Partida Rol por web

La noche llega a su fin. Y con ella la espera de la respuesta del Bosque a su petición de entrada. Y parece que accede a dejarla entrar pues en la linde del Bosque hay una pequeña abertura que indica un camino. O quizá ya estaba ahí, pero en la oscuridad de la noche no llegó a verla.

Pero lo único que importa es que Ella sabe como entrar en el bosque y no parece haber ningún impedimento para conseguirlo. Ninguno de momento. Los peligros que puede llegar a encontrar en el interior son aun desconocidos. Al igual que las pruebas a las que puede que se tenga que enfrentar.

Le dedico una mirada a Gemnir

— Esto... menos mal que no llevas un hacha — me fijo.
Sep, venir con una habría sido como aquella bruja que llamó a su gato "Salem" por la famosa aldea de cazadores de brujas.

— Lakara, ya nos han dicho que el bosque en sí es como si estuviese vivo. Y que alguien lo vigila. Ahora bien ¿Cómo crees que tendrás una respuesta más hostil en una casa? ¿Entrando en silencio y a hurtadillas, o llamando a la puerta y anunciándote?
>> Porque te digo, si alguien entrase en mi casa a hurtadillas, puedes estar segura de que mi madre lo convertiría en puré con su rodillo en cuanto lo descubra.  Pero si llaman a la puerta, le regalaría pastelitos.

Gemnir emite un gruñido gutural al escuchar el comentario de Jaskier. No le falta razón al bardo, y aunque no se alegra de que Ella haya decidido marcharse, la verdad es que entrar en el Bosque en compañía de alguien que porta un hacha más alta que él mismo, podría haber sido realmente problemático.

—La verdad es que ahora mismo, yo también me alegro de preferir los martillos —dice—. Espero no tener que utilizarlo pronto...

Contiene la respiración esperando una respuesta que nunca recibe. Abre los ojos y mira al árbol, sin entender qué pasa. Luego gira la cabeza para mirar a sus compañeros, aún con los ojos húmedos pero con gesto de vergüenza.

- No dicen nada. -Confiesa, sintiéndose algo tonta-. Pero se lo que sentí. Los crujidos de sus ramas son como lamentos.

Al ver que Gemnir decidía adentrarse ya en el bosque, ella le siguió con paso firme aunque corazón agitado.

La muchacha miró al bosque con sus grandes ojos castaños y el bosque la miraba con sus ojos apretados y verdes, pantanosos y verdes. O eso creía Ella.

Por alguna razón, recordó a los hijos del Clan del Jaguar, recordó el relato de su padre sobre la "Gran sombra orca" (como habían dado en llamar a aquella guerra) y como aquel clan se había separado en muchas pequeñas aldeas; casi todas ocultas en las alturas impenetrables que se alzaban en la zona central de la selva que habitaban. Dientes de Jaguar se llamaban los montes donde ellos aprendieron a vivir con los ojos entrecerrados. Hablando apenas, suspirando cuando soplaba el viento, llorando cuando llovía, pariendo las mujeres cuando parían las hembras de los jaguares, cazando cuando las manadas de cerdos salvajes hacían retumbar el mundo, muriendo por la noche. Y combatiendo, siempre combatiendo. Las inclemencias de aquella selva eran innumerables, pero la misma selva fue refugio y alimento mientras aquel pequeño clan de bravíos guerreros combatían una gigantesca horda que los superaba por mucho. 

Ella se inclinó ante el bosque y le presentó su respeto. 

—Gracias —susurró. 

Y sin más se internó en aquella espesura, atenta a las señales que el bosque le concediera.

-Concuerda con lo que sabemos ¿no? -le dijo a Morwen, acercándose a ella de una carrerilla y entrando junto a ella en el bosque.-Que el bosque esté muriendo. Estoy seguro de que tienes razón en lo que sentiste. Janira también dijo que el bosque se estaba marchitando. Y si el Bosque es lo que contiene el poder de Calandras, imagino que cuanto más debil esté el Bosque...-Se interrumpió no sabiendo cómo seguir. ¿Se liberarían sus ejércitos?¿Podría Calandras usar su magia oscura? No estaba seguro de exactamente cuales eran los poderes del tal Calandras y lo que podía hacer, pero por lo que habían dicho, era suficiento para conquistar todo el reino. Varios reinos.

