Partida Rol por web

Eddie se coló entre la multitud con ganas de comenzar la reunión. Ese pequeño pasatiempo era el que más mitigaba el tedio de andar escudriñando entre las viejas bibliotecas de los difuntos o de los ancianos próximos al último viaje. Lo primero que hizo el periodista, como buen profesional, fue examinar meticulosamente los platos que habían dejado a su disposición, como degustándolos por anticipado. Era algo que Eddy, en sus años de penurias, se había acostumbrado a hacer. 

El periodista era de trato amable, así que saludo a todos los miembros de tan exótico club. Se podía decir que había mantenido con ellos algunas correrías pero en el fondo le eran en gran medida desconocidos. Esa era la gracia del asunto al fin y al cabo, la posibilidad de construir una identidad ficticia constituía uno de los encantos de aquellos encuentros.

Lo cierto es que el sobre sobre la mesa le dejó perplejo en un principio aunque de algún modo avecinaba algún tipo de extraordinaria novedad que vendría animar una reunión que se prometía rutinaria.

—Muy bien —dijo—, ¿quién va a hacer los honores?

Era bueno que los clientes del café no estaban prestando atención, pues a György no se le daba bien pasar desapercibido. No sólo porque el hombre era enorme (fácilmente llegaba al metro noventa), sino también porque su cara era relativamente conocida. Ahora, "George Lacaster" no era un nombre tan notorio como para que necesitase apartar muchedumbres a base de autógrafos, pero frecuentemente había tenido encontronazos con gente que "sabía que le reconocía de algo, pero no de dónde".

György entró al club, se quitó el sombrero y lanzó una sonrisa practicada, de fotografía. Era bueno que existiera el club Verne. No tenía muchas amistades personales en esa ciudad, y el ambiente recogido era tranquilizador. Para él, ese grupo de detectives aficionados era más un club social que una organización seria.

-¡Buenos días!- Dijo, con acento centroeuropeo. -Bueno veros de nuevo- Se sentó y echó un sorbo al café inmediatamente.

-¿Los honores? ¡Ah, sí, sí!- Metió la mano en el bolsillo y sacó un monedero. Echó unas monedas a la bandeja. Perdón. Me olvidé de que me tocaba a mí dar la propina a Passepartout.-

Lew aparcó su coche en el aparcamiento. Antes de salir del mismo se colocó la delgada corbata negra mirándose al retrovisor, pero en realidad echó un vistazo para ver lo que se cocía en los alrededores, deformación profesional. Cogió el abrigo, se caló el sombrero y salió del coche. Sin hacer mucho esfuerzo por disimular, se escabulló entre los arbustos y entró en el almacén del Barkie´s, lo que ahora era "el Club Verne".

Nada más entrar se quitó el sombrero y saludó a los presentes mientras lo dejaba en un perchero junto con el abrigo.

-Ed, ¿cómo va el negocio? ¿algo interesante esta semana? -preguntó sabedor de las artes de su compañero.

Se acercó a la mesa donde estaba George que acababa de guardarse el monedero. -George, ¿qué tal el café hoy? -preguntó más para iniciar una conversación que por otro motivo. Cogió uno de los suculentos sándwiches y se fijó en el sobre que había en lugar de a prensa al lado de unas monedas que había dejado sin duda el actor.

-Pero ¿qué demonios? -dijo dejando el sándwich donde lo había cogido, al reparar en el sobre de la bandeja sin coger el sobre, sin siquiera tocarlo-. ¿Habéis visto quién ha traído la bandeja hoy? -preguntó sin mirar a nadie mientras su mente divagaba entre las posibilidades de lo que pudiera haber dentro del mismo.

_Buenos días a todos.

El saludo general de Joseph fue educado, quizás incluso amable, pero carecía del histrionismo de otros. Él de por sí era una persona tranquila. Su personalidad podía cautivar a muchas personas y resultar muy atractiva tanto para varones como mujeres, pero sin que él hiciera cosas demasiado llamativas para que así fuera.

Dejó sus cosas y observó a sus compañeros. En un momento Eddy le hizo notar algo que había pasado desapercibido entre los exquisitos sándwiches que los esperaban. George había entendido cualquier cosa y Lew hacía preguntas sin tocar el sobre. Ciertamente era extraña la falta de periódicos, pero a priori no veía motivos para alarmarse.

