Partida Rol por web

Tras la comida ligera y el posterior reposo, los participantes del eventos fueron guíados a la zona de la siguiente prueba.

Era un enorme descampado de hierba verde y fresca, perfectamente recortada para evitar entorpecer los movimientos ágiles que allí se iban a realizar.

Esta vez, tanto los asistentes como el jurado estaban en unas gradas de madera en la parte izquierda del lugar, con los palcos del jurado más altos que el resto.

De todos los miembros del jurado, únicamente Daidoji Kato y Bayushi Sanosuke estaban a pie de prueba, seguramente Asahina Tamako iba a delegar en ellos...

En la zona derecha de aquel claro, estaba dispuesta lo que parecía la prueba de tiro con arco, con 11 esterillas separadas medio metro entre sí, cada esterilla tenía el Mon familiar y el nombre de cada participante. Enfrente de dichas esterillas, había diversos blancos a diferentes distancias, los blancos estaban conformados por burdos muñecos de estera atados a recios troncos.

En la zona central, había varios circulos hechos con pequeñas piedras pintadas de azul celeste, el color de la grulla, así como 9 Bokken perfectamente alineados antes de los citados cículos, un pequeño cartel decía -Iaijutsu-

Ya en la parte izquierda, había otros 9 bokken, y aunque no había delimitación alguna, otro aviso decía -Kenjutsu- sin duda alguna sería referente a diversas Katas o demostraciónes con la espada.

En la parte más alejada del claro, podían contemplarse dos circuitos. Dichos circuitos serpenteaban y terminaban dando la vuelta hasta cerca de la posición de salida, apenas tendrían kilómetro y medio cada uno. También se podían ver varios de los obstáculos:

Troncos sobre charcos de agua y barro, rampas de madera empinadas, una cuerda para balancearse... y otros muchos que no eran capaces de observar desde su sitio.

Daidoji Kato se acercó a los participantes.

-En nombre de nuestro anfitrión Asahina Tamako, os doy la bienvenida a estas pruebas que realizaremos dentro de poco-

Kato estaba ataviado con su pulcra armadura gris y azul oscuro, y su semblante, serio y rígido como siempre.

-Empezareis demostrando vuestro dominio del Kyujutsu, dicha prueba la monitorizará Bayushi Sanosuke-sama-

-Una vez terminada, os dirigireis al centro del claro, donde los círculos de piedra, allí nos hareis una demostración de vuestro iaijutsu, recordad que serán duelos a primera sangre, yo haré de juez en la misma, la selección de contrincantes será aleatoria-

Tras la explicación señaló a donde descansaban los 9 bokken en la zona izquierda del claro

-Tras el duelo, será el turno de mostrar el dominio del también noble arte del Kenjutsu, por lo que cada uno realizareis movimientos específicos del dominio de la sagrada Katana-

-Por último, realizareis la prueba de obstáculos, que como bien podeis ver, están separadas en 2-

-Una para los bushi, y la otra para cortesanos y shugenjas- 

Hizo una pausa para que los niños asimilasen todo lo dicho, y dió unas últimas indicaciónes

-Cuando se esten realizando los duelos de iaijutsu, tanto Isawa Hanako como Isawa Sun, deberán de presentarse ante Asahina Tamako-sama, para que evalue vuestras capacidades con los Kami, es el único que tiene el conocimiento necesario para ello, por lo que vosotras dos, no realizareis la prueba de iai-

-Eso es todo, seguid a bayushi Sanosuke-sama para el inicio de la prueba de Kyujutsu-

El escorpión les hizo un gesto para que le siguiesen...

Los niños llegaron guiados por Sanosuke a la primera prueba.

Había 11 esterillas, con 11 arcos cortos encima de ellas, junto con 3 flechas. En cada esterilla había una indicación con el mon y el nombre al cual pertenecía el sitio.

El escorpión se dirigó a ellos, con una voz desprovista de sentimientos, tras aquella máscara demoníaca que parecía observarles a cada momento. Parecía recuperado de sus heridas.

-Cada uno a su sitio, hay tres blancos, uno a 50 metros, otro a 100 metros y otro a 150 metros, cada impacto otorga un punto, el que más puntos saque, gana, es fácil, empezad cuando querais-

Bayushi Ujio se sentía confiado. La ronda de pruebas que iba a sucederse por la tarde era justo para lo que había estudiado en su escuela. Sin embargo, cuando les llevaron al lugar donde iba a realizarse la primera prueba, Ujio maldijo interiormente al que había escogido los arcos. No se parecían para nada a los que había usado en su dojo. A eso había que añadir que tampoco es que hubiera entrenado en el manejo de los arcos tanto como había pulido su habilidad con la katana. Y ahora esa dejadez iba a reventarle en la cara.

