Partida Rol por web

A pesar de las palabras de Grii, no puedo creer que pueda llegar a existir una raza como la que habla, aunque por lo que dice puede ser una probabilidad, sean lo que sean esos skavens.

Entonces, si lo que dices es cierto, será una posibilidad que deberemos contemplar, aunque no puedo evitar pensar en qué demonios buscában en el templo. Y como bien ha dicho Resha, hasta que no investiguemo el lugar, veamos el cadaver y estemos sobre el terreno, tan solo podemos especular.

El cansancio que tenía acumulado estaba empezando a hacer mella y este asunto cada vez se enturbiaba más. Sería una idea bastante sensata el descansar por hoy y prepararnos para el día que nos esperaba. Tendría que acordarme de preguntar a Lanel si tenían libros que hablaran de este lugar.

Con vuestro permiso, me retiraré a descansar un poco y a pensar sobre todo esto.

La discusión se prolongo por algo mas de tiempo sin que nadie pudiese llegar a una conclusión profunda sobre lo que estaba sucediendo, todos tenían sus posturas, todos tenias sus dudas e incluso todos tenían preocupaciones. Al menos de lo que si estaban seguros era de que lo que envolvía a aquella misión que les habían encomendado era mucho mas complejo de lo que en un inicio parecía. Terminada la discusión, uno a uno fueron cayendo dormidos en un placido sueño en el que aun podían escuchar alegría y nostalgia de los elfo combinadas en sus cantos.

Temprano por la mañana, cuando la mayoría de los mercenarios ya estaban listos para partir, Leopold, el joven aprendiz del elfo Haldir se presentó ante ellos sonriente. –Hora de partir, nos espera toda una aventura- dijo con una clara expresión de emoción en sus ojos.

Para los mercenarios, volver al interior de aquel tenebroso bosque no era exactamente algo les alegrará el día, y aun si había cierta emoción al internarse en un antiguo templo olvidado por el mundo, sabían que su presencia allí tenia un carácter muy especial que lejos estaba de la diversión y la aventura.

-Lanel me ha pedido que les informe lo siguiente- interrumpió Leopold irguiéndose un poco mas de lo acostumbrado y dándose leves golpecitos en el pecho con su puño. –Lanel ha hablado con Yena y éste no está de acuerdo en nada de lo que ustedes han venido a hacer. Yena desea hablar con ustedes primero y darles personalmente su permiso. Por tanto- continuo con ahora mas emoción –iremos a ver a Yena al manantial sagrado del bosque- concluyó sonriente mientras observaba una clara expresión de incomprensión en los rostros de sus acompañantes.

-Oh, si, lo he olvidado. ¡Yena es un hombre árbol, el mas antiguo de los pocos existentes en este bosque!- explicó el joven humano, -nunca he hablado con él y de hecho solo lo he visto de lejos por lo que tengan por seguro que quizá estoy mas emocionado que ustedes- concluyo sonriendo de nuevo por el nerviosismo.

Para los mercenarios la cuestión seguía igual, no entendían gran cosa, e incluso la mayoría no tenía la menor idea de lo que era un hombre árbol; incluso la idea de fusionar ambas palabras en un solo ser les parecía demasiado fantasiosa y digna de un cuento para niños.

No obstante había que continuar por lo que sin demorarse demasiado, los mercenarios tomaron todo lo necesario para la travesía por el bosque y dejando el carro atrás siguieron el camino guiados por Leopold. Ywindhel por su parte había partido justo detrás de ellos cuando abandonaron la aldea, viajaba algunos metros atrás de ellos acompañado de otros cuatro elfos mas como escoltas, lo cual generaba una confusión en los mercenarios a los que se les había prohibido llevar armas pero que en cambio veían al elfo armado y con escoltas.

La música había durado y durado, sumida en la conversación con mis compañeros y sin llegar a nada placentero como resultado, pues siempre habríamos de estudiar la realidad antes de tomar una decisión o siquiera promulgar una opción sobre las otras posibles. Pero la noche fue envejeciendo, y con ello el ánimo de mis compañeros, hasta que uno a uno fueron marchándose a dormir. Disfrutando de la paz de un bosque, un cómodo hogar entre los árboles y la carencia del movimiento arítmico de un caballo debajo, no puedo evitar permanecer más de lo que debería, componiendo ritmos suaves y tocando, tocando mientras la música me permite relajarme. Por desgracia, un bostezo involuntario me obliga a detenerme, y hasta yo me veo obligada a ir a dormir.

