Partida Rol por web

Cuando el viejo Cenizo se sentó en la mesa, arrimó la silla hacia la mesa donde varios mercaderes charlaban. Con su habitual desparpajo interrumpió con varios comentarios a lo que los comerciantes tan solo miraron al viejo, de arriba a abajo, ignorándolo educadamente.

No os pasó desapercibido sin embargo, que dos de los tres comerciantes miraron hacia la mesa comunal, donde varios hombres armados respondieron dejando de comer y permaneciendo atentos. 

Era difícil saber la procedencia de cada escudo, blasón y divisas sin ser un experto en heráldica. Los condados no cambiaban de nombre desde la era de Sigmar gracias a los dioses, pero los hombres, castillos y órdenes de caballería se alzaban y caían como árboles ante los fuegos de la guerra.

Sin embargo, en cuanto Cenizo metió baza con los mercaderes y se hizo un silencio tranquilo, pudiste distinguir un trozo de conversación de los caballeros. En nada se parecía al Reikspiel ni algo que se le acercase o hubieras oído durante tu período soldadesco en Nordland, aunque si que te sonaba de algo... y ese algo era de las tabernas del puerto, donde barcos de la lejana pero a la vez vecina Bretonia hablaban ese idioma florido y pastoso con el que tantas mujeres caían rendidas.

Sin embargo no sabríais decir a qué orden de caballería pertenecían o incluso condado, sin llegar a identificar la copa de su blasón.

-Ah, si. Ya me acuerdo.- Dijo por fin al darse la vuelta y dejar la jarra sobre la bandeja, al lado del trozo de costillar. -Fue hace tres o cuatro estaciones, si no recuerdo mal. Estaban aquí mismo, sentados en la mesa comunal mientras pasaban el tiempo entre cosechas.- Grüger alzó la bandeja dirigiéndose hacia la mesa de los mercaderes, donde la dejó y haciendo uso de su corpulento cuerpo, pasó entre ellos y Cenizo obligando al viejo a arrimarse a la mesa donde se había sentado. -Estaban pensando que la hija de Borför podía ser una buena pastelera si se la diera al kislevita para que la enseñara, a lo que ambos estaban de acuerdo. Sin embargo el único pastel que se comió Borför fue el embarazo de su hija, la cual estaba ya comprometida con el hijo de Hans Luver, que como bien sabes tiene sus tierras al lado de las de Borför. Desde entonces no se han vuelto a hablar, e incluso han tenido que separarlos para no llegar a las manos.-

El viejo chinchorrero mostró su mejor sonrisa intentando compartir una conversación de su oficio con entendidos. No mediaron palabra y en su lugar miraron a la mesa comunal, como diciéndole que ese era su lugar. Bastardos. Ellos se lo perdían, un gran experto en la materia no perdería tiempo compartiendo su sabiduría con niñatos. Cenizo escondió de nuevo sus cuatro dientes y con ayuda del trasero corpulento de Grüger regresó a la cómoda mesa en este lado del establecimiento.

La versión apasionada del granjero tomaba sentido gracias al testimonio del tabernero. Ya no se trataba de una acusación a secas, sino que había un gran motivo detrás.

—¡Menudo ladrón! Ahora lo entiendo todo, yo estaría igual si mis bisnietas engendraran bastardos —miró de reojo a los comerciantes, si se daban por aludidos—. No solo le basta con el robo, también quiere matar al padre... —tosió un poco sin llegar a terminar la frase—. Un despropósito. Si es así, el señorito Luver puede ser víctima de otro ataque.

Cenizo lo estaba dando todo por la versión de Borför, de acusar al kislevita Gustav como autor de las bromas, si bien podría haber otras opciones que no estaba tomando en cuenta con la información que tenían en la mesa.

Se dio la vuelta viendo el entorno de la taberna, buscaba hombres pequeños o de la altura de un niño. El otro Hans debería estar por aquí como gustan hacer todos los de su especie.

El relato del tabernero me hace pensar un momento, a pesar del hambre que domina mis sentidos en este instante. Lo que dice el hombre se condice con lo que Borför nos contó pero, al igual que al oír al granjero, pobre motivo me parece que tiene el kislevita para asesinarlo. Al contrario, considerando que fue el tal Gustav quien cometió el terrible agravio, por lo que sería mucho más lógico que Borför atentase en contra del pastelero.

"No, acá falta un actor en el asunto."

No así el tal Hans Luver, cuyo hijo estaba prometido a la hija de Borför. ¿Será él o su hijo directamente quienes sintieron el asunto como una ofensa? ¿Podría ser alguno de ellos el famoso Bromista?

"No lo sé. Parece que ninguna de estas pistas lleva a algo relevante."

Pienso en qué es lo que sé de ese granjero mientras intento no babear por el olor y la visión de la carne asada. Pienso en qué otra pregunta podría hacerle para intentar aclarar alguna línea de investigación.

Siguiendo la comida con la vista por el hambre que tenía, pregunté distraidamente al tabernero.

¿Has visto últimamente a un mediano que responde al nombre de Hans Gaubbert?

