Partida Rol por web

Asentí y me coloqué junto al grupo, aunque tenía la sensación de que el fantasma no había contestado a mi pregunta, así que insistí un poco -Volved a perdonarme, Yasuki Takeda-sama, pero si los leones Shisa no tienen necesidad alguna de comer o dormir y que solo ataca para protegeros. ¿Qué amenaza os representa el ciervo? Cuesta creer que sea una amenaza algo tan bello.-

-Yo no engaño a las fortunas samuráis, ni siquiera el gran Bayushi puede.- Dice mirándoos a los dos. -Esa es su voluntad, que la compasión de los demás nos ayude a ver el camino correcto de la verdad.-

-Mi hermana juega persiguiendo a los animales que cruzan este lugar, Grulla, no les ha hecho daño jamás.- Responde el fantasma a la pregunta de Kakita mientras observa como el monje, calmadamente, se acerca al león Sisha. Poco a poco veis el mismo efecto que antes. Las heridas dejan de sangrar, los cortes se cierran y el león recupera sus fuerzas. Sus ojos penetran en los de Togashi, mira a Yasuki y retrocede hacia el altar, siempre atento, pero sin hacer nada. Se sienta.

-Mi hermana ha comprendido que hay alguien que quiere ayudarnos y no atacará.- El fantasma vuelve a desaparecer un momento para reaparecer a escasos metros de su cuerpo.

-El Valor del Espíritu es la segunda prueba. Necesaria de un gran coraje, honor y compasión. La espada que mi clan me confió para entregarla en la boda del unicornio, el principio y final de mi viaje, la razón de ser de todo esto, partió en dos mitades al ofender al código del Bushido. Debe ser forjada de nuevo pero, no puede serlo por medios naturales. Solo un gran acto de voluntad puede volver a forjar la espada del unicornio.- El fantasma aparece al lado de su cuerpo esquelético. -Debéis sacrificar una parte de vuestra alma.- 

No me había vuelto a mover a pesar de todo lo que acontecía a mi alrededor, esperando a que el león shisa se abalanzara sobre mi en cualquier momento. Tan convencida estaba de ello que incluso dudaba de que Takeda hubiera convencido en verdad a Minoko.

- Es un pequeño sacrificio para contentar a una Fortuna, salvar a dos Cangrejos y restaurar el honor perdido.

Señalo serena al ver la oportunidad de solucionar tantos males, porque a parte de los obvios, no era el único honor que pretendía restaurar con el sacrificio. De hecho, seguía viva porque no me lo habían pedido, pero sentía que debía limpiar el error de no haber descubierto la corrupción en Hirotada desde el momento en que vimos las pruebas de su traición.

- Jizo-no-kami es en verdad la Fortuna de la compasión. Acepto con gusto.

Añado con una amplia sonrisa por presentarme tal oportunidad, luego me desprendo de mi wakizashi y espero a que el fantasma revelara cómo proseguir.

Poco a poco el misterio se iba desvelando, nuestra presencia allí parecía no ser fruto del azar. Quizás fuéramos los elegidos para ayudar a aquellas dos almas perdidas.

Las dos pruebas que nos proponían no parecían muy difíciles pero sí demostraban por nuestra parte cierto sacrificio y peligro, pues aún no habíamos terminado el día. No podíamos olvidar nuestro principal motivo: la cacería.

-"Vuestra hermana comprende perfectamente que estamos aquí para ayudaros,no para atacaros y haceros más daño del que ya habéis recibido." dije con voz pausada al mismo tiempo que trataba de acercarme al animal con la misma amabilidad y cariño que lo haría con mi montura.

Con la mirada segura y el pulso firme me situé al lado del león Shisa para tratar de acariciarlo, demostrándole así que podía estar tranquilo por nuestra presencia.

-"El sacrificio que hay que hacer para reparar esa espada no es comparable a vuestro sufrimiento, aunque hay que decir que sólo vosotros sois culpables de ello. Sin embargo, mis enseñanzas sobre el código del Bushido y la vida misma me dictan a ayudaros." sonreía con nostalgia. "Mis padres y ancestros han de estar orgullosos de todos mis actos, pues para ello me educaron. Llegar a ser un buen samurai: fiel a mi Clan, mi Familia y generoso con los más necesitados."

Observé con tristeza los dos trozos de lo que alguna vez fue una hermosa espada.

-"Si para reparar y devolver la grandeza a esta katana hay que sacrificar un parte de mi ser .... así lo haré." cerré los ojos al mismo tiempo que uní los dos trozos como si nunca hubieran estado separados. 

La serenidad y paz que inundaban mi alma por saber que estaba haciendo lo correcto me reconfortaba. Sólo esperaba que con estos actos aquellas almas descarriadas encontrasen la misma paz y serenidad.

