Partida Rol por web

El inspector Smythe se detuvo en la entrada del Gran Salón y le echó una mirada a los hombres y las mujeres que se encontraban en su interior. Aunque por su vestimenta cualquier observador poco experimentado habría asegurado que pertenecían a la clase alta, para él, cuya experiencia y buen ojo le permitían adentrarse más allá de lo evidente, no era ni mucho menos así. Muchos de los allí presentes deseaban aparentar mucho más de lo que eran en realidad y todavía no se habían deshecho del "polvo del camino".

Smythe sabía que entre ellos se escondía un asesino por las pruebas que tenía, sino también por la respuesta de todos ellos a su presencia. Sería una tarea difícil descubrir quién de entre todos era el hombre... o la mujer, pero la emoción de la caza era precisamente lo mejor de su trabajo. Smythe esbozó una ligerísima y casi imperceptible mueca de satisfacción y terminó de entrar con sus largas zancadas en el bar.

-Lamento mucho importunarles de este modo, pero mucho me temo que ha sucedido una tragedia -les dijo usando un tono sosegado y neutro -. Sir Roger Watersdown ha muerto.

Smythe sabía que las primeras reacciones ante una muerte podían ser determinantes en algunos casos para poder encontrar al asesino. Muchos se esforzaban en reaccionar de modo exagerado y antinatural, mientras que otros, incapaces de sentir auténtica lástima, simplemente permanecían completamente "asépticos". La inmensa mayoría, sin embargo, mostraba algún tipo de sorpresa. Solo quedaba ver cómo reaccionaban los "ilustres invitados".

La joven asiática veloz como el viento, interpuso aquel abanico hermosamente decorado frente a su rostro, pues no deseaba que otros se fijaran en el movimiento involuntario que había realizado tras escuchar la noticia a manos del Inspector; acto seguido se encaramó al brazo derecho de su esposo, Donald J. Brooks, y se puso tras de él, aún sin mostrar a nadie su boca, pues era de mala educación en su cultura que otros vean la boca abierta de una dama.

-Querido...

Susurró impaciente a su esposo, a la par que daba un leve tirón de su brazo hacia abajo. La situación le era incómoda de sobremanera, no deseaba que se la involucrara con lo sucedido y mucho menos ver el cuerpo de Sir Roger. Aunque dentro de ella le provocara cierta curiosidad, morbosa. No era una prioridad.

Donny clava su mirada en el vaso de whisky que sostiene con su mano derecha, una profunda sensación de dolor inunda su mente. Su tío, el que tanto le apoyó durante toda su carrera, nunca más volverá a estar ahí para ayudarle. No va a ser fácil de asimilar.

No puede ser...- susurra.-

Todavía con la copa en la mano, abraza a su esposa, intentando transmitirle una calma que no albergaba en su interior.

¿Que le ha sucedido?- pregunta directamente al inspector Smythe.-

¡Oh! - Fue todo lo que le salió, un gritito ahogado producto de la sorpresa...

¿Sir Roger muerto? ¿Cómo es posible? 

Tras unos breves momentos pude recuperarme de la profunda sorpresa que la noticia me causó, levanté la mirada del suelo y tan solo vi mis mismas reacciones reflejadas en los demás, Miss Wing oculta tras su abanico y su marido, el señor Brooks, el doctor Praktiss, la señorita Shetes...

Me acerqué a la persona que nos dió la noticia y dije:

Señor, soy la señorita Aminmund, secretaria particular de sir Roger, ¿qué ha ocurrido?

Las primeras reacciones no se hacen esperar y el detective sonríe para sus adentros. Ver más allá de lo evidente es una habilidad a la que pocas veces la gente le presta atención. La señora Brooks reacciona recatadamente, pero no tanto como para no mostrar sorpresa... y curiosidad. El señor Brooks, en cambio parece mostrar dolor... o arrepentimiento, y al igual que la joven secretaria de Sir Roger, pasa a la ofensiva, como se suele decir en el bridge, al preguntar directamente lo sucedido.
Interesante.

-Supongo que ustedes serán el señor Brooks, el conocido banquero, y ella es su esposa, ¿no? -les dice a estos. Sin realizar gestos bruscos, saca un pequeño bloc de notas de un bolsillo interior de su abrigo, comienza a pasar las hojas y cuando llega a una en concreto, traza unas líneas que parecen formar sendas equis.

-Es un placer conocerla, señorita Aminmund -le dice a la secretaria, marcando otra equis en su bloc -. Me temo que todavía sabemos muy poco de los hechos, pero le aseguro que cuando la noche acabe, todo se habrá esclarecido.

