Partida Rol por web

Podéis coged todo cuanto necesitéis. Os recomiendo cambiaros de ropa, como también, preservad vuestra identidad, nunca se sabe quién puede estar detrás de nosotros. Si podéis cambiar algo del físico mejor, en una de las habitaciones tenemos prendas de vestir con todo equipado, desde armas, hasta simples pelucas que se adaptan a nuestros capilares, como también la posibilidad de modificar la tez. Ya sabéis eso de la evolución de la tecnología.

 Aquello era muy curioso, poseían tecnología que permitía  el cambio de rostro a pequeña escala algo bastante fuera de lo común la verdad, lo cual dejaba al aire la facilidad de infiltrase en cualquier sitio con el rostro de otro, Teodoro  me había mencionado que en sus anteriores encuentros con Triquel alguien había copiado el Rostro de la tal Aeryn para hacerse pasar por ella.

Aceptare su propuesta, la verdad es que tengo curiosidad por esa Tecnología  cuando he tenido que utilizar alguna otra identidad trabajando para el gobierno no disponían de tales avances.- comente cuando de golpe  una alarma sonó mostrando unas imágenes bastante escabro sosas la verdad, me quede con los detalles de todo lo que pude y ante la reacción alarmista del viejo me dirigí a la sale de equipamiento.

Ni más entrar aproveche para mandarle un mensaje a Teodoro con todo lo que había pasado incluida los detalles de los dos asesinos que acababa de ver, le inste a protegerse y dejar a nuestro hermano en mis manos, cuando pudiera contactaría con él por vías más seguras, después destruí el teléfono  todo lo relacionado con Leonardo Romasanta debía morir allí temporalmente por ello también queme mi documentación  y del forro de mi chaqueta saque un pasaporte falso a nombre, viejas costumbres  de trabajar para el gobierno de estados unidos, una vez cambiado mi rostro  no me costaría nada adjuntar de manera fiable una foto como bien había aprendido años atrás.

Tiempo después ya había acabado  ahora era Eoric Starggen, antiguo Piloto Irlandés de las Irish Air Corps, licenciado en Ciencias de Ingeniería y Sistemas por el Trinity College de Dublin, un apuesto pelirrojo que en nada se parecía a mi excepto en conocimientos por lo que no me seria difícil interpretarlo y que por motivos económicos había decidido aportar sus conocimientos a la causa privada como piloto, ingeniero y miembro de seguridad.

Yo estoy listo, Eoric Starggen a su servicio- dije mientras salía de la sala con una bolsa repleta de lo que creía necesitar para el viaje como alguna arma más grande que las dos pistolas que se ocultaban en el cinto tras mi nueva chaqueta.

Sin ser completamente ajena a la tensión que se podía cortar con un cuchillo entre la mujer y el hombre Katrina decidió archivar la información obtenida para estudiarla más tarde, su mente estaba ocupada con asuntos más urgentes. 

Con un gesto de resignación habló a la dama. 

-Procurare estar a la altura de las circunstancias - no pensaba hablar de su primo, el recuerdo de aquella persona aún la aterraba, si Anteros había sido marioneta de Triquel o no... estaba segura de que todo lo que había hecho lo había hecho bastante por voluntad propia... tampoco deseaba dar más de lo que le pedían, habían contactado con ella porque sabían de su cuidado con aquella entidad... aunque quizá debía estar agradecida de que le dieran la informacion de que la organización estaba viva... "¿estamos seguros de que Ainsworth esta muerto?" pensó en preguntar, pero se calló la boca... sentía que sería repetitivo. 

"Aunque en Japon no voy a pasar desapercibida precisamente, ¿debería teñirme el pelo? si, sería buena idea... unas lentillas y maquillaje y estaría haciendo milagros por hacer mi apariencia anodina... muy anodina" pensó frunciendo solo un poco los labios antes de fijar los ojos en el hombre mayor, cuya desdicha parecía servida para sentir piedad por él, una técnica de manipulación con la que ella había tenido experiencia... Anteros, su padre, Lamar, sus abuelos... una muestra de su poca suerte en cuestión de relaciones familiares y una razón bastante valida para no tener hijos jamás. 

