Partida Rol por web

Tocaron a la puerta.

- Adelante. - Dijo la jefa Thaallasvashj.

La puerta se abrió y quien entró en el despacho de nuevo, fue el propio Daeric. Tenía los ojos brillantes y el rostro enrojecido por el esfuerzo. Parecía como si hubiera estaba vomitando, aunque claro, eso no podían saberlo ninguna de las dos mujeres que se encontraban en el interior del despacho, pero si intuirlo por las palabras que había dicho Kharis antes de salir del mismo.

- ¿Se encuentra bien agente Daeric? - Le preguntó su superior. - Tenemos algo interesante sobre su investigación. - Comentó. - Sobre la tal Rachel Hemingway. Es natural de Burt. Su dirección es en la calle "Trece"" número 24, una planta baja y hay un teléfono 555-763903. - Hizo una breve pausa. - La agencia de detectives de esta gente se llama "Tras el Telón". Tiene sede en Bleach, en calle Madre Perla 143 PBJ. Y tenemos un teléfono también. El 555-465002. 

- Yo... lo siento. Creo que el desayuno me sentó mal... - ¿Qué desayuno, si no le había dado tiempo más que a vestirse tras una rápida ducha y regresar volando a Sarns para ver como mataban a su principal sospechoso en el asalto a su casa? - Y todo el estrés de la mañana me revolvió las tripas... pero ya estoy mejor. Gracias. - Dije mascando con disimulo un chicle de menta.

Entonces la superior le puso al día sobre los detalles de la tal Rachel. Quizás para ella fuesen muy interesantes pero en ese momento a mí no me decían nada, salvo que era otra más a detener. Cuatro en total y ellos eran dos y no podían levantar sospechas ni hacer nada que atrajese a Mills y al cabrón de su compañero. De hecho, debían hacerlo todo de tal manera que no se pudiesen avisar entre ellos y ponerse de acuerdo, pedir ayuda o huir.

Suspiré en como actuar. Podríamos llamar y concertar una cita con los detectives, haciéndonos pasar por un roto matrimonio que acaba de perder a su hijo en esas tierras y la policía parece que solo sabe comer donuts y darles largas. Pero eso sería remover muchas heridas, de Jones la mayoría y de mí alguna reciente. No podía ir con ese cuento. Además, pudiera ser que para cubrirse el culo los agentes de asuntos internos les pasasen las fotos de los archivos tanto de Jones y mías, por si íbamos haciendo preguntas, que les avisásemos.

Debíamos ir un paso por delante que ellos.

Y sonreí, no con muchas ganas cuando me vino la idea a la cabeza. - Estoy pensando que... la policía de Sarnis podría contratar a los detectives. Hemos estado allí y les hemos dado el caso de Marie Penwater por cerrado y el de las prostitutas sigue abierto y la OFI no hace caso, así que como no avanzan... que tengan una reunión con ellos en la comisaría para tratar el tema y ver si pueden pagarles por encargarse de eso. Picarán, porque tendrán en sus manos como crearse una tapadera y cargar la culpa a otro de lo que están haciendo ellos mismos con respecto a sus muertes y solo tendrán que buscar un nuevo socio y coger a mujeres de otro sitio. Una vez en la comisaria, se les separa a todos y... tendremos que jugar con faroles hasta que nos vaya llegando la información por parte de la OFI sobre lo que tenemos del caso y tratar de hacerles cantar a todos.

» En cuanto uno se derrumbe, lo harán todos. De eso estoy seguro. El problema es que quede legal el interrogatorio, aunque tengo un abogado que quizás pueda asesorarnos en eso. - Dije pensando en el padre del tonto amigo de Jonathan. - Pero al menos a tres de ellos si podemos interrogarles y presionar a dos. De Vixen poco sabemos y de Rachel no sabemos nada en absoluto...

