado. Yo quiero a alguien que me cubra las espaldas y no se raje. ¿Capicci?

Directo, sin pelos en la lengua.

Piero se mantiene silencioso mientras el general se retira de la sala y él y sus compañeros se mueven por la puerta posterior y se dirijen al hotel y luego a cenar.

- Bueno, pues aqui estamos y somos lo que somos le dice a Steve. - Me llamo Piero Stuchi soy cabo del ejercito y me he dedicado, antes de que me metieran a los marine a recorrer todo el mundo, he ido a la india un par de veces muchos años atras, no se que tanto ha cambiado, tambien tengo ciertas habilidades para ingresar y obtener cosas sin dueño jajaja - 

Mientras tanto saca un papel y un lapicero y empieza a apuntar. - Creo que esto es lo que deberíamos llevar adicional a lo que todos tengan: 

- Equipo de Escalada, si algo tendremos que investigar y en base a lo que han dicho podria ser que tengamos que trepar.

- Armas, machete, cuchillo, pistola, lo que sea, con los nazi no se juega y a pesar de que la idea es pasar despercibido, sino pasa así debemos poder defendernos. 

Creo que eso es lo basico a parte de mochila, raciones etc

Steve rumió los comentarios de Piero. 

-El equipo de escalada lo conseguiremos en la India. Nuestro contacto nos los podrá conseguir o los compramos allí. *