Partida Rol por web

Sus pasos se cruzaban con pocas personas, y las que lo hacían, miraban con desconfianza al variopinto grupo. Pero sus pasos son decididos y se dirigen al primer lugar donde un Corrector puede estar: el templo de Soid.

No era difícil encontrar un edificio como aquel. Casi todos se encontraban frente a la plaza principal, aunque también siempre había alguno en los barrios más alejados. De todas formas, por algún lado debían empezar, y como bien sabía Volgar, no siempre los Correctores se encontraban en el principal.

Una vez llegaron, les sorprendió encontrarse con un hombre de bastante buen aspecto, con una media melena y túnica negra. Claramente era el Corrector.

-Buenos días, forasteros- dijo el hombre con amabilidad en la voz -¿Las plegarias los traen al templo del Señor?- preguntó mientras le hace un gesto para que entren a la estructura. Su mirada es penetrante, como si con aquellos amables ojos pudiera traspasar sus apariencias y encontrarse con sus anhelos más profundos.

Miró al anciano y al corrector mientras se saludaban. Lo mejor sería aprovechar que Volgar era miembro de la hermandad, al menos en los primeros compases de la conversación. Aún manteniéndose tranquilo no pudo evitar, mientras atendía a la presentación, cavilar las mejores salidas de la habitación, el número de guardias y la mejor ruta de escape. Toda una vida en peligro había forjado en él ciertos hábitos que ya le eran naturales. Y, al fin y al cabo, uno nunca sabía cómo podía acabar si hablaba con un corrector. Saludos, mi nombre es Derian Galt.

A simple vista se ve que no intenta esconder su condición de Corrector, como tampoco su inteligencia y observación, ya que sus ojos los revisa de arriba a abajo con amplios vistazos.

-Vaya, parece que Soid a respondido mis plegarias... de una manera extraña, pero no por ello juzgable desde los ojos de los mortales- dice el hombre tocándose por un momento el pelo -Síganme, tomemos asiento y conversemos en un lugar más cómodo-

El Corrector se dirige hacia la parte trasera de la capilla, donde los espera una puerta de simple manufactura, pero con una cerradura. Del otro lado de ésta, hay una mesa y algunas sillas: parecía un lugar de reunión. Una ventana permite entrar la poca luz que ofrece aquel mortecino día.

-Tomen asiento- les señala las sillas -¿Desean agua?- pregunta llevando sus pasos hacia una mesa en el costado derecho donde hay una fuente con algunas frutas y una jarra con copas de madera -Bastante de ella estamos teniendo con esta lluvia-

Cuando los que aceptaron tienen ya una copa en sus manos, él toma asiento del otro lado de la mesa en una silla levemente diferente, con un almohadón de color crudo.

-Díganme, ¿cómo se enteraron de esto? No parecen de por aquí...- dijo el Corrector antes de llevarse la copa a los labios y observarlos detrás de ésta -¿Eianil tal vez?-

- Bueno- carraspeó el viejo mientras se adelantaba- hace años había escuchado historias y rumores sobre unos hechos de similar naturaleza. Sinceramente, no sabría decir si se debían a lo aquí acontecido o bien ocurrió en otro lugar. El caso es que llamaron poderosamente mi atención pero no tenía en ese momento las pistas ni los medios necesarios para seguir indagando. Por pura casualidad, volví a escuchar los mismos rumores hace una semana, muy cerca de aquí. No podía desaprovechar la oportunidad por segunda vez así que aquí estoy.

Yo también escuché rumores. La historia de estos crímenes parece que se ha extendido mucho. Hay que hacer todo lo posible para que no vuelvan a suceder, y para que los familiares tengan justicia. ¿Han estado cerca alguna vez de dar con el culpable?

Karisfen se mostró contrariado con las noticias.

-Conque los rumores se expanden... tendré que tomar cartas en el asunto- dijo más como un pensamiento en voz alta que para sus interlocutores -¿Han hablado con Sonte?- preguntó el Corrector, imaginando ya la respuesta -No tengo problema en compartir la investigación con intereses particulares, mientras se mantenga cierta reserva en el accionar- puntualizó mientras sacaba una carpeta con papeles.

La letra era estilizada y poco clara para el que supiera leer, pero parecía que eran notas personales sobre lo sucedido.

-Supongo que ya sabrán que la primera víctima fue el hijo de Sonte...- levantó la mirada de sus papeles, evaluándolos -Sean respetuosos con él, por favor, ya que él y su mujer vieron el cadáver: le habían cortado la carne con un cuchillo... y luego se lo habían metido en la boca, yo mismo lo comprobé y las partes correspondían con los cortes. No faltaba nada allí.- hizo una pausa como para que fueran comprendiendo el alcance de todo eso -El segundo fue más desagradable... Alig era el nombre de la víctima. Era extranjero, y era artesano de cueros.- hizo una pausa para darle un sorbo a su copa -No encontré trozos de carne en su boca, por lo que ya se pueden imaginar... el asesino perfeccionó  la técnica y además lo forzó sexualmente. No hubo diferencias notables en el tercer caso, quizás algo más de prisas-

El hombre parecía saber de lo que hablaba, aunque no parece cómodo al dar la exposición, ya que se mueve en su silla y tiene algún tic nervioso.

