Partida Rol por web

- ¿Soy la única persona que opina que devolver la vida a... ese león Shisa hará que continue atacandonos?. No hay ninguna razón para que deje de considerarnos "invasores" del templo que protege.
 

Quizás estuviera más allá de toda sanación, o pudiera ser que la Idea tuviera razón, pero no veía correcto tentar a la suerte ofendiendo a una de las de Fortunas.

- Si tu prefieres correr el riesgo.

Comento desde lo alto de las escaleras dejándola escoger.

- No soy yo la que tiene el poder de los kamis en su mano, sino Hiruma Mausuko-san. Por lo que es ella, y no ninguno de los demás, quien puede tomar ese riesgo o no para todos. - Hizo notar a la cortesana cangrejo con cierto tono de fastidio.

Yûki volvió a ver la semilla de la discordia salir de la esencia de las dos mismas personas que anteriormente en el castillo Shinjo y no dudó en tomar parte para poner paz.

Se acercó a las samuraikos y se interpuso entre ambas y sus palabras. -"Por favor, Yasuki-san e Ide-san. Este no es el momento de dividir, es el momento de sumar nuestros esfuerzos". Al ver que los ánimos se calmaban, optó por dar su opinión, tratando de zanjar el tema, para poder averiguar qué escondía el templo a Jizo.

-"Yasuki-san, coincido con Ide-san en que no es el momento preciso para devolver a la vida a un supuesto guardian. Antes en el bosque casi se cobra la vida de uno d elos nuestros y creo sinceramente que Jizo-uesama comprenderá que mostrar compasión por un enemigo debe pasar a segundo plano, si se debe mostrar compasión por nuestros camaradas y por uno mismo. Si aun así estubiérais preocupada por las represalias que pudiera tomar la Fortuna hacia nosotros, me ocuparé personalmente de ofrecerle un ritual y una ofrenda adecuada después de iluminar las sombras que se ciernen sobre lo acontecido en su templo; pues además de samurái soy un hombre de fe".

El monje se mantuvo firme en sus deliberaciones y su tono quedaba lejos del desafío pues pretendía ser un islote en ese mar de disputas irreconciliables.

Una vez que mi compañero Doji estaba recuperado ya estabamos listos para poder seguir. Un hermano herido en el campo de batalla merecía ser atendido con serenidad y el tiempo necesario para curar sus heridas.
Al ver como se levantaba pude centrar mi atención en lo que ante nosotros había aparecido.
Un temblo dedicado a Jizo, una Fortuna Menor de la Misericordia, de la Piedad; aunque no por ello carente de importancia. Lo que sí tenía importancia era el estado en el que se encontraba: abandonado.
-"¿Cómo era posible?¿Lo sabría el Daimyo y señor de estas tierras?" pensé aferrando la empuñadura de mi cimitarra.
-"El León Shisa murió con honor y así ha de seguir. Era él o nosotros." traté de zanjar la aparente discusión mientras me situaba a su altura.
-"Ahora debemos centrarnos en responder a todas las preguntas que nos estamos haciendo al ver el estado de este lugar. Permanecer alerta y a la vista de todos mientras investigamos."
Avancé con sumo cuidado sobre los peldaños antes de introducirme en el Templo.

Mausuko examina a la criatura atentamente mientras Doji, Kakita e Ide Zhuo la observan.
Primero mira las heridas hechas por la espada y la lanza, después en el costado la flecha y el sable. Contenéis el aliento cuando se atreve a pinchar a la criatura con una de sus flechas durante un segundo, solo para comprobar que su espíritu realmente ha abandonado su cuerpo.

-Está muerta.- Dice Hiruma Mausuko sin un ápice de alegría en su voz. 

Dejáis atrás a vuestros compañeros para adentraros en la capilla abandonada. Una criatura que muere por algo que defendía ha muerto con honor, a manos de hombres y mujeres honorables, no hay por qué darle tanta importancia. 

El olor a humedad asalta vuestra nariz, la tela roída y las hojas secas se consumen poco a poco en el suelo del templo, un templo pequeño, una capilla. Tan solo una estancia alberga el lugar, una habitación que cuatro hombres unidos de la mano podrían tocar las paredes opuestas.....y en el centro de la estancia, en el mismo suelo de madera, se encuentra un samurai. Un bushi con armadura completa, tendido boca arriba como si durmiera sujetando una katana sobre su pecho.

Os acercáis con precaución para descubrir que solo los huesos habitan esa armadura, una armadura que tiene grabado en su pecho el Mon del Clan Cangrejo.