Prosper irrumpe casi violentamente, con un evidente tono de amargura en su voz.
¿Cómo que "sabemos muy poco de los hechos"? Se presenta aquí y nos suelta la noticia de que mi padre ha muerto, dejando las palabras en el aire esperando que adivinemos qué ha pasado. ¡Es usted un cínico! Díganos qué ha ocurrido, ¿ha habido algún accidente?

Prosper busca con la mirada algo de apoyo en los presentes, todavía sin creerse lo que está pasando. Inspector... eso significa que es evidente que no parece que haya sido por causas naturales. El hecho de que esté aquí indica sin lugar a dudas que está cercando a los sospechosos. Este tipo está barajando la opción de que uno de estos haya asesinado a mi padre...

Los ojos de Prosper centellean y no puede evitar que su mirada pase de la confusión a la desconfianza al posarse sobre los presentes.

Volviendo la mirada al inspector, saca de su chaqueta su cajetín de cigarrillos de liar, enciende uno con una cerilla y da una larga calada. Estaremos aquí el tiempo que usted necesite y le ofreceremos la información que usted requiera. Ahora, por favor, espero que sea tan amable de decirnos cómo ha muerto y se deje de juegos.

Los treinta segundos después de la noticia fueron realmente difíciles. Pasaron despacio, y a Randy se le hizo casi imposible mantener la compostura. A pesar del dolor que le causaba la muerte de su querido Sir Roger, se mantuvo tan elegante como de costumbre; aspiró de su boquilla y fumó mientras observaba las reacciones de todos, sin atreverse a cambiar de cara por miedo a que el inspector se fijase en ella.

Smythe observaba las reacciones de todos los presentes, sin excluir a nadie pero tampoco sin fijarse en alguien en particular. La agresividad del señor Bates no le cogió desprevenido, así que mantuvo la compostura sin demasiado esfuerzo.

-Obviamente, señor Bates, sí que sabemos algo, pero si se tratase de un accidente no estaría yo aquí. Es evidente que se trata de un asesinato, y por las pistas de que disponemos, casi con toda seguridad lo llevó a cabo alguno de los que están aquí presentes, en esta misma sala.

¿Un asesinato? Dios, hasta que no oí la palabra por parte del inspector no había considerado esa opción...

Pasé mi mirada del inspector al señor varias veces, preguntándome el porqué de tanta agresividad, precisamente el señor Bates debería mantener la calma más que nadie, ya que es probable que se trate del más cabal de los aquí reunidos.

Dirijo mi mirada hacia la señorita Shetes, suspirando negué con la cabeza, pues se la veía fría, aunque un imperceptible cambio en su forma de aspirar el humo podía significar cualquier cosa. ¡¡Que horror!! Ya estamos juzgándonos unos a otros - pensé -

Alejando de mi mente tales ideas me dirigí al inspector Smythe.

Inspector, ¿como debo dirigirme a usted? 

Encantada. Bien, creo que debido a mi relación con el sir Roger - aun me cuesta llamarlo difunto sir Roger - es necesario que me ofrezca a colaborar con usted, como no puede ser de otro modo. Así que, me tiene a su disposición.

Dije, sin pararme a pensar demasiado en las implicaciones que tal ofrecimiento acarreaba.

Al escuchar las suposiciones acerca de un posible asesino entre ellos, la Señorita Wing abrazó con más fuerza a su Marido, su aspecto delicado, puro y angelical; no reflejaba otra cosa que como era ella también en el interior. Cual bella muñeca de porcelana, frágil y delicada. Ahora con lo dicho por los presentes, la curiosidad de comprobar por sí misma la muerte de Sir Rogers había descendido a la nada. Su principal prioridad era irse de allá.

-Querido, creo que es el momento de irnos... ¿y si el asesino es uno de ellos?. Esto es peligroso, pongamos una excusa y vayámonos a casa. No quiero estar aquí...

Susurró al oído de su marido, aunque debido a la situación alterada en la que se encontraba, no sería de extrañar que alguien más oyera lo que le dijo a su querido esposo. Inclusive, el propio Inspector pudo haber escuchado esas intenciones "fugitivas".

Efectivamente, el inspector había oído las palabras de la joven esposa del señor Brooks. Seguramente, no sería la última en pensar en marcharse, así que comentó en voz alta una respuesta que les sirviese a todos por igual.

-Me temo que no puedo permitir que se marchen, señora Brooks. Cuando se produce una muerte de estas características, resulta primordial entrevistar a todos los que pueden haber sido testigos de cualquier cosa que rodee la vida del fallecido.

Después, se giró hacia la secretaria de Sir Roger.

