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El Bosque de los Elfos

ACTO 2 - El Bosque de los Elfos

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10/06/2021, 16:11
Franciscus Volger

Y cuando el hijo de los Volger había perdido toda esperanza y flaqueaba su casi inquebrantable fe, supo que alguien velaba por ellos. ¿Sigmar? No lo creía, pues él no enviaría a traicioneros elfos en su rescate, pero no obstante, le estaba agradecido a su dios patrón por haber salvado la vida en ese desgarrador campo de batalla. 

Otra vez los elfos... - Dijo asombrado. - Al final vamos a deberles una... - Comentó casi obligado. 

Y es que aquella intervención en el último instante otra vez, por parte de los orejas picudas, tan solo había retrasado lo inevitable, que Franciscus Volger acabara un día muerto tras un terrible sufrimiento, ya fuera en un combate contra las bestia del caos, por la infección de sus heridas auto infringidas o de viejo, habiendo vivido una larga existencia de sufrimiento y castigo por sus actos más atroces. Fuera como fuera, quizás algún día regresara a Hargendorf y si todavía seguía en pie aquel tugurio donde hacían sopa de ajo, del cual no recordaba su nombre y en el caso de reencontrarse con aquel sacerdote, esta vez si aceptaría un plato caliente de caldo.

Habían sobrevivido un día más, aunque no sabían que les depararía el futuro y tampoco sabían cuanto duraría la paz. Podía ser que la muerte les encontrara a la vuelta de la esquina o podía ser que murieran años más tarde. Lo que tenía claro Franciscus era que seguiría tratando de hacer lo correcto y si no sucumbía de nuevo a sus más bajos y violentos instintos, podría un día ser perdonado por la gracia de Sigmar.

Reencontrémonos con el resto del grupo y marchemos de estos lares. - Propuso el devoto de Sigmar. - Los caminos siguen siendo peligrosos y no siempre habrá elfos que nos cuiden de ellos. Hemos tenido demasiada suerte hasta ahora, pero ésta se acabará cuando menos lo esperemos. - Comentó con la firme creencia en que lo que decía era cierto e inminente. - Espero que los chiquillos estén bien y que Kruger los haya podido proteger. Es un buen hombre. Mejor de lo que yo podré llegar a ser nunca. - Sonrió amargamente. - En marcha...

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10/06/2021, 18:58
Kruger "El Cuervo Burlón"

El Cuervo Burlón no pudo evitar tragar saliva ante la ferocidad de la carga de los hombres bestias, tras él estaban Viveca, los niños y el bosque de Laurelon. Su instinto le invitaba a correr, pero su razón le decía que ya no había escapatoria no pudo más que mirar al cielo y sonreír. En su mente escuchó una carcajada a medida que él mismo visualizaba la moneda de su destino girando ante sus ojos, sus visiones se detuvieron en cuando uno de los arboles cobró vida. En ese momento la moneda se detuvo, era cara, su propio rostro tallado en la moneda con una ala de cuervo en un costado, no pudo evitar mantener tratar de reunir a todos los niños en un único y desesperado abrazo mientras les mantenía la cabeza gacha.

A medida que los elfos silvanos desataban su furia contra las huestes del caos la nieve pura se fue tiñendo de rojo, los gritos y bestiales aullidos se fueron apagando a medida que los gors mordía el polvo atravesados por las certeras flechas elficas. Kruger miró al capitán con el rostro perlado por la emoción, en un sincero y respetuoso gesto agradecimiento. Los elfos le habían salvado la vida a él y a los niños no en una sino en dos ocasiones, eso debía ser recompensado, alabado y venerado incluso por un truhan hijo de Ranald.-No tengo palabras para agradeceros lo que habéis hecho por nosotros. No solo reconstruiremos uno de los pueblos cercanos, sino que por cada vida salvada y cada enemigo abatido plantaremos una semilla en vuestro honor. Junto a vuestro bosque si nos los permitís para honrar vuestra compasión para con nosotros. Ya lo habéis escuchado niños, será un trabajo duro, pero se os ha dado una oportunidad, habéis vuelto a vivir. Agradecedle al capitán su misericordia y marchémonos de aquí para contar la historia del pueblo que nos salvó la vida.-el orgullo de Kruger valía bien, no tuvo miramiento algo en arrodillarse ante sus salvadores. Les hubiera dado cuanto tenía por poco que fuera, aunque ahora mismo no tenía nada, sin embargo desde aquel día no solo su fe en Ranald guiaría sus pasos: Debería compartir su corazón para con la deuda que tenía con el pueblo élfico de Laurelon.