No habíamos sacado casi nada en claro y no tenía pinta de que fuéramos a conseguir información clara sobre el tema. Cada vez parecía que estábamos más lejos de solucionar aquello. Quizás la única posibilidad que nos quedaba era que el Bromista volviera a actuar y así poder tener un rastro fresco que seguir.

Me molestaba no poder dar solución a aquello porque ya se sabe, si no lo solucionas no cobras.

Parece que habrá que volver a salir y visitar a ese tal Luver. Pero antes llenemos el estómago. Así pensaremos mejor.

Grüger parecía mas que dispuesto a salir de su rutina de aburrimiento charlando con vosotros, ya que los demás o estaban comiendo o no le hacían caso. En cuanto Ándor dijo el nombre del halfling acaparó toda la atención del posadero.

-¿Hans Gaubbert?. Pues claro que le he visto, y si no ha escapado por la ventana que da a las pocilgas, seguirá en esa pocilga que tiene de habitación acabándose el guiso que le subí antes. ¿Qué queréis de él?.- Preguntó un tanto receloso.   

   Cuando Kurt escuchó un retazo de la conversación de los dos extraños caballeros recordó dónde había oído esa lengua antes. Fue en Norden, cuando barcos mercantes provenientes de Bretonia fondearon en el puerto y vomitaron a una tripulación ansiosa de vino y mujeres. Si aquellos dos eran bretonianos, estaban muy lejos de su tierra. 

   Kurt se dispuso a comentarlo como curiosidad a sus compañeros pero lo que estaba aconteciendo en torno a la mesa era más interesante. Por un lado, al nordlandes no le pasó inadvertida las miradas torvas que unos hombres cargados de hierro y con aspecto de saber usarlo le dedicaron a Cenizo tras un gesto de los mercaderes. - Mierda, espero que el viejo recuerde lo que dijo el alcalde de no importunar a los visitantes. - Por si acaso,  estaría atento a los matones pero esperaba no acabar metido en una reyerta de taberna.
   Por otra parte, estaba lo que relataba el tabernero: un feo asunto de mozuela prometida en matrimonio pero rellena con el hijo de otro. Ahora se entendía mejor el enojo de Borför, futuro abuelo de un bastardo mestizo. Pero todo esto no implicaba que alguno de esos dos fuera el Bromista. 
   Para un exaltado Cenizo si parecía ser motivo suficiente y a voz en grito lo hizo saber; el viejo ladino también aprovechó para lanzarles una disimulada pulla a los mercaderes. - Calma, abuelo. Mejor no caldear más el ambiente y démosle a la manduca. - intentó tranquilizar a Cenizo. - La primera ronda de cerveza corre por mi cuenta. - palmeó al anciano en el hombro y esperó, otra vez, a que el orondo Grüger se dignara a servirlos.

   Kurt estuvo  a punto de saltar de la silla cuando el tabernero reveló el paradero del mediano pero logró mantener la compostura. - Como dice mi amigo, se piensa mejor con el estómago lleno. Pero la lengua se suelta mejor después de regarla. Cubrir primero esta triste mesa con una de esas bandejas de costillas y unas cuantas jarras de rubia bien fría. Después os diremos el motivo por el que buscamos a Gaubbert. - Como para querer dar más énfasis a sus palabras el estómago de Kurt decidió rugir con fuerza una vez más.

La respuesta de Grüger hace que mis ojos se abran como platos de la sorpresa. Miro a mis compañeros y luego a preguntarle al tabernero:

 - "¿Así que está aquí? Pensábamos que había vuelto a su pueblo hace días."

"Desde el día de las trampas, que probablemente él mismo puso."

Pero veo el recelo en la cara del hombre, lo que me extraña pero a la vez me pone alerta acerca de las intenciones del tabernero. No fue poco lo que mencionaron de un posible cómplice del mediano.

 - "Solo quería hacerle unas preguntas. Borför dice que quiere poner una denuncia ante el alcalde contra Hans Luver y algunas personas vieron al mediano el día que mataron a la vaca así que quería preguntarle si vio al kislevita por ahí, como para usarlo de testigo."

Mi mentira es una táctica para liberarlo de tensión pero a la vez, hacerle saber que hay testigos del mediano en la escena del crimen, por lo que espero ver su reacción y que esta me diga algo útil.

 - "¿Por qué lo preguntas? ¿Te dijo algo?"

Miro atentamente las reacciones del tabernero pues tampoco me pasa inadvertido que el curtidor también mencionó esta taberna como un punto importante en su historia y algo aquí no debe ser lo que parece.

El viejo no recordaba las órdenes de no importunar a los mercaderes, si toda la vida tuvo que colarse entre las rendijas del bazar para sobrevivir. Indagar y recoger pistas de los mejores valores estaba dentro de su modus operandi. Intentó ser amistoso, pero falló. Las pústulas linguales de aquellos hombres y los guardias de la ciudad eran más grandes que las de Cenizo. Esta ciudad tenía los ingredientes de grandeza y en la otra mesa estaban sus vividores. Estaban resguardados por los hombres del fondo que sin duda se acercarían a pegar a un pobre anciano a cambio de unas monedas. Decidió olvidarse de ellos y centrarse en la investigación que le toca.

