Partida Rol por web

Atreo elevó una oración a la diosa ancestral Hecate, patrona de los partos y las encrucijadas, para que ella le diese su guiá, pero no hubo respuesta inmediata, tal como Atreo esperaba. El joven miceno no entendía si había hecho algo mal o si acaso la diosa le había abandonado, aunque probablemente no era así pues la habilidad de embrujar a otros para dormir aun permanecía en él.

Ante la nula respuesta, se puso en pie para continuar con su actual meta, escapar. Y fue solo entonces cuando elevó al segundo piso las armas, que esta vez si escuchó a la diosa, brevemente y sin que esta se presenciase ante él. Pero de cualquier modo era ella, no queda más que acatar y continuar.

– Has hecho bien mi siervo – le dijo la diosa con su ya conocida voz, – has cumplido la primera tarea, pronto conocerás la segunda. Pongo ante ti ahora una encrucijada, “puedes deshacerte del martillo y así salvar tu vida, o puedes conservarlo y así salvar otra vida” – y no hubo más, la diosa no habría de darle más palabras, de momento, estaba solo.

Con Atreo por delante, el grupo de Héroes se preparó para salir. De momento había cogido solo sus cosas, prácticamente armadura y armas, probablemente nada más necesitaban. El grupo había descendido ya en su mayoría al patio interior a la espera de que Atreo les diese la indicación para avanzar. Arriba solo restaba Lykaios, que no era un guerrero consumado y por tanto, le costaba colocarse su armadura. Así mismo aun no lograba despertar del todo a Dareios, quien seguramente seria una carga durante el camino debido al estado en el que se encontraba.

Afuera se escuchaba un gran revuelo, había mucho movimiento en la acrópolis, y más de uno temía que la ciudad se les fuese a echar encima en cualquier momento, empezando por el puñado de guardias que les cuidaban en sus aposentos, de los cuales los que vigilaban a aquellas horas ya les miraban con cierta curiosidad, pues obviamente no se estaban comportando con naturalidad.

Al descender al patio interior y salir por la entrada principal del edificio que les albergaba, Atreo se dio cuenta de que los guardias que protegían la entrada a aquel edificio estaba fijamente mirando a un contingente de tropas que se acercaban a ellos, y al igual que los guardias, Atreo también monstruo una cara de duda, sumada por su parte a una cierta consternación. No sabía el porque, pero sospechaba que podrían estar buscando.

A la cabeza estaba la princesa Asine, seguida de diez guardias de la ciudad bien armados y marchando a un paso firme, deberían caer sobre de ellos e no más de un minuto.

- Marchaos -, ordenó la princesa al aproximarse. - Mis hombres han de relevaros por el resto de la noche, ordenes del rey - exclamó.

Al estar a ya muy pocos metros del edificio donde sus compañeros micenos habrían de encontrarse, la princesa Melani levantó el brazo en señal de saludo, pero sin dejar de avanzar. - Marchaos -, ordenó la princesa al aproximarse a los dos guardias que protegían la entrada frontal del edificio. - Mis hombres han de relevaros por el resto de la noche, ordenes del rey – exclamó. A lo cual, aquellos dos hombres parecieron asentir relajándose.

Ifianasa junto a los hermanos que le escoltaban, dieron la vuelta a una casa pasando muy cerca de los acantilados, todo con el fin de alejarse de la vista de las tropas que se iban arremolinando en torno al palacio del rey, los cuales ya eran unos trescientos al menos.

Al pasar, pudieron también darse cuenta que, aquellos diez guardias de la acrópolis que avanzaban escoltando a la princesa Melani de Asine iban directamente al edificio donde el resto de los héroes micenos habrían de estarlos esperando, y llegarían allí en no más de un minuto.

Ellos por su parte, apuraron el paso para llegar entonces por detrás del edificio y no tardaron mucho en ver la silueta de Lykaios el cual aparentemente los había divisado también.

Justo al aproximarte al edificio donde deberían estar el resto de tus compañeros, Mentor te habla de nuevo por medio de cantos y te pregunta si has puesto atención a los guardias de la princesa Melani. Y al responder tú que realmente no lo has hecho, y el búho te hace un comentario que no entiendes del todo, te dice que “uno de ellos no parecer ser quien es”.

Desde la planta superior se escuchó entonces el aviso repentino de Lykaios quien les alertaba. – Alguien se aproxima por atrás del edificio – gritó desde arriba, - están armados y los guardias les han dejado pasar, no les distingo a la distancia – .

Nos movemos con disciplina de combate debido a la urgencia del momento y me doy cuenta de que Ifianasa se adapta bien a nuestro movimiento y no se queda atrás. Atravesamos callejones y alcanzamos la zona cerca de los acantilados, esquivando la mayoría de las tropas de Asine.

Llegamos al edificio donde estamos instalados y al parecer están llegando los mismos guardias que escoltaban a la Princesa Melani. Mientras observamos su actitud aparece Mentor que nos seguía des de las alturas y me cuenta algo que me deja muy intrigado: uno de los guardias de Melani no aparenta ser el que es. Eso dispara todas mis alarmas por lo que hablo con mi hermano, mientras observo la casa:-Talios, es posible que haya un impostor entre la escolta de Melani. Habrá que observarlos bien y el que actúe de forma extraña sabremos que es él.-acto seguido veo que la situación se tranquiliza des de la esquina que estábamos y les indico de avanzar por la parte de detrás, por los baños. 

Veo que Lykaios me ha visto y le hago una señal para decirle que entraremos por la parte de detrás y que tenga cuidado con los guardias. Les hago una señal a Talios e Ifianasa y nos movemos con velocidad hasta la parte trasera del edificio. 

