Partida Rol por web

Con un ligero suspiro de fastidio por la súbita aparición del servocráneo, aunque con el conocido cosquilleo en la base del cráneo del que sabe que por fin su espera a tocado fin busco con la mirada un lugar más retirado en ya de por sí vacía calle.
A unos metros a mi derecha una pequeña calle, que tal vez en otros distritos sería considerado un callejón, se abre ante mi, más oscura de lo habitual en el cuadrante. Encaminándome hacia allí trato de distinguir a cualquiera de los pocos transeúntes que se esté tomando un interés excesivo por mi persona. Con la fuerza de la costumbre coloca la mano sobre la empuñadura de mi pequeña pistola, sólo en caso de que algo pudiera pasar.
Veamos que quiere el viejo Nihilus, espero que sea algo más complicado que la última vez...
Por fin el servocráneo, con su ligero zumbido característico, gira la esquina, acercándose a mí.

     Tras conseguir apartarte de la vista de la gente, el servocraneo, que te había seguido de cerca, te alcanza y se coloca a escasos quince centímetros de tu cara. Un haz de de sensores escanea uno de tus ojos, suenan unos leves zumbidos y a los pocos segundos, el porta-mensajes se abre, revelando una placa de datos. La recoges con cuidado y, cumplida su misión, el carente de alma servocraneo se aleja por donde había venido. 

     Conoces perfectamente el proceso. Introduces en la placa tu clave personal de acólito cuando te la pide y la información se revela ante ti.

     Te encaminas con tiempo al bloque de habitáculos 12-423D, como está marcado en tu placa de datos. Casi todo el mundo está trabajando en estos momentos y las calles están poco transitadas, así que avanzas sin problemas. Aproximadamente en media hora caminando llegas a la hora indicada al edificio, que está bien mantenido y justo cuando encuentras el habitáculo en cuestión, descubres que no eres el único que ha sido convocado.

     Un variopinto grupo de gente tan sorprendida como tu, se está congregando en la puerta. Rápidamente te llama la atención un tipo trajeado que se encuentra junto al sello de apertura de la puerta. Varios mas, con aspecto en su mayoría de soldados y maleantes se están acercando a él.

Leo rápidamente el mensaje, sin apenas apartar los ojos de la entrada de callejón. Una vez termino acciono el pequeño botón de autodestrucción que todos los mensajes de Nihilus incorporan.
Bien, por fin un poco de acción, y Nihilus tan precavido como siempre.- pienso mientras echo un vistazo a mi tira horaria.- Apenas tengo tiempo para llegar y hacerlo todo bien, parece que esta vez no habrá cambio de ropa.- Sonriendo genuinamente por primera vez en los últimos días me acerco al tranvía. Una persona cuidadosa no usa aerotaxis si quiere mantener sus destinos en secreto.
El transporte público de la colmena Silbellus, como el resto de la ciudad, depende mucho de la zona donde lo uses. En la acomodada zona donde me muevo su paso es frecuente, y un servicio de limpieza se dedica exclusivamente a mantenerlo en perfecto estado. Transporte público... ¿quién lo hubiera pensado hace unos años?
-Tengo que comprar algún vehiculo, tal vez tras esta misión- pienso mientras acaricio suavemente el cañón del arma escondida.
Poco tiempo después llego a una parada a unos diez minutos andando del lugar indicado, para poder comprobar si alguien me sigue, y con el tiempo necesario, aproximadamente una hora, como para comprobar todas las salidas del edificio, y tratar de vigilar quien entra y sale al menos durante media hora. Las sorpresas son malas para la profesión...