Partida Rol por web

-Marco, prepara las defensas, aunque seamos atacantes jugaremos a la defensiva.

-Amir, dile a las gentes que se alisten, quiero todos armados y a cubierto tras las defensas que Marco pueda armar, si necesita ayuda, que las mujeres y los siervos les ayuden.

Dejemos que esas bestias sean la carne de cañón, mientras nosotros atacamos desde una posición segura.

-Emisario!, de mi parte averigua por que no se me aviso del consejo de guerra...

En cuanto los hombres salen me vuelvo a acomodar en mi sillón y analizo un mapa de la zona.

Me dirijo escaleras abajo con la intencion de sacarle algo de informacion al cantinero. El lugar parecia nunca haber visto tiempo mejores, lo cual era preocupante. Una vez abajo, veo con un cierto recelo la habitacion llena de gente que se desvirtuaba en la bebida y el juego. Me acerco al dueño de aquel antro y le interrogo - Buenos dias, ya he terminado de instalarme, el lugar es de mi agrado ciertamente. Me gustaria ahora que hablemos, nesecito orientacion - digo mientras me siento enfrente del hombre.

Le acompañaré encantado hasta sus posiciones en cuanto resuelva encaminarse a ellas, capitán. Comento mientras hago un gesto amplio con la mano indicándole que estoy a su disposición para lo que necesite.

En el exterior, al otro lado de la tienda en la que los altos mandos planean y resuelvan pociones y tácticas para todas las unidades que se van incorporando a esta peculiar empresa, el viento aúlla feroz y frío, arrastrando cristales de hielo y gruesos copos de nieve. He pasado muchos inviernos, pero este que se acerca se anuncia largo y frío, y especialmente cruel. Los vientos pronto arrastraran los gritos de guerra, de los heridos, y las vidas de los incautos y de los despistados.

De un  momento a otro, tus hombres se afanan por prepararse, entre sonidos de queja empiezan a monta orfanizarse, pero con elementos de defensa entre las manos no saben muy bien donde colocarlos. Tú mano derecha se hacerca preocupado;

-Por lo que parece, no hay un punto claro todabia donde atacaremos señor, y aun falta media jornada de camino, esto parece un desfile hacia el frio y la muerte, mas que un asalto- pone cara de circunstancia, no sabe exactamente lo que esta pasando.

Tus hombres estan preparados y con los utiles necesarios para cubrir un buen trecho y atacar o defenderse.

El emisario llega con nuevas, despues de un tiempo, con una rodilla en el suelo y posición de sumisión:

-Señor, por lo que se todas las compañias estan igual, han empezado a caminar sin rumbo aparente, lo que si que es extraño, son unas casetas que arrastran unos hombres, no sabemos que son, pero dejan grandes zurcos en la nieve y en la tierra, incluso cortan algunos arboles para evitar moverlas de su camino, son muchisimos los que ya avanzan mi señor - con la misma sumisión espera mas ordenes.

-Me muestro enfadado por tamaña desorganización, pues no pienso arriesgar a mis hombres. -Avanzaremos, que todos empaquen sus cosas lo mas pronto posible, avanzaremos detrás de esas "casetas" en formación de cuadro, con las carretas y mujeres al centro, los demás iremos en la periferia... necesito que los hombres acomoden sus armas en caso de  una emergencia, y que uno de nuestros arqueros use las carretas como atalaya. En caso de emergencia las mujeres también cooperaran.

Tras dar instrucciones me acerco al Siervo

-Siervo, ¿cual es tu nombre?

[Inserte el nombre del siervo aquí], necesito que me averigües en que orden avanzan las escuadras. Puedes retirarte.

En el lapso en que se retiran y entran los siervos a recoger mi tienda, tomo un mapa de la zona, mi espada y parto hacia donde se encuentran nuestro general.

