Partida Rol por web

-Procurad no cazar un constipado, honorables samurais.-

A pesar de las respuestas ingeniosas y elegantes de sus compañeros Mausuko no puede más que ignorar las palabras de los bushis pues es algo que le sale natural por su educación. En cualquier caso le parece que llegar al punto de burlarse de otros por su inferioridad, es algo desdeñoso. Incluso en algo cómo la caza. Ella podría burlarse de ellos por sus conocimientos sobre los kamis, cosa que cómo bushis nunca llegarán a entender.

Las palabras de su compañero Togashi Yûki le entristecen. Pero aun así intenta ser optimista, disfrutando y aprendiendo en lo que pueda del día. Nunca había estado en ese bosque, es más nunca había estado en un bosque tan al norte. Pero sabía que en los lugares con tanta naturaleza abundaban los kamis y suelen tener grandes historias que contar. A lo que Mausuko contesta a su compañera de clan. - Adelante, marchemos. - girándose y dedicando una sonrisa a sus compañeros.

Mi llegada al Kyuden Shiro Shinjo había sido muy discreta y desapercibida. Tan sigilosa que no parecía propia del clan Unicornio.  Casi sin darme cuenta, sumido en mis pensamientos, llegué a las puertas de Kyuden Shinjo, donde unos guardias solicitaron que les presentara los papeles que me han permitido viajar hasta aquí y que me identifican como representante de mi Familia en la Corte; tras lo cual me permitieron pasar hasta otra puerta donde unos heimin esperaban para ocuparse de mi montura y acompañarme hasta mis aposentos.

Me dirigí al que me va a guiar a mis aposentos:

-“Por favor, lleva tú mismo mis cosas a mi habitación y llévame de inmediato a dónde se encuentre Shinjo Torami-sama, ya que debo presentarle mis respetos antes que nada.”

Afortunadamente aún no se había retirado a sus aposentos y con sumo gusto me atendió donde me informó de cuál sería mi papel en la partida de caza de hoy.

Antes de las primeras luces del alba me dirigí a las caballerizas donde se encontraba mi montura. Allí un joven se encargaba de cepillarlo y darle de comer antes de partir. Pasé el tiempo hablándole de mis viajes y aventuras hasta que en el patio empezaron a oírse las palabras arrogantes de algunos veteranos bushi.

-“Sin duda alguna será una caza divertida.” Pensé

Mi corcel agita su altivo crin y alza la cabeza, ansioso por salir, impaciente por sentir el viento a su alrededor. Cierro el puño sobre las riendas y monto en él flanqueado por mi equipo y armas. Saliendo al patio las luces de la mañana iluminan mi bella estampa y durante unos segundos montura y jinete hacen guardar silencio a los veteranos bushi.

-“Ohayou Gozaimasu (Buenos días)compañeros.” Me dirijo a mi partida de caza. “Mi nombre es Ide Shido Miko, ¿estáis listos para partir? Con gusto os ayudaré a obtener las mejores piezas y a regresar de una pieza.” Sonreí devolviéndole la mirada al arrogante Grulla.

Es el momento, todos están preparados y los miembros de los equipos se agrupan. Veis como los samurais más veteranos, aunque de clanes diferentes, hablan entre ellos y preparan una estrategia.
Entonces el sonido de un cuerno inicia la cacería. Los caballos relinchan y los veteranos espolean a sus monturas levantando nieve a su paso. Les siguen los más rezagados pero todos os dejáis llevar por esta competición y cabalgáis por la pradera nevada hasta los límites del bosque. Los ocho grupos comienzan a separarse y al cabo de un rato los sonidos del bosque os envuelven. No queda ningún vestigio de los otros grupos. Estáis solos y debéis cazar una buena pieza para no avergonzar a vuestro clan.

Poco a poco os introducís más en el bosque. Las monturas hacen crujir la nieve del suelo mientras avanzáis buscando algún rastro, alguna huella de un animal que, aunque no sea una gran pieza, poder cazarlo para avisar a los eta y llevarlo ante la corte.

Bueno, era hora de comenzar. Daba gracias de ir subido en el poni, ya que así me evitaba llenarme todo de fría y húmeda nieve. Procuré ir junto al Doji charlando tranquilamente.