La situación es bastante precaria, a su parecer. No tararán mucho en tener a los guardias encima porque no es que no actúen de forma normal. Lleva enfundada su ropa de abrigo y sus demás pertenencias y armas. Ha cogido también las de Ifianasa ya que no parece estar ahí. ¿Dónde estará? Ni siquiera sabe si van a ser capaces de reunirse con los demás.

Se mantiene atenta tras las palabras de Lykaios. Si les atacan ahí, pueden estar perdidos. Y más si les descubren con las armas del Rey. Esos será su perdición.

Spryridon hizo una seña para que bajaran y estuvieran todos juntos.

Desde lo alto Lykaios les dirigió la palabra levantando la voz, pero dando solo la información necesaria. – Veo desde mi ventana a Talios y su hermano, creo que Ifianasa viene con ellos – exclamó al tiempo que terminaba de calzarse la armadura e iba metiéndole prisa a su hermano que ya estaba casi listo, pero no articulaba bien sus movimientos.

La noche pasaba, y la tensión empezaba ha hacer mella en nosotros. El aviso de Lykaios era una buena noticia, pero en un principio, había parecido un grave problema ... debíamos irnos lo antes posible .... - Si es cierto eso, parece que en poco tiempo, estaremos todos reunidos, a falta de Ebalo claro está. Señalo a Akintos. - Akintos muchacho, recoge el dinero que tengamos, como bien ha dicho el general Spyridon, es probable que lo necesitemos en el futuro ... ya de perdido todo lo demás. 

Fue providencial que Lykaios se retrasara un poco para ayudar a Dareios. El muchacho sería un problema si no espabilaba pronto, pero desde luego no iban a dejarlo atrás. Spyridon quería salir cuanto antes de allí pero la fortuna había permitido que se retrasaran un poco.

- Sí, por suerte estamos ya casi todos juntos. - La idea de dejar atrás a Ebalo se le pasó por un instante por la mente de Spyridon. Era hombre de recursos y buena labia... podría sobrevivir, de todas formas aún tendría su tiempo ya que primero de todo había que rescatar a Ischyros. - Aún así deberíamos darnos prisa antes de que la alarma se intensifique.

Atreo se sorprendió de recibir la respuesta de la Diosa un rato después de haberle rezado e interpelado, pero escuchó atento sus palabras. Torció el morro al escuchar la palabra "siervo", pero decidió obviarlo porque igual para la Diosa no tenía el mismo significado que para él. 

Un escalofrío le recorrió la espalda al captar el, al parecer, significado de las palabras. - No...no puedo dejar que otro pague por mi culpa. Si alguien ha de pagar por el robo, por muy audaz que haya sido, soy yo. - pensó. 

Sin embargo, al subir arriba y entregarle el saco a su familiar, no le quedó más remedio que confiar en que, de momento, éstas palabras no tendrían efecto. No podía ir invisible y a la vez portar el saco. Su poder y única ventaja se iría al traste. Así que confió en que su hermano fuera prudente y lo mantuviera fuera de la vista. 

Usando su poder, se movió hacia donde creía que estaba su hermano. 

Tras entregar la bolsa con las armas del Rey, comenzó a moverse hacia donde él suponía que estaba Ischyros. Descendió al patio interior y desde allí se acercó a la salida, pero un grupo de hombres armados se acercaban comandados por una de las princesas, Atreo creía que era la hermana más seria, pero pudo escuchar las palabras de ella al resto de soldados. 

Tenía un presentimiento. Era mejor que salieran de allí cuanto antes y así se lo dijo al resto. Acercándose a ellos, les dijo - Hay que salir de aquí ya...venir por aquí, seguidme por éste lado. * - 

Con destreza, comenzó a moverse por el lado con más sombras y se dirigió hacia la parte de la pequeña muralla más cercana que podían saltar antes de que los soldados armados se les echaran encima. - Por aquí....venid.. - 

Ante el aviso de Anatolius, Lykaios se apresuró a avisar a los demás, sus palabras fueron cortas pero pudieron ser bien escuchadas por Anatolius, quien tenía el mejor oído. El hijo mayor de Ptolomeo había anunciado a los demás que Talios y su hermano se aproximaban desde la retaguardia; y enseguida les invitó mediante un gesto con la mano a que se apresuraran a entrar al edificio, probablemente la urgencia había aumentado aún más de lo esperado.

Conforme las fuerzas de la princesa Melani se acercaban al edificio donde los compañeros de Ischyros deberían encontrarse, los dos guardias que protegían la entrada se hicieron a un lado permitiendoles avanzar y reflejando su completa subordinación. Fue en ese momento cuando la princesa inicio su estratagema para sacarles de allí.

– Vayan y reúnan a todos sus hombres – ordenó la princesa a los dos guardias que acababan de darles paso. – Mis hombres habrán de tomar el control de este edificio, quedan relevados. Dense prisa y repórtense al cuartel. Ya han escuchado los cuernos, el rey les necesita – curiosamente todo ello era cierto, aunque de forma convenientemente tergiversada.

Ischyros, que marchaba al centro de la comitiva de la princesa, pudo observar hacia el interior las formas de Spyridon y Theron, claramente armados y listos para la batalla, quizá como resultado del sonar de los cuernos de guerra de Asine. Pero lo curioso es que parecían ponerle atención a la nada, mirando a algo que no lograban ver, y de allí reaccionaron adentrándose más en la edificación, como si hubiesen sido alertados de algo que se aproximaba.