Por suerte, el descanso es completo sumado al del mediodía anterior, y la mañana despierta tranquila. Sintiéndome renovada, me refresco en el arrollo llevando las mínimas prendas que los recatados humanos -y no digamos los enanos, cubriéndose siempre bajo kilos y kilos de armadura, tanto ellos como a las enanas- consideran aceptables sin que sea pura desnudez. Luego, vuelvo a disfrutar de frutas y melodía a partes iguales, sonando esta vez bastante más alegre. No es el hogar, pero se siente como la casa de un buen vecino. Entonces, el pequeño nos pide que lo acompañemos. Y mi sorpresa es mayúscula cuando nos cuenta a quién vamos a visitar.

-¿¡Un tío árbol!? -El susurro alza mi voz más de lo que querría, mientras me detengo a medio paso, sorprendida y abriendo los ojos cuando iba a coger mi laúd. La noticia me ha pillado claramente con la guardia baja, no solo por su negativa sino por el hecho de que converse "amablemente" con el sabio de la aldea. Tarde recuerdo que bajo lo que yo vivo no puede llamarse realmente aldea según muchos de los estandares incluso entre los míos, y que es normal que nuestros temporales cabecillas no tengan contacto alguno con tíos de ningún tipo. -Vaya, eso es un encuentro nada habitual. -Me cuelgo el instrumento a la espalda, ya que ni yo pretendo llevar mi arco, y espero a que nos pongamos en marcha. Con esa noticia, ni la presencia de Ywindhel consigue apagarme los ánimos, una vez fuera.

Gerard estuvo un rato compartiendo impresiones con sus compañeros, comenzando a escribir en su diario cuando la noche se hizo más avanzada y algunos ya comenzaban a retirarse para descansar. Tardó, quizás, un poco más que los demás en ponerse a dormir, pero acabó haciéndolo. Y, la verdad, con el tiempo que hacía que no dormían en un lecho decente y bajo un techo en condiciones, eso se agradeció muchísimo.

Se despertó pronto, como todos, y empezó a vestirse y prepararse enseguida, desayunando lo justo y necesario. Fue a mirar a su montura un momento, sabiendo que para esa parte de la misión no podía llevarlo (o no lo necesitaría).

- Tranquilo... - le dijo suavemente, acariciando su cuello suavemente - Seguramente no tarde demasiado en volver. Tú quédate aquí, ¿eh?

Tras eso, llegó el muchacho, explicándoles algo nada más llegar: que tendrían que hablar con alguien y, por lo que estaba diciendo... no debía ser humano. Pero.. ¿qué era eso de un Hombre Árbol? A juzgar por la reacción de Aria, ella sí que sabía de qué se trataba.

- ¿Aria? ¿De qué está hablando Leopold? - preguntó Gerard, en lo que se afianzaba bien la armadura.

La discusión se nos fue yendo de las manos lentamente, hombres rata/bestia y magia mezcladas con la muerte del guardián del bosque. Nada que pudiéramos dilucidar sería cierto hasta que no tuviésemos una prueba sólida. Al final uno tras otro ocupamos nuestros lechos y descansamos con mucha mas comodidad que la tenida en el viaje. Aun estoy pensando en la ardilla/rata gigante cuando me quedo dormida.

Al amanecer después de asearme y prepararme, salgo a reunirme con mis compañeros de aventuras. Somos visitados al poco tiempo por Leopold bastante excitado ....¿Que tramará?.....  Nos habla sobre que tenemos que encontrarnos con un hombre árbol. En las viejas historias de mi tierra se habla sobre estos seres, árboles venerables y terribles al mismo tiempo.

- Será lo mejor. Obtener su permiso, quizás haga que el bosque no nos sea tan hostil. Espero que Aria cuente a Gerard algo sobre los hombres árbol, era lo mas adecuado y así yo no metía la pata diciendo alguna cosa que no fuese cierta.  

Después de entrar a la tienda, el enano solo tenía una cosa en la cabeza... Skavens... Sucios skavens...

Necesitaba protegerse mejor porque bien era sabido por todo su clan que esas criaturas eran mas peligrosas de lo que en un principio parecen. Aún siendo endebles en comparación con el mas débil de los enanos, podían resultar mortales. Así que echó una mirada a la camisa de malla que habían conseguido de los orcos y lo decidió:

Lo adecuaría para poder ser utilizado por él. No estaba en condiciones de hacerle ascos a nada.