Me alegraba de estar fuera del castillo, este bosque era maravilloso. También me alegraba de estas solos, se había hecho un poco insoportable ser el centro de atención de la corte. Ahora estábamos solos con el bosque. Era maravilloso. Suspiré. Deseaba que Yukiko estuviera aquí para poder compartir este momento con ella. Después mire a mis compañeros... Era lo que había.

Al final se nos había acabado uniéndonos un segundo Unicornio, otro Ide, aunque de mejor familia que la primera, o al menos de mejores palabras.

- Buenos días Ide-san.

Respondo únicamente a su saludo, dado que justo después suena el cuerdo y todos los grupos parten en busca de sus presas, impidiéndome continuar con una conversación más elaborada, o la alternativa sería terminar perdiendo el control de la montura o algún rastro de una posible presa. algo que era fundamental para intentar regresar con algo.

- Creo que tengo algo.

Señalo comedida al rato de penetrar en el bosque. Claramente no era el rastro de otros grupos, pues hacía rato que no nos topábamos con ninguno, ¿pero de qué animal sería? Francamente, no tenía idea.

- Ohayo... - Dijo respondiendo a la Yasuki. - Parece que tenéis buen ojo para la caza a pesar de ser una cortesana.

Pues parece que el animal al que pertenezcan esas huellas tiene dos pezuñas partidas. 

Puede ser un ciervo, un jabalí o una oveja.

Ves claramente el rastro de un ciervo grande que sigue en una dirección oblicua a la que lleváis, internándose en la espesura del bosque. Poco después la Yasuki ve otro rastro.

Puede que no sepa cazar, pero el Kakita sabe mantener una conversación agradable durante bastante tiempo. Es posible que no le preste ni la cuarta parte de atención a buscar una presa que a `pasar un rato agradable, incluso si conversa él solo.

Llevaban un rato caminando, un rato durante el cual su pony rokuganés dejaba su impronta en la nieve. El paseo estaba resultando de lo más agradable, uno de los culpables de aquello era Kakita-san quien le estaba dando una charla muy agradable. Su memoria no tardó en llevarle al recuerdo a la conversación que tuvo la noche anterior con el león, más aburrida en su opinión.

De repente escuchó algo, por lo que levantó un dedo buscando silenciar a su compañero. -Shhh. Aunque resultaba aquello muy agradable, tenían un deber para con su anfitrión.

¡Vaya! parecía que al final íbamos a cazar algo.

Guardé silencio y esperé las instrucciones de alguno de los dos compañeros que habían visto algo, ya que yo no tenía ni idea de por donde podía estar la pobre presa.

Yûki notó un cambio repentino en su propio flujo de Chi. El equilibrio entre las partes de su ser se había descuadrado y eso no podía ser nada bueno. Aguantó encima del poni como buenamente pudo aunque no era una de sus mejores habilidades o en las que se encontrase más cómodo.

La nieve del bosque se había ocupado de enterrar los rastros de los animales que vivían entre las sombras de los árboles y los matorrales, pero eso no era algo que al moje le importase demasiado. El asesinato por deporte o entretenimiento no era algo de lo que debía nadie sentirse orgulloso, pero si no demostraba parte de cuanto tenia para ofrecer al grupo, sería él mismo el que se sentiría fuera de lugar y mantener su concentración sería una tarea casi imposible.

Respiró profundamente el aire puro del paraje y oteó en las cortezas de los árboles en busca de alguna smarcas de animales grandes al rascarse o marcas de orina que delimitasen territorios; además de buscar otros indicios aprendidos de sus multiples viajes.

Con el sonido del cuerno dimos inicio a nuestra gran aventura. Durante unos instantes permanecí inmóvil sobre mi corcel acariciandolo, observando a mis adversarios como se alejaban.  Analizando cualquier mínimo detalle ue más adelante pudiera servirnos.

-"Del mismo modo que podemos saber cosas sobre la manera de caminar de cada uno. También podemos saberlas de su forma de cabalgar." recordaba al verlos alejarse.

Con un suave toque en las riendas iniciamos el trote, luego al galope sintiendo como nuestros cuerpos cortaban el aire con suavidad y elegancia. El pelaje de corcel no era blanco, era más bien un marrón muy diluido, profundamente claro. Aunque ahora en la mañana, su pelo no se observaba tal y como era pues parecía cambiar de tonalidad como las luces de la mañana al alba.