_George, Passepartout probablemente estará muy agradecido. En realidad yo también, porque hoy la propina me tocaba a mí, pero creo que Eddy no se refería a eso. Y Lew, no creo. Yo fui de los primeros en llegar y ya estaba todo así. Sabes cómo es esto, nunca hemos visto a nadie. Es posible que Passepartout ni siquiera exista y en realidad sean distintas personas. Pero veamos de qué se trata esto.

Se acercó a la mesa y tomó la nota.

Cita:

Tras leerla en voz alta para todos, por si alguno no la había visto, giró el papel para que todos los miembros pudieran verlo.

_Señores, damas, esto es serio. Passepartout no habría dejado esto si así no fuera, no es que bromee con nosotros a menudo. Creo que nuestro buen Passepartout necesita nuestra ayuda. ¿Y cómo no ayudar a quien cuida tan bien de nosotros?

Y abrió el sobre, dispuesto a leer nuevamente en voz alta si hubiera dentro algo para leer, o mostrar, si contuviera objetos.

Había llegado en si bastante pronto para mi gusto aunque suponía que ya habría gente en la trastienda, Barkie´s estaba hasta los topes pues era la hora punta del almuerzo, por suerte era mi día libre y tenía algo de libertad durante todo el día, las reuniones se solían alargar entre que investigábamos y planeábamos las nuevas misiones, me quede fuera un segundo fumándome un cigarro para no llenar el almacén de humos, sabia de sobra que a algunos compañeros del Club les disgustaba que otra persona fumase en un sitio tan pequeño como podía ser la parte trasera de un café. 

Me relaje un poco, el tabaco me quitaría en parte el hambre que tenía y no estaría tentada de comer de aquellos sándwiches que solían ofrecernos, aunque igualmente acabaría catándolos, el almuerzo junto con un café me quitaría las ganas de fumar por un rato. 

Tire el cigarrillo ya terminado y lo pise fuertemente para apagarlo, entre en la trastienda del café, ya había algunos compañeros que asiduamente iban al club, todos estaban en torno a la mesa de los sándwiches y el café. 

Me senté en una de las butacas y pregunté: 

- ¿Qué ocurre con los sándwiches, compañeros? - 

-Buenos días a los presentes-

Adam saludó con su cordialidad habitual a sus compañeros del club, estaba más que encantado de cada momento que pasaba con ellos, y hacía un especial énfasis en saludar a cada uno de los presentes personalmente estrechando su mano con firmeza y seguridad.

Como ya era habitual, llegaba ligeramente tarde, aunque no era el último, después de dejar la tienda a buen recaudo, pero las prisas no el impedían desplegar su natural encanto con sus compañeros.

La sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que esta vez solo había una carta cerrada con una misteriosa nota. Le gustaba la seguridad de los periódicos, la rutina que habían creado de investigación, conversaciones con café y unos deliciosos sándwiches y aquello le descolocaba un poco.

La emoción le hizo un nudo en el estómago y ni pensaba en probar bocado, aunque siempre agradecía el café.

El día había empezado con un interesante misterio.

Marisa Barkie se regodeaba de tener un buen ojo para las oportunidades; especialmente aquellas que se relacionaban con el corazón. Pero cuando su destino se rozó con el de Alfred Barkie no supo advertir los secretos que su matrimonio le brindarían: empezando por el Club Verne.

Su principal tapadera para ausentarse de la cafetería más temprano de lo que en el resto de la semana era costumbre se limitaba a algo tan vulgar y carente de interés para cualquier observador como era sacar la basura. Y ello siempre lo hacía echando un ojo y cuatro cuentas de los camareros que quedaban en servicio. No tanto por el negocio sino por su afán por descubrir la identidad de Passepartout, un misterio que no había logrado sonsacar a su marido ni siquiera con la tarta de albaricoque receta especial y secreta de su ahora abuela política.

Sonrió al entrar en el club como si fuera la primera vez que lo veía, tener la oportunidad de ser un miembro de esa sociedad la ilusionaba cada vez como si fuera Navidad.

Observó al joven de gafas analizar la comida y se preguntó cuántos de aquellos sándwiches serían de su propia mano, lo cierto es que no reconocía su trabajo pero bien podrían haber salido de su cocina... Sus pensamientos se rompieron con el tintineo de las monedas del señor Lacaster y una pequeña sonrisa inocente le estiró los labios sin querer: no parecía haber entendido la pregunta del periodista.

