Partida Rol por web

Hikari miró fijamente a su objetivo, con el bokken en el obi, esperando el momento justo y adecuado para golpear...Ni siquiera abrió la boca para saludar al entrar, sus ojos destilaban...¿Venganza? podría ser. No se retiró

Tras observar algunos disparos realmente impresionantes, tocaba la prueba de iaijutsu. La sola idea de sujetar un bokken delante de un oponente parecía un disparate pero era justo lo que tenía que hacer ahora. Kato les informó de cómo les emparejarían para la prueba y de que uno de ellos terminaría batiéndose con él. Sora sintió como el estómago se le convertía en un nudo mientras le veía sacar los papeles, guardándose el resultado para él. Interiormente rogó a las fortunas que le pusieran delante a cualquier otro rival. El que fuera.

La pausa dramática que hizo hasta empezar a anunciar los nombres se convirtió en una eternidad. Afortunadamente su nombre fue el primero y tendría que medirse con otro de los chicos. Aliviado del temor a aquel hombre de gestos duros pudo acercarse a recoger, cuando les indicaron que lo hicieran, una de las espadas de madera.

En el círculo de piedras celestes se encontró con el bushi escorpión cara a cara. Se inclinó ante él antes de ponerse en posición. Lo que le faltaba de técnica y experiencia iba a compensarlo con determinación porque si tenía alguna oportunidad, pensaba aprovecharla. Se suponía que buena parte de un duelo la determinaba la correcta concentración y eso podía hacerlo. Una lástima que hasta en la forma de sostener el bokken ese chico pareciera sacarle ventaja. Era como si hubiera entrado en una especie de trance de combate.

Rinji esboza una breve sonrisa al ver la determinación de Hikari.

“Bien.”

Adopta una posición pesada y echando ambos brazos hacia atrás, cubre el boken con su propio cuerpo. Con un rápido pivote de pies, se lanza a por la unicornio que ya había comenzado a moverse.

Con una fuerte arrancada, Rinji se prepara para lanzar un potente ataque, pero patinándole el pie de apoyo, no solo falla, si no que queda bastante expuesto ante la acometida del adversario.

Hikari se abalanzó con toda su furia contra el ronin, pero, justo al llegar a distancia de golpe, se tropezó y su movimiento pasó a escasos centímetros de Rinji...al igual que el bokken del anterior.

Los dos fallaron el golpe.
 

El cortesano Doji no se había retirado tras examinarse en la fase inicial del duelo. Eso era que al menos tenía agallas. Ujio sonrió. Le daría una bonita lección.

Tras concentrar su energía y prepararse para efectuar el golpe, el joven bushi escorpión apuntó a su objetivo y se lanzó a por él. Utilizó el bokken de forma increíblemente habilidosa para golpear directamente el obi de Doji Sora sin dañarle a él directamente. Sonrió satisfecho cuando vio la prenda caer al suelo y el kimono de su oponente abriréndose al no tener nada que lo sujetara. Eso era una victoria con todas las de la ley.

Perplejo, el ronin mira de reojo el atuendo de la joven que cae junto a él. Acaba de escuchar el silbido del boken y aún no comprende cómo ha fallado. Abandona la torpe posición en la que había quedado y se posiciona erguido recolocándose el atuendo.

Mira a la unicornio detenidamente y alza un poco la voz, sonando sincera y firme.

- Me faltó la templanza para ser un oponente digno. Mis disculpas, Hikari-san.

Se inclina un poco ante la chica disculpándose y como muestra de respeto, dedicándole otra leve reverencia al posible público que anduviera mirándolos. Se retira un poco esperando a que terminasen el resto de los duelos antes de acudir ante el general.

Sun comenzó a invocar a los kami en voz baja, al tiempo que estudiaba los gestos de Hanako, no quería perderse ningún detalle de lo que estaba haciendo su oponente. A pesar de llevarse bien, en las dos pruebas siguientes serían enemigas...

Hanako cerró los ojos una vez que había tomado posición. Los nervios estaban a flor de piel, y comenzó a musitar las plegarias correspondientes para agradar a los kami del elemento que se le había citado previamente.

Concentrada en sus frases, tampoco quitaba oído de lo que ocurría a su alrededor. Sentía y contemplaba todo lo que la envolvía a pesar de tener la vista negada para evitar distraerse en su recital.

