Yutake acabó aceptando a ragañadientes. Era cierto que si el agua estaba siendo de alguna forma contaminada, se trataba de un asunto de vital importancia. No obstante, eso no quitaba que Yutake fuera un chico joven, que recientemente había adquirido la mayoría de edad y para él el festival y el concurso de bardos era muy importante.
Fuera como fuera, los tres se encaminaron hacia la casa del tal Tatomo. La vivienda del joven no estaba demasiado lejos. Caminaron cuatro manzanas, hasta llegar a una zona residencial. La casa de Tatomo era una planta baja humilde, a la que faltaba una mano de pintura. Por el camino, Yutake os contó que Tatomo vivía con su abuela, Noriyita. Una anciana entrañable que hacía los mejores pasteles de cereza que había probado nunca.
Fue Yutake quien tocó a la puerta y momentos después, esta se abrió.
- ¿Yutake, eres tú? - Dijo mientras buscaba algo el en bolsillo de su delantal. Tenía los ojos enrojecidos. Parecía haber estado llorando. Del bolsillo extrajo unas gafas y se las colocó y entonces reconoció finalmente a Yutake. - ¿Cómo estás, chico? - Le preguntó.
Yutake enseguida le preguntó por Tatomo y la abuela, compungida respondió.
- Hace tres días que no viene por casa. - Dijo. - Sabes que tiene carácter y que a veces hemos discutido, pero no en la última semana. - Sollozó. - Estoy preocupada por él...
Yoshi hizo una reverencia ante la anciana. El respeto a los mayores era algo que tenía muy bien inculcado desde que era pequeño.
- Permita que me presente señora, mi nombre es Yoshitomo Michi. Buscamos a su nieto Tatomo porque pretendemos investigar las malas cosechas de este año en los campos de cerezas. Yutake nos comentó que aparte de el, su nieto es uno de los auténticos expertos en la materia. Lamentamos profundamente su desaparición y nos encantaría ayudarla a encontrarlo si esta en nuestra mano.
Quería seguir hablando, pero de repente se dio cuenta de que se había lanzado, como si tuviese algo que demostrar ahora que los peligros de una cara bonita no estaban allí para avergonzarle y bloquear su mente.
- Es decir -vaciló-, si os parece bien, jefe Shiso.
- ¡Desde luego que me parece bien! - Exclamó Shiso. - Ayudar s está buena señora, es ayudarnos a nosotros mismos. - Razonó.
No obstante, no parecía que Shiso supiera por donde empezar a buscar. No conocía de nada a Tatomo y tampoco sabía dónde podría haber ido. El viejo se estaba rebanando los sesos mientras se urgaba en la barba tratando de buscar la pregunta adecuada.
- Se que igual es un poco absurdo por mi parte preguntar, pero... - Yutake tomó la iniciativa. - ¿No debió dejar una nota o algo, verdad?
La pregunta de Yutake era en cierto modo necesaria, aunque un tanto absurda. Si Tatomo hubiera dejado una nota diciendo donde iba o simplemente que se marchaba, su abuela se lo habría dicho, pero Yutake sabía que aquellas gafas que portaba ya no le servían demasiado y podía ser que simplemente no la hubiera visto. No era típico de Tatomo desaparecer de aquella forma.
Se le abrieron los ojos como platos a aquella tierna ancianita. Sus mejillas se sonrojaron un poco y dio un paso atrás haciendo un gesto con la mano que invitaba a pasar al interior de su morada a los tres visitantes.
- Entren a casa por favor. - Les dijo. - No he revisado su cuarto. Es decir, no a fondo... - Negó con la cabeza. - Una vieja tonta como yo... - Sonrió. - Pueden revisar su habitación mientras preparo algo de té.
Noriyuta se marchó a la cocina de inmediato a preparar una merienda para sus inesperados invitados. Mientras tanto, Yutake, que conocía bies casa, les condujo al cuarto de Tatomo.
La habitación de Tatomo no era muy grande, pero estaba abarrotada. Tenía un armario en la pared a la izquierda de la puerta y la cama a la derecha. Una alfombra ocupaba el centro de la estancia y en la pared frontal había una mesa que iba de lado a lado de la estancia y que se encontraba bajo la única ventana de la habitación. En la pared donde se encontraba la puerta había una estantería que llegaba hasta el techo, la cual estaba repleta de libros.
Tatomo tenía tantos libros que no le cambian en la estantería y tenía algunos amontonados en columnas en algunos rincones de la habitación. Había ropa por el suelo ya cama estaba deshecha. El orden no parecía ser una de las virtudes de Tatomo, aunque si se había leído todos aquellos libros, sin duda se encontraban ante los aposentos de un erudito.
Por último, la mesa era también un caos. Estaba llena de libros, algunos abiertos, otros colocados y otros dispersos sin ningún sentido. Había útiles de escritura, un abrecartas, un viejo peluche y hasta una taza de té vacía y un plato con migas de posiblemente su última merienda en su cuarto.
Para registrar la habitación en busca de pistas, tirad INT+ ESP. A partir de 8 os daré alguna pista.
Yoshi quedó fascinado por la acumulación de libros y de saber. El barullo, a pesar de repelerlo, le causaba una siniestra fascinación. Como un ratón incapaz de moverse ni a izquierda ni a derecha de los negros ojos de la serpiente. Entró en el cuarto, casi reverencialmente, tomándolo como un desafío. Antes de darse cuenta, había tomado una pila de tomos y los había colocado contra la pared, en riguroso orden alfabético.