-No sé por qué yo. Doji Ryojiro debería auxiliar a un cangrejo que ofende a los espíritus. –Pronunció de manera soberbia-. De toda la vida a quien ha servido la grulla no es otro si no al trono de Jade, de igual manera que el resto de los clanes habéis servido a nuestra voluntad y por extensión al trono.

No le gustaba a donde estaba yendo aquello, podría ser un ardid o un engaño de un oni, además… Él como grulla debería ser servido por el clan cangrejo quienes diligentemente guardan la nación de las tierras sombrías… Y por el deberían entregar el alma, no al revés. Sin embargo no dejaba de verse alimentada su sospecha de que estaban reviviendo la historia que el espíritu les había contado... No ayudarle podría implicar vivir su condena…

-Mentiría si dijera que no dudo ni desconfío, sin embargo vuestra historia podría convertirse en la mía si no os ayudo Yasuki-san. Egoístamente os ayudaré, que así sea. –Dijo al tiempo que tomaba la hoja entre sus manos como habían hecho previamente sus compañeros de otros clanes.

— Y digo yo... ¿no sería un insulto para el artesano Kaiu que forjó dicha espada, y para el portador del mismo clan, que la reparación de la misma no se haga con los rituales adecuados por un artesano cuya habilidad sea superior a la nuestra?. Dado que tenemos que viajar para llevar el regalo que el fantasma no fue capaz de llevar, nos cuesta poco llevar los restos de su espada y que la repare un herrero de verdad. Porque por nuestro esfuerzo, por muy buena intención que sea, no va a superar la habilidad y destreza de un artesano. Solo sugiero... no quiero herir sensibilidades. Como ya dije, no me importa viajar donde sea llevando su regalo o los restos de dicha espada.

-El arma fue forjada por un artesano sin igual y es de una calidad excepcional. Ningún mortal podría haberla quebrado de tal manera.- El fantasma desaparece para ponerse al lado de Ide Zhuo.

-Una de las fortunas la partió con su voluntad y solo por su voluntad volverá a convertirla en lo que era.- El fantasma vuelve a desaparecer para reaparecer donde estaba.

-Entonces lamento deciros que mi voluntad no es la que necesita la espada. Es más bien escasa como ya os he dicho. -Reconoció Ryojiro antes de alejarse un par de pasos del templo, entonces se detuvo para ver lo que decidían sus compañeros.

Lo que pedía el fantasma era un gran sacrificio, pero quizá ese fuera el motivo para que aun estuviera aquí.

Me acerqué a Yasuki Ashikako-sama y le dije -Estoy dispuesto ha sacrificar una parte de mí para salvarle, pero comprendo que queráis hacer vos el sacrificio, ya que se trata de un miembro de vuestra familia, pero si os encontráis cansada o por cualquier otro motivo, yo puedo tomar vuestro lugar.-

Por lo visto no escaseaban voluntarios honorables dispuestos a hacer gala de su maestría en el Bushido, lo cual hacía más necesario que fuera yo quién realizara el sacrificio.

- Como bien decís, es el honor de mi familia.

Repito sus palabras con seriedad, aunque en otro momento menos tenso habría sonreído. Luego vuelvo a mirar al fantasma.

- Adelante.

Estaba lista para comprobar si Jizo-no-kami aceptaba mi sacrificio.

Como guiada por un conocimiento antiguo, Yasuki Ashikako desenvainó la katana rematada en oro y púrpura donde se ven motivos florales en la Tsuba (guardamanos) y el unicornio en la Kashira (pomo).
Efectivamente estaba rota, partida por la mitad con un corte limpio que jamás nadie, ni siquiera un maestro herrero habría podido hacer sin estropear el filo.

Con cuidado sacó el trozo restante de la saya comprobando que, al igual que la otra parte, presentaba un corte limpio y el filo aún se conservaba inmaculado.

Juntó las dos partes, deseando en el fuero interno de su corazón ayudar a aquellas personas, ya no solo pertenecientes a su clan, sino también a su familia, aun a pesar de su vida.

Un leve fulgor azulado cruzó la línea que separaba las dos partes de la hoja. Cuando Ashikako abrió los ojos, sujetó la katana con una sola mano, alzándola, comprobando su belleza y dureza.

Ninguna marca, ni rasguño siquiera quedaba de los limpios cortes que la hubieran separado antaño. La katana del unicornio, regalo de bodas de la familia Yasuki a la familia Shinjo.

Todos podeis ver su belleza y su exquisito acabado.

-Yasuki Ashikako,- dice el fantasma -Cumple por favor con la voluntad de nuestra familia. Entrega esta espada a su legítimo dueño. Gracias a todos por vuestra ayuda y compasión.- El fantasma se desvanece.

Podéis ver como delante del altar, donde antes estaba sentado un león Shisa, ahora una joven se encontraba tendida en el suelo. Es Yasuki Minoko, la hermana de Takeda.