La capilla era en verdad pequeña, siendo una fortuna que la mitad de nuestro grupo no hubiera entrado, pero el problema no era eso, sino la presencia de samurái, un Cangrejo. Que de él no quedara más que los restos era un detalle aún más extraño, aunque no el único. ¿Qué haría un Cangrejo aquí? Era uno de los primeros que me venían a la cabeza, así cómo ¿por qué había muerto? ¿por qué el león lo custodiaba e incluso intentaba regresar?

- ¿Qué haría aquí?

Pronuncio la primera de mis preguntas en voz alta mientras intento observar alguna herida que indicara cómo había alcanzado este destino, porque era muy extraño que un Cangrejo ataviado con su armadura y portando su katana, hubiera muerto en un lugar tan inusual como una capilla.

- Bueno. Creo que, al menos por mi parte, es hora de entrar al templo y presentar unas disculpas a las fortunas que en él moren.  - Les dijo a sus compañeros.

Zhuo se acercó a su yegua, y tras darle unas palmadas en el cuello le dijo.

- No te impacientes, saldré enseguida. Debo disculparme, aunque no haya sido yo quien haya destruido al guardián.

La yegua relincho y agito su cabeza escupiendo saliva. Zhuo conocía aquel gesto.

- No se trata de cortesía. Sabes que eso no va conmigo. Simplemente es algo que debe hacerse.

-No merece la pena darle más vueltas al asunto-. Dijo igualmente sin emoción Doji Ryojiro- Puede que sea ese el destino que tuvieran los kamis reservados a esta criatura. Para salvar algo de mayor interés, lo que nos ha traído aquí... Ese ciervo único.

-Id entrando, en seguida me uno.- dije a los compañeros que aun quedaban fuera viendo que iban a entrar. No me gustaba la idea de entrar sin reconocer la zona, así que, a paso ligero, di una vuelta alrededor del templo, para saber a donde nos íbamos a meter (otras posibles entradas, tamaño aproximado...)

Muy entristecida Mausuko se queda mirando el cadaver ensimismada. Triste por la perdida se dispone a realizar el ritual que aprendió durante esa temporada que pasó en las tierras sombrías. Extraños movimientos incluso para los ojos de los cangrejos y una sensación animal recorre la zona. Puede que sea cierto, o puede que solo sea una sensación, pero se podría sentir cómo el alma de la criatura se alza y comienza su camino hacia el Chikushudo.

Justo al finalizar el ritual Mausuko levanta la mirada y se encuentra sola. Mira en derredor y cree notar un movimiento en unas plantas. Erizándosele la piel sale corriendo hacia dentro del templo. Una vez llega con sus compañeros dice. - Hey chicos, jeje ¡¡me dejabais atrás!! No es que pase nada pero... bueno, ya estoy aquí. - Dice con una sonrisa un poco fingida.

Junto con Ide y Yasuki, el monje se adentró en las entrañas del templo. Al llegar al umbral de la entrada, se arrodilló en señal de respeto bajando la cabeza, para de entre sus labios dejar salir un susurro a modo de plegaria a la Deidad a la que se erigía el santuario, para pedir su permiso para pasar y escudriñar en su interior.

Al abrir sus ojos, Yûki, sintió un gran pesar. En el interior una figura ataviada de una armadura Cangrejo estaba caída en el centro de la sala. Cuando Yasuki se arrodilló para tratar de investigar el cadáver, la voz suave y firme del dragón rompió el sielncio del lugar.

-"Yasuki-san, esperad un instante. No mováis el cuerpo del difunto. Su postura no parece ser natural, puede que esté colocada de una manera en particular por algo. Inspeccionemos primero el santuario".

Te intento explicar todo lo que miro/hago.

Primero busco las fuentes de iluminación de la sala y compruebo el estado del aceite, de las velas o del material de las posibles antorchas. Sobretodo para saber más o menos cuánto tiempo ha pasado desde la última visita de alguien. y si se trata de un sistema Gaijin poder identificar más o menos a su usuario.

Busco también otras habitaciones o cabidades secretas en paredes. También el altar a la fortuna y finalmente el suelo.

Busco los inciensos que se suelen ancender en los templos y el estado de estos.

Respecto al suelo. Si es de madera buscaré la manera de levantarlo. Si es tatami lo levantaré. El suelo en la zona donde se encuentre el difunto debería tener restos de sangre, de su sangre. Si no es así. Estaría puesto allí así deliveradamente.

Por último inspeccionaré el cadáver, te tiro medicina, para tratar de ver muescas en los huesos de puntos vitales, deformidades que puedan ofrecer algo más de información (por manías de caminar o por huesos rotos anteriormente, o simplemente si era zurdo o diestro).

Rápidamente y en menos tiempo del que esperabas, completas la vuelta a la capilla. Es simple, pequeña, con una sola puerta y no hay rastros de nada más excepto algunas huellas semiborradas en la nieve.
Entras al templo.  

