Partida Rol por web

Sonriente, impasible y frío te observa con diversión. No parece sorprendido o molesto por tu presencia. Al contrario.

Takeda-Dono...el último del Clan Takeda, idéntico a su tío dice con falsa veneración Que gran honor que estéis aquí...así podremos acabar con esto de una vez por todas y Nobunaga me introducira al fin en la corte, quien sabe quizás me nombre Shogun.

Se giraba hacía ti lentamente.

- Me dirijo corriendo hacia donde corre Kuro mientras intento ver si ve a alguien más en la dirección en que se mueve

Yashide miró con odio al almirante, no negaría que había deseado ese momento durante mucho tiempo, y ahora debía probar ante los Kami si de verdad su relación con Yabu-hime estaba predestinada o si sólo había sido un pequeño regalo que le habían concedido antes de alcanzar su final. Fuera como fuere tenía algo claro, mientras pudiera mover hasta la más mísera fibra de su ser, no iba a permitir que semejante desgraciado le pusiera ni un dedo encima a su amada. Por lo que incorporándose, sujetando su naginata con ambas manos, en posición defensiva , le dijo con ira a su enemigo:

- ¡Atrévete si quiera a tocarla malnacido! - decía mientras clavaba su mirada más penetrante y heladora en su objetivo - creo que ya sabes lo que le pasó al último que lo intentó - dijo con una sonrisa sádica que acompañaba la crueldad de su mirada.

Sonrie con la espada en la mano.

-Si, ese inutil de Ching Liu mandó a un borracho estupido pensando que serviría de algo... miró a Yabu-hime a los ojos Ahora veremos si tu amante es tan útil como se piensa.

Atenazada de terror, abrí la boca para gritar, pero no emití ningún sonido. Miré a Kotaru-san con miedo, por él y por mí. 

Me arrodillé en el suelo en un rincón, con los ojos cerrados rezando a los Kami por nuestra salvación. Recordé como se había enfrentado al anterior asesino que habían mandado contra mí, y guardé esa imagen en mi mente como si fuese un amuleto.

- Por favor, por favor... - se me oía decir en voz casi inaudible

Mitsue salió disparado sin siquiera poder llegar a ofrecer su espada, pero tomando la orden de Chosokabe-dono como una muestra de confianza hacia el viejo samurai, debía proteger a Chosokabe-hime, tenía que protegerla a toda costa. 

Cuando llegó a la zona de los aposentos se alivió un poco - Gracia a los kami, en esta zona no parece haber tanto follón - No había ruido... que impidiera escuchar lo que le hizo lamentarse por llegar tarde.

- Morimasa-sama, ¿qué significa todo esto? - farfulló antes de que el general hablase - ¿Nobunaga te ascenderá? Lo dudo mucho muchacho, Oda Nobunaga ha sido asesinado.

Mitsue Chikazumi, agarró el mango de su katana firmemente, pero no sería el quién la desenvainase. Uetsugi Takeda sería el que defendiera el honor y mostrara el todavía no extinto poder de su clan, solo estaba esperando a que el joven diera el primer paso...

- Depón tu arma deshonrada por la sangre en la que se ha bañado, y Chosokabe-dono te permitirá hacer el Sepukku - Si no lo hacía, sería Takeda-dono el que le abriría el estómago sin remordimientos.

Su expresión se contrae, te mira incredulo.

Mientes, no es posible... Me niego a aceptarlo Envaina su espada, pero en ese momento adopta una guardia típica de la técnica de Battojutsu. Y no pienso rendirme... No he matado a ninguna persona, por ahora Takeda

Te mira fijamente, ha pronuciado tu apellido sin título alguno como una clara demostración de su desprecio.

El duelo comenzó.

Uetsugi decidió atacar primero después de esperar a que su rival lo hiciera, pero viendo su indecisión, tomo la ofensiva.

El miembro del clan Takeda consiguió impactar en la pierna izquierda de su enemigo, el golpe había sido limpio y rápido, pero Morimasa se mantenía en pie, era un enemigo curtido por sus batallas, y eso demostraba.

El ataque de Sakuma rozó el hakama de Uetsugi, no le impacto al samurai. Parecía que todo había acabado casi antes de empezar.

