Partida Rol por web

Viernes 20 de febrero de 1920, Salón de Baile "Cielo Azul", Nueva York, 21:00 horas

Dos semanas habían pasado desde los incidentes del caso de Jenning. Todavía con la necesidad de recuperarse de las impresiones sufridas, parte del grupo se había desplazado a Nueva York de "vacaciones". Fue Walter el que sugirió que visitasen el local. Un compañero suyo periodista se lo había recomendado. Todos sabían que era un speakeasy y que entrar en él suponía infringir la ley puesto que en su interior se servían bebidas alcohólicas. Pero el compañero de Walter le había jurado y perjurado que el local estaba "protegido" y que no habría redadas.

Así que allí estabais los cuatro, de esmoquin y corbata frente a una puerta azul sin ningún letrero. Tras ella, dos hombres corpulentos de raza blanca vestidos de esmoquin vigilaban la entrada de los clientes.

-Buenas noches, caballeros -os saludó uno de ellos.

- Buenas noches -dice cortesmente - ¿Mucha gente hoy o es una noche tranquila?- ya era hora de que tuviesen un poco de tranquilidad después de lo de las bestias aladas. Prefería no pensar en esas cosas, estaban de vacaciones...

-El local está lleno, señor, como casi siempre. Pero no se preocupen por eso, les encontraremos una mesa -respondió el vigilante cortesmente. 

Volvió a peinarse el ostentoso tupe con un rápido giro de muñeca. Buenas noches tenga ustedes. Dijo refiriéndose a los dos gorilas de la puerta. No me extraña que el local este lleno, mis fuentes me recomendaron muy encarecidamente este lugar, añadió una sonrisa de satisfacción, y mis fuentes nunca fallan.

Agradeceremos que nos muestre esa mesa.

Excelente! despues de tantas desventuras nada mejor que un buen whisky y un poco de musica-y mujeres, por supuesto-le respondo al matón de la puerta con una sonrisa mientras enciendo un cigarro -y como va el negocio?no los molestas los azules?-

Pasáis a los vigilantes de la entrada hasta unas escaleras con alfombra azul que suben hasta el salón de baile. A la izquierda queda el servicio de caballeros, así como la escalera que sube hasta el casino de lujo y a la derecha se encuentra el servicio de señoras y el propio salón de baile.

Empujáis las puertas batientes hacia el interior del local donde os recibe un sonriente encargado que os hace una señal para que le sigáis. Los camareros no paran ni para respirar. El jazz y el zumbido de las conversaciones llenan la sala por completo.

El salón es bastante grande. En la parte de la izquierda se extiende una opulenta barra, en la que se puede ver a los camareros tras las filas de botellas. Enfrente de la barra hay un escenario en el que se encuentra la banda y el espacio entre estos dos está ocupado por la pista de baile y una zona de pequeñas mesas redondas, rodeadas de sillas sin brazos y forradas de felpa. Cada una de las mesas dispone de una pequeña lámpara para lograr una iluminación más íntima. Del techo cuelgan una serie de candelabros eléctricos que arrojan una tenue luz azul y dorada sobre los rostros de pulcros y pálidos hombres corpulentos y de ambiciosas y bien vestidas jovencitas de pelo teñido.

Esta noche la música la proporciona la banda de las "5 Estrellas". En el garito, los camareros, ayudantes y los chicos y chicas del coro, intérpretes y ayudantes de cocina son todos de color mientras que la clientela, dirección y guardias son blancos.

Cuando entráis el lugar está lleno a rebosar. El encargado os pide disculpas por la muchedumbre y os busca un sitio en una gran mesa en un rincón cercano a la barra. Al llegar a ella, veis que un desconocido ya está ocupándola. Éste asiente con la cabeza dándoos a entender que os podéis sentar, pero pone la mano sobre la silla que hay justo a su lado. Una vez acomodados, un camarero acude solícito.

-¿Qué desean los señores?

- Que sea un whiskey escocés de malta para mí, nada de mezclas...-sabía que el alcohol en aquellos tiempos era caro, y más si era bueno, pero un día era un día y hoy pensaba agarrarse una buena.

Un lugar interesante, la verdad no pensé que Peter tuviera tan buen gusto. Pero tengo que reconocer que no me ha defraudado. Asentía mientras pronunciaba las palabras y observaba con ojos curiosos el local.

Ummm, dudo unos momentos, no sabía que pedir, si pedía algo muy flojo quedaría como un blandengue delante de sus compañeros y si pedía algo muy fuerte corría el riesgo de emborracharse y no quería llegar a ese extremo. Ginebra con soda, por favor. Decidió finalmente no muy convencido.

El camarero acude solícito con las bebidas que habéis pedido. El hombre que está sentado cerca de vosotros no dice palabra. En comparación con la estridente muchedumbre, su comportamiento resulta tenso y remilgado. Parece nervioso y os dais cuenta de que tiene la frente perlada de sudor. Aunque dirige sus ojos hacia la banda, no parece estar escuchando la música.