Cuando disparó la primera flecha, ésta pasó al lado del primer blanco, rozándolo sin llegar a impactar en él. La segunda flecha fue aún peor, ya que apenas voló la mitad de la distancia que la separaba de su objetivo antes de clavarse en el suelo. El joven bushi disparó la tercera flecha sintiendo las miradas burlonas y de desprecio de todos los asistentes sobre él. Había hecho el ridículo en las pruebas nobles y ahora iba a hacer lo mismo en la primera prueba de guerrero. El tercer disparo falló el blanco, clavándose en el suelo al lado del muñeco sin tocarlo.

Ujio bajó el arco y agachó la cabeza, sintiéndose más avergonzado en ese momento de lo que se había sentido en todo el día. ¿Por qué las fortunas le daban la espalda de esa forma?

La comida había servido para recargar un poco las fuerzas pero Sora sabía que su oportunidad para destacar había pasado y lo único que podía hacer ahora era intentar no ser el peor.

Se colocó de forma ordenada en la esterilla que le correspondía y cuando fue su turno cogió el arco. Era la primera vez que tenía uno en las manos y afortunadamente había podido observar a otro compañero utilizarlo antes. La verdad era que le habría podido fallar la intuición incluso para cogerlo adecuadamente.

Tomando cada una de las flechas, el pequeño cortesano consiguió dispararlas pero sin demasiado éxito. No tenía casi ni la fuerza suficiente para tensar el arco y mucho menos la intuición muscular para corregir la trayectoria de la flecha. El resultado fueron tres disparos mediocres en la dirección correcta pero que no llegaron ni a acercarse a los objetivos.

La comida resultó reparadora física y mentalmente. Necesitaba despejar su mente de aquellas pruebas que, aunque parecían sencillas, habían conseguido ponerla a prueba. Pero eso no era nada para lo que quedaba por hacer.

Una vez hubo escuchado con atención las instrucciones de Diadoji Kato, Hanako asintió levemente, demostrando que había entendido lo que se les había indicado. Ansiaba que llegase la hora de que aquel estresante día llegase a su fin.

Contempló con desidia el circuito que habían preparado debidamente, con sus respectivas pruebas, hasta que llegaron a la zona del tiro con arco. De primera mano sabía que iba a ser complicado, pues no había disparado un arco en su vida. Conocía las mecánicas y teoría por lo que había podido observar a sus compañeros, pero de ahí a realizar una buena apertura en la prueba iba a ser considerablemente complicado...  y así ocurrió. Las flechas volaron una vez Hanako tensó la cuerda y el tronco de la flecha se deslizó entre sus dedos, pero ninguna impacto ni de cerca en su objetivo.

Suspiró con algo de resignación, ya conocía el resultado de esa prueba antes de siquiera haber tomado el arco, aunque por otra parte el hecho de que sus compañeros también hubiesen demostrado su carencia de habilidad con el arco le hacia sentir un poco menos mal.

Tras una mañana apacible, el ronin disfruta de cada una de las pruebas, aunque la última finalmente le deja un regusto amargo al llevarse una reprimenda; al carecer de clan, no tenía nada legítimo que decir y daba por hecho que él no se vería implicado, se equivocó.

Concluidas las pruebas nobles, aprovecha para comer un poco y relajarse, interiorizando lo aprendido aquella mañana.

Llegada la hora, sigue al guía hasta el precioso descampado verde y, para su sorpresa, lo primero que llama su atención es la zona de práctica de kyujutsu. De haber estado solo, habría ido corriendo a probar los arcos y flechas de los grulla, sentía una irremediable curiosidad por la posiblemente obvia diferencia de manufactura entre aquellos arcos y el suyo.

La voz de Daidoji Kato lo saca de su letargo. Escucha respetuosamente con atención. Acaba siguiendo al Magistrado Esmeralda hasta la prueba de kyujutsu, francamente emocionado y acata a rajatabla las directrices del escorpión.

Posando una rodilla en tierra, toma el yumi y lo examina con detenimiento, repitiendo el mismo proceso con las fechas, zarandeándolas un poco estudiando su peso. Apuntando hacia el suelo, hace un ademán de tensarlo antes de coger una saeta. Se coloca erguido y alza la mirada.

De los tres objetivos, dos de ellos se tornan inmediatamente borrosos a su vista. Murmura para sí.

- 150 metros…

Toma aire y lo exhala lentamente. Se toma su tiempo. Visualiza el vuelo de la flecha y el movimiento de la escasa hierba bajo el blanco. Tensa la cuerda… la flecha está cargada, cierra uno de los ojos y torna el otro… una vez el blanco se torna nítido sobre la punta de la flecha, corrige la altura… y la saeta vuela.