- ¡Ríndete y se te permitirá limpiar el honor de tus ancestros con el Sepukku! Es tuya la elección Morimasa... - Había cometido actos de conspiración, de traición, de asesinato y violencia, pero había una salida para todo el deshonor cometido. ¿La tomaría? Takeda-dono aguardó con la katana en alto, esperando a ver si su enemigo decidía poner fin a su vida en ese instante o pensaría en sus ancestros y su clan.

Morimasa se arrodilló, estaba derrotado y sabía admitir una derrota.

¿Cortará mi cabeza, Takeda-dono?

- No deseo ver que cometes más deshonor del que he visto. No saldrá un grito de ti - Dijo Uetsugi Takeda, afirmando que le decapitaría para evitar que gritara mientras se rajaba el estómago. Ha admitido sus errores al final, sus ancestros descansarán.

Sakuma Morimasa dejo su espada a su lado.

Por favor, que la entreguen al mi hijo

No necesitaba decir más, saco su tanto y se lo clavo fuertemente en las entrañas.

Pocos instantes después de que Morimasa-sama se clavase su tanto en el estómago, Takeda-dono realizó un rápido tajo que decapito al arrepentido samurai. Después envaino su arma, y con una pequeña inclinación de la cabeza, se despidió de su enemigo.

Cogió la katana de Sakuma, cubrió el cuerpo y la cabeza con cualquier prenda o manta cercana, y salió en búsqueda de Kotaru-kun y Yabu-hime. Ya habrá tiempo de hablar con Chosokabe-dono de lo ocurrido.

En cuanto empezó el combate, Yasuhide notó la superioridad que creía tener su rival, quizás era cierto; pero subestimar al joven samurái era sin duda la peor de las decisiones que podía tomar. Yukinai sólo luchaba por su propia ambición, él sin embargo no luchaba simplemente por defender su vida, o por acabar con uno de los traidores de aquel día; el luchaba por su señora, él era lo único que se interponía entre la vida y la muerte de Yabu-hime, y con gusto entregaría la suya si con ello salvaba la de ella; pero ese no era el caso, debía acabar con el pirata sea cual sea el precio que tuviera que pagar, y eso fue lo que hizo ...

Antes de que su enemigo se lo esperase, Yasuhide se lanzó directo hacia él, sin importarle pasar tan cerca de la katana del almirante y entre el pequeño espacio que había en la pared, si su rival hubiese estado más alerta o simplemente menos confiado, podría haberlo ensartado contra el muro como si de un vulgar papel se tratara, pero afortunadamente no ocurrió. Quizás fuera sólo suerte, o quizás su propia habilidad o simplemente que su enemigo había infravalorado la fuerza que otorga el estar enamorado ... Fuera como fuere, el joven samurái consiguió colarse detrás del pirata en un movimiento fugaz, y una vez allí se giró con toda la ira contenida que tenía y descargó un potente golpe sobre la espalda de aquel desgraciado; su naginata atravesó la columna, destrozando todos los órganos internos de su enemigo, mientras Yabu-hime asustada podía comprobar como la punta de la lanza salía del cuerpo desde atrás hacia ella.

Yasuhide sacó su arma con la misma rapidez con la que la había clavado, y como si fuera el pilar que mantenía aquel cuerpo mutilado erguido, Yukinai cayó al suelo desplomado al sacar su arma, agonizando mientras le dirigía a su ejecutor una mirada de incredulidad y asombro, intentando hablar pero sin llegar a decir nada, ante lo que el joven samurái se atrevió a decir:

- ¡Esto es lo que les pasa a todos aquellos que osan interponerse entre mi amada y yo! - dijo lleno de ira, sin poder controlarse debido a la adrenalina que corría por sus venas.

Tras escuchar sus palabras, el pirata cambió su expresión a una de miedo, como si comprendiera que el joven debía ser una especie de ser místico que no podía ser derrotado ... Y con esa expresión de terror abandonó este mundo.