—Sí, sí, una rubia me vendría muy bien en este momento, jijiji —añadió a la propuesta de Kurt—. ¡Tabernero! Una rubia para cada uno, jijiji.

La cerveza estaba tan rica como en sus años mozos. Luego, siguiendo con la mentirijilla de Gustav, observó las reacciones de Grüger, quien parecía muy al tanto de los actos vandálicos del mediano.

A pesar de lo que pudiera parecer, al tabernero no se le movió ni un pelo de sus pobladas patillas cuando Gustav indagó en saber cuál era su interés por saber acerca del mediano. Por lo que su intención no era otra que la mas pura de las curiosidades, cualidad harto importante para cualquier regente de taberna que se preciara.

Tampoco pudisteis distinguir falsedad en sus palabras, aunque también era conocido el talento natural de esa profesión para contar todo tipo de bulos que atrajeran mas clientela.

-No sabía que habían visto a Hans merodeando cerca de la granja de Borför cuando acaeció el incidente...- el tabernero lo dijo con aire ausente, como intentando encajar alguna pieza dentro de su cerebro.

-Sin duda andaría en busca de algún negocio mas lucrativo que la caza, ya que por mucha ballesta que tengas, no hay nada como un buen arco para cazar. Tú lo sabes bien, Gustav.-El tabernero se marchó a llenar unas jarras dejándoos con la palabra en la boca y el gaznate seco. Sin duda conocía su oficio y sabía mantener a la clientela a la espectativa y con sed.

Cuando volvió lo hizo con una bandeja, cuatro espumosas jarras de barro de medio litro a rebosar y cuatro escudillas de madera, que mantenian algún pequeño trozo de carne pegado y seco, seguramente de un comensal anterior.

-Yo siempre lo he dicho, un mediano no puede ser cazador. Panadero si, mesonero, agricultor, jardinero de un duque o incluso juglar, pero los medianos no valen para la guerra. Salvo tal vez esa compañía entera formada de haflings que pasaron hace unas semanas hacia el este... pero iban como refuerzo con una tropa de caballería y dos de lanceros, asi que...

Mientras Grüger continuaba divagando y comentando acerca de la guerra en la que el nuevo emperador Karl Franz se había metido, y nada menos que en Kislev, marchó a por una bandeja de barro donde su oronda señora le había preparado un trozo del costillar que habiais pedido.

Las palabras y expresiones del tabernero me hacen pensar que no sabe nada sospechoso del mediano pero el hecho de que estuviese aquí y no se haya ido desde el asunto de la vaca ya es algo relevante. Las huellas que vi no me engañan y sé que algo tuvo que ver, solo que no puedo saber con exactitud qué.

Miro al resto de mis compañeros y les hablo:

 - "Supongo que podemos pasar a interrogarle, pero no sé si tenemos todavía lo necesario como para hacer una acusación."

Desconozco si entre los miembros del grupo hay alguien con suficiente ojo para las mentiras como para saber si algo de lo que dice fuese falso. Si ninguno tiene esa clase de instintos, difícilmente podremos hacer confesar a un mentiroso. Sobre todo uno que sabe que le ejecutarán si confiesa.

El bueno de Grüger no parecía ser un mentiroso y a Cenizo no le daba mala espina, de esas que dan la gente de los bajos criminales con la que muchas veces tuvo que relacionarse. Se le veía un hombre de bien, dedicado a su labor como tabernero y con el deseo de no inmiscuirse en los problemas que se escuchaban en su recinto.

El señor decía que solo una tropa de medianos tendría la suficiente carga para traer guerra al pueblo; sin embargo, cuando intentaron encontrar pistas sobre el camino, les costó encontrar unas huellas. Si hubiesen sido una manada de ellos, las habría a millares. Quien dejó las huellas actuó en solitario, pero aun no sabían si fue el de aquél Hans y si él estaría relacionado con el bromista que buscaban.

Cuando la señora trajo sus carnes, baboseó encantado por lo que veía y relamió sus labios secos de no haber bebido en dos minutos.

—Sí —afirmó a lo que se decía con sus manos ocupadas con el asado—, puede que ese half... como se llame, mediano. Puede que haya visto algo, deberíamos preguntar.

Cenizo se mantuvo ocupado masticando los pequeños trozos que sus pocas muelas dejaban trocear. Tardaría un poco más hasta haber acabado con su buen plato. No dejaría ni una sola gota de salsa.

La comida caía perfectamente en mi estómago vacío mientras meditaba sobre las palabras del tabernero. No parecía que mintiera así que no presté más atención de la necesaria. De todas formas, el mediano continuaba siendo un eslabón en aquella cadena que había que comprobar. Parecía que estaba presente en todas las conversaciones desde que empezamos con la investigacion.

Sí. El mediano parece ser un elemento importante aunque no sepamos aun de qué manera. Deberíamos ir a verlo en cuanto podamos.