-La Orden coincidió conmigo en que buscábamos a un hombre de más de veinte años, corpulento, capaz de enfrentarse a las víctimas que apenas tenían daños, con conocimiento suficiente de medicina y buenos estudios. Aunque la ritualidad de los hechos sugería una motivación religiosa herética, la parte sexual nos hizo centrarnos más en una persona con un trastorno social de personalidad-

Se detuvo un momento más para terminar su copa y la rellenó, tomando un largo sorbo.

-Quizá entonces debí realizar detenciones preventivas basadas en el perfil. Es la forma de obrar de la Corrección... pero no me sentí seguro obrando de esa forma. Puse a todos los... candidatos bajo vigilancia y esperé. Y no pasó nada. Pensé que todo había acabado. Pero ahora hemos tenido dos víctimas, dos, y se confirma el motivo sexual. A mi pesar, voy a detener  a todos los que encajan...-

- Ummm, comprendo- asintió el anciano- es un asunto escabroso. Y, no obstante, siendo como decís, no deben existir muchas personas con ese perfil en la villa, ¿no? Entiendo que el problema puede deberse a que hablamos de gente de cierto estatus.

Volgar se apoyó un momento en el respaldo de la silla que contestó con un crujido de protesta. Aunque el ambiente era más caldeado en las dependencias de la corrección, la humedada debido a la lluvia todavía le golpeaba los huesos.

- Otra opción podría ser tratar de emboscar al villano, tenderle una trampa. Pero temo que eso es imposible dada nuestra falta de precaución en este asunto. No pocas personas en el pueblo deben de saber que ha habido nuevos interesados en la investigación de este caso. Nuestro escurridizo amigo estará sobre aviso, me temo.

Sin duda, el asesino debe de ser de posibles, la plebe bastante tiene con intentar pasar el día. Intentaba secarse el pelo, la maldita capucha le había calado. Quizás hasta tenga acceso a información sobre los movimientos de las autoridades. ¿Y qué hay del tercer caso? Pensando en un único asesino, algo debió de pasar para que dejara de matar tanto tiempo. ¿Cuáles fueron los principales sospechosos?

-Hay algunos sospechosos, es así, no son muchos ya que prácticamente ninguno cumple con todas las características, pero me he centrado en el trastorno social- comentó bastante solícito con la información, pero claramente incómodo.

Pasó un par de hojas y los miró por un momento, para luego centrarse en lo escrito.

-Mi primer sospechoso fue un joven llamado Jenwig- comenzó a contar el Corrector -Dirige el juego local dentro de una organización criminal de pequeño tamaño. Hasta donde sé no es muy letrado ni tampoco muy fuerte, pero tiene actitudes paranoicas que parecen haberse acentuado con los últimos asesinatos, aunque también conocemos que ha habido problemas entre esta banda y otra relacionada con el tráfico de nantio, un par de días antes. Mis agentes le han perdido el rastro- se mostraba contrariado -Otro de los sospechosos es Alés, un joven leñador, de gran musculatura. No ha mostrado cambios en su rutina, pero cumple especialmente con las características... sociales. Por otro lado, Garant, es el hijo del herrero de la calle principal. Tiene una forma taciturna y hosca, pero también se lo conoce como pendenciero y agresivo...-

Karisfen miró a todos los presentes al interrumpir su tarea.

-Tengo una lista de por lo menos diez muchachos más- dijo retomando la conversación -De ninguno conocemos saberes sobre medicina, pero no sería raro que eso fuera secreto. Todos cumplen con el trastorno social de personalidad, y algunos no cumplen con las capacidades físicas- dejó una pausa -Ninguno reúne todas las características del perfil, por eso mismo es que no he llevado adelante detenciones. Mi hipótesis es que el asesino no está entre los sospechosos, pero dadas las circunstancias, tal vez tenga que detener a todos y proceder con el protocolo de interrogatorios...-

Todos han escuchado alguna vez de dichos protocolos, un eufemismo para nombrar tortura y vejación a manos de la Orden religiosa más poderosa de Dormenia. Pero Karisfen parecía incómodo con ese aspecto.

- Vos conocéis vuestro oficio mejor que nosotros- empezó Volgar con sumo cuidado- nunca osaría inmiscuirme en los asuntos de la Corrección. No obstante- apuntilló- entiendo que creéis que esas detenciones, además de llegar a ser posiblemente infructuosas, podrían ahuyentar al verdadero criminal. Dadnos un tiempo antes de recurrir a la detención masiva. ¿Habéis conseguido un listado de las gentes del pueblo con conocimientos de medicina? Seguramente si nuestro asesino tiene conocimiento secreto no lo sabremos pero estaría bien echar un vistazo a las evidencias.