Tras ello, el frenesí de la lucha empezó a desaparecer y su rostro se relajó nuevamente cuando contempló que su querida Yabu-hime y él habían salido nuevamente ilesos, "Me volveré un fiel creyente de los Kami en cuanto acabe todo esto, lo prometo". Y corriendo hacia ella con todas sus fuerzas volvió a abrazarla, lleno de alegría y con la sensación plena de estar vivo. Luego cogiendo su rostro entre las manos la besó como lo hizo la primera vez, pero esta vez fue mucho más apasionado y largo, ya que no deberían ocultar más nunca su amor; sabían tan bien como la primera vez o incluso mejor, sintió su lengua dentro de su boca y eso lo excitó aún más, por lo que él hizo lo mismo, y así estuvieron hasta que ambos calmaron en buena medida la necesidad de demostrarse su cariño. Finalmente cuando ya volvieron un poco a la normalidad, Yasuhide le dijo con una sonrisa a ella:

- Mi señora, si matar a vuestros asesinos es el precio que debo pagar por tus besos, sin duda merece la pena el esfuerzo - dijo mientras reía sin poder controlar su felicidad, la escalera de emociones de la que era víctima no tenía nombre y eso le ocasionaba una actitud demasiado entusiasmada de lo normal - os prometí que siempre os protegería y así será, a partir de ahora no me cabe duda de que la situación mejorará, ya no tenemos que ocultar nuestro amor, vuestro vil prometido ha recibido su merecido y por fin podremos estar juntos para siempre - dijo volviendo a abrazarla, y dejando que depositara su cabeza en su pecho, mientras la escuchaba y esperaban a que Chikazumi llegara.

Un sonido de cascos resuena en el patio de armas del Castillo, suenan trompetas que anuncian la llegada de un ejercito. Al fondo cada vez es menor el revuelo y los ruidos de lucha, parece que la batalla ha finalizado.

Chikazumi-sama irá corrriendo a buscar a Kotaru-kun y Yabu-hime para dirigirse al patio de armas, si no los encuentra irá rápidamente al mismo lugar, esperando que se reúnan allí.

Asistí al combate como mera espectadora, aunque realmente parecía un mal sueño. Vi con horror como Kotaru-san empalaba a Yukinai con la misma bestialidad que había hecho alarde en la anterior ocasión. Su joven aspecto nada tenía que ver con su envidiable y cruda técnica. 

Mi mente quedó paralizada en ese instante, con miles de pensamientos cruzando mi cabeza. Sentí como me besaba y me entregué a ese beso, para luego abrazarlo y simplemente... esperar.

¿Qué esperaba? ni yo misma lo sabía. Hasta hace unos días mi vida era totalmente diferente, y mi futuro estaba claro... pero ahora nada de eso ocurría. Mi prometido estaba muerto y mi gran amor me juraba una vida juntos que no sabía si podríamos llevar a cabo.

Me agazapé junto a él, hasta que el ruido de cascos rompió nuestro hechizo.

Me levanté tambaleante y me asomé a la ventana para ver que estaba ocurriendo ahí fuera.

- Kotaru-san... debemos salir de aquí. Nuestro honor debe mantenerse a pesar de nuestro amor. Por fin podemos tener una vida juntos, y si así debe ser debemos hacerlo bien. 

Intenté poner mi vestido bien y limpiar mi cara, observando que él también estuviese correctamente ataviado a pesar del combate.

- Debemos ver como están los demás - le dije mientras iba hacia la puerta y lo esperaba. Si había algún enemigo no quería ser la primera en salir, puesto que estaba indefensa y mi mayor protector era él. Confiaba en que a partir de ahora nada tendría que volver a temer.

¿Se ve a Ito?

- ¡Alabados sean los Kamis! Por fin doy con la salida y los encuentro - Digo al llegar - Me había perdido en la casa con tanto revuelo, gente arriba y abajo, recién llegados - Digo nerviosa

Yasuhide sintió poner fin a aquel momento, pero Yabu-hime tenía razón, debían salir de allí, ya habían esperado demasiado a Chikazumi y estar en el castillo no era seguro, por lo que respondió:

- Está bien mi señora, pero debemos dirigirnos directamente a la salida, no hay tiempo de buscar a nadie. Cuando estéis debidamente a salvo volveré a buscar a los que faltan.

De esa forma se dirigió a la puerta también le cogió una de sus manos, como si aquel tacto le diera todas las fuerzas que necesitaba, y así abandonaron la habitación en la que se encontraban. Con sumo cuidado y en silencio caminaron por los pasillos del castillo intentando llegar a un lugar seguro en el exterior.