-Soy el inspector Smythe, señorita Aminmund. Puede llamarme "inspector"

Por último se dirigió hacia la joven que fumaba con boquilla.

-Usted debe ser... -empezó a decir, consultando su bloc de notas -... la señorita Shetes, ¿verdad? ¿La actriz?

-La misma -la apelación del inspector hacia su profesión la había puesto un poco nerviosa. Ser actriz la ponía en el punto de mira-. Puede llamarme Randy. Supongo que tendrá muchas preguntas que hacerme, pero antes dígame algo, -miró ahora al inspector a los ojos. Solo él sabe lo que había en ellos, pues si era pena, no estaba en su voz- ¿cómo murió Sir Rogers? ¿sufrió? 

Smythe no se alteró ni se puso nervioso. Aquel no era el momento de proporcionar información... aunque no iba a poder dilatarlo mucho más tiempo. Era el momento de fijarse en las palabras que salían de labios de cada uno de los sospechosos.
Era el momento de observar con atención todo lo que sucedía en aquel salón.

-Dudo mucho que sufriese, señorita Shetes, pero en cualquier caso, la opinión que me merece un asesino no depende del grado de sufrimiento que inflija, sino del acto terrible que comete, y uno de ustedes, sin duda, es un asesino. La cuestión es... quién.

¿Y piensa usted hacer algo? Es decir, ¿estamos detenidos? ¿Va a tomarnos declaración en privado? ¿O vamos a intentar esclarecer los hechos entre todos? Prosper mira a su alrededor, haciendo movimientos con la mano que sostiene el cigarrillo, dejando una estela que marca a las personas que va señalando. Yo a estas personas las conozco más bien poco y, aún a riesgo de forjarme enemigos nada más llegar, no voy a poner la mano en el fuego por nadie. Tampoco es que conozca qué motivos podría tener cada uno de los presentes para matar a... Se lleva el cigarrillo a la boca, pero interrumpe su acción y se queda mirando unos segundos el hilillo de humo que queda flotando por la habitación hasta volver a la punta del cigarrillo. ...al señor Watersdown.

La joven y recatada Sra. Wing decide separarse de su marido, abrir nuevamente el abanico y así unirse a la conversación, si a fin de cuentas iba a ser obligada a participar en aquel juego macabro de quién es quién, no permitiría que alguien indiscreto se fijara en su vida o en la de su marido, algo que en su cultura bien valoran, es la privacidad.

-Sea quien sea el culpable de que el Sr. Watersdown muriera no tan solo tendría que tener un motivo para cometer tal despreciable acto, sino la oportunidad de hacerlo y la fuerza física para llevarlo a cabo. Así que, aun pecando de no conocer la causa de la muerte del Sr. Watersdown, podemos asumir que fue un hombre y bien allegado a el, ya que si no tuviera un trato cercano, el Sr. Watersdown no dejaría que alguien se acercara a él en exceso... Y el motivo de que alguien deseara la muerte del Sr. Waterdown es bastante obvio... ¿no es así?...

Poniendo nuevamente su abanico delante de su boca, se atrevió a pronunciar un nombre, bien dividido por sílabas.

-Ju-ni-or...

Dejando entrever las sospechas que esta mujer tenía al que debería de ser el mayor sospechoso, el hijo del Sr. Watersdown, el cual pese a encontrarse ahí presente, aún ni se dignó a comentar ni una sola palabra acerca de la muerte de su progenitor.

Ali observaba todo y a todos con una inusitada atención y su rostro había una pequeña sonrisa de placer. E cuanto el Inspector hizo su aparición y su explosiva declaración de que Sir Roger había muerto, sacó su bloc de notas y empezó a garabatear una palabra tras otra con ayuda de su pluma.

Cada vez que alguien decía algo, ella lo acompañaba de un casi silenciso "mmmmm", "qué interesante" o un "¿ah, sí?, por lo que cuando casi todos hubieron dicho algo, prácticamente cada uno de los sospechosos la miraba a ella.

Ali se dio cuenta, sonrió, un poco avergonzada, cerró su bloc de notas y habló por fin.

-Mmmm. Dísculpenme. Soy Allison Bigh y como soy escritora de novelas de misterio, entenderán lo fascinante que me resulta todo esto. Dígame, inspector. Dice que se trata de un asesinato. ¿Qué pruebas hay? ¿Cómo sabe que no ha sido un accidente o un suicidio?

Smythe sonrió. Aún no había dado ningún dato y las preguntas y las acusaciones mutuas ya empezaban a aparecer. Interesante.