Estoy de acuerdo. No sé por qué, pero no creo que el asesino esté entre los sospechosos. Y estoy seguro de que sus premisas son ciertas. Necesitaríamos algo de tiempo, como dice Volgar, pero podremos encontrarle. Quizás al no pertenecer a la Corrección... en este punto vaciló, dudutativo.. Quizás nos pueda abrir alguna puerta, si me permite la indiscreción. ¿Alguna información relevante más que crea pueda servirnos de ayuda?

-No he hecho una lista porque realmente no hace falta- respondió con seguridad el Corrector -El único que se sabe que tiene conocimientos de medicina es Adalbert, un hombre ya anciano que, sinceramente, no podría subyugar a jóvenes de menos de la mitad de su edad- dudó un momento, pero al final habló -Bueno, y además yo, que conozco mucho sobre medicina-

Se veía incómodo al tener que agregar eso, pero se lo veía sincero.

-Si llegaran a necesitar algo, avísenme, me parece una buena aproximación la que proponen- dijo levantándose de su asiento -Haré que mis agentes se mantengan alerta, pero que no se inmiscuyan. Si reúnen pruebas, podremos hacer alguna detención más decente- miró a los presentes más directamente -Sean discretos- era más una orden que una sugerencia.

- Así se hará, hermano- contestó el viejo con una ligera inclinación de cabeza.

Volgar recogió sus ropajes con cuidado y abandonó la sala despacio. Sabía que con los correctores era bueno no hablar de más pero también no actuar de más. No convenía mostrar prisa o urgencia ante un correctos sino podía dar la impresión de que había algo que ocultar.

Con su permiso. Salió detrás del anciano, acompasando su ritmo al de los pasos de Volgar. Quizás deberíamos ir a ver a la familia noble, aunque será una situación delicada. Miró a los lados, una vez fuera del edificio. Calándose la capucha de la capa, no pudo evitar bajar el tono de voz. No parece que la Corrección haya logrado mucho estos años. ¿No te sorprende que ni siquiera hayan detenido a alguien? No suele ser el método habitual, hasta donde yo sé.

- Tengo mis sospechas- asintió- pero es demasiado pronto. Apenas hemos empezado a escarbar en este asunto y, con la Corrección de por medio, es mejor andarse con ojo. Aquí no sirven las suposiciones. Vayamos a ver a ese médico, y después tendremos que ir a ver al noble.

El anciano se arrebujó en sus ropajes y se lanzó a la calle en la que todavía caían algunas gotas. La humedad le calaba los huesos y en su interior rezaba para que saliera el sol de una maldita vez.

El anciano le caía bien. Parecía estar tan harto de la lluvia como él. Pensó en las arenas de Harrasia. Seguro que por allí matarían por una lluvia así. En pocas zancadas se puso a su lado, acompasando luego su ritmo al del otro. ¿Viste alguna vez algo así? He visto cosas más desagradables, pero siempre había algún motivo. Puede que nada que lo justificara, ni siquiera remotamente... pero al menos sabías que había una especie de razón. Hay personas para las que matar así es un deleite... pero esas personas no se pasan tantos años sin hacerlo. 

Volgar observó al muchacho y enarcó una ceja interrogante.

- ¿Qué te hace pensar que no hay un motivo detrás de todo esto?

Siguieron unos pocos pasos esquivando los charcos, en silencio, como meditando la respuesta, hasta que alcanzaron una casa de paredes irregulares que mantenía las ventanas cerradas.

- Hay gente, efectivamente, que disfruta sencillamente con el dolor ajeno. Pero esto es demasiado planificado, demasiado oscuro y demasiado retorcido como para que no haya un motivo, aunque nosotros no podamos comprenderlo o aunque ese motivo sólo exista en la mente perturbada del asesino.

Karisfen los despidió sobriamente, y la lluvia los recibió copiosamente.

Era sabido que prácticamente nadie sabía de medicina por fuera de la Orden de la Corrección, pero cada tanto había algún curandero o sacerdote que ayudaba a la gente con sus saberes. Generalmente era en zonas más alejadas de las ciudades, pero también los había.

Este era el caso de Gondo. Según la descripción de Karisfen, Gondo era un hombre anciano ya que parecía conocer sobre medicina y que no era de la Orden, ni tampoco un sacerdote.

Cuando ambos se encontraron frente a la puerta donde el Corrector les dijo que encontrarían a Gondo, la lluvia pareció amainar hasta el punto de que sólo algunas gotas pequeñas caían sobre sus empapadas ropas.

Luego de que tocaran la puerta buscando ser recibidos, una niña de unos siete inviernos y ojos avellanados apareció por el resquicio abierto.

-¡Mamá!- dijo la pequeña levantando la voz -Hay un viejo y un hombre...- no pudo terminar la frase porque una mano de una mujer bastante flaca hizo que retrocediera peligrosamente.

-¿A quién buscan?- preguntó de mal modo la mujer, mostrando que le faltaba una buena cantidad de dientes.

Detrás de ella, se podía escuchar el bullicio de por lo menos tres familias más...