Yumiko caminó despacio hacia Daidoji Kato tras tomar en sus manos uno de los bokken. Respiraba nerviosa mientras trataba de mover ligeramente el bokken en sus manos para acostumbrarse a su peso.

''Se usar una lanza, no una espada. Esto será... imposible...'' Pensó para colocarse ante Kato mirando su Bokken, le notaba muchisimo mas seguro que ella, y eso la ponía aun mas nerviosa.

Al no conocer posturas de Iajiutsu asumió una similar a la que tomaria con una lanza, intentando proteger la mayor parte de su cuerpo con el bokken colocada en vertical hacia arriba, con la espalda de lado hacia su contrincante.

Contemplo a su oponente por un segundo ''No puedo hacer nada... ni retirarme, ni ganar contra un oponente así. ¿Que diría ella?'' Pensó recordando a su abuela por un segundo ''Ni el mas fiero rival merece una retirada, las doncellas de batalla no retroceden ni un paso. Una doncella de batalla lucha, aunque en la batalla no tenga una sola posibilidad de salir con vida. Una doncella de batalla muere porque no conoce la bandera que indica la retirada...''

Cerró los ojos tomando el aliento por un segundo y volvio a abrirlos fijandolos de nuevo en aquel bokken. No pudo ni defenderse, con un simple golpe el general la desarmó y el bokken que sostenian sus manos, cayó al suelo.

Y de pronto la sonrisa del escorpión le hizo sentir un escalofrío y su concentración se perdió por completo. Un momento después aquel chico se lanzaba a por él sin que pudiera reaccionar. Sólo tuvo tiempo de cerrar los ojos como reflejo ante el golpe que iba a llevarse…

Sorprendentemente lo único que sintió fue que pasara a su lado y un tirón alrededor que desapareció un momento después. Ni siquiera escuchó el sonido de la tela al rasgarse.

Supo que algo no iba bien cuando la delicada prenda de seda que vestía empezó a dejarle demasiado espacio y a escurrirse por sus delgados hombros. Completamente desconcertado abrió los ojos y se apresuró a agarrar los eri del kimono sobre su pecho para frenar su caída. Los ajados restos de su maravilloso obi yacían a sus pies como las hojas de un árbol en otoño.

Aquel precioso obi de olas de mar con su brillante espuma blanca que tanto le gustaba repasar con los dedos en la soledad de su habitación, que le hacía soñar con el día en que pudiera volver a casa y que había seleccionado cuidadosamente para el que tenía que haber sido su gran día estaba ahora, roto e inservible. Era una metáfora perfecta y cruel de sí mismo y su actuación en la ceremonia.

No fue capaz de levantar la mirada de aquel pedazo de tela. No quería ver las caras que se encontraría si lo hacía. Nunca había tenido tantas ganas de simplemente desaparecer.

Una vez terminó su conjuración, Sun envió a los Kamis de agua contra Hanako, aunque notó que gracias al colgante, haria poco más que mojarla...si acaso ganaba.

La prueba había finalizado, uno a uno, los participantes fueron abandonando los círculos, podía verse tanto a tenbo como Hidetora algo magullados, el primero se dolía el hombro, el segundo el costado izquierdo. Por parte de Yumiko, podía observarse el resultado...ni siquiera tenía el bokken entre sus manos.

Shinjo Hikari se veía total y completamente enrabietada, aunque no había perdido, simplemente la poca habilidad de ambos a la hora de golpear había hecho que ninguno de los dos ganasen puntos.

A giichi se le veía feliz y jactancioso tras su victoria, y kiyomasa simplemente seguía con ese semblante a medio camino entre la indiferencia y el misterio.

Por último pudo verse a Ujio abandonar su círculo bastante sonriente, pero Doji Sora no le seguía, continuaba quieto en mitad del mismo, cuando todos se fijaron en él....

...A parte de darse cuenta de lo que ocurría, pudieron escuchar como poco a poco se levantaba un clamor de entre el público, que cuando se hizo perfectamente audible, pudieron comprar que eran risas.

Risas acompañadas de dedos acusadores, risas malvadas, de las que hacen daño, se reían hasta los del propio clan de la grulla. A lo lejos, Pudo escucharse la risa atronadora de Sanosuke, agarrándose incluso el estómago....