Kharis tenía bastante mal aspecto. Ignoraba qué le había ocurrido, aunque su mirada perdida me llevó otra vez a la misma conclusión. Lo observé mientras entraba y también mantuve la mirada sobre él mientras hablaba. No me creía lo del estrés, pero guardé silencio.

No me atraía la idea de volver a separarnos en aquellos instantes, ni por el estado en el cual veía a Kharis ni tampoco teniendo en cuenta la marcha de la investigación, la cual todavía se encontraba en una situación complicada, así que no tenía muchas dudas sobre qué hacer a continuación.

Además, estaba demasiado preocupada con la actitud de Kharis como para entablar cualquier clase de discusión con él acerca del paso a seguir.

-Es una buena idea, agente Daeric. ¿Por qué no hacemos eso? Jefa, ¿qué opina?

Que era otra manera de preguntar si nos daba permiso para tirar por aquel camino.

- No sé si la policía local de Sarns querrá hacerlo. - Dijo pensativa la jefa. - Aunque me preocupa más el como van a financiarlo. Como saben, las policías locales tienen pocos recursos y... - Miró entonces fijamente a amos agentes de forma alternativa. - ¿Sabemos seguro que son ellos? - Les preguntó. - Es decir, ¿qué pruebas tenemos de que Barns proporcionaba prostitutas a ese grupo de personas para sus... - Dudó un instante a la hora de catalogar aquello. - ...asuntos? - Se rascó la barbilla. - ¿No creen que sería más fácil simplemente arrestarles, interrogarles y registrar sus domicilios, previa orden judicial? - Se encogió de hombros. - Pero ustedes como quieran. Es su caso y... - Agarró su teléfono móvil. - Puedo llamar ahora mismo a la jefa Thako y proponerle cualquiera de las dos fórmulas. Arrestos en masa o su plan...

Me quedé pensativo un rato. - Espere jefa Thaallasvashj. Mi plan hace aguas por muchos sitios, más cuando son cuatro en lugar de tres a quienes interrogar. Pero no me gustaría que el juez que emitiese la orden estuviese... comprado por nuestros amigos y diese el chivatazo. En caso de hacer la orden de arresto conjunta, debe ser un juez de confianza. Y sí, estoy seguro al cien por cien de que ese hombre les conseguía las mujeres a ese grupo de... fanáticos, quienes las mataban.

» De hecho, no podemos recuperar por las buenas las pruebas que se llevaron los agentes de asuntos internos, pero sí podemos ir a la granja de Herbs y recuperar un poco de ADN del cuerpo que explotó en esa sala. Si coincide con una de las mujeres desaparecidas o se encuentra tanto en el camión de ese loco o en los vestidos de su casa, ya les tendremos vinculados con una prueba. Pero sin duda la mejor es que canten los cuatro como pajaritos y que mantengamos a los dos agentes alejados... ¿Creé que podría hacer que alguien les bloquease sus líneas de móvil cuando se emita esa orden contra los cuatro sospechosos? Si no reciben alerta ninguna, no se podrán meter y si desde comisaría quieren hacer uso de su llamada y dar con ellos, tampoco podrán dar con ellos y podremos comprobar si les llaman y tras esto decirles que les tenemos también y que no podrán ayudarles salvo que ellos mismos hablen. - Miré a Jones un segundo. - ¿Qué le parece la idea?

Íbamos a tener que estar todos coordinados y de acuerdo con aquello, porque solo teníamos esa baza para lograrlo y si salía mal, perderíamos todo. Mills y el cabrón se su compañero se encargarían de ello. Y yo quería todas las cabezas, las de los cuatro asesinos y sus dos cómplices dentro de la ley.

- Es arriesgado, pero se puede hacer, claro. - Dijo Thaallasvashj. - Creo que usted conoce tan bien o quizás mejor que yo a la persona idónea para realizar bloqueo de las llamadas entrantes de nuestros amigos de asuntos internos. - Asintió con la cabeza. - Sí, puede funcionar. - Comentó. - Hablaré con un juez de confianza. En una hora tendré su consentimiento. Si le localizo, claro... - Ladeó la cabeza. - Que no siempre es fácil. - Suspiró. - ¿Ustedes irán a la granja de Herbs mientras tanto?