Fue el señor sinclair quien puso voz a la deducción de Marisa y ésta estuvo agradecida de no tener que aclarar la confusión. De hecho, incluso las palabras del hombre abrieron una idea que ella no había tenido cegada por la fantasía de descubrir un camarero misterioso: ¿y si eran varios? ¿y si sus cuentas no habían servido más que para enmascarar todavía más a ese fantasma inexistente de Passepartout?

La voz de la vidente la sobresaltó y temió que el solo hecho de haber pensado en fantasmas, aun figurados, la hubiese invocado.

- ¿Los sándwiches? Me temo que no es la comida lo que encandila hoy a los hombres - le sonrió en bienvenida-. Al parecer, Passepartout pide ayuda en una nota con un "por favor". 

Entonces se dirigió al señor Sinclair: 

- Disculpe, ¿Cómo llega a esa conclusión de un mero "por favor"? Yo no hago más que repetirlo al entregar los cafés y nunca por verme en apuros.

-Muy buenas a todos, y que Dios esté de nuestra mano.

Era la forma abitual que el veterano sargento tenía de presentarse cuando llegaba a algún sitio. Ernest, que había llegado en su camioneta ford que parecía tener más años que él, había sido el último en llegar, como casi siempre. Y es que como de día él: <<Ya he corrido suficiente de joven en el ejército, ahora llevo otro ritmo, más pausado>>

Al mirar a sus compañeros del club Verne, se dio cuenta de que todos, o practicamente todos, estaban mirando la bandeja de sánwiches y periódicos que como siempre les dejaba el misterioso señor Passepartout. Al acercarse, vio que en vez de periódicos había un sobre con el nombre del misterioso camarero y la palabra por favor.

-¡¡Diantres!! Abridla y veamos qué pone.

-Buenas tardes, Madame..., si nuestro camarero dedicado a desaparecido y han dejado una nota podría deducirse fácilmente sabiendo quien de los camareros no ha venido a trabajar, intuyo que será otro tema, otro misterio a resolver. Usted misma habrá reparado enseguida en ese dato ya que es parte de sus empleados, aunque sea un secreto-La vidente solía comenzar a maquinar en su cabeza y estaba en lo cierto, si la desaparición de un camarero era el misterio, aunque la señora Barkie no le conociera podría deducir fácilmente quien faltaba de sus empleados, tenía que ser otra cosa la que llevara al camarero o los camareros a pedir un favor al club. 

-Buenas tardes, Sargento. Tenemos un sobre misterioso en vez de periódicos-saludo la joven desde la butaca que había elegido. 

Poco a poco todos los integrantes del Club fueron llegando. Tras los saludos de rigor y la degustación de las viandas que Passepartout les había dejado, todos se reunieron en torno a Joseph que se había hecho con el sobre.

Consciente de que todas las miradas estaban puestas en él, abrio el sobre con premeditada parsimonia. En su interior había un simple recorte de periódico. Joseph lo desplegó y lo puso en la mesa para que todos pudieran verlo.

Joseph abrió el sobre con toda la calma del mundo, sin levantar la vista pero de todos modos disfrutando de las miradas impacientes que lo rodeaban y no se apartaban de él. Incluso, para alargar más esa agonía, respondió a Marisa mientras sus manos se movían con delicadeza por encima del sobre.

_Marisa, tú no haces más que repetir el "por favor", según dices. Aparentemente es algo frecuente en ti, nada fuera de lo común. ¿Cuántas veces desde que estamos aquí Passepartout nos ha dejado sin los periódicos y nos ha pedido algo personal? Y ciertamente supongo que entenderás que decir "por favor" al entregar el café suele ser por motivos distintos que cuando se le pide algo por favor a un médico, a un policía o, como en este caso, a un grupo secreto de investigadores. ¿Entiendes ahora cómo llegué a la conclusión?

Al hacer la pregunta levantó la vista y la clavó en los ojos de ella. La miró por tan solo unos segundos y giró su cabeza hacia Katherin.

_Katherin, lo que no sé es por qué dices que nuestro camarero ha desaparecido y que esta nota no la ha dejado él mismo. No creo que él haya faltado al trabajo. Sin embargo coincidimos en pensar que hay un misterio a resolver, que creo que toca de cerca a nuestro camarero estrella.