El gigante asiatico... llevaba un tiempo sin pisar Japon y China, aunque se las había arreglado para pasear por Hong Kong hará un año... había sido un buen recuerdo, auqnue quizá debería desempolvar algunos contactos para hacerse una idea del pergamino. 

Pensaba en ello mientras asentía ante el hombre cuando la pantalla revelo algo nuevo. 

¿Miedo? No, nada tan terrible; levanto los ojos y recordó las mazmorras, retrocedió un paso con los ojos abiertos de sorpresa y algo peor, fija la mirada en el sobre y luego en la sangre... retrocediendo decidió hacer lo que le ordenaban. 

Tras dedicar tiempo y esfuerzo a su nueva apariencia, volvió.  

-Estoy lista. 

Comienzo por entrar en la habitación sin dejar de observar la ropa situada sobre la cama, pero antes de que pueda acercarme para intentar saber, sin tocarla, si es una muda limpia o la que ya llevaba que ha rechazado mis dos compañeros se ponen a jugar con ella como si fueran niños pequeños.

Me quedo desconcertado mirando avergonzado a Aratani. Me acerco a ella susurrándole. – Si era la ropa para cambiarse puede que este bañándose. Creo que sería mejor que me acompañara a comprobar si esta allí entes de que lo hagan ellos.

Voy hasta la puerta del lavabo intentando abrirla para entrar y buscar allí.

La habitación parecía sacada de una película de terror, de la peor pesadilla que podía sufrir su protagonista, las paredes cubiertas prácticamente en su totalidad por lo que estaba seguro de lo que era sangre, por mucho que quisiera convencerme de que era sangre falsa para provocar una brutal mala broma pesada.

-Joder...- logré articular mirando a Marina, ambos vimos aquel sobre y sin dudar, fui hacia él y lo cogí, conocía demasiado bien ese dibujo... abrí el sobre y le mostré a Marina lo que en él había escrito. Al instante una metálica voz que comunicó con nosotros y encontramos el origen una pequeña cámara que nos estaba enfocando. En todo momento mantuve el silencio sepulcral escuchando aquella voz irreconocible mientras mi cabeza iba a mil revoluciones por segundo.

Cuando acabó, aquella pequeña cámara estalló sumiendo la habitación en un silencio mortuorio y miré a Marina tan estupefacta como yo-Han vuelto Marina, esos bastardos han vuelto...- endurecí la mirada y una nueva oleada de preocupación y nervios me embargó. Aquel mensaje, la sangre y el mensaje del móvil...-Hijos de perra...- mascullé apretando la mandíbula con fuerza observando la habitación en busca de alguna pista.

En la habitación no había nada más que sangre más sangre y... la punta de la barra del pintalabios rota. Algo minúsculo. Era hora de unirse a los demás.

-argh joder-me quejé de forma instintiva tan pronto como vi la escena incluso antes de notar el sobre al que mi compañero se acercaría. Parada me dediqué a contemplar la habitación sin acabar de comprender como podía haber acabado así mientras una misteriosa voz nos amenazaba con cargarse a nuestros compañeros; para finalmente devolver de nuevo mi atención a Ulthred tan pronto como la voz desapareció llevándose con ella la cámara y este tomó la tarjeta -esos cabrones no dejan de sorprenderme... aunque el cambio de hotel nunca me dio buena espina- expuse con cierta preocupación meditando a cerca de que deberíamos hacer -¿Crees que la guía está compinchada? Dije que la acompañasen por si fuese el caso pero... me quedé en silencio pensando, esperando la opinión de la otra persona allí presente.

Lo normal.

Aquello venía siendo lo normal. Pero era peor si lo veías desde fuera, y con referencias a más ocasiones o con conocimiento de causa. Le costó un poco concentrarse viendo a Kruger intentando apuñalar la cama. Lo peor es que era mejor no decirle o hacer nada, no fuera que te acusara de semita y además, fueras el blanco de su nazionalistischer zorn.

