Partida Rol por web

El semielfo se encogió de hombros, mirando al resto del grupo. 

Dorwas, resoplando por las heridas y con la cimitarra aún en la mano, se limpió la sangra de las heridas con la mano libre e hizo un gesto con la cabeza a Morbo.

Oye, hermano, ¿ese follaviales cagamuertos no tiene pinta de ser la clase de tipo que tendría que ver con la maldición de la iglesia y que podría tener el amuleto que encajaba en la piedra esa? - dijo mientras él empezaba a dirigir sus pasos hacia la salida.

No hay nada de valor en el cadáver, excepto una vara y viejos ropajes que corresponden a un clérigo de Serenrae. Los zombies tampoco tienen gran cosa, armas en mal estado y algún cobre de hace veinte años.

Tras una breve discusión decidís abandonar el pueblo sin avisar.

Desde el cementerio es fácil irse sin que nadie os lo impida, en contra de vuestros temores no envían patrullas detrás vuestro. Sin demasiados problemas alcanzáis el monasterio donde os reciben con sorpresa. Tras un breve intercambio de palabras los guardias os llevan al sótano, a la habitación del musgo donde Zastoran ha establecido su clínica/laboratorio.

- ¿Qué ha ocurrido? - el halfling se muestra sorprendido de veros llegar en ese estado - Pasar por aquí, sentaros en este mesa, por favor - dice dirigiéndose a Dorwas y Jaali mientras sin ningún cuidado limpia la mesa de piedra de redomas y otros objetos de laboratorio. En cuanto la mesa de piedra queda libre pueden apreciarse brotes del extraño musgo que parecen sobrevivir, sin fijarse en ellos el clérigo cubre la mesa con una manta y os invita a echaros.

- Nethys ayuda a tu siervo - dice tras lo que empieza una plegaría y concentra sus fuerzas mágicas en las heridas de Dorwas y Diegen. Las heridas de Dorwas parecen responder bien a la magia y se curan rápidamente, desgraciadamente las del semi-elfo parecen resistirse. Con un suspiro Zastoran deja de lado su símbolo sagrado y sacando unas vendas se pone a trabajar en las heridas de Diegen con métodos más mundanos, por desgracia las heridas del semi-elfo se resisten. - Tal como tienes esta pierna no deberías haber andado tanto. - sentencia.

Jonova observó con interés los métodos curativos de Zastoran, tratando de aprender lo máximo posible.

-Dorwas, ayuda al Padre. Estoy seguro que tus métodos enanos, aunque aparentemente brutales... pueden servir.

Diegen no dice nada, permaneciendo con el ceño fruncido. La pierna le ha dolido mucho durante el camino, y ahora empieza a pensar que igual va a estar cojeando durante un buen tiempo. 

Por si Dorwas intenta curar a Diegen y tiene éxito, me he permitido la libertad de escribir algo. Me he inspirado en las sesiones de rehabilitación de un amigo. Espero que os guste (si no, tampoco pasa nada): 

Dorwas se siente mucho mejor gracias a la magia curativa de Zastoran. Sus heridas se han cerrado y respira sin dificultad. Se incorpora con una sonrisa de oreja a oreja iluminando su cara. Le apetece una cerveza, pero no hay ninguna cerca.

- Dorwas, ayuda al Padre. Estoy seguro que tus métodos enanos, aunque aparentemente brutales... pueden servir.

Las palabras de Jonova le hacen fijarse en el semielfo, que sigue tumbado en la cama mientras Zastoran intenta ayudarle.

- Tal como tienes esta pierna no deberías haber andado tanto. - sentencia el halfling.

Dorwas se acerca y mira la pierna de Diegen. Está inflamada, pero no parece que tenga nada roto, nada serio. Los Skarr tienen una técnica para casos así, pero Dorwas sospecha que a Diegen no le va a hacer ninguna gracia.