- Sí, se que es complicado, pero... es más fácil que hacer que mi idea original. - Respondí a la jefa. Cuando me dijo que conocía la persona idónea para hacer ese trabajo mi gesto cambió y apreté los puños. - Si me está pidiendo que baje a hablar con él, creo que eso lo puede hacer la agente Jones. Parece que se llevan muy bien...

Celos. Podía sentir como se habían disparado y como aquella imagen de los dos besándose volvía a mi cabeza.

- Tendremos que coger muestras de allí para cotejarlas con lo que tenemos y poder quitarle el caso a asuntos internos. Así que cuente con que primero iremos a la granja y luego realizaremos los arrestos. - Miré a Jones. Mis ojos estaban mustios, apagados, casi sin brillo en aquel momento que quizás era el más especial e importante del caso.

- Yo iré a por el maletín para recoger muestras. Tú ve a hablar con tu nuevo amigo y dile lo de los móviles de esos dos malnacidos. - Soltar ese tipo de palabras no era propio de mí. Pero llegados a ese punto, ¿qué era propio de mí? ¿Acaso aquellos celos que no sabía ni que existían? - Nos veremos en el parking en quince minutos, salvo que quiera añadir algo más, jefa. - Le dije a nuestra superiora.

Así le daría tiempo a Jones para despedirse con otro beso de Pjakovsky y yo no tendría que verlo ni sufrir las consecuencias de aquello.

¿Bloquear los teléfonos de nuestros amigos metomentodo? Sonaba bien. Si no les llegaban las alertas, no tendríamos nada que perder y estaba segura de que podríamos sonsacarle todo lo que quisiéramos.

-Me parece que es una buena idea -le dije, satisfecha con el plan.

Con lo que no lo estuve fue con el comentario y la actitud de Kharis al decir que bajase yo, y de aquella manera. Eso hizo que lo mirase con el ceño fruncido.

-Pero bueno, vamos a ver. ¿Se puede saber que le ocurre a usted, agente  Daeric? Desde que estuvimos allí abajo se ha comportado de una manera de lo más atípica en usted?

Y como si no hubiese dicho nada, volvió a atizar el fuego con aquello de "mi nuevo amigo", e incluso se preparó para irse en un abrir y cerrar de ojos.

-Ah, no. De eso nada, agente Daeric. Acepto que esté usted cansado de mis cambios de humor y mi inestabilidad emocional, porque se lo he hecho pasar bastante mal, pero lo que está usted haciendo ahora mismo no es lo que esperaba. Y creo que todo cambió en el momento en el que le di aquel beso bromeando. ¿De verdad le ha molestado tanto? 

Negué con la cabeza. A veces el amor era ciego y volvía infantiles hasta a las mentes más lógicas, como me parecía que era el caso de Kharis.

Miré a la jefa, que estaba con los ojos muy abiertos, y cuya presencia en aquella escena me molestaba, y entonces me decidí. Di un paso hacia Kharis, cogí su rostro entre mis manos y le besé, con fuerza, con seguridad, y durante no sé cuánto tiempo, para cerrarle la boca de una vez por todas o la tontería, según se viera.

-Ya está. Empatados. Bueno, no, porque usted me gusta y el no. Ahora puedo bajar a verle y la próxima vez que me mire, o que piense en él, recuerde este beso, que ha sido mucho mejor que el otro y que en esta ocasión, se lo he dado completamente en serio y convencida de ello, y no crea que voy regalando besos de verdad a todo el mundo. Hacía muchos años que no besaba a nadie.

Me volví para marcharme, pero para mi sorpresa, aquel beso me había gustado más de lo que yo había esperado. La conexión que se había formado entre ambos no era una tontería, y aunque no estaba preparada para comprenderlo del todo, si lo suficiente como para saber que no había sido un error y que me había sentido bien haciéndolo, así que me volví y le di otro beso más, este de despedida, más suave y húmedo, pero también más breve.