En el mismo momento en que pronunció la última sílaba sacó un papel del sobre, como si estuviera dando algún tipo de espectáculo. Era un nota periodística. La dejó sobre la mesa para que quedara a disposición de todos. Cuando vio que todos habían terminado de leer, tomó la palabra nuevamente.

_Lo lamento por Passepartout, si era conocido de alguna de estas personas. Era algo serio, finalmente. ¿Marisa, si es que no sabes quién es Passepartout, podrías por favor hablar con Alfred para que nos lo presente? Odiaría acabar con el misterio de su identidad, pero si quiere que hagamos algo con esto y conocer al sobreviviente o a las víctimas, deberemos hablar con él. ¿Qué opinan ustedes, damas, caballeros? En general buscamos resolver misterios y atrapar criminales. Aquí el único misterio parece ser el motivo por el cual el chico hizo lo que hizo, mas ya no podemos preguntarle, y definitivamente no volverá a lastimar a nadie más. Se me ocurre que podría hablar con el Sr. Schnick. Como psiquiatra, quizás acepte hablar conmigo sobre el estado mental de su sobrino, pero no se me ocurre qué más podemos hacer al respecto. Por eso me gustaría saber por qué Passepartout está interesado en este caso.

Eddy estaba expectante, como todos los demás, presumiblemente, por saber cuál era el contenido del sobre. Cuando sacó el recorte, la deformación profesional del experiodista brotó su interior inconscientemente: ese instinto primario por husmear lo más sórdido de la ciudad, ese afán por escribir el presente, lejos de los devaneos literarios de los escritores. No, descubrir lo que estaba pasando ahora y hacerlo público. Eddy amaba esa imagen del periodismo, aunque sabía también de sus miserias. Trató de identificar quién había escrito la noticia y el diario en cuestión.

—Somos suficientes como para distribuir la faena. Creo que en el orden de prioridad, Passepartout podría ser más la conclusión que el principio. Si conseguimos al final establecer la conexión de este hecho con él, habremos resuelto un doble misterio. No cabe duda de que se trata de una noticia sangrienta y de que el enigma reside en las causas del muchacho para cometer el crimen.

Eddy repasó mentalmente los hechos, tratando de retener los datos y le dio un bocado al suculento sándwich.

—La noticia da a entender que se trata de un arrebato de locura, pero dado que esto ha llegado al Club Verne, hemos de suponer que hay algo detrás. La cuestión está en cómo averiguarlo. Y a todas luces necesitaríamos conocer el lugar de los hechos e incluso echar un vistazo al cuarto del chico. No sé si se podrá hablar con él, pero necesitaríamos una buena estrategia para conseguirlo. Ante la dificultad de eso último, sugiero que averigüemos dónde vivía. Y aquí hay varias alternativas, dependiendo de los contactos que podamos movilizar. Yo podría localizar al periodista para ver si sabe algo más. Es normal que no se den ubicaciones concretas por preservar cierta intimidad en estos casos. Pero seguro que sabe más. Aquí está el nombre del jefe de policía y del reverendo. También son buenas pistas para empezar. ¿Qué les parece?

Después de este largo monólogo Eddy busco una taza de café.

Adam casi se ahoga con el relato de la espantosa noticia. Era un hombre humilde, y no podía entender que habría pasado por la cabeza del muchacho para cometer semejante atrocidad.

Sin embargo, estaba bastante claro que había algo más detrás de esa noticia.

Las piezas no terminaban de encajar en la mente del hombre de los dulces.

Una persona tranquila y pacífica, sin problemas familiares, no cogería un arma y se ensañaría con su familia, para acto seguido coger un vehículo, y seguir con la matanza.

Estaba claro que no era enajenación mental. Era algo premeditado.

La pregunta era, ¿Qué era lo que se ocultaba tras ese dantesco suceso?