Se la escucha cortando el aire emitiendo un fuerte silbido. Con un sonoro impacto, se clava profundamente en el objetivo, casi en el centro exacto, un par de centímetros abajo a la derecha.

- Más alto…

Según la veía volar, Rinji ya tiene otra cargada. Estudia cómo mejorar el disparo durante escasos segundos antes de volver a tensar el arco. De nuevo otra fecha vuela bailando y silbando furiosamente en el aire antes hundirse casi con un centro perfecto.

Cierra los ojos y vuelve a tomar aire por la nariz. Sonríe, se le ve feliz. La última flecha se encuentra ya entre sus dedos. Relaja los hombros y disfruta del último disparo. Siente como el arco se retuerce según tensa la cuerda, la caricia de la madera y el tacto de las plumas en sus yemas. Entre abre de nuevo los ojos, el blanco se torna nítido y corrige la altura… con los pulmones vacíos suelta la cuerda y los cierra de nuevo. Escucha el sonido ascender a lo alto y como poco a poco se mitiga según pierde fuerza y se aleja. Pasados unos segundos suena el golpe contra el blanco, entonces abre los ojos y la observa clavada entre las otras dos.

El ronin baja la mirada al suelo, feliz, y posa el arco junto a sí. Desde que tomó el arco, solo este, las flechas y aquel blanco habían existido para él. Volviendo a la cruda realidad, encoge de manera casi imperceptible el cuello sabiéndose descuidado. ¿Cómo les habría ido a los demás?

Yumiko llegó a la zona de tiro y tras recibir las instrucciones de Daidoji Kato examinó uno de los yumi y tensando la cuerda para asegurarse de la misma, algo en los movimientos que Yumiko hacía al examinar dicho yumi daba a entender que conocía el arma como la palma de su mano.

Tras inspeccionar aquel yumi Yumiko hizo lo mismo con las flechas, doblandolas minimamente, tanteando la punta y acariciando los acabados de las plumas. Y finalmente cuando Bayushi Sanosuke habló, se colocó en el lugar indicado para preparar los tres disparos.

''Tres flechas, tres dianas, esta es mi prueba.'' Pensó para si mientras tomaba en una mano el yumi y en la otra una de las flechas.

''Primer tiro, 50 metros...'' Su mente ya calculaba la caída exacta que la flecha debía hacer para plantarse en la diana. Tras colocar la flecha contra la cuerda y en un solo e impecable movimiento, alzó el arco con uno de sus brazos mientras la otra mano dejaba que la flecha saliese a buscar su objetivo. Un tiro impecable, en el centro de la diana.

''Ese era el fácil, ahora 100 metros...'' Esta vez hizo un movimiento igual, solo que alzó el arco ligeramente, una pizca mas, para que la flecha volviese a encontrar de nuevo el centro de la diana.

''Perfecto, ahora 150...'' Si en las otras dos dianas la concentración parecia inigualable, esta vez sin duda se superaba a si misma. Alzó una vez el arco, mas despacio, como si sus ojos calculasen al milimetro la trayectoria de la flecha. Fué un buen disparo, la flecha alcanzó de nuevo la diana.

Yumiko sonrió tras dejar el arco en el suelo y dirigió una mirada a la zona donde el resto de los del unicornio estaban sentados justo antes de volver a mirar orgullosa las tres flechas que había disparado.

Hidetora cogió arco con cierto desprecio, y se pudo comprobar por qué. No tenía ni idea de usar aquella arma y eso se reflejó en los cero impactos que hizo. Lo mismo ocurrió con Tenbo, que falló estrepitosamente.

Sin embargo, Isawa Sun logró acertar la primera diana con mucha suerte, clavando la flecha en un costado del muñeco hecho de estera. Los demás disparos ni siquiera acabaron cerca.

A continuación, tanto Giichi como Kiyomasa lograron hacer blanco en los dos primeros lanzamientos, fallando por poco en el último. Giichi maldijo profusamente ante este hecho, aunque por su parte, Kiyomasa se encogió de hombro. Hikari por su parte lo hizo más difícil aún. Hizo un impacto perfecto en el primer objetivo, pero falló el segundo por escasos centímetros, elevó un grito de rabia, y haciendo acopio de esa furia logró hacer el último impacto a 150 metros.

La prueba había concluido.

Sanosuke les miró a todos con indiferencia, y a decir verdad, también parecía algo aburrido.

-Bueno a ver, todos sabeis lo que habeis hecho ¿no? pues corred, id a donde está el general Kato, y dejad los arcos en su sitio-

Cuando los niños se disponian a irse de su lado, Sanosuke volvió a hablar

-Se me olvidaba, hanako-san, sun-san, acercaos a la gradería, vuestras dos siguientes pruebas serán aparte, allí Tamako-sama os indicará-

Todos a excepción de las estudiantes isawa, se dirigieron hacia los circulos de duelo, allí les esperaba Daidoji Kato, con su semblante inalterable.