-Nos veremos abajo.

Y salí del despacho para ver al friki de la informática.

La jefa se quedó muda tras lo que acababa de ver delante de sus ojos. Kharis y Jones se estaban comportando como dos adolescentes en celo. Desde luego no esperaba ver como se besaban delante ella tras un ¿ataque de celos por parte del agente Daeric? ¿Había besado Jones al friki de Pjakovsky? Eso había creído entender, pero... ¿por qué?

- Haré como que no he visto nada... - Dijo la jefa. - Ni oído... - Dijo más bajo. - No ha sucedido...

Y eso fue lo último que escuchó Jones antes de descender de nuevo hasta las catacumbas de la OFI.

Jones cogió el ascensor y marcó el botón que le llevaba al subsótano donde Neil tenía su oscuro zulo de informático. Mientras descendía, Chandrelle iba dándole vueltas a la cabeza a lo que acababa de suceder. No había nada escrito en el reglamento del departamento acerca de romances entres agentes, pero estaba claro que no estaba bien visto, sobre todo cuando compartían una investigación de una importancia como aquella. Existía la falsa creencia de que una relación entre dos investigadores podía desviar su atención sobre el caso y causar algunos problemas fácilmente evitables.

Fuera como fuera, no estaba demasiado lejos del despacho de Pjakovsky y no tuvo demasiado tiempo para darle vueltas a lo sucedido. De hecho, cuando quiso darse cuenta, ya había recorrido los intrincados pasadizos de aquel nivel llenos de informáticos metidos en sus propios asuntos y se encontró frente a la puerta de Neil.

- ¿Otra vez por aquí, agente Jones? - Le preguntó aquel casi ermitaño tecnológico. - ¿Ya me hecha de menos? - Preguntó. Acto seguido soltó una risotada.

Daeric seguía algo bloqueado tras lo sucedido. Phiachel le miraba incrédula, mientras él trataba de reaccionar. Tenía que ir a por su maletín y luego al coche, para desplazarse de nuevo a la granja de Herbs. No era una misión complicada a priori, pero después de aquel intenso beso, se había quedado bloqueado.

Mientras bajaba en el ascensor, resoplé un par de veces, pensando en la locura que me había llevado a hacer aquello. ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué había hecho eso? ¿Por atracción? ¿Por... algo más?

Ni siquiera yo lo sabía, pero debía reconocer que había algo entre los dos que iba más allá de una simple relación de trabajo, y que en mi opinión, mejoraba nuestro trabajo, no lo empeoraba. Para mí desgracia, no iba a conseguir respuestas rápidas, mucho menos en aquel ascensor.

Cuando llegué al despacho de Pjakovsky todavía intentaba no darle vueltas, por lo que tardé en reaccionar a sus palabras.

-¿Eh? Claro, no puedo vivir sin usted, señor Pjakovsky, aunque sepa que lo nuestro es imposible -le dije, casi en modo automático. Era fácil bromear con él, incluso sabiendo que si estuviese Kharis allí, todavía se molestaría más.

¡Pero qué infantil!

-El agente Kharis me ha enviado para pedirle un trabajo que está hecho a su medida y que sería importantísimo para nosotros. Necesitamos bloquear la señal de los teléfonos de nuestros amigos, Grikhvili y Mills, para que no reciban las alertas de las detenciones de nuestros sospechosos. Sé que es difícil, pero si alguien puede hacerlo es usted.

Neil sonrió maliciosamente por encima de sus gafas, mientras la escasa luz de su despacho creaba sombras muy apropiadas a su momento de regocijo interno. Sonrió ampliamente, con un semblante de maldad infinita. Acto seguido su sonrisa se tornó menos infernal y simplemente asintió con la cabeza. 