El ruido de la taberna ha estas horas era bastante ensordesedor, con una mezcla de dialectos e idiomas de la zona. El tabernero te habla con un acento marcado de la zona, pero chapurrea bastante bien el Reiskpiel;

-Muy alegre buen hombre, todo bien todo bien!! - dice con una sonrisa a la que asoman algunos dientes de menos. -necesita ayuda, un buen trago, aqui todo bien - parece bastante amable, quizas por intrucciones, o quizas por la fluencia de publico extrangero.

Algunas camareras ya te miran un poco de reojo con diversas intenciones, pero algunos parroquianos cerca de la barra, ya te miran de reojo, eres un extrangero, pero no escondes activamente tú profeción.

Con las presentaciones echas, parece que no hay nada mas que discutir, siguen llegando algunos altos mandos o capitanes de escuadras, y parece que el Sr. Shade no tiene tiempo que perder, un ayudante, da a ambos capitanes unos documentos para que las tropas os reconozcan, y participen en la defensa. El ayudante os indica:

-Con estos documentos, podreis ayudar a las tropas locales, no esperamos un ataque hasta al menos dentro de un mes, tiempo en el que esperamos que las tropas imperiales estan algo mas aclimatadas, este tiempo es realmente horrible. - dice mientras se da golpes en el pecho y los brazos, para desentimeserse los miembros, con un marcial saludo, os finiquita a los tres.

- ¿Un mes dijo hasta el próximo ataque? Yo lo esperaría entonces para dentro de 15 días a lo sumo. Las tropas no pueden dormirse en los laureles, el trabajo deber ser intensivo desde este momento. Nos vendría bien tener a mano un plano de la ciudad para pensar la defensa como corresponde. Quizá pueda encargarme de eso... - Pensó el estaliano en voz alta mientras ese tal Shade se esfumaba de su presencia para atender otros menesteres.

Todos los hombres y bestias, empiezan su lenta agonia por la nieve, esto parece un suicidio idea del mas loco de los lideres, si asi puede llamarse. El mensajero parece no llegar con noticias nuevas. Y tus hombres se colocan en una formación, que dudosamente podria llamarse cuadro. Tú cabreo va en aumento junto con el aullar del viento, que junto con unos gruesos copos de nieve, va tapando lo que antes era una especia de campamento calentito.

Te aceptare algo de licor, cualquiera. - Dice sin muchas pretensiones el mago, mientras mira de reojo a su alrededor. Luego sacando unas monedas, las apoya en el mostrador frente al hombre. - Necesito que me indiques quien es el que esta a cargo de la guardia de esta ciudad. Es menester que me reúna con el, para precisar detalles de mi estadía y funciones en este lugar. ¿Entiendes, no es así? -

Los hombres de von Rahian entraron en la ciudad cantando y proclamando gritos, encabezados por su capitán. Otto sonreía. La alegría y la euforia eran propicias a la hora del combate y el armado de los campamentos, así como para los preparativos de las fortificaciones, pues aseguraban un trabajo mucho más rápido y eficiente. Mantener a los hombres felices fuera del campo de batalla y concentrados dentro, era una de las principales tácticas del viejo espadero.

No obstante, a medida que avanzaba, la sonrisa de Otto se borraba. Sus hombres no se habían percatado, pero el lugar en el cual se encontraban, era increíblemente miserable, y algo extraño dormitaba sobre el...no era frío, sino desesperanza y miedo, dos de las cosas que más molestaban al capitán von Rahian.

Una vez llegó a la barraca designada para sus hombres, se detuvo en seco, y sus hombres hicieron lo mismo, al tiempo que se apagaban los cánticos. Un viento cortante y horrible atravesó el lugar, y Otto sintió una mezcla de miedo y angustia proveniente de sus hombres, pero desapareció de inmediato.-Buscad y verificar si podemos dormir dentro de estos cuarteles.-dijo, con su voz potente y aguda.-Si no hay espacio suficiente, levantad carpas mirando al este. Iré a hablar con lord AltzSchondorff. Márvolus, quedo al mando.-y señaló al monje que lo acompañaba.-¡En marcha!.-exclamó, y sus hombres se pusieron en movimiento.