Al llegar al Bosque me bajé del caballo y pude escuchar el golpear de las pisadas de otros caballos en la distancia y sus jinetes. No estaba solo, pero sentía que no había de que preocuparse....al menos de momento. Comencé a rastrear en busca de alguna señal.

El cuerno resuena en el castillo Shinjo, se oyen los équidos trotar al galope comandados por los samuráis encomendados para la caza. Al poco tiempo los grupos se dispersas en el interior de la espesura del bosque quedando el grupo a solas. A pesar de la concentración de la mayoría del grupo en la caza parece que Kakita Takeshita no esta tan concentrado. Las palabras del grulla aunque interesantes no hacen más que molestar a Mausuko, la cual intenta hacer honor a sus antepasados e intenta aportar al grupo algo de ayuda en su encomienda. - ¿Cómo puede importarle tan poco el honor de su familia, a la cual está representando en ese momento? - Piensa Mausuko para sí. Girándose hacia Takeshita e intentando hablar lo más bajo posible le comenta.

- Kakita Takeshita-san, sus palabras son dulces como la brisa de la mañana en primavera pero para los oídos de las presas son como los chillidos agudos de los trasgos que lideran las avanzadillas de las hordas que pueblan las tierras sombrías. Sería prudente dejar su sedosa y armoniosa voz acallada para otro momento. - Sugiere intentando no ofender al grulla. Después de sus palabras Mausuko continua concentrada en la búsqueda de una presa digna de un samurái.

Parece ser que cazar no es tan difícil como cabría esperar y no solo un bushi puede hacerlo. 

Doji oye sonidos en una dirección que concuerda con el rastro que tanto Hiruma como Togashi descubren. Son las pezuñas de un ciervo y grande sin duda. Estas se adentran más en el bosque donde los caballos son casi inútiles y con muchas posibilidades de romperse una pata.

Yasuki e Ide Shido ven otro rastro. camina paralelo a los arbustos zigzagueando entre las altas hiervas. Es una pezuña grande sin duda, partida en dos, posiblemente de un jabalí o un ciervo.

Las opciones estaban divididas, pero al mismo tiempo bastante claras entre desmontar y adentrarnos en el bosque o continuar por las hierbas altas. Lógicamente, la de Mausuko era la que nos daba la posiblidad de una mayor recompensa, pero supondría adentrarse en el bosque abandonando a las monturas, o al menos no continuar cabalgándolas. Aún así ya había decidido por qué camino decantarme aquella misma mañana.

- Oh, es impresiona Mausuko-san, seguro que si lo cazamos acallaremos muchas bocas.

Comento prácticamente en un susurro apenas examino el otro rastro, e incluso desmontando preparada para adentrarme con la yari lista para ensartar a la presa.

-Gracias a los Kamis, el orden celestial ha vuelto a imponerse en su sabiduría-. Se felicitó a sí mismo Doji Ryojiro al tiempo que empezó a desmontar su pony. Al depositar sus pies sobre la blanca e inmaculada nieve no pudo evitar que parte de los copos se colasen bajo su talón provocándole un respingo.

Fue entonces cuando escuchó las palabras de la siempre tan correcta cangrejo, honrando a su propio clan por el descubrimiento. Aquello despertó una mueca de desagrado en su rostro.

–No sé si debemos dividirnos, o si por el contrario debemos ir juntos… Yo también seguiré estas huellas, quiero descubrir qué clase de animal he escuchado.  –Susurró aquellas palabras acompañándolas de volutas de vaho las cuales se perdieron en medio de aquel ambiente frío.

Desconocía cómo se le daría el arco en aquella situación real, lo había practicado en su abandonada niñez y tuvo que hacer una exhibición de Kyujutsu para pasar el Gempuku. Sin embargo nada tenía que ver una diana con aquella prueba que Shinjo-sama les había puesto. Tal vez el orden celestial, en su infinita benevolencia y sabiduría, le recompensaba honrándole a él con la presa… Resolvió desatar el arco para llevárselo a la cacería. 

- Todo tiene sus pros y contras. Si vamos juntos, podremos ayudarnos en caso de necesidad. Aunque también es cierto que yendo juntos las criaturas nos verán u oirán antes y se apartaran de nuestro camino. - Dijo sobre su caballo mientras sacaba su Ono.