- Claro encanto. - Le dijo a Jones. - Puedo hacerlo, aunque... no me vendría mal otro de esos besos como motivación. ¿No? - Soltó una risotada. - Nuestro amor fue efímero agente Jones, pero lo recordaré siempre. - Soltó una nueva carcajada. - Delo por hecho. - Volvió a asentir. - Se la tengo jurada a esos dos tanto o más que el propio Daeric.

A diferencia de Kharis Daeric, parecía evidente que Neil Pjakovsky si había entendido que lo que había entre él y Jones no era más que un juego pícaro sin ningún futuro a corto o largo plazo. Con un poco de suerte, el beso que acababa de recibir Daeric, le serviría para entenderlo y también para comprender que Jones sentía algo más profundo por él que solo mero compañerismo. Porqué... ¿Eso era así, no?

- ¿Ocurrirme? A mí no me ocurre nada... es usted quien va besando por ahí a hombres con apellidos que suenan a "pajillero". - Nuevamente era algo impropio de mí, pero no podía contenerme. Me sentía como un estúpido y además ni recordaba que la jefa estaba presente.

Y de nuevo la agente Jones me volvió a contestar, preguntándome si realmente me había molestado tanto. En ese momento me sonrojé e intenté hacer aquello que se me daba tan mal: mentir. - No, para nada. Es libre de hacer lo que quiera con quien quiera. - Pero se notaba el olor a resquemor y mentira en cada una de mis palabras al tiempo que me sentía acorralado y contra las cuerdas. - Creo que deberíamos irnos ya... - Dije a modo de excusa para salir de allí antes de complicar más la cosa.

Pero con lo que no conté fue con lo que pasó a continuación.

Chandrelle me sostuvo la cara con sus manos y la miré nervioso a los ojos para luego sentir sus labios sobre los míos. Un beso cargado de seguridad por el cual me dejé llevar como un tonto y cuando se separó y me dijo que estábamos empatados, me sentí más tonto aún. Pero sus siguientes palabras hicieron que mi pecho se hinchase con cierto orgullo al tiempo que me sonrojaba por completo mientras me mantenía en silencio, analizando que había pasado.

¿Realmente le gustaba?

Y la miré como se alejaba, quedándome clavado en el sitio como un pasmarote, hasta que se giró y volvió a mi lado, para besarme de nuevo. Algo que no rechacé, sino que disfruté a pesar de su brevedad. Y nuevamente la vi alejarse, despidiéndose de mí, sin ser capaz de articular palabra.

Y si no llega a ser por la jefa, que en ese momento abrió la boca y me di cuenta de que había sido testigo de todo, me hubiese quedado plantado en ese despacho, tratando de entender que había pasado, hasta que alguien me hubiera sacado de él.

Y cuando me vi capaz o más bien impulsado por la presencia de la jefa, salí detrás de Jones, pero el ascensor ya había partido hacia el sótano del informático. Así que opté por hacer lo que habíamos dicho: ir a por el maletín a mi despacho y de paso coger lo que necesitase de allí. Pero en lugar de ir a por el coche, opté por ir a ver a Pjakovsky y a Jones juntos.

Era como si necesitase asegurarme de que no estaba jugando conmigo.

Más que nada porque no me creía lo que había pasado arriba. Claro que tampoco esperaba comportarme de esa manera tan... infantil ni tener ese ataque de celos tan grande que podía haber destrozado mínimo mi carrera. Así pues, con el maletín en mano, me apresuré a moverme hacia el sótano del informático, para ver con mis propios ojos lo que había allí o lo que no había.

Y es que tener una relación de tipo afectivo no entraba en mis planes, no hasta mi jubilación y lo de Chandrelle... simplemente no contaba con ello.

El humor de Neil era contagioso y me hizo sonreír sin poder evitarlo. Hice como si me retirara una lágrima de cada ojo y adopté gesto de tristeza.