Al entrar al templo (los que estabais fuera):

El olor a humedad asalta vuestra nariz, la tela roída y las hojas secas se consumen poco a poco en el suelo del templo, un templo pequeño, una capilla. Tan solo una estancia alberga el lugar, una habitación que cuatro hombres unidos de la mano podrían tocar las paredes opuestas.....y en el centro de la estancia, en el mismo suelo de madera, se encuentra un samurai. Un bushi con armadura completa, tendido boca arriba como si durmiera sujetando una katana sobre su pecho.

Os acercáis con precaución para descubrir que solo los huesos habitan esa armadura, una armadura que tiene grabado en su pecho el Mon del Clan Cangrejo.

Vuestros compañeros se arremolinan entorno al guerrero caído. Yashuki lo examina sin tocarlo. Togashi comienza a deambular por la pequeña estancia metiendo un palito en las vasijas del aceite, un aceite rancio y meloso como la miel, examinando paredes y suelo donde encuentra huellas del león Shisa y pelo azul. Después pasa a centrarse en el cadáver del Guerrero.

Justo cuando Togashi se dispone a mover los restos con unos palos para examinarlo, un rugido, penetrador hasta la médula, a vuestra espalda os reta a salir fuera. ¡¡El León Shisa Vive!! 

Examinar el cuerpo del samurái fallecido no había echado más luces sobre su fallecimiento, más bien al contrario, lo que sumado al agobio de tener a tanta gente en la pequeña capilla no ayudaba a que pudiera pensar con tranquilidad.

¿Quién era éste samurai? ¿Cómo murió?

Quise saber para poder actuar en consecuencia, pero el problema fue que mientras pensaba, el león clamó a los cielos que al contrario que el samurái cangrejo, seguía vivo. Al parecer Jizo se había apiadado de él... lo cual quizás pudiera extrapolarse al difunto y en vez de apiadarse dándole la vida ¿le había dado la muerte?

La idea me resultó sorprendente divertida por su lógica y me hizo caer en la cuenta de lo irónica que resultaba la situación actual, porque ahora estábamos atrapados gracias a la misericordia de la Fortuna y nos veíamos obligados a solicitar su mismo favor para poder salir con vida, lo que probablemente significaría que el león volvería a caer y fuera salvado nuevamente por el favor de Jizo, formando un bucle eternamente hasta que decidiera darle fin con catastróficas consecuencias.

¿Serían capaces de llegar a mi misma conclusión?

Me pregunté de improviso mirando al resto del grupo, aunque no me daba esa impresión dado que aún parecían ignorar esa parte de la ecuación, que bien podía haber errado, pero que me hizo prescindir del yari, arrodillarme y recoger la katana con ambas mostrando el máximo de los respetos que me era posible.

- Parece que el león quiere apelar a la compasión de Jizo-no-kami.

Señalo aún de rodillas y sin querer desenfundar la katana, porque tenía claro que no quería sufrir las consecuencias que pudiera traer el desatar el poder de la fortuna inconscientemente.

El edificio no podía llamárselo templo. Y sin duda, quienes lo hacían incurrían en un claro eufemismo. Era sin duda, una ermita dedicada a la fortuna de la compasión. En principio el interior no parecía haber sido desconsagrado. Si bien los huesos de un samurái cangrejo descansaban frente a la estatua de la fortuna a la que representaba; Jizo-kamisama.

La cortesana cangrejo se adelantó a los pensamientos de Zhuo, examinando el cadáver. A juzgar por las huellas, Zhuo dedujo que el léon shisha había acabado con la vida del samurái. Sin embargo, parecía que el guerrero conocía el modo de acabar con la amenaza del león shisa muriendo en el intento. No concebía que alguien hubiera puesto al león como protector sin que éste fuera incapaz de discernir quién era una amenaza para el templo, ya que de ese modo, era imposible para los rokuganeses poder presentar sus ofrendas y rezos a la fortuna.

Yasuki Ashikako dijo:

- Parece que el león quiere apelar a la compasión de Jizo-no-kami

Zhuo arrugó la nariz... apreciaba el sarcasmo de la cortesana. 

- Si. Y sea como fuere, entrará aquí y acabará con nosotros. ...Ide-san, Hiruma-san... ¿vuestras santidades son capaces de hablar con el espíritu del difunto y compartir su sabiduría con nosotros?. - Preguntó mientras desenfundaba su cimitarra y avanzaba a grandes pasos al exterior. Trataría de acabar con el león shisa tantas veces como resucitara.

Una vez en el exterior dijo con voz clara y audible

- ¡Eh, gatito!... ¡ven por mi!.