No nos queda dinero del jodido noble y tampoco tenemos esperanzas de encontrar ninguna fuente de ingresos... Con eso bastará hasta que pueda fundirlo y convertirlo en algo mas lucrativo. 

Así que se dirigió a Arianne y le dijo lo siguiente:

- Aria, necesito tu ayuda. Creo que voy a adecentar esa armadura para usarla en caso de que las cosas se pongan feas, y necesito que me acompañes a la forja para utilizar la misma. Si voy yo solo seguro que tenemos algún problema. Juro no tardar, antes de dormir estarás de vuelta, es sólo quitarle ese olor a orco y conseguir que me quepe.

Entonces el enano salió con la camisa de malla con el objetivo entre ceja y ceja. No iba a aventurarse al templo sin ir bien protegido, no señor.

Veamos por donde empezamos pequeña...

El Melenarroja era bastante ducho en el manejo del metal, pero no estaba para nada habituado con las armaduras, aunque pareció desenvolverse bien, y quedo bastante contento con el resultado. Sin duda había tenido suerte.

Ratas gigantes que excavan, arboles parlantes... Gurnik abrió las orejas, nunca había escuchado de tales criaturas, y siempre le gustaron los buenos relatos.

El no podía aportar nada nuevo con lo que conocía, así que se limitó a escucharlos a todos, asintiendo de vez en cuando, y gruñendo ligeramente cuando se hablaba de criaturas raras.

A pesar de que tenía pensado cumplir la misión o morir en el intento, no se le escapó como su compatriota enano hablaba de esas...ratas. Quizá ayudar a limpiar las montañas de esas viles criaturas pudiera ser una manera gloriosa de morir:

-Grii, si no encuentro antes una muerte gloriosa, y terminamos esta misión ambos, me gustaría que me llevases a donde esas ratas dan tanto el coñazo, para ayudar y cumplir mi destino.

La noche, a pesar de lo que en un principio pretendía, no logré descansar como esperaba. A mi mente acudía el sueño que tuve hace ya varias semanas, cuando estábamos alojados en la mansión del Duque. No podía olvidarme del hecho que, todo esto, podría muy bien volverse en nuestra contra.

A la mañana siguiente, me levanté con cara un tanto cansada. Tras el desayuno, recogí mis cosas en silencio, pensativo, mientras dejaba todo como lo había encontrado. Una vez que acabé, esperé a que todo el mundo estuviera listo y nos dieran las pautas pertinentes para seguir.

Cuando ví de nuevo al joven, volví a rememorar la conversación con Lanel, sobre sus encuentros con esa mujer ¿y sí fuera realmente Ajah? ¿y si esa mujer no fuera lo que querían hacernos creer? cierto es que durante ese breve momento que estuvimos juntos nos habló también en acertijos, como si se tratara de alguien que ve más allá, capaz de ver fragmentos del futuro.

Esos pensamientos se desvanecieron cuando escuché lo que nos dijo sobre el viejo árbol el cuál, según parece, podía llegar a hablar. Así, cuando comenzamos la marcha, me acerqué a Aria

Aria, eso que ha dicho del hombre árbol ¿a qué se refería? ¿era otro acertijo?

Me encojo ligeramente de hombros, ante tanta pregunta. Pero el asunto realmente me había sorprendido. La petición del humano no se hace de rogar, y por un momento me había planteado si satisfacerla o no, considerando que por alguna razón su tono ha variado bastante desde la primera vez, y directamente me tutea. Sin embargo, Aenalor también pregunta. Y en definitiva, si vamos a una entrevista privada, van a verlo tarde o temprano. Aunque bien podría haber sido Leopold el que lo contase, y no simplemente soltase la cuerda. Reflexiono un momento qué decir y qué no.

-No es ningún acertijo. -No se me han pasado por alto las palabras de Resha, que bien parece saber de qué estamos hablando. Chica lista, mi pequeña hermanita- Los bosques están vivos, como sabeis. Ayer no os costó aceptar que el bosque defendía al templo y su guardián. Pero algunos árboles... digamos que están más vivos que otros. Pueden moverse, pueden hablar, y son espíritus muy ancianos y poderosos. Thadon, el... cabecilla de mi clan, por llamarlo de alguna manera, los llamaba tíos y tías. Si eso tiene algún sentido. Había visto alguno, pero nunca hablado con ellos. Solo he visto uno andar en mi vida, y se me comunicó que abandonase esa misión y la diese por finalizada... -me sumo en más reflexiones. El humano que se había colado en el bosque y al que yo perseguía apareció una semana más tarde en las lindes. Y no tenía un solo hueso intacto, pese a ser un mago.

