Partida Rol por web

815.M 41 - Planeta Escintila / Colmena Sibelus / División Thaen.

     Caminas por una avenida principal de la división. La calle está bastante limpia teniendo en cuenta que te encuentras en la colmena media y la gente se ocupa de sus asuntos cotidianos sin molestarte a pesar de tu aspecto. La luz es aceptable aunque en esta zona es equivalente al atardecer aun en los ciclos díurnos.

     Gracias a la Inquisición has podido llevar un nivel de vida bastante bueno. Pagan tus facturas mensuales y tienes un habitáculo de considerable tamaño en una zona residencial, fuera del alcance económico de la inmensa mayoría de los habitantes de la colmena. A cambio, solo te asignan ocasionales misiones en las que ejerces de consultor médico, quirurgo de campaña o simplemente recopilando información en nombre de tus invisibles maestros. Tu único contacto y superior directo es un tipo bastante esquivo que se hace llamar "Nihilus". Solo le has visto un puñado de veces, pues generalmente se comunica contigo a través de mensajeros. Siempre va enfundado en una túnica roja con la capucha calada, por lo cual solo has tenido un leve atisbo de su cara y no es muy dado a conversaciones innecesarias.

          El distrito Thaen es tranquilo y has empezado a cogerle el gusto a tu forma de vida. En la scholam todo era aprendizaje y disciplina, mientras que aquí has podido estar un tiempo a tu aire además parece que has sabido encajar bien. Piensas que tu suerte está mejorando desde que te afiliaste a la inquisición y el hecho de ser una mas entre muchos millones de almas te permite moverte en el anonimato. Por no mencionar que en un ambiente tan cosmopolita tienes acceso a gran cantidad de libros e información de todo tipo, lo cual te mantiene bastante ocupado.

/Codicalia: Tercer ojo 51, EST/

Pensamiento del día: La ociosidad sin objetivo es la madre de la desviación

Mi aspecto es perfectamente normal, añado. Una túnica no sólo es un ropaje adecuado para un buscador de conocimiento, sino que es elegante y simple y te permite esconder bastantes cosas. Sin hablar de la libertad de movimientos que concede. No, definitivamente no puedo quejarme de la suerte que he tenido en la vida. Vivo en una buena zona y mi posición reputada me permite tener tanto tiempo que poder dedicar a maneras de erudición y entrenamiento para no descarnarse como desee. A veces es... extraño, y me encuentro meditando en voz baja las diatribas y discursos en falso diálogo. La libertad es tan grande que a veces tengo miedo de que me ahogue. O lo tendría si no estuviese acostumbrado a regular mi mente como lo hago con mi cuerpo. Me siento orgulloso de poseer la capacidad de un soldado graduado, no de ser uno de esos chupatintas que jamás supieron manejar un arma. ¿De qué sirve tener todo el mundo en tu cabeza si no te has templado como para que sirva de algo?

Es una buena vida. Buenas condiciones, buena comida, buena bebida, ambiente tranquilo y un trabajo ocasional, sin preguntas, simplemente asistir, remendar o destinar a alguien hacia algún lugar adecuado tras conseguir lo que buscan. Un buen engranaje en una vida consagrada al servicio del Dios Emperador. Cierto que apenas sabes mucho de tu posición o de los que están por encima suya, pero realmente no es eso lo que quieres. Hay lugares en las ciudades que son... bajos. Y sabes, de manera teórica, lo que ocurre allí, pero a la hora de la verdad mentalizarse es más difícil. Una educación cuidada despierta un rechazo visceral hacia una clase de vida tan apartada de la ortodoxia. No, no tienes preguntas en ese sentido, no hasta que sea necesario. Por otra parte, no es como si no hubiera más cosas que consultar. Este tratado de Abraham Calixtinus sobre los cuarenta y siete humores nefandos y su influencia en la perdición de los hombres, por ejemplo.

     Ensimismado como estas con tus pensamientos y tus estudios, un zumbido a tu espalda te hace girarte con rapidez. Te encuentras de frente con un servocraneo, para ti muy familiar. Lleva el símbolo de la Inquisición grabado en la frente y te ha pillado totalmente por sorpresa. Rápidamente lo reconoces, ya que ha traído mensajes para ti alguna que otra vez. Supones que lo siguiente que hará será escanearte para comprobar tu identidad, lo cual puede ser muy incómodo dado que no sabes quien puede estar mirándote en plena calle y no te gustaría que te viesen en compañía de un artefacto de la Inquisición, aunque sea un simple servocraneo... 

     Tras conseguir, en la medida de lo posible, apartarte de la vista de la gente, el servocraneo, que te había seguido de cerca, te alcanza y se coloca a escasos quince centímetros de tu cara. Un haz de de sensores escanea uno de tus ojos, suenan unos leves zumbidos y a los pocos segundos, el porta-mensajes se abre, revelando una placa de datos. La recoges con cuidado y, cumplida su misión, el carente de alma servocraneo se aleja por donde había venido.

     Conoces perfectamente el proceso. Introduces en la placa tu clave personal de acólito cuando te la pide y la información se revela ante ti.
 

     Te encaminas con tiempo al bloque de habitáculos 12-423D, como está marcado en tu placa de datos. Casi todo el mundo está trabajando en estos momentos y las calles están poco transitadas, así que avanzas sin problemas. Aproximadamente en media hora caminando llegas a la hora indicada al edificio, que está bien mantenido y justo cuando encuentras el habitáculo en cuestión, descubres que no eres el único que ha sido convocado.

     Un variopinto grupo de gente tan sorprendida como tu, se está congregando en la puerta. Rápidamente te llama la atención un tipo trajeado que se encuentra junto al sello de apertura de la puerta. Varios mas, con aspecto en su mayoría de soldados y maleantes se están acercando a él.