Adoraba el orden, la limpieza y la pulcritud. Y la mejor manera de demostrarlo, era limpiando. Se sentía feliz ordenando, colocando, exprimiendo hasta la ultima gota de espacio, cada mínimo volumen. Poco a poco, fue llevando libros sobre la cama, ordenándolos por materias, temas, autores... Hasta que recordó que no estaba solo.
- Lo siento. No me gusta el desorden. Creo que me he dejado llevar.-dijo, al tiempo que se rascaba detrás de la oreja- Supongo que no debería de tocar sus cosas. Pero por otro lado, será la mejor manera de encontrar algo. Si está ordenado. ¿No creéis?
Motivo: Inteligencia
Tirada: 1d8
Resultado: 4 [4]
Motivo: Espiritu
Tirada: 1d6
Resultado: 4 [4]
- Si... - Sonrió Shiso. - Puede que no sea lo más correcto, pero desde luego si que es lo más eficaz para descubrir lo que pueda haberle pasado a Tatomo.
Quizás fue por el orden que Yoshimoto estaba imponiendo o puede que simplemente fuera por su avezada vista, que Shiso encontró algo en una estantería que le llamó la atención. Varias hojas sobresalían entre dos libros y las tomó con curiosidad. Por su estructura se trataba de una carta y de inmediato, el viejo comenzó a leerla. No es que la lectura fuera una de sus mayores cualidades, pero al menos lo hacía bastante mejor que la escritura.
A medida que iba leyendo, su expresión se fue tornado cada vez más y más sombría. Tardó varios minutos en realizar la primera lectura, pero para cuando acabó estaba blanco completamente y miró por encima de las hojas a Yoshimoto. Tragó saliva y se le veía preocupado. Incluso Yutake, que no le conocía de nada, se percató de que algo no iba del todo bien.
Motivo: Inteligencia
Tirada: 1d8
Resultado: 7 [7]
Motivo: Espíritu
Tirada: 1d6
Resultado: 6 [6]
Bienquerido Tatomo,
Te escribo para confirmar la orden. Las relaciones entre Sakuraio y Towutuwa se encuentran al límite y la guerra está próxima. Es por ello, que debes ejecutar el plan que trazaste para debilitar a nuestro enemigo y propiciar la invasión. Hazlo durante el Festival, pues es entonces cuando más sakuraianos se encuentran reunidos en la capital y más resultarán envenenados.
Se que es una medida extrema, pero es necesaria para a consecución de nuestros objetivos. La muerte de unos pocos, servirá para que el derramamiento de sangre sea menor.
Debes contaminar el agua de forma progresiva. Durante todo el invierno, debes verter el veneno en el río, para que nadie sospeche. Si el sabor del agua cambia de forma progresiva, cuando, durante el Festival, el sabor a de la hoja de tupa sea fácilmente perceptible, nadie se extrañe demasiado y sigan consumiendo el agua del río.
No puedes fallar. El Imperio de te necesita y recuerda, una gran recompensa y servicio de por vida al Imperio, será tu premio por servirlo tan bien.
Su majestad Imperial.
- ¿Pero cómo? - Yutake se quedó de piedra al ver aquello.
No podía creer lo que estaba leyendo. Pensaba que conocía bien a Tatomo, pero había resultado ser un traidor a su patria y lo que era peor, un genocida sin escrúpulos. En Sakuraio vivían sus amigos y su pobre abuela. ¿Es que acaso no tenía sentimientos por ellos? La respuesta era evidente.
- No... no me puedo... - Tragó saliva. - No puedo creerlo. - Dijo todavía leyendo la carta. - ¡Debemos impedirlo!
La respiración de Yoshi se aceleraba por nombre todas, hasta que se obligó a controlar, cerrando los ojos como cuando se disponía a iniciar una carta, una importante.
- Pensemos racionalmente. Si han envenenado el agua, y todo parece indicar que si, al menos conocemos el veneno. Estoy seguro de que entre sus documentos podemos encontrar información sobre dicho veneno y también sobre su antídoto, si lo hay. Además, alguien debería ir a enseñar esta carta a las autoridades. A de ser alguien en quien puedan confiar, por lo que el jefe Shiso y yo quedamos descartados.
Yoshi miró al bardo con intención. Apenas se habían conocido pero era una cuestión de vida o muerte, literalmente.
Después, con tranquilidad, empezó a disponer cierto orden en el cuarto. Estaba seguro de que tenía que haber algo. Nadie manejaba un veneno sin tener el antídoto cerca.
- Si... Podríamos buscar entre todos estos documentos algo que nos dijera como detener está locura... - Asintió con la cabeza. - Las autoridades pueden... - Iba a confirmar lo mismo que Yoshitomo cuando algo le vino a la mente. - Creo que las autoridades van a estar muy ocupadas. - Comentó. - Si el agua está envenenada creo que lo que deberían hacer de forma inmediata es repartirse por toda la ciudad para alertar a la población y precintar fuentes, pozos y zonas accesibles del río. No obstante, la población necesita agua, así que sería necesario encontrar otra fuente no contamina y traerla a Sakuraio. - Miró muy seriamente a sus dos compañeros. - Hay que alertar inmediatamente a las autoridades...