Entonces una puerta situada tras vuestra mesa se abre de repente y de ella sale lentamente un negro alto y delgado vestido con un traje. Lleva una brillante trompeta entre sus manos. El hombre echa un vistazo al local y parpadea. Queda claro que su intención es llegar hasta el escenario, pero el tipo y vosotros le impedís el paso, sentados como estáis alrededor de la mesa.

El trompetista vacila, resultando evidente que ha tomado alguna copa de más. Estudia las caras de los que le bloquean el paso y decide escoger a vuestro silencioso acompañante.

-Señor, me he perdido entre bastidores. Esto... ¿Sería tan amable de dejarme pasar? Le pido disculpas por las molestias.

-Prueba por otro sitio, chico -le responde bruscamente- ¡O haré que te echen!

Por favor pase por aquí, dice el repeinado fotógrafo al trompetista, no es necesario que moleste al señor. Remata la frase con una ligera reverencia a modo de saludo.

Apenas se nos acerco el mozo, le pedí un bourbon doble y miro en derredor; cuando finalmente me traen la bebina, me quedo acodado en la barra tomando tranquilamente el whisky, fumando y escuchando a la banda.

Me había quedado absorto, aunque quizás el Doc me ganaría en un campeonato de mutismo. Percibo que el muchacho se pone hablar con alguien pero no le presto atención, ocupado en mi tarea hedonista. 

- ¿Qué le ocurre amigo? ¿No tiene modales?- le increpa al otr hombre -yo le dejo que pase por aquí... -le dice al borracho.

El hombre ni se inmuta ante el comentario de Harry, sigue una vez más con la mirada perdida en dirección a la banda. El músico, al ser tratado tan amablemente por un blanco, se deshace en agradecimientos. Al pasar junto a él, Harry le echa un vistazo a la trompeta. Se sorprende al ver que posee cuatro válvulas en lugar de tres, que es lo normal. El trompetista se dirige al escenario, junto a la banda.

Al otro lado del salón, el líder de la banda empieza a anunciar algo y todo el mundo presta atención al escenario.

-Señoras y señores, tenemos esta noche entre nosotros al honorable señor Alcalde ¡Felicidades por su reelección, señor Alcalde! Ese candidato reformista pensaba que ya le había ganado, pero nadie puede derrotar a un buen hombre ¡Esta canción se la dedicamos a usted!

Una vez en el escenario, el pantalón y la chaqueta del trompetista, arrugados y de color marrón, contrastan con las blancas que lleva la banda, como también lo hace la extraordinaria fuerza y la increíble precisión de las notas, a medida que va uniéndolas en su interpretación de la nueva pieza "El Baile del Muerto". Los ritmos son irresistibles; los músicos, de primera; y en un momento, la mayoría de la multitud baila con entusiasmo. La nueva pieza es un éxito.

Mientras suena la nueva pieza, nadie se ha percatado de que un hombre se ha acercado hacia la mesa donde estáis. De pronto, el recién llegado saca un enorme .45 del interior de su chaqueta y le descerraja un tiro en la nuca al otro hombre que se encontraba sentado junto a vosotros. La mesa queda cubierta con los pedacitos de hueso y cerebro que salen disparados a través del agujero de bala. Con todo el ruido que hace, nadie parece haberse percatado del estampido, aparte de vosotros.

El momento de paz se me hacia eterno y todo iba bien, era feliz y no pensaba en otra cosa que conseguir a una mujer para completar mi racha de buena suerte. Pero la vida es cruel y en un momento, todo se fue al demonio. 

Sin entender que demonios estaba pasando, de pronto me encuentro todo cubierto de sangre y en mi vaso, entre los restos del bourbon, flotaban pedazos de cerebro y hueso como si fueran hielos.

En ese preciso instante y por instinto, suelto el vaso y mientras este cae, todo sucede en camara lenta: me abro la chaqueta y saco mi revolver. Apuntando al brazo donde el asesino tiene el arma, para dejarlo incapacitado, y descargo una rafaga de balas, esperando evitar una masacre.

¡Será cabrrón!

Harry se levanta todo lo rápido que puede y sacando su arma apunta al tipo con ella para pegarle un tiro y cuando cree que lo tiene dispara sin más.

Pero que…. En un abrir y cerrar de ojos estaba cubierto de sangre y pedazos de cráneo, su ginebra había cambiado a un tono rosáceo por culpa de la sangre.

Sus compañeros comenzaron a disparar al causante de todo esto. Las palabras se ahogaron en su garganta, hay mucha gente, no disparéis. Solo pudo levantar el vaso y tirarlo contra el agresor.

Esto se iba a convertir en una masacre.

Cuando suena el disparo y la sangre salpica por todas partes, todos os giráis al unísono para ver al asesino. Es un hombre pequeño con aspecto de rata y vestido con un traje sencillo de color marrón. Os miráis entre todos por un segundo. Luego echáis mano a los bolsillos y sacáis las pistolas. El hombrecillo aprovecha para desaparecer tras la puerta por donde entró el trompetista hace unos minutos.

Aún así disparáis contra la puerta cerrada. Las balas dejan la madera hecha un queso gruyere y un grito amortiguado de dolor os dice que al menos alguna ha dado en el blanco.