-No sabe lo importante que es eso para mí, señor Pjkovsky -le dije recordando lo que acaba de ocurrir en el despacho. De verdad, ¿en qué estaba pensando? Cómo me había atrevido a dejarme llevar por mis emociones. ¡Pobre Kharis! Esperaba no haber acabado con nuestra amistad y que entendiera que sentía por él algo más o que si no le interesaba de aquel modo y me hubiese equivocado al interpretarlo así, supiera disculparlo.

Pero entonces nos pusimos serios. Podía hacerlo, y eso era lo importante. 

-Estupendo. Vamos a intentar acabar con esos cabrones y solucionar el caso al mismo tiempo. No sé si lo conseguiremos. Por cierto, y si... ¿podríamos enviarles alguna notificación falsa y simular que viene de otra persona, como por ejemplo, de alguno de nuestros sospechosos? Es solo una idea, claro, pero quizás podríamos aprovecharlo.

Acababa de sopesar aquella posibilidad y quizás a Kharis se le ocurriese una manera de utilizarlo, si al final Neal era capaz de hacerlo.

- ¿Una notificación falsa? - Preguntó Neil llevándose a mano al mentón mientras miraba atentamente a Jones.

En ese preciso instante, apareció Kharis Daeric a sus espaldas. El agente portaba consigo ya el maletín y parecía haberse dado mucha prisa por llegar hasta el despacho de informática. De hecho, venía con la respiración alterada y una gota de sudor recorría su frente. En un principio habían quedado en verse en el coche oficial, pero allí estaba él.

- Hola otra vez agente Daeric. - Saludó Pjakovsky. - ¿No nos puede dejar solos ni un instante, verdad? - Sonrió ante su propia broma. - Me comentaba su compañera lo de bloquear la señal de nuestros amigos de asuntos internos. Puedo hacerlo claro. Lo de enviar un mensaje erróneo, es más difícil, pero sí podría, claro. - Se encogió de hombros. - Lo que no sé es que es lo que quieren que envíe. ¿Alguna idea, agentes?

Todo aquello era nuevo para mí. Después de tantos años fuera del mercado y lo que había ocurrido con Pjakovsky y Jones antes que conmigo... ¿Y si lo que me dio Jones solo fue el premio de consolación? El caramelo que le das a un niño para que deje de llorar. Eso fue lo que pensé cuando entré en el despacho del informático y me recibió con aquellas palabras y esa sonrisa de ganador.

- Yo... lo, lo siento... no... no quería interrumpir y menos molestar. - Miré a Chandrelle. Ya estaba todo claro. - Le... le estaré esperando en... en el coche agente Jones. No importa lo que tarde... yo... ya lo entiendo todo.

Él se había hecho el duro con ella y al final ella había cedido.

No había más que rascar. Estaba todo claro y dicho. Jones ni me esperaba allí, así que estaban en su salsa... lo mejor era irme y dejar que la pareja se entendiese mientras que yo aclararía mis ideas en el coche o más bien me centraría, porque las ideas ya me habían quedado claras. Al final todos tenían razón, no era más que un tonto que jamás llegaría a nada. Tantos años de servicio en la OFI y lo único que había conseguido era un despacho mugriento en el sótano, donde nadie pudiese verme.

- Dos años. Dos años y podré mandarlo todo a la mierda. Serán los dos peores años de mi vida, se harán eternos, pero se tendrán que acabar. - Me dije a mí mismo al tiempo que salía por la puerta y la cerraba detrás de mí.

Y llegó Kharis, lo que me hizo sonreír al verle, pero rápidamente, darme cuenta de que estaba volviendo a actuar como un niño de cinco años. ¿En serio? Yo no era tan dura ni tan decidida, y me encontraba fuera de mi elemento, pero tener que enseñarle a él, que estaba a punto de jubilarse, cómo se conquistaba a una mujer... eso no me parecía que formase parte de mis obligaciones.

-Eh... Kharis, quédate ahí... ahora -le dije, tras abrir la puerta, hablando en mitad del pasillo -. Estás siendo muy infantil. Cómo tengo que decirte que no hay nada entre Neal y yo.