-No tengo mucha experiencia en jardinería, así que espero que no haya que dedicarse a plantar e injertar para salvar el bosque. Aunque supongo que sería más fácil que tener que repeler una horda de orcos, cuando lo más amenazante que tengo es un palo afilado-Dijo en broma, intentando subir un poco el ánimo.

El camino que sigue Ella es claro y no hay nada que se interponga en su camino. No hay nada a un lado ni a otro, simplemente árboles. Pero Ella siente que algo no va bien en ese Bosque. No se escuchan los sonidos habituales de vida que un bosque debería tener. El Bosque está intranquilo.

A medida que se va adentrando en él, esa inquietud también se apodera de Ella. Una sombra de extiende por ese lugar. Al final, el camino se amplía y Ella llega a un claro. Y lo que se puede ver en él no es nada alentador. Un enorme lobo está en el centro del claro, bastante defensivo, pero eso no es lo que más podría llamar la atención. Aquí y allá, hay figuras femeninas, como talladas en madera.

El camino se introduce en el bosque flanqueado por árboles muy cercanos entre sí. No dejan casi espacio para que pase nadie. Una inquietud se va instaurando en el corazón de los cinco aventureros que se han atrevido a entrar en ese lugar. Los sonidos normales en cualquier bosque no parecen existir en el Bosque de las Almas y solo se puede escuchar el crujir de las ramas.

Además, el Bosque parece estar cerrándose tras ellos y si miran a sus espaldas ya no hay signos del camino que han cogido. Parecen estar atrapados en ese lugar y no hay una salida evidente. Solo queda avanzar por el camino que les marca el Bosque.

— Bueno, pues es oficial... El bosque nos ha atrapado

Intento parecer sereno, tratando de levantar el ánimo. Si es preciso hare de "payaso tonto" a las pullas de Lakara, porque ahora mismo la moral del equipo es vital. Si he de dejar que me tire pullas para que no decaiga, pues esa es mi tarea

   
— Supongo que lo mejor que podemos hacer es seguir caminando en dirección al sol, para intentar no perdernos del todo— digo sabiendo que nuestra suerte está echada

-Míralo por el lado bueno, Maese Jaskier-Contestó Erik, en voz baja, con una débil sonrisa, caminando al final de la fila-, salir es un problema para después. Ahora lo que nos preocupa es encontrar a la Pastora y la Reina de las Hadas. Y dependiendo de cómo salga todo, es posible que nunca tengamos que preocuparnos de averiguar cómo salir.-Ciertamente eso podía interpretarse de más de una forma, y ahora mismo Erik sentía que la forma más pesimista tenía bastantes probabilidades de acabar siendo la correcta.

-Será mejor que caminemos cerca los unos de los otros. Si nos distanciamos, es posible que el Bosque nos acabe separando.-Siguió, aún en voz baja.

Nunca le gustaba mucho hacer ruído cuando estaba en los bosques. Prefería perturbarlo lo menos posible. No había razón para asustar a una pobre ardillas buscando su cena, o a un pájaro que estaba tan tranquilo reparando su nido sin molestar a nadie. Pero en este caso, la razón era que no se sentía demasiado inclinado a llamar más atención de la necesaria sobre sí mismo y los demás. Se preguntó si los conejos se sentían así viviendo rodeado de depredadores, siempre pendientes de que la muerte fuera a llegar en el siguiente momento en forma de unas garras aladas, o los colmillos de una criatura varias veces su tamaño. Normalmente, en los bosques, eran los animales los asustados y los que intentaban mantenerse apartados de él si lo descubrían. No había muchas cosas de las que un humano tuviera realmente que preocuparse. Pero allí, en aquel antinatural silencio entre los árboles, tenía la impresión de que en cualquier momento iba a ser el Bosque mismo el que los devoraría en cuanto diesen un paso incorrecto.

