Partida Rol por web

Tras terminar la cuarta ronda y despediros de la particular pareja os encaminais al centro de gobierno. Podeis ver por el camino un golem de hierro patrullando la ciudad, sin duda esta bien defendida, como si esperase un atque en cualquier momento. El centro de gobierno es un edificio antiguo, decorado con motivos militares y con unas puertas de madera altas y recias. Podeis ver varios soldados colocados a su alrededor, mayoritariamente duergars y humanos, si bien hay una minoria elfica y enana y algún que otro orco purasangre.

Por lo que habeis podido observar casi 1 de cada 3 lugareños es humano, uno de cada cinco duergar, uno de cada seis elfo, uno de cada diez enano, uno de cada quince orco, uno de cada veinte semielfo,el resto son fundamentalmente semiorcos y alguna que otra raza mas exótica.

Sentía verdadero asco en aquella ciudad, llena de seres que para ella eran lo mas parecido a lo repulsivo, unos por naturaleza, otros, simplemente por experiencias de la vida. Siguió caminando en silencio,en dirección a las puertas, y miró a sus compañeros.

-¿Entramos?- Y dicho esto se colocó en frente de uno de los soldados que guardaban la puerta, exactamente en frente de uno humano.

-Disculpe, venimos en busca de trabajo, ¿Podemos pasar?- 

¿Ayudar al enemigo de mi amigo no es convertirse en su enemigo?
¿Hasta que punto sería meterse en la boca del lobo?

Todo parecía muy bonito aún, pero no estaba seguro de poder dormir tranquilo en lugares como aquel sin poder desentumecer los músculos de vez en cuando, quizá no fuera tan mala idea.

Con lo cual siguió a la pequeña criaturilla que acababa de abrir la boca. Prefería que hablase ella si de llevarse bien se trataba, y... se percató de que ya no estaban todos y... ¿qué podrían estar haciendo?

¿Habría un topo entre ellos? A los rosados les gustaba mucho eso y no iba a dejar que lo sorprendieran tan facilmente. No estaba cómodo allí, y no era dificil de percibir.

El guarida de la puerta bosteza al verte. No parece muy animado. Mira al grupo de arriba a abajo.

- Imagino que el gobernador estará interesado. Pero ahora mismo no se encuentra aqui, creo que ha ido a arreglar unos asuntos a la prisión. Un espia al parecer, la verdad es que hay que tener poco sentido común para venir aqui a espiar... no quedria estar en su pellejo ahora.

Nos envía el mismo Eowen y seguro que no le gustará saber que nos has hecho esperar aquí en la calle como a unos perros. 

El gigante apretó la mandíbula enfadado. 

... con que un espía...¿eh? Raras veces las oportunidades se sirven tan en bandeja, a fin de cuentas, lo que sepa este, será trabajo que no tengamos que hacer. El azar estaba echado, solo faltaba saber, ¿cómo podrían contactar con él sin levantar sospecha? ¿Sería cuestión de indagar en los trapos sucios de aquel asentamiento hasta llegar a él? ¿O el método violento se impondría una vez más? No, no aún, primero debía cercionarse de que había pasado.

Kugart se limitó a perfilar su mirada hacia el guardia, dando buena cuenta de la razón de la que se armaba Gymlar. Suponía que un rosado común no podría defenderse de ese manejo de la verdad que el gigante demostraba.

- Nunca he visto a un perro de más de cinco metros, aunque seguro que el mundo me sorprende cualquier día de estos -digo, mirando de soslayo hacia las alturas- Lo que ladra es cierto, nos envía, no solo Eowen, sino también la hija del rey Sargón, Ileena. Ha debido creer que una acólita de Olidamara es de fiar -me encojo de hombros al soltar la broma- Dijeron que aquí encontrariamos trabajo, y espero que su recomendación nos sirva de algo.

Nariel no dijo absolutamente nada mas, se colocó tras Dilihiel mientras esta hablaba y esperó pacientemente, pues no era muy buena hablando con la gente al parecer...

El guardia suda al ver a Gymlar y elige cuidadosame sus palabras.

- Podría daros paso, pero no se a que hora podría pasarse el gobernador, si teneis prisa podriais irlo a ver a la prisión, si no, bueno, no tengo problemas en dejaros pasar.

Sonrío al ver el terror que causa nuestro compañero en el pobre guardia- Muchas gracias, iremos allí tengamos prisas o no de encontrar trabajo, y si fuese tan amable de ayudarnos a ir y comunicar nuestra llegada, o al menos, darnos indicaciones para ir nosotras -le guiño un ojo y miro hacia atras de soslayo, pues ahora tengo a Nariel a mi espalda- Supongo que irás, estoy contando con ello, porque ahora... ¿No era yo quien te estaba siguiendo interesada en ti y tú la interesada en trabajar, y no al reves? -le pregunto, en voz más baja.

-Sigo interesada en trabajar querida, pero mi don de lenguas no llega a ser tan bueno como el tuyo.- 

Le sonrió tranquilamente y miró al guardia por un momento.