Cuando los niños miraron a Doji Sora, pudieron comprobar de que se trataba. Ujio le había roto el obi en el duelo, dejando entrever parte de su frágil cuerpo, el joven cortesano de la grulla no levantaba la mirada de su destrozada prenda, muerto de vergüenza.

Instantáneamente, tanto giichi como tenbo comenzaron a señalarle y reirse a carcajadas, casi cayéndose al suelo, por parte de Hidetora, se pudo escuchar una pequeña risa, con sus rasgos de belleza malvada acentuados, hasta Hikari tuvo que contenerse para no reir...el único al que pareció no importarle nada fue a Kiyomasa, pues no había cambiado su rostro desde que lo habían conocido.

Tuvo que intervenir Daidoji Kato, con el gesto severo y con castigo en sus palabras para restaurar el orden

-PARAD!- gritó en primera instancia, todos se callaron al unísono, pues no querían desatar la rabia del general Daidoji

-No es digno de un samurai reirse del ridículo de un igual- Tuvo que rasgarse un buen trozo de tela de su indumentaria, para lanzárselo a Sora

-Y tú, Sora-san, afronta tu derrota con dignidad, utiliza eso como obi, las pruebas aún no han terminado-

Tras esto, dijo por último

-A la zona cercana al palco, la siguiente prueba comenzará pronto-

Las risas se clavaban como agujas en el pequeño y blanco cuerpo del cortesano que seguía mirando al suelo incapaz de creerse que le hubiera hecho algo así. No sólo porque le hubiera hecho aquello, es que con su actitud se había reído de una tradición tan importante para un samurái como era la del duelo. Además de no estar preparado para afrontar uno, tampoco lo había estado para enfrentarse a un rival poco honorable.

El grito del general puso repentinamente fin a aquella suerte de lapidación pública a la que había sido arrojado y el niño levantó un poco la mirada. Estaba claro que no era al único al que asustaba porque nadie se atrevió a decir palabra aunque lo que él sentía en ese momento era una gratitud extrema porque les hubiera hecho parar.

Pudo verle rasgando su propia ropa para lanzarle el resultado. Sora tuvo que soltar el cuello de su kimono para poder atrapar el trozo de tela pero volvió a sostenerlo en cuanto pudo. Durante su reprimenda se inclinó con respeto. Tenía razón en lo que decía, el comportamiento de su oponente no era excusa para el suyo. Por eso, cuando terminó, se dirigió al bushi Bayushi e hizo otra reverencia. Sólo entonces se permitió recolocarse el kimono para intentar sujetarlo del mejor modo posible con aquella joya.

El general Daidoji le cortó la sorna con aquellas contundentes palabras. Aun así, no podía evitar sentirse orgulloso de su hazaña. Había conseguido un golpe realmente perfecto y había derrotado a su rival sin hacerle ni un rasguño. Al menos, no físico. El orgullo y la dignidad se los había destrozado y los había arrastrado por el suelo hasta dejarlos peor que el obi que ahora descansaba en el suelo, rasgado e inservible.

Sin embargo, Doji Sora consiguió de alguna manera sobreponerse y levantarse. Y lo único que le había dedicado era una respetuosa reverencia. Le devolvió el gesto con expresión seria en su rostro. Realmente era digno de admirar cómo el joven cortesano no dejaba de levantarse, sin importar cómo de grande y dolorosa fuera la caída.

Fue entonces cuando anunciaron la siguiente prueba. El joven bushi olvidó al cortesano y se irguió orgulloso. La prueba de iaijutsu sólo había sido el comienzo de su camino hacia la gloria aquella tarde.

Cuando Hanako había terminado de realizar sus plegarias, aún siguiendo concentrada en la prueba, los Kami Tierra se precipitaron como una avalancha, arremolinándose contra los del elemento Agua que previamente Isawa Sun había invocado.

La prueba desembocó en una muestra poder bastante equilibrado por las dos participantes. Por suerte para ambas, aquellos colgantes evitaban que pudiesen recibir cualquier tipo de daño.

Una vez terminó el duelo mágico, y tras avisar como correspondía a Daidoji Kato, este condujo a los jóvenes a la zona izquierda de aquel descampado, cerca de las gradas, allí aguardaban Sun y Hanako.

Una vez estuvieron todos reunidos, un ayudante de Asahina Tamako, se acercó al general y le susurró algo al oido, una vez recibido el mensaje, este volvió a dar las órdenes pertinentes.