Asentí impresionado antes las palabras de Aria. Había sido testigo de increibles hazañas por parte de poderoso y legendarios heroes de mi raza. Había visto dragones, poderosas hydras que utilizaban los zafios elfos oscuros para entrar en batalla, pero ¿árboles vivientes? eso parecía algo que me sobrepasaba.

Mudo de asombro y bastante inquieto ante la perspectiva de ver a un hombre árbol, fuí caminando detrás de Leopold, quien abría el camino.

¿A qué distancia está el templo de la aldea?

Pensando para sí, no es que él hubiera aceptado tranquilamente el hecho de que "el bosque" protegiera el templo, como dijo la elfa. Más bien, que debía haber alguna magia alrededor del susodicho edificio que hiciera algo para mantener alejados a los intrusos. Pero bueno, no hizo ningún comentario al respecto para no cortar la explicación de Aria. Explicación que, la verdad, resultaba bastante increíble. Cierto es que, como bretoniano, había oído historias curiosas de cierto bosque que había en el reino, pero de hay a un árbol viviente...

Lógicamente, prefirió no poner en duda las palabras de la chica allí mismo, en una aldea de los suyos, cuando el propio Leopold era quién había sacado a relucir el tema. No estaría convencido hasta que lo viera, pero tampoco iba a meter la pata.

- Comprendo... - fue lo único que dijo, terminando de pertrecharse por completo.

El camino a través del bosque era tal como esperaban que fuera tras la pasada travesía el día anterior. El lugar parecía tener una extraña oscuridad perpetua que sumada a lo tenebroso que eran sus árboles y a lo solitario que se veía el lugar, generaba ciertos escalofríos.

Leopold afirmaba que había muchos animales viviendo allí, pero apenas habían visto unos pocos desde su llegada el día anterior. Así que o el joven humano exageraba o bien esos animalitos estaban muy bien escondidos.

Escuchando las palabras de Aenalor, Leopold se detuvo un momento y mirando al frente respondió.
-Hacia allá está el templo del bosque, está a una hora o mas desde la aldea, ahora vamos hacia el manantial que esta en esa otra dirección y está a dos horas de la aldea por lo que llegaremos en una mas. Una vez hablen con Yena y les de su permiso solo tendremos que caminar por menos de una hora para llegar hasta el templo-, Al parecer, por lo que les indicaba Leopold, el templo y el manantial estaban prácticamente en la misma dirección, solo que uno mas retirado que el otro.

Tras una hora mas de trayecto en el que avanzaron a través de aquel antiguo bosque con los elfos liderados por Ywindhel siempre a sus espaldas, por fin llegaron a un terreno algo cenagoso en el cual Leopold les pidió que se detuvieran.

-Hemos llegado al manantial- informó, -allá en el centro debe estar Yena, es un ser tranquilo por lo que creo que no habrá problemas-. Respondió el joven mientras empezaba a moverse de nuevo.

-Haldir decía que siempre lo encontraba en una diferente ubicación, que cada unos cuantos años Yena se movía hacia otro punto del manantial y que incluso llego a encontrarlo muchas veces fuera de éste. Yo siempre lo he visto en el mismo lugar y de hecho nunca he intercambiado palabras con él, espero no muerda- bromeó Leopold probablemente intentando con ello tranquilizarse él mismo pues se notaba sumamente eufórico.

Al fin, tras recorrer unos pocos metros mas entre el bosque ligeramente inundado llegaron a lo que parecía ser un amplio y bello claro en el bosque. Ywindhel y los demás se habían detenido unos metros mas atrás sin avanzar mas, al parecer se mantendrían a la espera observando lo que acontecía a la distancia.

El manantial estaba en todo su esplendor frente a los y por fin podían ver a muchos animales en los alrededores. Había muchas aves e insectos, pero sobre todo ranas, muchas ranas.

-Allí- clamó Leopold señalando un viejo árbol, -allí está Yena. ¿Están listos?-, preguntó con la clara intención de aproximarse hasta el mismo árbol.