-¿Entonces, señor, Nos dirá como llegar hasta donde se encuentra?-

Pues dinos donde se encuentra ese lugar y nos encargaremos de presentarnos. No nos hagas perder más tiempo.

La fuerte voz de Gymlar parecía retumbar por toda la zona.

Con los pelos de punta el guardia os indica el camino a la prisión, no es muy dificil encontrarla, ya que es un edificio bastante grande. Alli los guardias os dejan pasar hasta donde veis un hombre algo envejecido y ataviado con una armadura hablando con un gnomo.

A Dylihiel le recorre un sudor frío al contemplar el gnomo, reconoce quien es, alguien que conocio en el pasado y no precisamente alguioen agradable.

Es una sala grande, una especie de despacho donde esta sentado el gnomo y podeis ver unas amplias escaleras que conducen a las celdas, el nivel subterraneo de la prisión.

- Menuda perdida de mi valioso tiempo -dice el Gobernador algo de mal humor- Avisadme cuando logreis sacarle algo de información ese espia, no dejare que Varya se ria de nosotros de esta manera.

- Sin duda mi señor, puede dejar el espia en mis manos tranquilamente -dice el gnomo- Yo me encargare de refrescarle la memoria, si sabe a que me refiero.

El gnomo pone un especial enfasis en la palabra "refrescarle", poniendo una sonrisa bastante sádica.

- Me encargo bien de que las celdas sean un buen lugar para romper su determinación, en dos días estara suplicandome que le deje revelar mas detalles. Especialmente cuando vea el arte que nuestros torturadores han realizado sobre su compañera de celda.

Aprovechando el impacto que debe causar ver entrar en la estancia a un gigante como Gymlar, hago uso de mi magia para modificar mi aspecto y adoptar la apariencia de una mujer madura, entrada en años, pasados los cuarenta, de cabellos largos y morenos, ojeras pronunciadas, piel pálida, prendas de cuero marron viejas y desgastadas, una capa roida gris y vendas cubriendo mis manos y el resto de mi cuerpo, hasta el cuello, dejando solo mi demacrado rostro a la vista de todos.

- Olvidad mi nombre, Shila es ahora -les explico a mis compañeros, brece y concisa, justo tras cruzar la puerta. Suponiendo que ni el gigantón ni el ogro escamoso son muy sociables, y que planeaban dejarme a mi la conversación con el gobernador, pongo una mano sobre el hombro de Nariel, y le susurro- Hazme el favor de llevar tú la conversación, ya te lo compensaré más tarde -mantengo una expresión tan fría como el tono de mi nueva piel, sin emoción ni gesto alguno, y me mantengo un paso tras Nariel, si finalmente se decide a actuar.

Era curioso lo retorcidos que podían llegar a ser los bajitos, pero no se lo echaba en cara, si el fuera bajito también le causaría cierta inquietud lidiar con seres más grandes.

...y que esperar de la conversación de rosados, estaban en su linea, para variar.

Al gnomo le sobraba tanta cobardía como tamaño le faltaba. Un insecto más bajo el pie de alguna bota de semiogro, que remedio, parecía que las orejas picudas querían hacerse cargo de la situación y dado que ahora buscaban 'alianza' no era el peor plan que tenía en mente.

El trato era el trato, y si estaba bien pagado, mejor.

Kugart se limitó a ofrecer cierta escolta a las boqui-grandes a falta de algo no destructivo con lo que acariciar verbalmente la conducta del gnomo.

Buscamos al Gobernador.  

El gigante, siempre directo no se anduvo con rodeos ni contemplaciones. Al observar las ropas y armadura dedujo que aquel era el gobernador.

Nos manda la dama Ileena y Eowen, buscamos trabajo y nos han dicho que tendría algo para nosotros. ¿Espías? Deberíais colgarlos de lo alto de la torre para que las aves carroñeras se dieran un festín con sus cuerpos aún con vida. ¿Qué se sabe de ellos? ¿Quién los envía? 

El governador se gira hacia el gigante, mirandolo con gesto de aprobación.

- Es un espia del Konugr de Varya, las quemadas que le regalo nuestro señor en la cara deberían haber servido de advertencia a ese estupido de  Harald, pero se ve que es un cabezota, si quereis sacarle mas información sois bienvenidos a intentarlo, de hecho, se os pagara si descubris algo interesante. Respecto a otros trabajos... al menos tu y el otro grandullón pareceis muy fuertes, quizas podriais echar a ciertos enemigos nuestros del territorio.

Sonrió de lado y se acercó al Gobernador, a quien le hizo una reverencia.

-Con permiso señor, le haré hablar.-

Conocía demasiado bien todas y cada una de las torturas inhumanas que sabían infringir los Gigantes, las había vivido en propia piel y no eran agradables en absoluto, seguramente la propia medicina serviría para que cantaran, pues los métodos humanos para las torturas quizá eran algo menos... fuertes...

-Señor, necesitaría una jarra de limón exprimido, una bolsita con gravilla, unos ganchos de escalada y un martillo.-

Sonrió tranquilamente al Gobernador como si fuese lo mas normal del mundo.