- Chico, esta pierna está bien. Sólo hace falta que la estiren un poco, como una langosta después de asarla. Yo puedo hacerlo por ti, pero igual duele un poco.

Diegen le mira a los ojos y asiente. No tiene miedo al dolor. Dorwas se dirige entonces a Morbo, Bethel, y Simbad.

- Hermano, chicos, sujetádmelo bien. Que no se mueva. Tú ponte boca abajo chico, que allá voy.

Dorwas agarra la pierna de Diegen con ambas manos y la dobla. Cuando llega al límite, sigue empujando. Diegen se intenta zafar, pero sus tres compañeros lo tienen bien agarrado. Dorwas sigue empujando, y sigue empujando, hasta que se oye un ligero "click". El grito de dolor de Diegen se oye por todo el monasterio.

Con los ojos inyectados en sangre, Diegen busca a Dorwas para hacerlo picadillo de Skarr, pero sus compañeros lo tienen bien inmovilizado. Grita, se revuelve, patalea, muerde a Simbad... pero no consigue soltarse. Dorwas suelta la pierna y se acerca a donde reposa la cabeza del semielfo contra la piedra, y le dice con cierta sorna:

- Ya te avisé que te iba a doler... Cuando se te pase el cabreo, quédate tumbado con la pierna en alto. Cuando acabe el día deberías estar como nuevo. Ha sido un placer.

Si Diegen pudiera matar al enano con la mirada, le estaría arrancando la piel a tiras. Sus ojos están rojos de furia, sus facciones contraídas de rabia y dolor. Dorwas decide abandonar el sótano, en parte para que Diegen se tranquilice y en parte para buscar algo de alcohol que echarse a la barriga. Tanto trabajo le ha dado sed.

Jonova aprecia los métodos curativos de Dorwas con un asentimiento de cabeza.

A veces, la vida es dolor. Y demos gracias que el plan saliera bien y estames todo lo sanos y enteros que podríamos esperar.

Pasan un par de minutos antes de que Diegen se tranquilice y deje de forcejear. Morbo y Bethel acuerdan en silencio, mirándose a los ojos, esperar un poco más antes de soltarlo. 

- Diegen, te vamos a soltar, vale? No hagas ninguna tontería...

Diegen se incorpora. Tiene que reconocer que el dolor sordo que sentía en la pierna ha desaparecido. De hecho, ha desaparecido todo dolor. Tampoco le duele al dar unos pasos cautelosos por el sótano del monasterio. Dorwas aparece en ese momento. 

- Qué tal chico? A que ya no te duele?

Diegen mira al enano con una sonrisa de oreja a oreja. Se siente muy bien. Tiene ganas de darle un abrazo al enano. Éste continúa:

- Después del dolor estás de subidón, pero ten ciudado. Si no se te baja la inflamación, volverás a tener dolores por la noche. Túmbate y pon la pierna en alto, con una mochila o algo así. Para la hora de cenar deberías estar como nuevo --- sentencia, dándole un mordisco a un trozo de carne curada que ha distraído de la despensa del campamento. 

Jonova observa que están todos ya en mucho mejor estado que antes.

- Ahora es el turno de avisar a la princesa y explicar lo que ha pasado. Luego planearemos cómo vamos a realizar el ataque. No tenemos ni bajas ni heridas graves, con lo que nuestras posibilidades de éxito mañana son todavía decentes.

Dorwas pensó por un momento que el chaval se le había amariconado por encajarle la pierna y por un momento estuvo tentado de utilizar el remedio del abuelo Itherk para esos casos: un par de ostias con la mano abierta.

Al menos el muchacho tuvo la decencia de contenerse aunque tendría que vigilarlo cuando se pasaran con las cervezas...

Terminó de masticar la carne y miró a Jonova.

Sí, sí, la Princesa... - reconoció ahora que el gnomo y su magia curativa había conseguido curarle las heridas más recientes aunque aún le tiraba la cicatriz de la sufrida en el oasis.