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12/06/2021, 19:40
Valentina D’Hondt

Por segunda y puede que ultima vez, los elfos nos habían salvado de los hombres vestías, así que habíamos tenido suerte de sobrevivir, tenía que hacer una buena ofrenda a Sigmar en el primer templo que encontrase, me acerco a Francisus, "Creo que les debo una oferta a Sigmar, me gustaría acompañaros, en estos caminos lo mejor es tener compañía y mas, pues me gustaría hacer una ofrenda cuando sea posible a Sigmar por la suerte que hemos tenido"

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16/06/2021, 20:54
Hans Schreiber

Las palabras de Kruger conmovieron los corazones de los elfos y cuando parecía que estaba todo perdido volvieron a salvarles la vida.

Sinceramente Hans no esperaba que aquello fuera a ocurrir, sin duda alguna era un milagro, un completo y único milagro. El salteador de caminos se prometió que si llegaban a lugar seguro dejaría el pillaje e intentaría volver a su antiguo oficio de herrero.

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26/06/2021, 09:52
DIRECTOR

Sangre y nieve. Esa era la única manera de describir el entorno que os rodeaba. El frío de repente caló en vuestros cuerpos y atenazaba vuestras manos. El vaho que desprendíais a cada exhalación se tornaba en un recuerdo repentino y momentáneo del lugar y la época en la que estabais.

Todo había terminado, para bien. Aunque algunos no fueron capaces de contarlo. Los elfos no dijeron nada. Tan solo volvieron a los bosques fusionándose con los árboles y las hojas, pero su presencia podíais sentirla como si estuvieran a vuestro lado, vigilándoos. Vísteis lo que podían hacer y para lo que estaban dispuestos a luchar.

Subisteis a los más pequeños en la mula y comenzasteis de nuevo el camino hacia tierras mejores. El sendero era traicionero y cubierto de nieve os perdisteis varias veces durante el camino. Una semana de penurias después otro grupo de refugiados de la ciudad de Dietershafen se unió a vosotros. Las tropas de Nordland habían respondido a la masacre de Hargendorf. Dietershafen era ahora el cuartel general de las tropas. Pronto esas colinas serían testigos de multitud de batallas y antes de que eso pasara, la gente había decidido huir de la ciudad, la mayoría.

Más guerras, más conflictos. Solo interesaba sobrevivir.

Varias semanas después de vuestra marcha de Hargendorf, cuando salisteis del bosque que rodeaba las colinas, os topasteis con un río y al otro lado la ciudad de Stavern. El puente de madera era una cálida bienvenida que os acercaba a las comodidades de la civilización. El olor del humo que salía de las chimeneas surcando los tejados mientras calentaba la casa y la comida era un canto celestial de sirena que os animaba a entrar a la ciudad. Bollos, pan recién horneado y carne asada. Solo de pensarlo el alma se os llenaba de felicidad.

Al otro lado del puente había movimiento de tropas, soldados que marchaban hacia la guerra con sus armaduras pulcras y uniformes a juego. Detrás de ellos, hombres con armas y armaduras variopintas, mercenarios, que dejarían su pellejo por una paga marchaban alegres, cautos, peligrosos. 

Habíais llegado a Stavern. Habíais sobrevivido a una masacre y conocido el lado más humano y más cruel de los llamados elfos. Delante de vosotros la miseria y la humanidad se fundían sin saber muy bien que esperar del hombre. Vuestro destino estaba solo en vuestras manos.

 

                                                                                     FIN

 

Notas de juego

Si alguien quiere agregar algo puede hacerlo. La partida la cerraré dentro de dos días. 

Gracias a todos por vuestra participación y espero volver a veros. Un saludo.

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26/06/2021, 23:19
Franciscus Volger

Seguía sin creerse que había llegado con vida hasta allí. Sigmar le quería vivo. Sin duda todavía tenía algunas cosas que hacer por él en el Viejo Mundo. Cierto era que no le hablaba con palabras, pero si le transmitía un mensaje. Un mensaje de lucha, dolor y sacrificio. Algo que estaba dispuesto a ofrecer a cambio del perdón de sus pecados.

Fuera como fuera, habían logrado su objetivo, que no era otro que llegar hasta un lugar civilizado donde poner a salvo a los refugiados de Hargendorf y en especial a los niños de Kruger. Habían tenido suerte, pero le habían puesto coraje y por una vez éste había sido recompensado.

Franciscus se acercó a Kruger.

Me apetece una sopa de ajo. - Le dijo muy serio. - Creo que deberías invitarme. - Le miró fijamente. Casi desafiante. Entonces sonrió. - Si quieres, claro... - Y soltó, quizás por primera vez desde que conociera a ese joven ladronzuelo, una sonora carcajada.