-Estoy de acuerdo con el señor Limb- dijo finalmente tras poner en orden sus ideas- el misterio del Passepartout deberá esperar por el momento. Está claro que esto no es un simple caso de maleantes, y quizás por eso nuestro misterioso camarero nos ha dado la prioridad. Quizás el Señor Sinclair pueda hablar con el Señor Schnick para ver si puede sacar algo en claro de él. Obviamente, alguien debería hablar con el reverendo para saber que es lo que sabe. Creo que yo podría sacar algo de los jóvenes Schnick; es casi una bendición que hayan salvado la vida, y sus mentes infantiles pueden tener información muy valiosa. Estoy acostumbrado a tratar con niños, así que puedo conseguirlo sin problemas. Seguro que esos pequeños granujas saben si el “inocente” Kirk es tan bueno como dicen, o quizás ocultaba algún oscuro secreto. Si viniera alguien conmigo a ver a los abuelos, podríamos sacar información por los dos lados- Adam no quería ser demasiado escrupuloso con la compañía, pero dirigió una mirada directa a Marisa, puesto que la especial habilidad de Katherin podría ser mucho más útil en la escena del crimen, y el encanto natural de la Marisa ayudaría a que los abuelos estuvieran más abiertos a hablar.

-¡Pues entonces el juego es un pie, como quien dice!- Exclamó György. -No sabemos ninguna de las direcciones, sin embargo, excepto la del reverendo, ¿no?- Continuó. -Pero podemos mirar por la zona. Están afiliados a la Iglesia Bautista, así que deben de vivir en el barrio. En mi coche podemos ir.-

Y el misterio había empezado. Dede luego, ese asunto era más brutal que lo que habín estado haciendo últimamente. El chico fugado, el arte falsificado... Esos eran puzles mucho más tranquilos. A György no le gustaba tener que meterse en un asunto sangriento como la muerte de una familia. Pero si era importante para Passepartout... bueno, tenía que hacerlo, ¿no? Porque a pesar de no saber su nombre, era un amigo.

-Tal vez podamos mirar alguno de los apellidos en el directorio de la ciudad.-

Joseph frunció el ceño, confundido, al escuchar a Eddy. Finalmente sonrió.

_Eddy, querido compañero, ¿qué te ocurre hoy? ¿Dices no saber si se podrá hablar con el chico? Al chico lo acuchilló su tío, está muerto. ¿Cómo hablaríamos con él? Y Adam, Passepartout no es un misterio independiente, de hecho me molesta tener que hacer esto. ¿Pero si Passepartout fuera amigo de la familia y tuviera datos para darnos, por qué los descartaríamos? ¿Qué clase de investigadores seríamos? A diferencia de Eddy, no veo por qué tendría que haber algo extraño en este caso solo porque interese a Passepartout. No sería el primer joven que comete actos por el estilo durante un brote psicótico, por ejemplo. Por eso lo primero es hablar con sus conocidos, que ese grupo podría incluir a Passepartout, para detectar síntomas que pudieran predecir una psicosis o demencia. Es decir, tenemos que empezar por lo fácil. Si eso no nos lleva a nada, podemos buscar en periódicos antiguos casos parecidos, a ver si podemos hallar un patrón.

—Ops, ¡tienes razón Joseph! —exclamó Eddy— el pobre chico ya está muerto, pues. Mi principio de deseo vence sobre el de realidad —dijo citando la teoría psicoanalítica en boga.

—Distribuyamos las tareas y los grupos si os parece. Yo iré a los medios locales e trataré de dar con el periodista y también intentaré husmear en los archivos. Es evidente que el Señor Sinclair se inclina por Passepartout , y el Señor Warner por hablar con la familia, para lo que tendrá que hacer uso de todo su carisma.

_Yo quisiera hablar con la familia también. Creo que mis conocimientos como psiquiatra serán útiles en un momento tan delicado. Con Passepourt podríamos hablar ahora mismo, y podría hacerlo cualquiera de nosotros.

El recorte de periódico sacaba a relucir lo que yo había pensado, no era simplemente que el misterioso camarero nos pidiera un favor si no que había elegido un gran misterio para nosotros, los investigadores teníamos que dedicar un tiempo a buscar algún caso que pudiéramos resolver por nuestra cuenta por lo que siempre se hacia un trabajo bastante monótono.

Me levante de la butaca y me acerque para echarle un ojo a la página.

-puede que esos fantasmas tengan algo que decir o podría ver la escena del asesinato, en cualquier caso, me gustaría poder entrar en la casa….-comente brevemente antes de echar el guante a uno de los sándwich y a una de las tazas de café que había en la bandeja.

-¿Quién me acompañara a la escena del crimen?-pregunte interesada.