-Morwen, ¿has sentido algo más de los árboles?¿Sobre lo que piensan de que estemos aquí?

Era la primera vez que tenía que considerar los sentimientos de los árboles. Pero en estas circunstancias, no parecía estar de más consultar a la única intérprete que parecían tener.

Gemnir se concentra en avanzar, atento a cualquier señal de peligro. Sin embargo, no hay nada que llame su atención, ni siquiera los ruidos típicos de un bosque y sus habitantes. Eso es extrañamente perturbador y alarmante. Cuando empieza a preguntarse si sólo le parece a él que los árboles se van espesando y cerrándoles la salida, Jaskier habla para confirmarlo. No es algo precisamente tranquilizador, pero Erik tiene razón... no les queda más remedio que avanzar y hacerlo bien juntos.

—No me perdáis de vista —dice—. Yo tengo que ir mirando al frente y no puedo veros. Erik tiene razón, si alguno nos extraviamos... algo me dice que no volverá a ver al resto.

Ella observó aquellas figuras con atención. ¿Eran espíritus del bosque? ¿Acaso guardianas? Luego volcó su mirada sobre el lobo. Observó sus enormes patas, sus fauces abiertas dejando entrever aquella hilera de dientes como dagas, su lomo arqueado y los pelos erizados de su nuca. Aquella actitud defensiva era una advertencia, un aviso. Una tregua, breve quizá, pero tregua al fin.

Pero no era aquel lobo una preocupación; al fin y al cabo, era una criatura viva, salvaje y cruel quizá, pero una criatura de la vida. En cambio, aquel silencio inasible que la había recibido, sí. Aquello era temible y perturbador. Un bosque era un concierto palpitante de trinos, aullidos, ululatos, chirridos, graznidos, siseos, berridos, pero aquello... Aquello no. Aquello era un silencio de muerte. 

Muy lentamente, y sin apartar la mirada del lobo, la muchacha extendió los brazos en cruz y susurró:

—Vengo en paz. Busco a la Osa. Quiero saber por qué se marchó llevándose mis sueños; y si acaso la ofendí, es mi intención hacerle justicia. —Hizo una pausa. —Vengo en paz —repitió. —Y si la Pastora desea recibirme, le estaré agradecida.

Ella era muy consciente de su pequeñez e insignificancia ante la grandeza de aquel bosque y de quienes velaban por él. Por eso aguardó la respuesta del bosque y de sus criaturas; no deseaba un enfrentamiento; tampoco deseaba pagar un tributo de sangre...

Pero no era ella quien decidía, sino el bosque. Y Ella respetaría sus reglas.

La metáfora de la casa cumplía su función al igual que la de la taberna pero, maldita sea, aquello era un puñetero bosque y en una taberna si montabas jaleo a lo sumo llegaría  Morwen y te azuzaría. Ahí no, ahí igual se les comí un bicho enorme con un estómago que tardaba diez días en digerirlos y ya verías qué risas si tenía que estar escuchando la zanfoña de Jaskier en un lugar húmedo y apestoso hasta que los jugos gástricos hicieran su trabajo. Con un poco de suerte, moriría antes por ser mediana.

- Paso, haz lo que quieras. Pero antes de morir devorada por el bicho en cuestión que decida venir a curiosear por qué su comida monta tanto jaleo, quiero que sepas que lo último que pensaré es: maldito Jaskier y su zanfoña. Y si hay una vida tras esta te buscaré y te meteré la zanfoña por tu culo traslucido de fantasma.

Ella por si acaso cogió con fuerza las riendas de Zair para evitar que se alejara pues eso de que el camino a sus espaldas hubiera desaparecido no le hacía la menor de las gracias a pesar de que Erik trataba de hablar de aquello en tono jocoso.

El lobo gruñe, protector, mientras observa a la intrusa. Es entonces cuando de detrás del enorme animal surge una voz femenina.

-Te equivocas de bosque si buscas osos.

Una mano hace a un lado al lobo que se mantiene vigilante. Tras la enorme figura hay la de una mujer. Algo en ella la hace parecer efímera y no es por la expresión de dolor que tiene en su cara.