Para los mercenarios allí presentes, aunque el lugar era bonito, hasta ahora no habían visto nada extraño, nada inusual, e incluso aquel viejo árbol parecía otro más de todo el montón que hasta ahora habían visto. No obstante pronto se dieron cuenta de que allí había mucha mas luz que la que había en el resto del bosque y no parecía venir del cielo pues éste se encontraba algo nublado en aquella mañana. Fue entonces que centrando su atención en el viejo árbol notaron súbitamente que éste se había movido, tras lo cual sorpresivamente abrió sus ojos!.

Grii estaba muy nervioso, fuera lo que fuera eso del "hombre árbol" tenía la impresión de que iba a resultarle espectacular o un pufo. Le recordaba a cuando era pequeño y los mayores contaban historias de dragones que arrasaban ciudades para asustarlos. Sin duda podía ser un gran día.

Además, había conseguido ajustar la armadura para sí mismo y eso le hacía sentirse un poquito mas realizado esa mañana.

Como siempre, sus piernas sufrieron la caminata de camino a ese manantial, donde en principio no había nada raro, pero en ese momento el enano penso que había visto algo.

- Pero que narices...

No acabó su pensamiento cuando el árbol abrió los ojos, ¡POR GRINMIR QUE AQUELLO ERA INCREÍBLE! La escena le dejó sin palabras y esperó a que ese ser mediara con ellos primero.

Una vez se pusieron en camino, el grupo se adentró, guiados por el muchacho, en el bosque. Un bosque que, igual que el día anterior, resultaba oscuro, opresivo... inquietante, en una palabra. Al menos para el bretoniano, pero no parecía así para Leopold, por ejemplo.

Al parecer, primero iban a tener que dar un buen rodeo para hablar con ese misterioso "hombre árbol" antes de dirigirse al templo. Igual que la noche anterior, Gerard se sintió bastante fuera de lugar, pero esta vez no era por la misión en sí, sino por que tenía la sensación de que estaba entrando en un mundo totalmente desconocido para él, al que gente como él no pertenecía ni pertenecería jamás.

"Lo mejor será no hablar delante de... lo que sea que vamos a ver." Pensó para sí el caballero, considerando que ese iba a ser el curso de acción más prudente.

Al menos, a pesar de lo siniestro del bosque, debía reconocer que era bastante tranquilo. Y cuando, una hora más tarde, llegaron aun claro, se quedó bastante asombrado: comparado con todo lo anterior, aquél sitio destacaba muchísimo, siendo diametralmente distinto. Hermoso, abierto... con agua. Y sí, por fin allí veían algo de vida animal.

La atención de todos fue llamada por el chico hacia un árbol en concreto que estaba en mitad del claro. Aparte de estar más iluminado no tenía nada en especial...

Hasta que se movió y abrió los ojos.

LeBlanc se quedó en el sitio, paralizado y pálido, sorprendido (por no decir asustado) mucho más de lo que uno habría creído posible. Lo único que pudo hacer fue susurrar en su idioma natal:

- Pour la Dame...

Aunque el bosque seguía siendo un tanto alarmante, esta vez el paseo fue mucho más tranquilo que cuando entramos por primera vez. El hecho de ir con los elfos escoltándonos daba un poco de garantía para cruzar estos bosques. Esto, junto con la posibilidad de ver qué era eso de un hombre árbol, era algo que me espoleaba a avanzar y llegar cuanto antes.

No pensaba en siquiera la posibilidad de que nos denegara el acudir al templo, pues nos motivos eran sinceros y conocía a todos los integrantes del grupo desde hace tiempo, y a los que no les conocía desde hace tanto, me habían demostrado durante estas semanas que eran merecedores de mi confianza.

Cuando llegamos al manantial, mi boca se debió de quedar abierta ante el asombro de los que mis ojos veías. No era un hombre árbol, sino un árbol que parecía tener cientos de años, de un tamaño enorme y con una forma humanoide. Solo de pensar que eso podía comunicarse con nosotros hacía que todas mis alarmas saltasen como un resorte. ¿Si esto fuera posible, qué otras cosas habría por el mundo desconocidas para la mayoría de los seres mortales?

Durante nuestro paseo por el bosque Leopold nos había contado como una gran vida animal vivía en estos bosques, pero no habíamos escuchado siquiera el trinar de los pájaros. Esto se unía a una sensación de hostilidad y vigilancia que fluía del propio bosque. Un grupo de elfos armados nos acompañaba y sino fuera por la presencia de Aria entre nosotros podría llegar a pensar que nos encaminábamos a una trampa.