Él, por su parte, siguió la investigación hasta que los gritos de Kruger volvieron a llamar su atención, y al girarse recibió el impacto de la ropa interior de la chica en la cara. - ¡Heinrich! ¡Nicht! ¡Stoppen! ¡Ya está! - hizo aspavientos, moviendo las manos de lado a lado con un golpe seco. Resopló. - ¿Has mirado en los cajones, el armario o en la caja fuerte? - preguntó, señalando esta vez hacia el armario.

Y lo peor era que mientras él intentaba controlar a Kruger, el otro tipo, Roures, parecía tener una insana obsesión con quedarse a solas con nuestra amiga común, Aratani. Posiblemente le fueran las asiáticas y ya no sabía como quedarse a solas con ella, porque hasta donde había visto de él, solo le cuchicheaba a la mujer.

Pobrecito, seguro que tiene asperger. - pensó, negando con la cabeza.

Sin lugar a la menor duda, Krüger estaba disfrutando del momento, estaba viviendo el día, y sobre todas las cosas, estaba burlándose de Dagomaru. ¿Que más se podía pedir de la vida?. Bueno, quizás una piscina con temperatura regulable en el interior de la casa del alemán, pero a parte de eso, pocas pocas se podían pedir... Quizás Cheetos...

-No, no he mirado los cajones, el armario, o en la caja fuerte. ¿Lo has hecho tu en vez de recoger lencería femenina y pensar en ella por algún motivo sucio y degenerado que voy a contarle sí o sí a mi sobrina?.  -Preguntó en alemán amenazando a Dagomaru con contarle a su esposa que anda examinando minuciosamente lencería femenina usada- ¡Stoppen tu!. 

Kruger se acercó a la caja fuerte y comprobó si esta se encontraba abierta o si podía levantarla en peso, en caso de no estar incrustrada en algún lugar. 

-¿No os dice nada lo de ''eso''? -preguntaba señalando la nevera que toda habitación de hotel tenía. 

Por otro lado, se encogió de hombro apabullada con la situación cuando el señor Ramón le comentó de ir hacia el cuarto de baño. Al comprobar que no estaba y que en su lugar se encontraban un set de maquillado esparcido y no recogido, junto con una toalla usada y mal dejada. Le daba mucho qué pensar acerca de su turista: una desordenada.

Tras ello, la guía levantó el dedo índice y dando pequeños pasos se acercó al alemán, le dio un pequeño tortazo en el hombro y enfadada en un terrible idioma comentó:

NO USAR BRAGUITAS.

-¿Sinceramene? no tengo ni idea, no te puedes fiar de nadie y ella...podría ser una de ellos..-dije duditativo, estabamos en tierra extranjera y sin ayuda alguna, era una situación propicia para cualquier situación contra nosotros, situación muy jodida-Volvamos con los demás y estemos atentos, tendremos que vigilarla y tener ojo con cualquier cosa que nos parezca peligrosa, tenemos que avisar a los demás pero sin que ella esté delante, si resulta ser una de ellos, si duda hablará...-dije rascándome la nuca mirando a mi compañera para luego salir de la roja habitación.

No hubo respuesta por parte de aquella persona. No obstante, tras dejar la llave en recepción, la pareja que había ido a la habitación de Fox regresó al punto de partida, donde observaron a Grzeg degustar un vino.

Pongo los ojos en blanco ante el espectáculo, quedando unos segundos en silencio.

Aprovecho el silencio y quietud conseguido por nuestra guía al darle un toque de atención al más mayor.

– Creo que a nuestra compañera se la han llevado a la fuerza de su habitación. No creo que este deambulando por el hotel desnuda. Se ducho y no debió acabar de maquillarse ya que está caído en el suelo. – Señalando la cama. – La ropa interior que tenía aquí debía ser la que había preparado para ponerse.

Asentí ante la respuesta de Ulthred y volvimos; allí se encontraba Gregorz, al parecer era el único que finalmente había optado por quedarse allí -Supongo que los demás se han ido con Aratani- dije con la intención de que aquel que disfrutaba tranquilamente de su vino me aclarase la duda -¿has notado algo extraño?- pregunté esta vez de una forma más directa, tomando asiento y mirándole fíjamente a los ojos, no estaba de broma -Triquel ha vuelto y nos tiene en el punto de mira-