Otto caminó por la fría ciudad buscando al capitán. Observaba los techos rotos y la gente muriéndose...espantoso.¿Cuánto tiempo pasará antes de que sus hombres terminen como ellos? "No" pensó. "Yo los he entrenado, jamás sucumbirán a esa condición moral. Prefieren la muerte a la desesperación." y volvió a sonreír, mientras buscaba al gordo general.

Al no encontrar donde se encuentra nuestro general me dirijo hacia marco y sus hombres.

-Marco, sabes de que se tratan esas casetas.

- Entendido, señor. Necesitaré un guía local y un mapa de la zona. Y otro asunto: mi señora esposa no puede dormir en los barracones con la tropa. ¿No podría encontrarle una habitación en el castillo? Sólo tiene una sirvienta y no molestará.

Cuando ve las monedas el hombre parece entender y de que manera, haciendo un gesto a una camarera, esta te pone una cerveza a los pocos segundos, mientras el hombre desaparece por una puerta cercana a la barra, re-apareciendo a los pocos segundos con una carta que intenta medio esconder entre sus ropas. Te la entrega con su sucia sonrisa y sigue haciendo sus queaceres.

(habres la carta y lees)

Querido Alexander [insertar apellido]:

                   espero que su viaje hasta aqui haya sido agradable, he intento que se sientas lo mas comodo posible, parece que no es el mejor lugar del mundo, pero no esta del todo mal se acostumbra y al frio también. Siento no tener sitio en la embajada para usted, cuando este instalado no deje de pasarse, siempre tendre un momento para usted.

Herman Heisenholff

Tras leer la breve carta, recuerdas un amigo de tú maestro, un tal Heisenholff, no estas seguro si tienen parentezco alguno, pero con una carta como esta, porque no probar. La espumeante cerveza empieza a menguarse ligeramente, y algunas miradas ya empizan a acosarte aun con al entretenida lectura. Tú cabeza empieza a moverse y parece que ya tienes un camino claro.

Mientras tú escuadron va descargando las pocas pertenencias que aun os quedan, solo parece que el frio cala profundo, quizas demasiado, la primavera esta ha vuestras puertas, pero no conoceis el lugar lo suficiente como para asegurarlo. Mientras observas a los alegres soldados aparece un soldado con un penacho de color azul, se dirige de soldado en soldado hasta llegar hasta ti.

Con una mirada noble, y téz blanca, no se puede negar que esta pasando frio:

-Señor, un mensaje del alto mando, se le requiere con cierta urgencia- dice mientras posta una rodilla a casi 2 metros de ti, y saca un sobre con un lacrado bastante rebuscado.

(Habres el sobre y lees)

Querido Señor Otto Von Rahian:

        espero que los aposentos hayan sido de su agrado, cerca de ellos, al norte, encontrara un molino donde esta el alto mando reunido, espero si puede unirse a nosotros mismos y detallar la defensa de este lugar y su gente.

Atentamente Sir Ingo.

Otto releyó el pergamino varias veces. Se acercó, luego, al monje y le dijo.-Tengo que reunirme con el resto de los jefes. Quiero un reconocimiento completo del lugar; un pequeño informe sobre las defensas de las que disponemos, las condiciones del equipo, y cualquier otro material que pueda resultar útil; además, sería útil que interrogasen a los lugareños para recabar información sobre los últimos ataques.-después, se puso en marcha al lugar de reunión.

Muchas gracias, buen hombre. Creo que mis asuntos aqui estan, ahora, un tanto mas claros. Partire enseguida al encuentro de mi anfitrion. - tras lo cual, sin tocar el alcohol, diose media vuelta y se dirigio hacia la puerta y a la gris ciudad, sus pasos se encaminaban a la embajada.