-La Pastora está ocupada y no puede atender a asuntos mundanos en estos momentos. De todas formas, ¿no has pensado que quizá esa osa no quiere que la encuentres? Nunca encontrarás a aquellos que no quieren ser encontrados.

La mujer se intenta reincorporar, pero solo consigue sentarse.

-Deberías buscas tu propia voz y tu propio camino, humana.

Siguen caminando por el camino que indica el bosque. Unas voces que no son las suyas comienzan llegan hasta ellos. A medida que se van acercando, una de ellas les suena. Se parece a la de Ella. La otra, no la reconocen para nada. Quien vaya delante, puede ver que el camino lleva hasta un claro bastante grande.

- Gracias. -Sonrió a Erik mientras seguían caminando por el bosque, ajena a posta al hecho de que el camino por el que habían entrado había desaparecido-. Y no... no he sentido nada más. Imaginaba que estaban así por, bueno, por lo que tenemos que solucionar -de repente, le daba cosa decirlo en voz alta por si había oídos de más- pero tenía la esperanza de que pudiesen guiarnos de algún modo. -Siguió, intentando explicar el por qué de su intento de comunicación con los árboles.

Acató el consejo del muchacho y del enano y mantuvo el ritmo que llevaba el resto para evitar adelantarse. Coincidía en que no les convenía separarse.

- ¿Es...? -Dijo por lo bajo tras escuchar la voz que le resultaba tan familiar. ¿Seguiría enfadada? ¿Era ella realmente?

Al escuchar la voz, Erik no pudo evitar tensarse durante un momento. Le encantaría poder volver a hablar con la muchacha; tener la oportunidad de al menos poder explicarse con calma, y que, incluso si decidían evitarse en el futuro, que su última conversación no fuese entre gritos. Pero era un encuentro que hubiese preferido tener fuera de allí, cuando todo hubiese terminado y no hubiese tantas cosas en juego, y sin los nervios de todos a flor de piel por el miedo y la incertidumbre de lo que podía ocurrir. Pero aunque se hubiese ido dolida y enfadada, no creía que se hubiese ido como una enemiga. Puede que no fuese a ayudarlos, pero dudaba que se interpusiese en lo que tuviesen que tenían que hacer. O eso esperaba, al menos.

-Lo sabremos pronto.-le contestó a Morwen, adivinando en quién estaba pensando - Vamos, parece que el Bosque nos conduce hasta allí. Supongo que lo mejor es hacerle caso.

Gemnir no dice nada cuando aquellas voces llegan hasta sus oídos, pero por un momento está a punto de echar mano al martillo. Sin embargo, aún no se ve ningún peligro cerca.

—Hay un claro delante —informa—. Puede que estén hablando de algo allí. Quizá Ella se adelantó y hemos acabado cruzándonos. Tengamos cuidado, de todas formas... Es evidente que no estamos solos.

Y continúa avanzando atento a cualquier cosa que pueda ocurrir.

Estoy atento. Muy atento a lo que sea que pueda pasar. Siento que nuestras vidas estan en peligro como nunca antes

— Recordad... El bosque esta vivo y nos vigila — murmuro  y aunque tengo mi arma relativamente a mano, permanezco en guardia, pero sin echar mano de ella.

Finalmente trato de aguzar el oido todo lo posible. Si Ella está aquí, quiero saber que está diciendo. No tiene sentido alguno que se separase de nosotros aun cuando ibamos en la misma dirección.

Ella sonrió con cierta amargura. Sí, lo había pensado, pero aún así...

—Debo saber el porqué. No sólo se fue: se llevó mis sueños y sin ellos... No soy yo. No tengo un nombre ni un sitio entre mi gente. —Suspiró. —Es... es una parte de mi espíritu lo que se llevó. Y, sin eso, de poco me sirve tener una voz y un camino —explicó. 

Finalmente, contempló a aquella extraña criatura ¿guardiana? del bosque y su expresión sufriente.

—Sufres, ¿hay algo que pueda hacer para mitigar tu dolor? —preguntó.