Al llegar al manantial donde ahora sí pudimos ver a lo que se refería Leopold con respecto a los animales....al menos no miente en todo lo que dice..... Un grande y viejo árbol se encontraba cerca de allí. Esto no era sorprendente en un bosque tan antiguo, pero que empezara a moverse y abriese los ojos eso ya era harina de otro costal.  

- Por el padre invierno, había oído hablar de ellos pero no esperaba esto.

Me concentro en el ser, mirándolo con los ojos de la magia por pura curiosidad nada mas le veo moverse.

Gurnik se alegró de por fin ir hacia un fin concreto, desde que llegaron a la aldea todo habían sido palabras y dudas, que no dejaban de ser interesantes, pero no conducían hacia nada claro. Se pusieron a andar, mientras Leopold le explicaba el plan de acción para el día. Al parecer iban a ver a un viejo árbol parlante, que tenía algún tipo de mando o poder en el bosque, y luego, si el árbol gigante les dejaba, irían al templo donde había muerto el elfo amigo del humano que los "contrató".

No fue poco el tiempo que andaron, y la presencia de una comitiva de elfos a sus espaldas, lideradas por aquel elfo que tan poca confianza le inspiraba...lo ponía medianamente nervioso. Pero había que tragar. En un momento dado y por distraerse un poco, quiso empezar una conversación con el otro enano:

-Buena armadura llevas hoy, has logrado un gran trabajo Grii.

Al llegar al claro se quedó maravillado con lo que vió. Aquello era un contraste enorme con respecto al resto del bosque, era el corazón del mismo, solo que parece que no bombeaba bien, y dejaba al resto del bosque más tétrico.

Al principio no se percató, pero cuando vio aquel árbol gigante, no pudo evitar poner cara de sorpresa, cosa que por lo visto, también le había pasado a sus compañeros.

Tras unos segundos de perplejidad, el enano deleitó al grupo con su habitual falta de tacto:

-Quién abre la conversación?

Levantando la mano una y otra vez, Leopold trataba de llamar la atención en relación a la pregunta formulada por Gurnik, pero al notar que no le hacían mucho caso o mas bien el suficiente caso, se puso sumamente serio y respondió, -Yo me haré cargo de eso- y en un tono aun mas severo puntualizo –y que no se les ocurra beber del agua de este manantial!-.

Curiosamente mientras avanzaba hacia el árbol el joven humano parecía sonreír y juguetear feliz con el agua que se movía a su paso. –Vamos, síganme- les dijo a todos con una clara sonrisa de emoción plasmada en el rostro.

El grupo, siguiendo a Leopold se aproximó al inmenso árbol que los miraba con aquellos fulminantes ojos hasta estar a tan solo 5 metros de sus raíces. Aquella cosa era simplemente inmensa, debería medir unos siete metros desde el suelo hasta la punta de sus hojas más altas, y eso sin considerar el hecho de que parecía estar sentado.

Acercándose aun más al árbol, Leopold clamó. –Yena, ellos son quienes han venido por Haldir-. Si algo paso, nadie se dio cuenta; quizá el árbol no hablaba, o quizá no había entendido lo que el humano le decía. Y de hecho éste parecía darse cuenta de ello pues cambiando su lenguaje volvió a hablarle al árbol. Esta ves lo hizo en un tono inaudible para los allí presentes y estos solo sabían que él hablaba por que sus labios se movían.

Entonces, súbitamente, el árbol habló. Pero sus palabras, si es que eso eran palabras, no estaban pronunciadas en ninguna lengua que ellos conociesen. De hecho aquel conjunto de sonidos mas se asemejaban al crujir de una vieja puerta mezclado con el sonido de ramas quebrándose.
El árbol, habló pausadamente y por largo tiempo. Tras ello, volteando la vista a los mercenarios, el joven Leopold les tradujo lo que el árbol tenia que decirles. –Yena dice que él es Yena- sonrió Leopold, -dice que sean bienvenidos a su hogar-.

Leopold miró un momento al árbol y luego habló de nuevo, -Yena quiere que le respondan tres cosas:
¿Pueden prometer que se asegurarán de que Haldir repose en un digno lugar?
¿Si han sido enviados a buscar a Haldir, por que hacen preguntas sobre éste lugar y su historia?
Y finalmente, Yena quiere saber que opinan de mi-. Finalizó Leopold encogiéndose de hombros.