-Muy bien, niños, cada vez os falta menos para dar el paso definitivo a vuestro periodo adulto-

-La prueba que realizaremos ahora, consistirá en duelos de Iaijutsu, com podreis comprobar, sois un número impar, por lo que ese participante que esté sin pareja, realizará el duelo conmigo-

¿De verdad iba a hacer eso? sin duda alguna podría matar al muchacho con el que se enfrentase sin dificultad alguna....

-Recordad que aquí solo venis a demostrar vuestro arte del iai, un noble arte digno de cualquier samurai con un mínimo de respeto por las tradiciones-

Tras decir esto, sacó un pequeño saquito, introdujo su mano y sacó un par de trocitos de papel. Así continuó hasta que el saquito quedó vacío.

-Bien, ya tenemos emparejamientos- Hizo una pausa para dar más dramatismo al asunto

-Doji Sora contra Bayushi Ujio-

-Hida Giichi contra Ikoma Tenbo-

-Shosuro Hidetora contra Mirumoto Kiyomasa-

-Rinji contra Shinjo Hikari-

-Otaku Yumiko, quedaste aparte, tu duelo será contra mí-

tras esto, lanzó un nuevo grito

-COGED UN BOKKEN Y OCUPAD VUESTROS RESPECTIVOS CÍRCULOS-

Las dos chicas fénix se acercaron al lugar indicado. Una vez allí tras hacer la reverencia de cortesía a Asahina tamako, esperaron instrucciónes.

Tamko sacó dos pequeños colgantes, e hizo que Doji Shizue le entregase uno a cada muchacha, con la premisa de ponérselos de inmediato.

Las dos niñas puedieron comprobar que se trataba de un Tsangusuri, los fetiches y artefactos mágicos fabricados con gran maestria por la familia Asahina de la grulla. Y estos parecían especialmente poderosos, seguramente Tamako los habría hecho personalmente para la prueba.

Desde el palco, Asahina Tamako habló.

-En primera instancia, esos colgantes serán la salvaguarda para que no lastimeis a nadie en la prueba, cuando convoqueis a los diferentes Kamis-

-Sun-san, tu dominas el fuego, y tu, Hanako-san, el vacío, por lo que la prueba se realizará con los demás elementos-

-Hanako-san, usarás la tierra, y Sun-san, utilizarás el agua, disponeros a enfrentaros-

“Hikari…”

El nombre de la unicornio resuena en la mente del ronin. Ladea la cabeza y observa a su adversaria, asiente una vez y marcha a por su boken.

Camina despacio aunque firme, pensativo. Animado por la prueba anterior, entiende que la joven estará aún frustrada por la pelea de aquella noche; casi seguro le guardará rencor. Vislumbra un encuentro breve pero intenso mientras mueve el arma de entrenamiento haciendo giros con la muñeca. Aunque la chica sea joven y tenga poca paciencia, algo en ella la hace ver como una interesante contrincante.

Se adentra en el círculo y realiza una respetuosa reverencia al jurado y a la propia unicornio. Alza un poco la voz antes de continuar.

- Es un honor para mí poder batirme con un miembro del Clan del Unicornio.

Clava la mirada en ella y, aunque tenso, exhala el aire con tranquilidad.

- Por respeto hacia nuestros anfitriones, jurado y hacia mi adversario, iré con todo.

 Sus ojos se mueven recorriendo todo su cuerpo, intentando descubrir alguna falla, tara o algo que evidencie debilidad… sin mucho éxito.

- Por favor, no te contengas.

Asienta la posición y fija los ojos en los de Hikari. El ronin no se va a retirar.

Solo los kami sabrán cómo se desarrollará aquel duelo.

Por fin, una prueba en la que el joven escorpión podía destacar. Qué pena que el rival que le había tocado no fuera ni siquiera un bushi. Por muy grulla que fuese, el joven cortesano Doji no debía saber más de duelos que lo que le podía haber contado algún pariente.

Ocupó su posición dentro del círculo que delimitaba la superficie donde se desarrollaría el duelo. Tras hacer una respetuosa reverencia a su rival, Bayushi Ujio adoptó una impecable pose de combate. Comenzó a respirar calmadamente, concentrándose en el aura del rival, tal y como su maestro le había enseñado a hacer. Doji Sora era un rival que no estaba a su altura. Sus capacidades estaban dentro de la media, pero no tenía ninguna experiencia en duelos de iaijutsu. Si no se retiraba, Ujio confiaba en poder vencerle con facilidad.