Rápidamente, anduve la distancia que había entre los dos, cogí su mano y le obligué a volverse. Miré aquellos ojos tristes que parecían sondearlo todo menos su propio interior, y le sonreí.

-Aunque te parezca increíble, me gustas, mucho, incluso con ese arrebato incomprensible que estás teniendo ahora. Así que ven dentro, que te necesito ahora para hablar con Neal. ¡Solo estamos bromeando! ¡Jamás lo besaría así! 

Y entonces volví a besarle, esta vez, lentamente, y abrazándole para atraerle hacia mí, durante no sé cuánto tiempo. Sus labios se sentían suaves y necesitados, al igual que los míos, y solo quería estar con él, ahora que había reconocido que deseaba continuar avanzando.

Pero teníamos un trabajo que hacer.

-¿Vamos... cariño? -le pedí, volviendo a cogerle de la mano y tirando de él con suavidad para entrar en la oficina de Neal.

No esperaba que Chandrelle saliese detrás mía y su voz, sus palabras, me hicieron quedarme clavado en el sitio. - Neil... ¿ya le tutea? - ¿Por qué no podía parar de hacer eso? ¿Me había vuelto idiota de golpe? Y entonces sentí su mano agarrarme y obligarme a girarme. En mis ojos pudo ver tristeza y lágrimas contenidas.

Sí, mi comportamiento era todo lo infantil que ella quisiera, pero me dolía y prefería huir a seguir sintiendo más dolor. Pero ví su sonrisa y no se porque sonreí yo también. Quizás un acto reflejo de empatía o mi estupidez multiplicada por diez. Y sí, nuevamente me demostró que le tuteaba, pero que no se sabía su nombre. - Neal no, Neil. - Pensé para mí sin decirla nada pues quizás yo estaba exagerando demasiado. Y de golpe dijo aquello de que jamás le besaría así y volví a sentir sus labios sobre los míos.

Mi mano dejó caer el maletín al suelo y el sonido del metal al golpear ni nos inmutó, pues su abrazo fue correspondido con el mío y seguí la calma de su beso sin pensar en el tiempo ni donde estábamos. Total la jefa ya nos había visto... ¿qué más daba ya lo demás? Y sentí como mi corazón se aceleraba con fuerza y mi cuerpo, tras años de abstinencia me pedía más y en ese momento ella se separó de mí.

La miré a los ojos como un bobo y sentí como me cogía de la mano y tras llamarme cariño, quiso meterme en la cueva del ogro. - Espera yo... - No sabía que decir, pero quería decirla algo. Una disculpa al menos. Mi mano no soltaba la suya y tiré de ella hacia mí, pues no sabía que decir, pero sí que hacer para demostrarle al menos que ella tenía razón y yo no. En una especie de pasión y locura, la acorralé contra la pared y la besé con pasión, de esas que dejan huella.

La que había despertado en mí.

Pero eso no fue lo único que despertó y precisamente lo que me hizo parar fue la presión en mi pantalón. - Mierda... yo... debí... - Ya daba igual lo que dijese. "El mal" estaba hecho. - Creo que si me ve así... el nivel de cachondeo se disparará. - Le dije con una sonrisa a Jones y me separé de ella para dejarla salir de aquella prisión que era mi cuerpo y la pared.

- Sólo dame un minuto, ¿vale? - Y no, en un minuto eso no iba a bajar. Me quité la chaqueta y la colgué en mi antebrazó, doblándolo delante de mí. Eso dejaba cubierta aquella debilidad que se había disparado por mi insensatez. Luego cogí el maletín. - Listo. Cuando quieras. Pero nada de quitarme la chaqueta del brazo en ese despacho. - Bromeé con ella. Era algo que hacía mucho que no hacía con nadie y la seguí al interior del despacho de nuevo.

Y es que realmente nadie se reía conmigo, solamente de mí. Y ahora me iba a tocar aguantar a Neil con alguna estupidez más.