Minoko alza la cabeza lentamente. Es una hermosa joven vestida con un kimono de seda azul, del mismo color que el león Shisa. Cuando os ve no parece reconoceros aunque mantiene la calma y poco a poco veis como fragmentos de su memoria acuden a su mente, pues a continuación os reconoce.

-He comprendido que conseguir la humildad después del vergonzoso trato que dispensé al mendigo
solo se consigue con la muerte. Debo expiar mi vergüenza y la de mi familia.- Yasuki Minoko se
coloca de rodillas junto a su hermano. –Por favor nobles samuráis, entregad nuestro regalo a la familia
Shinjo.- Y con ojos firmes pide un tanto con el que poder quitarse la vida.

-No pretenderás que un samurái te entregue su alma para que la corrompáis con vuestra sangre. -. Contestó totalmente colérico el grulla. Le estaba cansando tanta súplica cuando el lo que había venido era a reforzar sus lazos diplomáticos... Encima volvería con las manos vacías de aquella cacería. Tras serenarse habló nuevamente: 

-Joven, ¿no tenéis un arma como samurái que sois?

Yûki observó la escena con tranquilidad mientras Ashikako expiaba y restablecía el honor de su familia. Al final yasuki Takeda regresaría al Orden Celestial de las cosas, pero la voluntad de la fotruna no se detuvo allí. Perdonó la vida de Minoko otorgándole otra oportunidad de vivir y cumplir con su comentido.

-"No creo que la Fortuna de la Compasíon demandase vuestra muerte, Yasuki Minoko-dono. Está claro que solamente vos podéis cumplir con vuestro cometido. Entregar el regalo a los herederos de Shinjo-uesama y así restablecer el honor del Cangrejo en este asunto".

Entonces su mirada de tornó hacia el cortesano Doji. Pero allí donde podría haber furia solamente había comprensión. -"Si con vuestras palabras no váis a ofrecer soluciones o trabajar en un bien común Doji-san, agradecería que guardaseis silencio. Las pruebas a las que nos someten las Fortunas no son, han sido; ni serán sencillas ni fáciles de comprender por nuestras mentes imperfectas. Pero si no empujamos todos en la misma dirección, no podremos abrir la puerta que nos lleve al éxito en nuestras empresas tanto personales como grupales. Todos hemos sufrido y el cansancio se apodera lentamemte de nuestras acciones y juicios".

Guarda unos segundos de silencio esperando a ver la reacción del Grulla, antes de continuar. -"Creo que hemos sido bendecidos y debemos estar agradecidos por poder ayudar a cumplir la voluntad de nuestras amadas Fortunas; así que, como último acto de buena voluntad, agradecería que nos tomásemos un tiempo para adecentar el lugar y ofrecer a Jizo-kamisama un ritual en agradecimiento por posar su vista sobre nuestras acciones y decisiones".

Yûki esperó a ver las reacciones de los demás, pero aunqeu desconocía cuan debotos eran; era consciente de que si se marchaban sin más. Seguramente la Fortuna podría sentirse insultada de nuevo.

— Si muerte es lo que queréis, eso es lo que tendréis y yo os ayudaré gustosa. Aquí tenéis mi wakizashi para la tarea, y cuando agachéis la cabeza yo os la cortaré para acabar con vuestro sufrimiento. — Dijo Zhuo ignorando las palabras de los demás. No iba a discutir con ellos pues ¿qué podrían saber ellos de lo que es vivir con vergüenza?. ¿Qué podrían saber ellos de lo que es vivir maldita señalada por los sucesos vividos que la llenaban de deshonra?. Lo sabían las fortunas, y hacer seppuku es una de las muchas pruebas a las que se enfrenta un samurái.  

Estaba absorta en la belleza de la katana cuando el fantasma se despidió encomendándome terminar el viaje a pesar de que sentía el alma herida por el sacrificio. Así permanecí hasta que Minoko recuperó su forma humana y yo enfundé de nuevo el arma en su saya.

- Tenéis mucha prisa por morir Minoko-san, especialmente cuando no habéis cumplido con la misión que se os encargó y sois la única superviviente - le reprendo acercándome hasta ella - Habéis tenido la fortuna de regresar para acabar lo que se os encomendó y por lo tanto os exijo que lo hagáis. Ya tendréis tiempo de redimir vuestro honor por el tiempo perdido.

La exhorto a ello tendiéndole la katana para que recordara su obligación más que la vergüenza que de seguro sentía.

-Sois noble y por eso sé que encomiendo mi misión a alguien de confianza, que además, es de nuestra familia.- Minoko empujó suavemente la katana del regalo hacia el pecho de Ashikako. -Por favor, debéis entenderlo.-

Minoko cogió el wakizashi que le tendía Ide Zhuo. Se arrodilló y sin miramientos se lo clavó profundamente en el estómago. Ide por su parte, cumplió con su palabra decapitando a la joven, privándola del deshonor de gritar o arrepentirse.  

Después, todo quedó en silencio y una fría brisa recorrió el templo. Dentro de poco anochecería.