-Me temo, señora Brooks, que para cometer un asesinato solo hace falta valor e ingenio, y en ocasiones, ni tan siquiera eso. Por eso podemos estar hablando tanto de un asesino... como de una asesina. En cuanto a sus motivos... hay más de lo que siempre podemos observar, así que yo no me adelantaría demasiado elaborando una acusación formal... tan pronto.

Después, miró a la escritora.

-En cuanto a usted, señora Bigh -empezó a decirle, volviendo a marcar algo en su libreta -, lamento decirle que no estamos aquí para que pueda escribir un libro. Con frecuencia, la realidad suele ser mucho más cruel y retorcida que la ficción; sobre todo, cruel.

Smythe cogió su bloc de notas y lo observó. Todos los sospechosos estaban allí, todos habían hablado y preguntado, pero solo uno de ellos había cometido aquel acto. Solo uno.

A continuación, el detective empezó a moverse por el cuarto. Era el momento de empezar a soltar pistas y observar las reacciones.

-Bien, entiendo que estén nerviosos, pero cuando se trata de un asesinato... -y al pronunciar de nuevo esta palabra, Smythe hizo una pausa y volvió a mirar a los invitados para comprobar, otra vez, sus reacciones -... los detectives tendemos a ser especialmente cuidadosos con la información

Acto seguido, procedió a darles "algo de información". Después de todo, la mejor forma de cazar a un ratón era... colocar un poco de queso. Smythe volvió a mirar su pequeña libreta; pasó varias hojas, miró con detenemiento durante un instante y después habló.

-El cuerpo de Sir Roger fue encontrado en la piscina, flotando boca abajo. El mayordomo nos llamó a las cinco y cuarto y nos explicó que el jardinero se lo había encontrado así unos minutos antes. Cuando llegamos y recuperamos su cuerpo, confirmamos que había muerto ahogado.

Smythe recordaba perfectamente la escena. El cuerpo flotaba inerte en el agua, más o menos en el centro de la piscina y lo primero que le llamó la atención fue que nadie, ni el mayordomo ni el jardinero, se metieran en ella para comprobar si podían hacer algo por él. Era interesante... aunque no sorprendente.

Mientras pensaba en ello, sus ojos se desplazaron de un sospechoso a otro, examinando cada minúscula reacción que hicieran.

Una muerte acorde con su apellido. No sé si es una broma macabra, pero no es una muerte carente de ironía. Me sorprende tanto como a usted, inspector, el hecho de que sus empleados se comportasen de una forma tan negligente. Espero que su secretaria, que sin duda tendrá más trato con ellos, nos pueda dar más datos del mayordomo y el jardinero. Dicho esto, me sorprende que les haya descartado tan rápidamente como sospechosos o incluso como posibles cómplices.
Prosper apaga su cigarrillo en uno de los abarrotados ceniceros y se pone en pie.
Me gustaría oír cual es ese motivo tan obvio para usted y aparentemente tan poco evidente para los demás, señorita Brooks. El hecho de que quiera descartar tan rápido al asesino por su forma física o su sexo me lleva a pensar que intenta tirar pelotas fuera de su tejado, ya que hablamos de un hombre de avanzada edad, no de un atleta juvenil. Cruzando los brazos, se coloca en actitud inquisitiva.

La Señora Wing comienza a abanicarse lentamente a la par que mira directamente a los ojos de Proper; escuchando atentamente lo que este decía y lo que era aún peor, las acusaciones que parecía lanzar contra su persona. Infundadas, sin lugar a dudas, pero acusaciones al fin y al cabo. ¿Debería de responder?. De todas formas, la mujer de mirada oriental, lo hizo.

-Lo mismo se puede decir del que quiere ampliar el cerco de búsqueda para tener más inocentes a investigar, es lógico pensar que fue un hombre, las estadísticas no mienten, estos cometen más asesinatos que las mujeres. Por eso creo que es un hombre. Y además, si no se escuchó al Señor gritar, ni hubo intento de forcejeo o alguna pista del asesino en la piscina, indica que este le tomó por sorpresa, porque no se esperaba ser atacado por el.

-Hombre y bien conocido por la víctima. Si le sumamos un móvil, podemos asumir que el mayor beneficiado es su hijo... ¿O acaso usted quiere ser el principal sospechoso?. A-bo-ga-do...

-Supongo que sabes las últimas voluntades del Sr. Rogers... ¿Acaso no va a heredar todo su primogénito?.

Una leve sonrisa se esbozó tras el abanico hermosamente decorado, al parecer había reconducido la conversación hacia un punto en donde se pudiera debatir, o incluso mejor; donde algo de información acerca de los presentes se desvelara.