Partida Rol por web

Vigilando el túnel por el que presuntamente se había escapado el goblin, Drabeorn gritó para hacerse oír por sus compañeros. - ¡Eh, estoy aquí, al otro lado de la montaña de piedras!- dijo, esperando que le oyeran.

Drabeorn murmuró una maldición. El derrumbe lo había dejado totalmente aislado, y al parecer sus compañeros ni tan siquiera podían oírle. Se asomó al túnel y volvió a maldecir. Aunque como no había otra salida, no tenía más remedio que tirar para adelante. Había salido de situaciones peores, así que no iba a dejarse amedrentar tan fácilmente. Se colgó a Ethelwyn de la espalda para que siguiera emitiendo luz, y cambió de arma por un hacha de mano mucho más manejable en aquel túnel tan estrecho. Descorchando la única poción de curación que tenía, se la bebió de un trago para recuperar algo de fuerza y sin pensarlo más, se metió en el túnel.

Avanzas agachado por el túnel, estrujándote como puedes entre las desigualdades de los muros excavados - notas la fría piedra verde arañando tus extremidades y maldices a cada coscorrón.

Apenas has recorrido unos metros, encuentras un giro aún más estrecho, y apoyas los brazos sobre la roca para ayudarte a avanzar. Es entonces cuando aparece de nuevo el goblin, que dibuja con su cuchillo una línea roja en tu antebrazo.

Druul se pregunta dónde estará el bárbaro... por el momento, aquí hay otros dos goblins, en este caso no tienen la ventaja del terreno como antes, y hay que aprovecharla. Sin margen para hablar sin delatarse, Druul se prepara para conjurar...

Dynah chasqueó la lengua. No iba a quedar más remedio que luchar.

- Maldito bicho, ¡ven aquí!- gritó el bárbaro, y aprovechando su mayor tamaño agarró al goblin entre sus brazos y empezó a estrujarlo con fuerza.

El goblin intenta cortarte cuando le agarras, pero tu presa sobre su muñeca es demasiado poderosa para la pequeña criatura, que grita a medida que lo atraes hacia ti y le rodeas la cabeza con el otro brazo.

Después de agarrar el brazo del goblin, Drabeorn soltó el hacha que llevaba en la otra mano para coger al trasgo con los dos brazos. Mientras el bichejo no dejaba de moverse, el bárbaro lo rodeó por detrás hasta cogerle la cabeza para inmovilizarlo.

Por un instante crees que la criatura se te va a escapar, pero finalmente consigues tumbarlo y sentarte sobre su espalda, dejándolo inmovilizado.

- Quédate quieto y no intentes nada, o te partiré el puto cuello como si fuera una ramita.- le susurró Drabeorn al goblin, presionándole el cuello con la rodilla.

- Ahora te haré unas preguntas, y si colaboras, podrás salir de aquí con vida. Bien, ¿preparado? Pregunta número uno. ¿A dónde lleva este túnel y cómo vuelvo a la torre con mis compañeros?

El goblin se resiste con todas sus fuerzas - resopla, patalea, intenta morderte, te escupe... pero cada vez más debilitado, acaba rindiéndose.

Entre gimoteos te response: "Hay una sala al final. Grulk nos manda hacer guardia ahi. No le digas a Grulk que te lo he dicho!" lloriquea. "Puedes llegar a la entrada si cruzas las puertas, quizá tus amigos sigan ahi... o puede que Grulk los haya echado ya a los perros..."

Como es cuestión de segundos que el goblin despierto se fije en la presencia de todo el grupo, Druul prefiere arriesgarse a conjurar y por tanto que sus palabras arcanas le delaten, a cambio de inutilizar al goblin para que sus compañeros combatientes puedan dar cuenta del monstruo.

El goblin coge una hogaza de pan mohoso y empieza a escarbar su interior con un dedo - "...daagaan an daan shaaraan...ac maagaan?"

- No se lo diré, si te sigues portando bien. Segunda pregunta, ¿hay más amiguitos tuyos en esa sala de guardia o por los alrededores? ¿Cuántos sois en total?

"Ah estúpido pataslargas! Somos montones! Más de 2 manos! Los goblins de Brezo de Sangre somos muchos y muy fuertes! Y unos pataslargas asquerosos no nos robaran el antiguo reino de Zog! Y ahora suéltame o le diré a Grulk que te mate más despacio que al resto!" se envalentona.

Drabeorn apretó la rodilla contra el cuello del goblin, provocándole un buen rato de asfixia antes de relajar la presa un poco.

- No te vengas arriba, canijo. Como vuelvas a amenazarme, no lo cuentas.- le advirtió.- No me has dicho cuántos hay en esa sala de guardia.